Tuesday 7 May 2024 | Actualizado a 08:21 AM

La Copa de antes y la de ahora

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 8 de mayo de 2023 / 00:48

Eterna será la discusión entre el ayer y el hoy en el fútbol, si antes era más atractivo y técnico que el de hoy, si el de hoy es más físico.

La realidad es que la técnica actual es insuperable porque se da en un contexto de mayor dificultad.

Con atletas superentrenados que marcan a centímetros, con la velocidad que impera en cada maniobra y con defensas muy informados acerca de las virtudes del adversario igual se ven proezas técnicas y goles espectaculares.

Sin ir un siglo atrás, volvemos a ver en videos el Mundial de México ‘70 y notamos que los jugadores recibían el balón y tenían enormes espacios por delante y bastante tiempo para controlar y decidir cuál era la opción de juego más conveniente. Y el ritmo lento permitía el lucimiento individual.

Además, se sabía poco del rival, una ventaja para el atacante. Si un lateral enfrentaba a Garrincha y no lo había visto nunca, hasta que captaba cómo enfrentarlo el otro ya lo había pasado veinte veces.

No se trata de demeritar a los futbolistas de entonces sino de puntualizar algo concreto. Lo que no puede alcanzar el presente es el romanticismo y la naturalidad de aquellos tiempos. Pero la evolución es indiscutible.

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Con la Copa Libertadores sucede un fenómeno inverso: ahora no es tan problemática porque sus protagonistas tienen menos jerarquía. No porque antiguamente se jugara mejor en ella, sino que todos los grandes futbolistas sudamericanos estaban aquí. Un buen ejemplo es el de Argentina en el Mundial ’66: llevó un equipo formidable, que empató 0-0 con Alemania y cayó apenas 1-0 con Inglaterra, los dos finalistas; los 22 jugadores integrantes de la Albiceleste actuaban en la Argentina.

Ahora, del equipo campeón de Scaloni en Qatar 2022 sólo un miembro milita en el medio local: Armani, de River, segundo arquero detrás de Dibu Martínez. Uno sobre 26. Lo mismo vale para las demás selecciones sudamericanas. La realidad económica continental hace que todas las figuras emigren. Hasta los regulares se van. Y animan la Copa los que serían los suplentes de los suplentes. Es casi imposible retener a un buen jugador. Ni Flamengo ni Boca ni River, ningún club brasileño o argentino, por poderoso que sea, puede contar con un gran jugador más de un año y medio o dos.

La sangría perjudica especialmente a los equipos de Argentina, Brasil y Uruguay, porque todos sus jugadores, hasta los más o menos, se van a Europa o a otros mercados donde les ofrecen contratos millonarios. Dan una considerable ventaja en las competencias regionales. A nivel de selecciones es otra historia: ahí sí pueden alinear a los mejores. Ejemplo práctico: el tridente más brillante de la historia de Uruguay fue el de Suárez, Forlán y Cavani. Cavani nunca disputó la Copa, Suárez entró 15 minutos en un partido de 2005 y Forlan actuó en 3 cotejos con Peñarol en 2016, ya con 37 años. Y no marcaron goles. O sea, ni jugaron la Copa.

Antes no era sencillo ganar la Libertadores. Había puñados de cracks en cada club uruguayo, argentino o brasileño, incluso chileno o peruano. Y nadie emigraba, hacían toda su carrera acá. Quien jugaba contra Palmeiras sabía que se iba tener que enfrentar a Ademir da Guía, Luís Pereira, Leivinha, Leão, Dudú… Eran fenomenales, y jugaban diez, quince años en cada club. Medirse contra Universitario era tener adelante a Chumpitaz, Chale, Muñante, Cachito Ramírez, Cruzado, Percy Rojas… Hoy juegan once NN.

La Conmebol homenajeó recientemente a Independiente por sus 7 títulos, una hazaña notable, realzada por un detalle no menor: jugó 7 finales y ganó las 7. Bochini, Bertoni y Burruchaga fueron los receptores de la distinción en nombre del club. Durante la cena, mientras se desgranaba el sorteo, surgió el tema de debate: ¿era más fácil antiguamente ganar la Copa…? “Porque ahora el campeón debe jugar desde el arranque, son 13 partidos, y antes entraba en semifinal”, dijo alguien.

“Sí, pero antes jugabas contra equipos que eran máquinas, no como ahora”, replicó Bochini. “Peñarol y Nacional tenían 7 u 8 jugadores cada uno en la Selección Uruguaya, que era tremenda. Aparte, las semifinales eran triangulares. A Independiente en el ’75 le tocó un grupo con Rosario Central y Cruzeiro. En Central jugaba el mejor Kempes de la historia, los hermanos Killer en defensa, Pascuttini, Bóveda… Y el Cruzeiro histórico con Dirceu Lopes, Nelinho, Wilson Piazza, Joãozinho, Palhinha, Raúl en el arco… Ese equipo perdió con nosotros, pero al año siguiente fue campeón, y en el ’77 llegó a la final de nuevo, con Boca”.

Para el Mundial de México ’70, Uruguay -terminó cuarto- armó una selección poderosa, con 9 futbolistas de Nacional y 8 de Peñarol. Figuraban entre ellos Ubiña, Anchetta, Mugica, Montero Castillo, Cubilla, Espárrago, Julio César Morales por los tricolores; Mazurkiewicz, Caetano, Rocha, Cortés, Matosas por los aurinegros, que además contaban en sus filas con dos extranjeros excepcionales, el chileno Elías Figueroa y el argentino Ermindo Onega. Por su parte los foráneos de Nacional eran los brasileños Manga y Celio Taveira, y el sensacional Luis Artime. Contra esos equipos se jugaba en la Copa. De los jugadores actuales de Peñarol y Nacional sólo uno integra la Celeste, el arquero Rochet, de Nacional.

