El pecado de la desproporción
La justicia, si es justa, no puede ser desproporcionada. Robó una gallina y lo mandaron a la silla eléctrica. Es más grave la pena que el delito. Tan excesiva que ha puesto a medio mundo a favor de Suárez. Si le daban tres fechas, lo exponían al escarnio; así, lo victimizaron.
Ya en estas horas tumultuosas del Mundial se nos ocurre pensar en Giorgio Chiellini. Conocida ya la descomunal sanción a Luis Suárez, no debe estar feliz el italiano, montó un circo y logró que le cortaran las piernas a un colega. Queda en su conciencia. La pena dice así: nueve fechas para partidos oficiales, cuatro meses de inhabilitación para jugar en su club, no puede participar de ningún acto futbolístico, ni asistir a un estadio. Ayer, entre lágrimas, fue obligado a dejar la concentración de Uruguay. Le quitaron hasta la acreditación del Mundial. Lo sacaron como a un delincuente. Fue virtualmente deportado.
¿No es demasiado…? La justicia, si es justa, no puede ser desproporcionada. Robó una gallina y lo mandaron a la silla eléctrica. Es más grave la pena que el delito. Tan excesiva que ha puesto a medio mundo a favor de Suárez. Si le daban tres fechas, lo exponían al escarnio; así, lo victimizaron. Ahora el riguroso verdugo deberá soportar la misma severidad que él aplicó. Tanta que le quitó la alegría al Mundial.
CASI MURIÓ EN EL CAMPO. Jamás olvidaremos (estábamos en el estadio de Palo Alto), el codazo criminal —y claramente intencional— del brasileño Leonardo al uruguayo-estadounidense Tab Ramos en el Mundial 94. Le fracturó el cráneo; Ramos entró en convulsiones y se temió por su vida. Pasó mucho tiempo internado y quedó fuera de peligro un mes después; por largo tiempo no pudo volver al fútbol. Leonardo recibió cuatro fechas de castigo. Enojado porque Ramos le había quitado la pelota, reaccionó mal y casi lo mató. Desde luego no quiso causar semejante daño, fue una calentura de juego.
EXPULSIÓN Y BALÓN DE ORO. Zinedine Zidane le pegó un cabezazo tremendo a Materazzi en la final de Alemania 2006 y una hora después recibió el Balón de Oro al mejor jugador del torneo. O sea, lejos de condenarlo, lo condecoraron. Y Zidane también tenía antecedentes: recibió 14 tarjetas rojas en su carrera, 12 de ellas por agresión. Los marcadores sabían que se fastidiaba con las marcas a presión o con las chicanas verbales, y lo buscaban. Y él reaccionaba con codazos o cabezazos. De rabia. Sin embargo nunca pensamos que Zidane fuera un mal deportista o un inadaptado social. No, se embroncaba, nomás. Decenas de veces hemos criticado a los uruguayos por su reciedumbre, en ocasiones desmesurada. Esta vez no vemos tan grave el episodio de Suárez. Pero ha habido una presión brutal para que lo saquen de la Copa. Sobre todo de la prensa inglesa. También hay otra verdad: Uruguay debe entender que existe un solo reglamento del fútbol, el que manejan los 208 países restantes. Y debe entrar en él.
LA CORONA DE NEYMAR. En este mismo Mundial, Neymar aplicó un codazo deliberado a Luka Modric. Se advierte claramente en el video que lo mira, lo ve venir y aplica el codo. El árbitro le sacó una sibilina amarillita. Si es agresión es roja. No hubo sanción posterior. Neymar es el goleador del Mundial.
AQUEL VERGONZOSO ALEMANIA-AUSTRIA. El único arreglo de partidos comprobado en la historia de los mundiales fue Alemania-Austria en España 82. Empatando se clasificaban los dos y dejaban fuera a Argelia, la sorpresa del certamen, que había vencido en épico partido a Alemania 2 a 1. Germanos y austriacos pactaron el 0-0. Dejaron fuera a los africanos por diferencia de gol. Varios jugadores que protagonizaron el bochornoso 0 a 0 lo confesaron luego. Esto ameritaba que, cinco, seis o diez años después, Alemania y Austria recibieran una sanción ejemplar. Tal vez quedar fuera de una Copa del Mundo. Estos crímenes no prescriben. Nada pasó. Alemania llegó a la final en aquel torneo. Por suerte Italia le ganó.
BESTIAL SCHUMACHER. Ni hablar de la plancha homicida del arquero alemán Toni Schumacher al francés Patrick Battiston en ese mismo Mundial. Salió a matarlo y, virtualmente, lo hizo: le partió la mandíbula, Battiston perdió varios dientes, costillas fracturadas, vértebras dislocadas, escoriaciones varias, conmoción cerebral. Una ambulancia entró al campo de juego, lo llevaron de urgencia a un sanatorio con temor por su vida. Seis meses le costó recuperarse. Schumacher no fue ni amonestado y al árbitro no cobró falta. Hubo muchos casos similares, apenas recordamos los más salientes.
CUANDO SIMULAR DA DIVIDENDOS. También nos viene a la mente la indignante simulación de Rivaldo en el Mundial 2002. Iban 85 minutos, Brasil y Turquía igualaban 1-1. Rivaldo estaba en el banderín para ejecutar un córner; el turco Alpay Ozalán le tiró la bola fuerte y le pegó en el brazo; Rivaldo cayó como muerto tomándose la cabeza, hizo que echaran al zaguero (cuando debió ser al revés) y de ahí vino el gol de 2-1 de Brasil, convertido por Rivaldo, de penal. Nunca lo sancionaron de oficio.
Los futbolistas ya lo saben: morder no es negocio. Más vale partir una pierna o desfigurar un rostro, te dan tres fechas.
ASIA SE RETIRA INVICTA: SIN GANAR. Australia, Japón, Corea del Sur se vuelven a casa tras la primera ronda, y con un agregado penoso: sin ganar ningún partido. Jugaron 12, empataron 3 y perdieron 9.
CRISTIANO ESTABA BIEN. Portugal también tuvo una labor muy opaca. Y Cristiano Ronaldo no se salvó. Cuando más se esperaban sus goles —ante Ghana— falló mucho frente al arco. Por si acaso, el médico de Portugal y la sanidad del Real Madrid informaron que no tuvo ningún problema físico. Por eso jugó los tres cotejos completos, corrió y se movió sin dificultades. Simplemente, no fue su mundial. Con Portugal predomina una idea: de que es un grande del fútbol, pero solo clasificó a 6 de los 20 mundiales. De ellos, en tres fue eliminado en primera fase, en otro en octavos, una vez fue tercero (en 1966, con Eusebio) y en otra, cuarto. No es una cosecha grandiosa, por cierto.