Un Chipre, un Andorra, un Luxemburgo…
Imagen: Oswaldo
Jorge Barraza, columnista de La Razón
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El pasado lunes 11 de septiembre, para siempre histórico por el golpe de Estado de Pinochet en Chile y el atentado a las Torres Gemelas en Nueva York, Portugal goleó burocráticamente a Luxemburgo 9 a 0. No era un picadito de sábado a la mañana entre los muchachos de la oficina sino un partido oficial por la clasificación para la Eurocopa 2024 que se disputará en Alemania. Tras el octavo gol, el técnico luxemburgués Luc Holtz no soportó más la bronca, la humillación y se fue al vestuario.
Cristiano Ronaldo se perdió semejante plato para engrosar sus números por recibir una amarilla la jornada anterior ante Eslovaquia. En el choque de ida Portugal también había goleado, pero “apenas” 6 a 0, en el coqueto Estadio de Luxemburgo, con capacidad para 9.386 espectadores (y no se llenó…). “¡Doblete infernal de CR7 y paliza lusa para ser líder!”, tituló entonces ESPN en su página de Internet.
Portugal le endosó a Luxemburgo 15 goles en los dos enfrentamientos. Eso es infernal. Lo que torna aún más dantesco el 9 a 0 es que, hasta ese momento, Luxemburgo era segundo del grupo y estaba entrando en la Euro. La Selección Portuguesa ocupa el puesto 9 del Ránking Mundial de la FIFA, Luxemburgo el 89. El Grupo J de la Eliminatoria de la Eurocopa lo integran, además, Eslovaquia (47), Bosnia (62), Islandia (67), y Liechtenstein (200). Portugal encabeza esta zona con 6 jugados, 6 ganados, 24 goles a favor y 0 en contra. En esta misma competición, España goleó 7 a 1 a Georgia y 6 a 0 a Chipre. Las supergoleadas están a la vuelta de la esquina en todos los grupos.
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Así son, por lo general, las clasificatorias europeas, para la Euro y para los Mundiales. A nosotros casi nos da pudor decir que Sudamérica tiene 6,5 cupos para el 2026, pero Europa no tiene complejos en servirse 16 plazas directas. Europa, que fue un fiasco en Qatar. Todas sus selecciones decepcionaron futbolísticamente, incluso Francia, que fue bailada por Argentina durante 80 minutos, aunque finalmente igualaron 3 a 3. Por algo Deschamps quería romper el vestuario de la rabia. Tampoco
Mbappé tiene empacho en declarar que «Argentina y Brasil no juegan partidos de mucho nivel para llegar al Mundial. En Sudamérica el fútbol no está tan avanzado como en Europa». Seguramente, cuando termine su carrera, Mbappé habrá marcado 80 ó 90 goles a selecciones europeas. En esta misma clasificación para la Euro le hizo dos a Gibraltar y uno a Grecia.
Son tantos cupos para Europa que no es descabellado pensarlo: entre esas 16 selecciones podría colarse un Albania, un Kosovo, un Estonia. Europa reúne a 55 selecciones, pero treinta de ellas se ubican entre el puesto 50 y el 208 del Ránking. Son las Andorra, Gibraltar, San Marino, Malta, Moldavia, Azerbaiyán, Islas Feroe, etcéteras varios.
Sólo seis o siete tienen un fútbol fuerte: Francia, España, Inglaterra, Alemania, Italia, Holanda, Portugal. Y a ninguna le sobra fantasía. Italia lleva dos Mundiales sin asistir y Alemania dos seguidos eliminado en primera ronda. Todas buscan nacionalizar extranjeros por falta de jugadores, sobre todo sudamericanos. Italia, en breve, va a nacionalizar hasta el utilero.
La actual Selección Brasileña tiene nueve atacantes de máximo nivel: Neymar, Vinicius, Rodrygo, Richarlison, Gabriel Jesús, Gabriel Martinelli, Lucas Paquetá, Raphinha y Antony. Entre las siete formaciones más fuertes de Europa no pueden juntar semejante dotación. En su último compromiso, Alemania alineó como centrodelantero a Thomas Müller, de 34 años, que tampoco es 9. No tiene mucho más; la preocupación es que el año siguiente albergarán la Eurocopa y la idea, como siempre, es dar una imagen bien alemana, potente, ganadora. Europa equipara su menor cantidad de talento con buena preparación, excelentes entrenadores y, sobre todo, su resonancia mediática, el glamour de sus estadios. A propósito, hundido en una crisis profunda, el fútbol alemán busca cambiar su modelo de base: basta de academicismo, más potreros, dicen.
Paraguay jugó ante Perú posiblemente su mejor partido en años. Lo desbordó por todos los flancos, estrelló seis tiros en los palos y el fantástico arquero limeño Gallese evitó al menos media docena de goles. Pero apenas logró empatar 0 a 0. Cinco días después, Paraguay cayó ante Venezuela 1 a 0. Así es de este lado del agua, más complicado.
Venezuela, que a lo largo de los tiempos fue el benjamín de Sudamérica, nunca recibiría 15 goles de Portugal en dos cotejos. Nos animamos a apostar que, en Caracas o en San Cristóbal, le haría morder el polvo. A su vez Uruguay, que había dejado óptima impresión ante Chile venciendo 3 a 1, cayó en Ecuador 2 a 1 con la bravísima selección tricolor. Acá es así. No debemos tener vergüenza de los 6 cupos y medio.
África y Asia, que nunca ganaron nada, tienen 9 y 8 respectivamente. Desde luego, tienen muchos más países miembros y es justo que todos tengan derechos y posibilidades de asistir a la fiesta grande, pero América del Sur conquistó 10 Mundiales, 5 Olímpicos, 16 Mundiales de juveniles, 6 de futsal, 5 de fútbol playa y, sobre todo, ha procreado a los grandes artistas de este juego. La Copa del Mundo no tendría el mismo sabor sin el concurso de Brasil y Argentina. Si uno de los nuestros se corona de nuevo en 2026 Conmebol debería exigir al menos 7 cupos directos para el continente. O 7 y medio. Merece.
Sudamérica es el mayor exportador de futbolistas del mundo a otros continentes. Sus talentos no sólo abastecen a casi todos los mercados del planeta, les dan brillo. A mayo de 2023, Brasil era el primer productor mundial con 1.289 jugadores, Argentina el tercero con 905, Colombia el sexto con 448, Uruguay el decimotercero con 338. Más abajo, Paraguay 150, Venezuela 112, Ecuador 82, Chile 68, Perú 25 y Bolivia 7. La región futbolística más pequeña demográficamente aporta 3.355 jugadores al resto.
Lo que realza todos estos logros es que, además, el fútbol sudamericano es el que menos presupuesto maneja y el de menor peso político dentro del universo FIFA. Sus diez asociaciones sobre las 211 afiliadas representan el 0,4% de la torta. Y en este campo también aportamos: João Havelange, el único no europeo, fue el presidente que expandió el juego a todos los confines, integró al África, al Asia, a Oceanía, al Caribe, creó la mayoría de los torneos, logró los grandes patrocinios y llevó a la FIFA de ser una vieja casona de Zurich con 11 empleados al gigante actual que factura miles de millones.
Sudamérica ha vuelto a ser. Y nuestra Eliminatoria es, por lejos, la mejor del mundo.
(17/09/2023)