Chile fue al Mundial ’74 con toda la base del inolvidable Colo Colo del ’73, que perdió la final con Independiente. Estaban Caszely (extraordinario puntero derecho), ‘Chamaco’ Valdés, Ahumada, el ‘Pollo’ Véliz, Leonel Herrera, Galindo… Para llegar a la final, el ‘Cacique’ tuvo que eliminar a un grandísimo Botafogo, que alineaba a Brito, zaguero titular de Brasil en Inglaterra ’66 y México ’70; a Dirceu, triple mundialista y dueño de una zurda de oro; a Zequinha, que sumó 58 partidos en la Selección Brasileña; a un monstruo de la historia: Jairzinho, todavía con 28 años; a Marinho Chagas, el célebre lateral izquierdo rubio que era un espectáculo por sí solo. A todos ellos se sumaba un extranjero de excepción: el ‘Lobo’ Fischer, potentísimo goleador proveniente de San Lorenzo.

Ese equipazo ni siquiera pudo llegar a la final. Así eran todos los equipos del Atlántico. Los del Pacífico tenían mínimas chances, aunque hubo formaciones muy fuertes, como el Universitario del ’72 y ese Colo Colo del ’73. Jugando 13 partidos, como ahora, ó 7 en el caso del campeón vigente que entraba en semifinales, ganar la Copa era una epopeya.

Hay una docena de aspectos en los que la Copa ha mejorado sensiblemente. Los campos son excelentes, hay más garantías para el visitante, el arbitraje se ha superado; hay VAR, la televisación es un fiscal excelente, la preparación física es casi de ciencia ficción, todo lo que rodea al juego ha progresado. Y el fútbol creció en todos los países. La diferencia, abismal, es que antiguamente todos los fenómenos que surgían en Sudamérica -y eran muchísimos- permanecían en el continente, o al menos iban a Europa después de 8 ó 9 años de carrera aquí. Ahora parten casi adolescentes y se juega con los que quedan. Otrora el fútbol sudamericano era el más fuerte y encantador del mundo. Y no se televisaba la Champions League, que hace más dura la comparación.

Como solía decir El Veco, amigo entrañable, periodista de los grandes, “antes, para ganar había que tener póker de ases, hoy con un full alcanza”. Al menos en la Copa.

¿Quién ganará esta Champions…?

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 5 de mayo de 2024 / 21:24

Es la pregunta que se hacen en los medios y en redes sociales. También se la formulan al periodista. Difícil respuesta. Los cuatro que siguen en carrera son realmente buenos y parejos, y los dos resultados que se dieron en la ida de semifinales no son definitorios, las llaves están abiertas.

En todos los sondeos y casas de apuestas el Real Madrid es ultramegahíperfavorito. No por su juego virtuoso, que no se la visto en esta Champions, sino porque la mayoría cree que, de una manera u otra, ganará.

Por suerte, por sus contraataques letales, por la contundencia de alguna de sus brillantes individualidades o por algún fallo arbitral, siempre sale venciendo el cuadro blanco.

Fue menos que el Leipzig en octavos de final (y hubo dos groseros errores referiles, uno en la ida y otro en la vuelta, favorables al Madrid). Padeció un asedio nunca visto ante el Manchester City en cuartos, pero pasó el Madrid. Y ha sido inferior al Bayern Munich en semis, pero sacó un valioso empate de visita (2-2).

Es tarea casi heroica mandarlo a la lona y contarle diez. Porque lucha hasta el final, le cabe ese mérito. Y el de la jerarquía de sus hombres, que, a la mínima insinuación ofensiva, convierten. A todos los demás equipos del mundo les demanda tres, cuatro situaciones de gol, o más. El Madrid, con media, llega a la red.

Justamente Thomas Tuchel, el excelente técnico del Bayern (campeón de la Liga de Campeones 2021 con el Chelsea), destacó la pegada del equipo merengue y su facilidad para hacer gol con poco dominio, sin siquiera crear peligro, incluso cuando lo están asfixiando contra su arco, como aconteció con el City. Un toque, dos y pum… adentro. Puede ser Rodrygo o Vinicius o Bellingham o cualquiera.

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“Han sido unos primeros quince minutos muy buenos, en los que hemos tenido ocasiones, un juego fluido… pero luego no ha sido tan fluido. Ellos han tenido una y nos han hecho un gol”, analizó el entrenador alemán.

“Después hemos estado mejor en la segunda parte, con el tanto del empate y el penalti del 2-1. Tuvimos alguna chance para hacer el 3-1 y no lo logramos. Pero hubo una ocasión en nuestra área y consiguieron el 2-2. Esto es lo que hacen con muchos rivales y esta vez nos ha tocado a nosotros”.

Tuchel elogió abiertamente al cuadro de Ancelotti: «Es la calidad individual más alta emparejada con una increíble capacidad para permutar posiciones y mantener el ritmo en los contragolpes… Y saben sobreponerse a los malos momentos».

No obstante, el Bayern mostró una imagen sólida, exhibió la solvencia de toda la vida, manejó el partido, dio vuelta el 0-1 inicial con el temple de siempre y, aunque fue aciaga su temporada en la Bundesliga, tiene en la Champions su tabla de salvación.

Va con el empate a Madrid, con una mejora evidente en su juego y con un Musiala imparable, habilísimo, valiente, encarador. Puede ser una estrella en el resto de la década, tiene apenas 21 años y su conexión con Florian Wirtz debería devolver a Alemania a lo alto del podio. Son dos cracks.

“Bellingham desconectado”, tituló el diario AS. Efectivamente, tras un comienzo rutilante de temporada en la liga española, el inglés ha decaído en los últimos meses, incluso estuvo desconocido en las tres rondas eliminatorias. Hasta ayer pedían a gritos el Balón de Oro para él, ahora se preguntan qué le pasa. Y reclaman el trofeo para Vinicius.

“Si no se lo dan sería una vergüenza”, ruge el madridismo. Está en un momento feliz el brasileño, aún no se alzó con ningún título, aunque podría conseguir Liga y Champions. Y Copa América, ¿por qué no…? Brasil es Brasil siempre.

