Trucco: ‘Creo que no le echamos más agua a las raíces’
Carlos Trucco fue el guardameta boliviano en la eliminatoria de 1993 y guarda bonitos recuerdos de ella; pero igual, no es ajeno al actual momento. “Yo lo asemejo con el presente del fútbol mexicano, que está a punto de quedar fuera del Mundial de Brasil. Falta mirar abajo, no todo es arriba”, dice.
Carlos Trucco fue el guardameta boliviano en la eliminatoria de 1993 y guarda bonitos recuerdos de ella; pero igual, no es ajeno al actual momento. “Yo lo asemejo con el presente del fútbol mexicano, que está a punto de quedar fuera del Mundial de Brasil. Falta mirar abajo, no todo es arriba”, dice.
— ¿Qué le viene a la mente de lo que fue la eliminatoria de 1993?
— Alegría, mucha emoción, ver que las cosas se podían cumplir, que había que romper con algo que no daba en las historias anteriores, pues también me tocó estar en algunas de ellas; lo logramos y eso es como si fuera ayer, aunque fue hace mucho tiempo.
— ¿Puede citar tres factores para la clasificación?
— La unión que hubo del equipo con el cuerpo técnico, con los gobiernos de turno que nos apoyaron en todo; la forma en que la gente nos llevaba adelante cuando las cosas nos salían mal, el apoyo que teníamos era impresionante para cambiar la parte mental que era la parte débil; y no importaba si jugabas buen fútbol, lo que importaba era si estabas bien y fuerte.
— ¿Había para armar dos selecciones?
— Sí, porque cuando teníamos que jugar y hacíamos fútbol, era difícil, los suplentes nos ganaban, y desde afuera se veía el nivel de los compañeros y te hacían dudar, porque todos estaban para titular.
— ¿Qué partido fue el punto de inflexión para esa exitosa campaña?
— Lo que siempre recuerdo y que lo dije a varios colegas tuyos sobre este tema de los 20 años, es cómo salimos en Brasil a querer plantar un partido y nos dieron una goleada (6-0). Ese día Azkargorta nos dijo que nos olvidemos del partido, “hagan de cuenta que está cero a cero y preparemos la clasificación, dejen de lado esto, preparemos la clasificación como si fuera hoy lo que tenemos que ganar”; entonces cambiamos la parte mental y cuando llegamos la gente nos recibió bien, La Paz se llenó, se llenó El Alto, y nos dijeron que no pasaba nada, eso nos dio tranquilidad como para ir a buscar la clasificación.
— ¿Tiene anécdotas?
— Estuvimos (en La Paz) en un hotel pequeño, pero acogedor, el Max Inn. Nos duchábamos por turnos, había que esperar. Concentramos cerca de la cárcel en San Pedro y las monjitas nos apoyaban siempre.
— ¿El Mundial fue mejor que la eliminatoria?
— En el Mundial sentí soledad y presión; en la eliminatoria tenías miles y miles de personas afectuosas. Qué manera de recibir cariño en el día a día, eso no tiene precio, porque sé que nunca más lo volveré a vivir.
— ¿Podrá venir a la cena homenaje en Santa Cruz?
— Tendría que pedir permiso, no depende de uno, sino del Pachuca, donde está hoy mi trabajo.
— Veinte años después, ¿qué sensación tiene del presente del fútbol boliviano?
— Mirá, México puede quedar fuera y Bolivia ya pasó mucho tiempo sin ir y es porque no vemos el fútbol amateur, el infantil, el aficionado de jóvenes, sino de dónde salen jugadores.
— ¿Le hablaba de Bolivia?
— Igual, lo mismo. Tras el 93, el 94 y el 97, cuando fuimos subcampeón de América, creo que no le echamos más agua a las raíces del fútbol boliviano y aquí en México pasa igual y nadie mira abajo, al inicio, todos miran arriba
— ¿El error es no atender a las divisiones menores?
— Qué les podemos pedir a los chicos si no los atendemos y peor en Bolivia; allí siempre se decía que no había presupuesto ni planificación.
— Pero México tiene dinero…
— Sí, somos 120 millones de personas, con 11 millones de jugadores aficionados, pero hay mucho por ajustar.