En las encuestas de diversos foros el Madrid oscila entre el 47 y el 52% de las preferencias. El Bayern araña el 24%; el Paris Saint Germain, pese a haber perdido en la ida, alcanza un 13%, y el Borussia Dortmund el 15%.

En las casas de juego también lidera el equipo español. Paga 2,20 € por cada euro apostado, el PSG, pese a perder, continúa segundo con 3,75, Bayern Munich 4,50 y Borussia Dortmund 8.

El Dortmund parece el patito feo del lote, pocos le ven chances reales de coronar, sin embargo, juega bien y, atención a esto: crea un manantial de ocasiones de gol. Si tuviera la eficacia del Madrid golearía todos los partidos. Venció al PSG con gol del tanque Füllkrug y se quedó corto, era para dos o tres. Hubiese ido a París con la semifinal en el bolsillo. Falló mucho el austríaco Sabitzer. El exiguo 1-0 dice que el cuadro francés puede darlo vuelta en el Parque de los Príncipes. Claro, también adelantará líneas y ofrecerá espacios atrás.

Quien quedó en deuda es Mbappé. “Es el máximo goleador de la presente edición de la Champions League, pero la realidad es que su rendimiento en algunos encuentros sigue suscitando dudas”, escribe AS, de Madrid. Y en L´Equipe, de Francia, fueron más severos: “Una primera parte sin brillo (0 disparos), en la que no salió lo suficientemente rápido para Schlotterbeck en el gol (36′).

A menudo se encontró de espaldas a la portería en plena acción, tuvo pocos espacios y jugó encorsetado. En una segunda parte más densa, remató al poste (51′) e intentó potenciar a sus compañeros, como en una acción para Dembélé (72′). Pero no fue decisivo, como su condición le obligaba a ser…”, comenta el periódico francés, que lo calificó con un 4.

Siempre aparece una sombra en el horizonte de Mbappé. Se pide con insistencia un Balón de Oro para él, pero siembra incertidumbre. Por supuesto, nadie dirá que Mbappé es malo ni que arruga, es un crack de los grandes, aunque también es un jugador que extrañamente desaparece en muchos partidos, se ausenta. Casi nunca se le remarca ese aspecto. Únicamente loas. En este caso, AS y L’ Equipe sí lo hacen. Hay que recordar que el PSG pagó 180 millones de euros por él hace 7 años, lo fichó para ganar, por fin, la Champions. Nunca pudo. Y cuando llegaron a la final fue Neymar el jugador decisivo, no él.

Lo han rodeado de figuras y le han dado todos los galones, la capitanía, los penales, los tiros libres, lo alimentan con los mejores pases… pero no pudo. Algunos analistas le objetan que no es líder. En el campo no puede serlo porque no lleva la pelota, él está allá arriba, depende de que otros armen el juego y se la alcancen. Otra vez tiene una deliciosa oportunidad de alzar la Orejona, veremos si lo logra antes de irse. El Dortmund no es una barrera infranqueable.

Kylian jugó de 9, el puesto que le tienen reservado en el Madrid. El de extremo izquierdo, su lugar natural, está ocupado por otro gallo: Vinicius. Y Vini no le va a dejar su lugar “al nuevo”, se llame como se llame. El capanga en el vestuario del Bernabéu es él. Incluso tendrán una primera confrontación por el Balón de Oro.

Hoy, son los dos primeros mencionados para obtenerlo. Hay otro tema: si llegan a la final el PSG y el Madrid, Mbappé deberá enfrentar al que, a partir del 1° de julio, será su nuevo club. ¿Cómo se verá eso…? ¿Dejará el alma para ganarle…? ¿Le hará goles…? ¿Lo ablandarán Rudiger y Carvajal a base de leña como hacen habitualmente…? Si se da esa final, va a estar rodeada de morbo. Y si triunfa el PSG 1 a 0 con gol de Mbappé, ¿lo festejará…? ¿Mucho, poco…?

Cuidado, también puede darse una definición alemana en Londres. Los tres -Bayern, Dortmund, PSG- tienen más juego que el Madrid, el Madrid tiene más punch que los otros. Todo puede suceder.

(05/05/2024)

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La Reina del Plata fue la cuna

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 28 de abril de 2024 / 23:25

“Buenos Aires, la Reina del Plata, Buenos Aires mi tierra querida…” Carlos Gardel tenía 26 años y asomaba a la fama grande cuando nació en su ciudad la Copa América. El torneo abrió los ojos en ese conglomerado cosmopolita donde vivían casi tantos extranjeros como nacionales.

La cuna del tango era un faro de cultura que irradiaba a toda América Latina. Y ya despuntaba como una urbe impactante, de definido estilo europeo, con subterráneo -el primero de Iberoamérica- y una amplia red de ferrocarriles.

Era pleno invierno austral de 1916. Una Argentina próspera celebraba con pompa el primer centenario de su independencia y, entre los muchos actos del jubileo, el Gobierno de entonces encargó a las autoridades futbolísticas que organizaran un torneo internacional, tal como se había realizado con éxito allí mismo en 1910, entre Argentina, Chile y Uruguay, siendo campeón el anfitrión.

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Ese prefacio del ’10 no se considera oficial, no había sido fundada aún la Confederación Sudamericana de Fútbol. En 1913, el deportista José Claudio Susán, futbolista y directivo del club Estudiantes de Buenos Aires (no de La Plata), elevó una propuesta formal para crear un certamen sudamericano que se denominaría Copa América, la cual se publicó el 16 de octubre de ese año en el diario La Argentina: 
“La Asociación Argentina de Football resuelve realizar anualmente un concurso de football instituyéndose al efecto la Copa América. Serán invitadas a adherirse a este proyecto las ligas uruguaya, chilena y brasileña, debiendo enviar en caso afirmativo un equipo para disputar la Copa. Este torneo se efectuará en Buenos Aires. Si alguna de las ligas adherentes desea que el torneo se realice en el lugar de su asiento, deberá solicitarlo en la reunión de delegados que se efectuará durante la época de juego del año anterior. Es entendido que cada liga en tal caso correrá con la organización y gastos que el torneo demande”.

Le cabe, pues, a Susán, el derecho de autor de esta maravillosa saga. Su proyecto y los dos certámenes primigenios -1910 y 1916- celebrados en Buenos Aires y por iniciativa argentina, le otorgan al fútbol albiceleste la indiscutible patente de impulsor de la idea. Muy visionario: aún no existían los Mundiales ni la Eurocopa, y los Juegos Olímpicos estaban suspendidos por la Primera Guerra Mundial. Incluso la FIFA era un bebé que daba sus primeros pasos.

La entonces Asociación Argentina de Football envió en octubre de 1913 un telegrama a sus pares de Brasil, Chile y Uruguay invitándolas a disputar el trofeo “Campeonato Sudamericano de Football”. El diario La Argentina, del 26 de octubre de 1913, en su página 8, daba cuenta de la respuesta afirmativa de la conductora del fútbol oriental: “La Liga uruguaya ha comunicado a la Asociación Argentina de Football su adhesión al campeonato sudamericano que esta organiza, y para cuyo concurso el ministerio de relaciones exteriores y culto ha donado una magnífica copa. La nota de la Liga Uruguaya dice:
“Montevideo, octubre 23 de 1913. -Señor presidente de la Asociación Argentina de Football.- la Liga se ha enterado de que el ministerio de relaciones exteriores de la República Argentina ha donado un trofeo destinado al campeonato sudamericano de football, y que será disputado por uruguayos, brasileños, chilenos y argentinos todos los años. En respuesta tengo el placer de expresar a usted que la comisión de la Liga ha resuelto prestar todo su concurso, a fin de que ese nuevo campeonato obtenga todo el éxito que le corresponde por su carácter. (Firmado) -Abelardo Vescovi, presidente”.

Debido a las divisiones internas en el fútbol de Brasil y Chile que impedían su participación, el torneo no se pudo concretar sino hasta 1916.
Por entonces, Buenos Aires era la única capital de Sudamérica que poseía escenarios capaces de albergar decenas de miles de espectadores. Que los hinchas argentinos le llaman cancha, como en Uruguay se denominan parque y en el resto del continente, estadio. Se realizó en Palermo en el, para la época, formidable recinto a la inglesa de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires (de nuevo: no de La Plata), capaz de acoger a 25.000 personas.

La Gran Guerra ya se había cobrado nueve millones de vidas en Europa. Los campos de Francia eran un gigantesco charco de sangre. El 1° de julio de 1916 se desató una carnicería humana al norte de París: la sanguinaria Batalla del Somme. Fue una catástrofe: sólo las tropas británicas sufrieron ese primer día 57.740 bajas, la mayor pérdida en combate del Reino Unido en toda su historia bélica, que no es breve.

Veinticuatro horas después, a 11.000 kilómetros hacia el sudeste, diez mil aficionados entusiastas acudían para ver Uruguay 4 – Chile 0, el primero de los 837 partidos que componen la Copa América hasta ahora. Alaridos desgarradores allá, alborozados gritos de gol acá. Hoy, más de un siglo después, parecerá increíble, pero miles de uruguayos cruzaron el río color de león para ver a la Celeste. Se viajaba en el Vapor de la Carrera, que salía de Montevideo a las 10 de la noche y llegaba a Buenos Aires a las 7 de la mañana. Sólo se precisaba el boleto, no se hacía migraciones entre Uruguay y Argentina. “Era como tomar el tranvía”, describió el genial Diego Lucero.

El de ese primer año fue un torneo realizado por la Asociación Argentina, en el que intervinieron cuatro de las cinco asociaciones existentes hasta el momento: la anfitriona y sus colegas de Brasil, Chile y Uruguay. Paraguay era como Santa Marta, tenía tren, pero no tranvía, pues ya había sido fundada la Liga Paraguaya, sin embargo, no conformaba todavía una selección.

Justamente, a raíz de ese cónclave internacional nació la entidad matriz del balompié continental. El 9 de julio, reunidos en medio del certamen, los delegados de las selecciones participantes decidieron crear la CONMEBOL por iniciativa del político y periodista uruguayo Héctor Rivadavia Gómez, presidente del Montevideo Wanderers. Y entre todos acordaron dar continuidad anual a la competencia que se estaba disputando, la que en adelante se denominaría Campeonato Sudamericano de Fútbol Copa América, como había propuesto Susán. Se encargó a una joyería del centro porteño la realización del trofeo, la bella pieza de orfebrería que conocemos, en plata con base de madera.

Nació popular la Copa, porque el fútbol de clubes divide, el de selecciones une. Se colmó el estadio desde el primero hasta el último día de esa versión bautismal. Enseguida la fiebre por su disputa se propagó en todo el continente. Pero fue un virus alegre, vivificante, que no requiere mascarillas. Su disputa era un acontecimiento festivo y social en los pueblos donde se jugaba. Y así seguiría hasta el presente, 108 años después. Tras aquel alumbramiento en 1916 llegarían los Mundiales, la Copa Libertadores y otras nuevas contiendas internacionales, sin embargo, la Copa América mantuvo su lozanía y atractivo hasta hoy. Eso remite a su magnetismo.

En octubre de 2006, Joseph Blatter nos concedió una entrevista exclusiva en Asunción; le obsequiamos el libro de la Copa América que realizamos en Conmebol hace unos años; ojeando las fotos de aquella edición de 1916 quedó asombrado y acuñó una frase para los tiempos: “De Europa siempre se dice que es el Viejo Continente, pero en fútbol el Viejo Continente es Sudamérica”.

(28/04/2024)

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El fútbol estaba esperando algo así

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 21 de abril de 2024 / 20:42

Tiene una sola mancha en su impoluta tarjeta de presentación como nuevo crack de dimensión global: dos lesiones de ligamentos en sus rodillas. Una, leve, a los 16 años, que lo paró mes y medio, la otra a los 18, severa, lo mantuvo nueve meses fuera de las pistas.

Las rodillas suelen ser un verdugo implacable en el fútbol, han malogrado o mermado cientos de carreras prometedoras.

Al margen de esos dos puntos oscuros, todo lo que promete Florian Wirtz es luminoso, un sol que abarca entero el mapamundi de la pelota.

Es, sin duda, la mayor aparición reciente del fútbol mundial en cuanto a talento, un alemán a la sudamericana: gambeta limpia y hacia adelante, pase magistral en profundidad, inteligencia, vocación ofensiva, mentalidad ganadora, magnífico remate de derecha, el mapa de la cancha en la cabeza… Todo barnizado con alta condición técnica. Es la píldora perfecta de Bayer.

¿Qué parecido tiene con Haaland o Mbappé…? Ninguno, estos son futbolistas de potencia, exclusivamente vinculados al gol. Para empezar, Wirtz es un 10 clásico, juega y hace jugar. No es corpulento, apenas 1,76 de estatura y 70 kilos. Y es todo calidad, creatividad.

Sería como comparar a Batistuta con Zidane. Para que haya gol primero debe crearse la situación de gol. De eso se encarga Wirtz. Y también convierte. Sus números hablan bien: 17 goles y 19 asistencias en lo que va de temporada. No obstante, dio muchos más pases mágicos. Sucede que el pase-gol se valora si el definidor acierta.

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Es el caso de Messi, debe haber puesto dos mil mano a mano en su trayectoria, pero sus compañeros convirtieron sólo un 20 por ciento, y eso es lo que finalmente se le adjudica al asistidor.

Ciento veinte años esperó el Bayer Leverkusen para ser campeón de Alemania. Lo fue justo ahora, con la irrupción estelar de este chico de 20 años. No es casual. Siempre que surge un gran crack pasan cosas trascendentes en los clubes. Está el trabajo de Xabi Alonso, una obra maestra, el aporte notable de todo el equipo, y la cuota diferencial de Florian Wirtz. Ciento veinte años y el día tan soñado fue mejor en la realidad que en el sueño: ganó el Bayer 5 a 0 y Wirtz hizo triplete. El título adquiere el rótulo de hito porque viene a romper 11 consagraciones seguidas del Bayern Munich. Y el frenazo del gigante bávaro tiene mucho que ver con Wirtz. Todo tiene que ver con él. Aparece y pum… sucede algo trascendente.

Los futbolistas son como las huellas dactilares: no hay dos iguales. Sí tienen reminiscencias. Hay en él algo de George Best, su atrevimiento, el geniecillo de cara aniñada que te hará un daño; los movimientos y la vivacidad de Platini, incluso un gran parecido físico. Y si volvemos a la patria, unas gotas de Littbarski. Pero nada que ver con las leyendas germanas que lo precedieron. Ni con Beckenbauer ni con Gerd Müller ni con Rummenigge. Es otro molde. Florian Wirtz es el producto de salir a jugar en la placita después de haber mirado la tele. Vio a los de afuera. Los genes le entraron por los ojos.

«Hay buenos jugadores y hay jugadores ‘bonitos’, que hacen cosas espectaculares, pero no necesariamente eficientes”, dice Xabi Alonso, el arquitecto del Bayer sensación de Europa. ¿Por qué Messi es tan bueno? Porque sabe cómo y cuándo jugar con pases simples. Messi dice: ‘¿Estás en una mejor posición? ¡Aquí tienes la pelota!’. No siempre se trata de hacer el movimiento más brillante, sino el mejor y más inteligente. Florian puede hacer eso. Por eso es tan bueno», explicó el vasco. Y remató: “Florian es un regalo para mí como entrenador. Es un jugador diferente al resto”. Lo curioso es que, después de asumir en el Bayer, Alonso debió esperar varios meses para “conocer” futbolísticamente al joven maravilla, pues estaba en rehabilitación tras ser operado. Pero apenas estuvo sano le hizo lugar.

«Ahora, después de la lesión, disfruto más de los entrenamientos, de jugar con el balón, del fútbol de posesión… Me siento muy bien, en forma. Me encanta recibir y acelerar y, si puedo marcar goles, mucho mejor», declaró el ya ídolo del BayArena. A pesar de su carácter introvertido, fue el más aclamado en la celebración de la Bundesliga por los aficionados, que le apodan ‘Fußballgott’ (Dios del fútbol). Cuando metió su tercer gol ese día, el público se olvidó que era alemán e invadió la cancha. Centenares se le fueron encima a querer abrazarlo. Florian no tuvo miedo, sabía que era una avalancha de cariño.

Transfermarkt le subió la cotización a 110 millones de euros. Y volverá a aumentarla en breve. Son acciones de oro. Pero ese es el costado antirromántico de esta historia. Poética es la carrera meteórica y bella de este muchachito (nunca tan justo el término). A los 17 años y 15 días debutó en Primera División. Y dos semanas después de eso anotó su primer gol, nada menos que al Bayern Munich y con Neuer en el arco. Así hace todo. Días pasados le dieron la titularidad en la Selección Alemana y a los 7 segundos le metió un gol colosal a Francia. El gol más rápido de la historia con la camiseta blanca. Pisa y deja huella. Y pudo ser más precoz en todo de no mediar las malditas lesiones.

Pese a ser el local, Alemania estaba tercero en las apuestas para ganar la Eurocopa en julio próximo. Con Wirtz pasa a ser favorito. Aunque ya venía regalando maravillas desde dos años antes y Hansi Flick lo tenía en cuenta, no pudo estar en el Mundial de Catar 2022 por esa maldita rotura de ligamentos en su pierna izquierda que lo tuvo 9 meses entre médicos y kinesiólogos. No se perdió nada, al contrario, se salvó del papelón alemán: quedaron eliminados en primera fase.

Ya hay una lista de clubes interesados en la joya, el primero de ellos el Bayern Munich, el temido tiburón blanco que absorbe cardúmenes de nuevas figuras. Todas. Sale una y glup, es del Bayern. Su padre y representante, Hans-Joachim Wirtz, dejó entrever que, “por el momento, todo está pensado para que Florian siga jugando en Leverkusen la próxima temporada”. Sin embargo, podrá aguantarlo un año más, ni dos. El gigante farmacéutico Bayer es dueño al ciento por ciento del club, aunque no hace pesar su poder financiero en la marcha de la institución, deja que se maneje con sus propios recursos.

Alguien debe haber perdido su puesto en el Colonia, el enemigo del barrio. Wirtz jugaba allí, en el club vecino, pero en enero de 2020 fueron a buscarlo del Leverkusen y lo dejaron ir. Es un hallazgo de Simon Rolfes, actual director deportivo de las “aspirinas”, en uno de los muchos partidos de fútbol base que vio durante sus dos años sabáticos. «Estoy feliz de muchos fichajes», confesó, aunque en este hizo cumbre: «Es un caso especial. Lo descubrí con 13 años. Cuando volví al club, lo primero que hice fue preguntar cuándo terminaba contrato con el Colonia. Me dijeron que en 2020 y se convirtió en mi prioridad. Haberle traído gratis es increíble. Ha llevado al club a otro nivel», señaló Rolfes. Wirtz tenía 16 años. A los cuatro meses asomó en el fútbol profesional. El resto está contado aquí.

Mbappé lleva nueve temporadas esperando recibir el Balón de Oro, siempre le faltó algo para coronar. Puede que llegue a diez. Si Wirtz consigue el triplete (Bundesliga, Copa Alemana, Europa League), será serio candidato. Y le queda la Eurocopa para demostrar. La platea universal lo descubrirá allí. Mbappé tiene las mismas posibilidades, pero que se apure…

(21/04/2024)

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Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 14 de abril de 2024 / 23:30

La primera respuesta parecería obvia: Argentina, por ser la vigente campeona del mundo. Sin embargo, no estamos mirando para atrás sino hacia adelante. En dos meses llegan la Eurocopa y la Copa América, y en apenas dos años, el Mundial.

Hablamos de potencialidades y posibilidades. Y ha pasado un año y medio desde el triunfo de los tricampeones, en fútbol no es poco, pueden cambiar cosas. Ya vemos como Erling Haaland pasó en sólo seis meses de ser considerado un fenómeno a generar enormes dudas sobre su real envergadura futbolística. ¿Es un monstruo del gol o una estrella fugaz…? Roy Keane lo definió, acaso exageradamente, como “un jugador de cuarta”.
Año y medio, pues, es suficiente para que un equipo pierda chispa, nivel competitivo. Comencemos con quien porta la corona. ¿Mantendrá la Albiceleste el hambre de triunfo que la llevó a la gloria…? Esa es siempre la clave: llegar y mantenerse. Ser campeón, famoso y millonario hace relajar a muchos. El jugador dice “no he cambiado nada”, pero el ablandamiento es inconsciente. Es la más difícil tarea de Lionel Scaloni: mantener el ojo del tigre en la tropa.

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Ni Adidas ni Puma, Nike
No es el único interrogante: Messi tendrá 37 años en la Copa América. Ahora vive entre algodones. Y ya no tiene la aceleración meteórica que fulminaba defensas. ¿Su presencia será testimonial o una vez más decisiva…? También está grande Otamendi, una roca, un defensa notable por recursos y temperamento, un Sergio Ramos sin prensa. Cuti Romero-Otamendi es una dupla formidable, pero no tienen un suplente de igual categoría. Scaloni sigue probando gente nueva, ha hecho debutar en toda su gestión 47 elementos, sin embargo, algo le dice que siga buscando. Y no encuentra tanto. Entre lo positivo debe destacarse, sobre todo, la evolución excepcional de Mac Allister, convertido en director de orquesta. Está en un momentazo. Cerebral, conductor, asistidor, rematador, con quite, gol, liderazgo. Lejos el mejor futbolista argentino por actualidad. Y la figura refrescante de Garnacho (19 años), un potro indomable que, no obstante, debe incorporar muchos conceptos todavía. El punto más alto de Argentina es que, su fuerte, más que lo individual es lo colectivo. Y el carácter del grupo.
Circula por redes sociales un gráfico con cinco selecciones posibles de Francia, como demostración de la increíble cantidad de profesionales que posee actuando en las principales ligas europeas. La variedad y vastedad de que dispone Didier Deschamps tal vez nunca la tuvo técnico alguno. Quizás Brasil entre los ’70 y los 2000. O Argentina en las décadas del ’30, ’40 y ’50. No más. Para ejemplo: como delanteros el DT puede echar mano a Mbappé, Benzemá, Griezmann, Giroud, Kolo Muani, Marcus Thuram, Dembelé, Kingsley Coman, Diaby, Nkunku, Barcola… Once atacantes que destacan y convierten en Inglaterra, España, Italia, Alemania… La misma abundancia con los defensas. Es el medio que más futbolistas desparrama en la élite. Desde hace dos décadas es el país que produce más futbolistas de calidad. Y le siguen apareciendo. Hay algunos jóvenes que pronto harán ruido: Zaire-Emery, Barcola, Malo Gusto.
Nadie dispone de tanto material. Es campeón y subcampeón mundial (2018-2022), ganador de la Liga de Naciones (2021). Si alguien dice que es hoy la número uno, ¿quién puede contradecirlo…? En las apuestas es el segundo candidato a ganar la Euro (5 €), en julio, detrás de Inglaterra (4,33 €) y por encima del local Alemania (7 €).
Portugal es, después de Francia, el fútbol que más figuras aporta en las cinco grandes ligas. Puede armar dos selecciones. En la línea media cuenta con Vitinha (PSG), Palhinha (gran relevación del Fulham), Bernardo Silva y Bruno Fernandes. Y arriba Rafael Leão, Cristiano Ronaldo, João Felix y Gonçalo Ramos. Todos top. Desde la banca, Roberto Martínez jerarquiza a Portugal. El catalán fue tercero con Bélgica en Rusia 2018 además de conquistar la Copa Inglesa con el Wigan, una autentica hazaña. Ahora tiene cartas como para ganar una partida grande.
Brasil es potencia eterna, aunque haya tenido un mal año 2023. La llegada de Dorival Junior puede despertar al gigante. Lo mejoró ante Inglaterra (1-0) y España (1-1). Seguro va a levantar el séptimo puesto de la Eliminatoria y será aspirante al título en Estados Unidos. Jugadores tiene regados por el mundo en cantidades, aunque no son los fenómenos de antes. No hay Pelés ni Zicos ni Ronaldos. Ahora son buenos comunes. Pero buenos… Vinicius, Rodrygo, Gabriel Jesús, Gabriel Martinelli, Raphinha, Endrick, Pedro (Flamengo), Lucas Paquetá, Militão, Gabriel Magalhães, Bruno Guimarães… Brasil siempre tiene qué ponerse, nunca está desnudo. Si se lo mencionara como candidato a campeón mundial sería muy atendible.
En un mismo escalón que los cuatro anteriores ubicamos a Alemania. El surgimiento de dos cracks le da estatus de favorito a cualquier torneo: Florian Witz (20 años) y Jamal Musiala (21). Jovencísimos, pero ya asentados y casi veteranos en cuanto a números. Jamal está rozando los 200 encuentros y ha ganado 4 Bundesligas y una Champions entre otras cosas. Es el jugador diferencial del Bayern Munich. Hábil y encarador. Wirtz puede llegar a ser el mejor del mundo en breve. Tiene talento, atrevimiento, visión de juego, asiste y marca. Está cerca de ganar el triplete con el Leverkusen y ya toca los 160 juegos en Primera División. Con dos elementos así y todo lo que significa Alemania (regularidad, consistencia, temple, organización de juego) puede volver al pináculo otra vez.
Esas cinco están por encima de todas y en un buen mes ganan cualquier título, por grande que fuera. Luego vienen, despegadas, otras siete dignas de mención, por presente y riqueza individual. Croacia fue segundo y tercero en los últimos dos Mundiales. Ha desarrollado una mística en torno a la camiseta nacional. Sigue Zlatko Dalić, el guía que dio vida a este milagro futbolero. Y también Modric, Brozovic, Kovacic, Perisic, Vida, Stanisic y el magnífico arquero Dominik Livaković. Como Argentina, su fuerte pasa por el conjunto.
Holanda es desde 1974 el fútbol de los nombres rutilantes y la técnica depurada. Su presente no es excepción. Sólo por nombrar defensores, se puede hacer esta lista: Van Dijk, De Ligt, Dumfries, De Vrij, Aké, Daley Blind, Frimpong (figuraza del Leverkusen). Siete de nivel AA para cuatro puestos. Si Ronald Koeman lograr sacarle jugo a la nómina, es capaz de ganar la Eurocopa. ¿Quién dice no…?
Bélgica sigue ostentando cantidad de valores que brillan en toda Europa: De Bruyne, Lukaku, Trossard, Openda, Courtois, Onana, Tielemans, Romeo Lavia… Esperamos ansiosos ver qué les agregará el ítalo-alemán Domenico Tedesco, un joven de 38 años que era empleado de Mercedes Benz y renunció para dedicarse a la dirección técnica. Nunca fue futbolista. Pero empezó tan bien en un equipo de segunda que ascendió rápido y ahora está a cargo de una selección importante.
Con Bielsa, Uruguay vuelve a ser aspirante a derrotar al que sea. Tiene plantel, compromiso y, ahora, un entrenador que lo manda al frente. Inglaterra es un caso: siempre se la sindica como candidata, nunca cumple. Italia no está en un buen momento, pero es aún el campeón vigente de la Eurocopa y España viene de ganar la Liga de Naciones con Luis de la Fuente a la cabeza. Y están llenos de tradición. Los cuatro. No se los puede descartar nunca. 

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Ni Adidas ni Puma, Nike

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 8 de abril de 2024 / 00:14

La foto es legendaria: Adolf Dassler, en persona y con buzo de la Federación Alemana de Fútbol (DFB), revisando los tapones (tacos) de los botines del capitán Fritz Walter en la utilería del equipo que al día siguiente sería campeón del mundo.

Fue en julio de 1954, durante el Mundial de Suiza. El fundador de la incipiente empresa Adidas, en persona, oficiando de zapatero de la Selección que asombraría al planeta fútbol.

Alemania aún juntaba los escombros de la Segunda Guerra Mundial y su selección hacía poco había sido readmitida por la FIFA en el circuito competitivo tras una larga sanción que le impedía jugar. Pero dio un golpe mayúsculo venciendo en la final a la fabulosa Hungría de Puskas. Por ello se bautizó a esa final como “El milagro de Berna”. Tal fue el impacto y la euforia que se lo sindica como “el comienzo del milagro alemán”.

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Todos empiezan a crecer

En ese idílico momento comenzó el matrimonio entre Adidas y el fútbol germano. Desde entonces, Adidas vestiría a los futbolistas alemanes. Primero fueron los zapatos, luego la indumentaria que lucieron Uwe Seeler, Beckenbauer, Gerd Müller, Klinsmann, Rummenigge, hasta el más nuevito que pinta para estrella: Florian Wirtz. Todos han lucido las célebres tres tiras en las mangas y en el hombro. Nunca hubo una relación más duradera en materia de patrocinio. Adidas se erigió en la marca líder del deporte mundial y la siempre sólida y fuerte Selección de Alemania, su emblema, el caballito de batalla con el que conquistó todos los mercados.

Más que eso, Adidas, como Mercedes Benz, se convirtió en una marca país que representa todo lo alemán: eficiencia, calidad, innovación, tecnología de punta. Puma, Nike, Umbro, Reebok, Kappa, Diadora, New Balance, todos corrían de atrás del coloso que inició este negocio del auspicio para equipos y atletas.

Adi Dassler hizo en aquel momento un doblete histórico: se asoció con la Federación Alemana y, de paso, le quitó el negocio a su hermano mayor Rudolf, dueño de Puma, otro monstruo de la industria deportiva. Ambos habían fundado una empresa familiar en 1924 dedicada a los zapatos de competición, sin embargo, diferencias de pensamiento y de filiación sobre el nazismo los fueron separando.

Y lo que fue considerado una alta traición frente al partido de Hitler por uno de ellos los tornó enemigos irreconciliables hasta la muerte. Adi logró un crecimiento extraordinario a través de los clubes y selecciones, Rudolf se quedó con un botín también notable: firmó contratos de por vida con Pelé y Maradona. Fueron suyos. Pero nunca pudo destronar a su hermano en la selección de su país.

Setenta años de romance entre Adidas y la DFB se quebraron el pasado jueves 21 de marzo con un breve comunicado de la federación tetracampeona del mundo: “La federación se asociará con Nike en materia de equipamiento desde 2027 hasta 2034. Nike equipará a todas las selecciones nacionales de la DFB y promocionará el fútbol alemán en su totalidad”.

La noticia fue un terremoto en la vida cotidiana de Alemania. ¿Divorciarse de Adidas, casi un símbolo patrio, para casarse con una firma estadounidense…? Demasiado, pensó la mayoría. Es como si capitales árabes se quedaran con Volkswagen o Lufthansa pasara a manos chinas, un nocáut al orgullo nacional.

Ocupó todas las portadas de los medios en tamaño tipo “Se hundió el Titanic”. La opinión pública en general lo tomó como “traición a la patria” y se convirtió en cuestión de Estado. Incluso se pidió al Gobierno intervenir para tirar abajo la negociación. De hecho, el vicecanciller y ministro de Economía, Robert Habeck, mostró su pesadumbre: “No me puedo imaginar la camiseta alemana sin las tres rayas. Adidas y Alemania son para mí parte de un todo. Hubiera deseado un poco de patriotismo económico».

A su vez, Markus Söder, primer ministro de Baviera, fue directo, lo consideró “erróneo, lamentable e incomprensible”. Karl Lauterbach, ministro de Sanidad del país, fue más allá: “El comercio está destruyendo un pedazo de Heimat (tierra natal)”, expresión alemana que alude a la idea de hogar, pertenencia y lugar.

No obstante, el Gobierno ni nadie más puede intervenir para deshacer el acuerdo, pues se trata de una negociación privada, aunque nunca debe olvidarse que, cuando juega Alemania, la Selección conlleva la representación del país, se toca el himno y se iza la bandera nacional. Las asociaciones de fútbol son entes privados o nacionales según les conviene. Bernd Neuendorf, presidente de la DFB, se mostró horrorizado por las protestas que desató el convenio con Nike. En parte, hay que comprenderlo: la situación económica de la Federación es apremiante (The Economist la califica de “desesperante”) y la compañía norteamericana ofreció el doble que Adidas: 108 millones de dólares anuales contra 50 de las tres tiras.

Para contemporizar, Neuendorf agregó: «Estamos deseando trabajar con Nike por la confianza depositada en nosotros. La futura asociación permitirá a la DFB continuar realizando tareas clave en la próxima década con miras al desarrollo integral del fútbol en Alemania. Pero también está claro que hasta diciembre de 2026 haremos todo lo posible para lograr el éxito compartido con nuestro antiguo y actual socio Adidas, a quien el fútbol alemán le debe mucho desde hace más de siete décadas».

Adidas, también en problemas financieros y con bajísima rentabilidad, no podía permitirse igualar lo ofrecido por Nike. Acababa de anunciar que por primera vez en treinta años no tendría ganancias y que sus tiendas en Estados Unidos venderían menos este 2024. Su nuevo director ejecutivo, el noruego Bjorn Gulden, está haciendo un notable trabajo de recuperación de la empresa, afirman los portales de economía y negocios. Haber igualado la propuesta de Nike hubiese arruinado esa tarea. Adidas no tuvo otro remedio que dejarlo pasar. Seguirá proveyendo material deportivo hasta fines de 2026. En las siete décadas con la marca, Alemania ganó cuatro Copas del Mundo y tres Eurocopas con la selección masculina y dos Mundiales y ocho Copas de Europa con la femenina. Y es posible que sume una Eurocopa más en junio, antes de retirarse.

No le fue difícil a Nike duplicar el número de Adidas. La norteamericana es la mayor fabricante mundial de ropa deportiva, con un beneficio neto anual de 6.000 millones de dólares, contra 268 de Adidas en 2023.

Holger Blask, presidente del consejo de administración de DFB GmbH & Co. KG, empresa de la Federación que maneja todos sus asuntos comerciales, descartó cualquier manipulación en la decisión: «La adjudicación al futuro socio proveedor Nike es el resultado de una licitación transparente y no discriminatoria. Nike hizo, con diferencia, la mejor oferta económica y también convenció con su visión de contenidos, que representa un claro compromiso con la promoción de los deportes amateurs y populares, así como el desarrollo sostenible del fútbol femenino en Alemania”.

Pero el público sigue sin digerirlo. Una encuesta realizada por el popular diario Bild de la que participaron 400.000 lectores dio un resultado contundente: el 85% se manifestó en contra del acuerdo con el nuevo socio extranjero de la Selección Alemana. Nike es, en la mitología griega, la diosa de la victoria. A ver cómo le va con Alemania.

(08/04/2024)

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