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Chile vs. Perú, seis años después

El fallo de La Haya sobre el diferendo peruano-chileno tuvo antecedentes muy paradójicos, en los que Santiago siempre alegaba que tenía la razón. Hasta en la decisión en su contra, Chile se mostró con argumentos a su favor, como decir, por ejemplo, que las mejores anchovetas se encuentran en la parte rica de su mar.

/ 2 de febrero de 2014 / 04:01

El lunes 27 de enero, después de seis años de suspenso, la Corte Internacional de Justicia (CIJ), en La Haya, emitió su fallo inapelable acerca de la demanda presentada por Perú, el 16 de enero de 2008, cuando el entonces presidente Alan García declaró: “Los espacios marítimos de Perú y Chile se superponen parcialmente”.

Aunque era un pleito anunciado, su eventual efectividad fue recibida agriamente por Santiago, cuyo canciller, Alejandro Foxley, afirmó: “El Gobierno de Chile lamenta profundamente esta presentación, ya que en ella se desconocen tratados vigentes”. Se refería a la Declaración sobre Zona Marítima signada por Chile, Perú y Ecuador en 1952 y al Convenio referente a la Zona Especial Fronteriza de 1954.

Entonces comenzaron los enredados procedimientos que rigen las controversias admitidas por ese alto tribunal, cuya secuencia cronológica vale la pena registrar, así sea como ejercicio didáctico, para comprender las actitudes subjetivas de ambos gobiernos y el logro de resultados objetivos por una de las partes.

19 de marzo de 2009: Correspondió a Perú la presentación de la memoria que sustentaba su reclamación. El papel fue redactado por el equipo peruano asesorado por juristas internacionales, cooperación externa que, por su parte, también contrató la Cancillería chilena. Allan Wagner, excanciller, de elevada estatura y dicción puntual en los idiomas oficiales de la Corte, ese día comentó que “es un juicio ante el máximo tribunal del mundo”.

La presidenta Michelle Bachelet respondió: “Estamos preparados porque tenemos la razón”. 9 de marzo de 2010: Un año tardó Chile para depositar su contramemoria a través del agente Alberto van Klaveren, que enfatizaba: “No tenemos dudas de la solidez de nuestros argumentos”.

9 de noviembre de 2010: Un legajo sietemesino constituyó la denominada réplica peruana, que rebatía las razones sostenidas por Chile. Cierto aire triunfalista llevó al ministro de Relaciones Exteriores limeño, José Antonio García Belaunde, a exclamar: “El costo de desconocer un fallo de la Corte es demasiado alto”.

Al día siguiente, Bolivia, que seguía de cerca la controversia, por boca de su canciller David Choquehuanca dijo: “Podemos solicitar un informe para conocer la situación, pero no tenemos por qué interferir en temas entre los dos países”.

También Ecuador miraba de palco el entuerto.

11 de julio de 2011: Chile presentó su dúplica, que, según Van Klaveren, contenía antecedentes nuevos, y el canciller Alfredo Moreno añadió: “Hemos incluido diversa evidencia empírica (sic)”. Y su homólogo peruano reaccionó: “No hay en la dúplica nada que no sabíamos antes”.

Como se ve, la polémica rebalsó los límites de La Haya, con el propósito de nutrir a la opinión pública interna de los países respectivos, con  material informativo que aliente expectativas patrioteras e incida en los sondeos de popularidad de sus gobernantes. 22 de marzo de 2012: La CIJ anunció la etapa de alegatos orales.

3 de diciembre de 2012: Se inició el turno peruano, y el agente Wagner dijo: “No existe ningún tratado con el que se establezca una frontera marítima entre Perú y Chile”. Ésa fue la base para el reclamo peruano, que Alain Pellet, el abogado francés contratado por Lima, reforzó diciendo: “(El Perú pide) el reconocimiento de los derechos que el derecho del mar entrega a todos los Estados costeros”. Otro jurista del equipo, Michael Wood, afirmó terminantemente: “Ninguno de los dos instrumentos (Declaración de 1952 y Declaración de Santiago) pretendía buscar frontera, ambos eran instrumentos provisionales”, con lo cual se desea desbaratar la tozudez chilena apegada a una ciega intangibilidad de los tratados. 4 de diciembre de 2012: Al cabo del segundo día del alegato peruano, el nuevo canciller Rafael Roncagliolo  alabó que sus juristas sean “elocuentes y contundentes”.

6 de diciembre de 2012: En los alegatos orales, fue entonces el turno de Chile. Van Klaveren insistía en que “la Declaración de Santiago estableció la frontera marítima en forma completa y exhaustiva”, corroborado por su abogado galo Pierre Marie Dupuy. A ello se sumó el canciller Alfredo Moreno para martillar que “Chile y Perú fijaron sus límites en un tratado hace 60 años y que fue señalizado en 1968”.

El agente peruano repuso: “Hasta ahora no nos prueban cuándo se firmó el tratado de delimitación marítima”.

Alegatos. 7 de diciembre de 2012: Era la continuación del alegato chileno, con la participación del abogado Georgios Petrochilos, quien sostuvo: “Perú ha descrito todo lo que no hay y niega todo lo que hay”. Un segundo jurista, Luigi Condorelli, opinó que “la interpretación de la Declaración de Santiago, basta para demostrar que Chile, Ecuador y Perú efectivamente delimitaron entre ellos sus zonas marítimas”.

11 de diciembre de 2012: En el cierre de los alegatos orales, imperturbable el agente peruano exclamó que “este caso va a ser recordado como el de dos países serios”. En cambio, Moreno creía que hay que esperar el fallo “con calma, tranquilidad y confianza”.

14 de diciembre de 2012: Chile pidió a la CIJ que declare improcedente las declaraciones del Perú, en su totalidad. Perú retrucó que “Chile no ha logrado demostrar la existencia de un límite marítimo”. Finalmente, el agente santiaguino indicó: “La CIJ no necesita establecer un límite marítimo entre

Perú y Chile. Nuestros países ya gozan de un límite operativo, estable, claro y pacífico”.
13 de diciembre de 2013: Después de un año de estudio y deliberaciones internas ultrasecretas, la CIJ anunció que la lectura del fallo se hará el 27 de enero de 2014.

Ante esa noticia, el canciller Moreno declaró: “El fallo es obligatorio para ambos países y ambos son respetuosos del Derecho Internacional. Una vez que tengamos el fallo, ambos países lo vamos a aplicar”.

La secuencia de la presentación de la demanda por parte del Perú, de su memoria, de la contramemoria chilena, de la réplica peruana, la duplica chilena, los alegatos orales de ambas partes y el año que se tomaron los 15 jueces de la CIJ para redactar su fallo y anunciar su lectura para el 27 de enero, fue seguida con atención y en las últimas semanas con angustia por los gobiernos y la opinión publica de los dos países.

Mientras en Lima flotaba un aire de optimismo, en Santiago los rumores de un fallo negativo proliferaban. Se hablaba que filtraciones provenientes del interior de la Corte alertaron a las partes en pugna. Sin embargo, se aseguró que nada de esto aconteció en los 157 casos previos que atendió la CIJ en sus 70 años de vida. Aunque, como se sabe, cada país litigante nombra un conjuez para acompañar las deliberaciones de la Corte. Por cuenta de Chile ocupó ese puesto Francisco Orrego, a quien las malas lenguas atribuyen algún nivel de infidencia que provocó el pesimismo chileno. Políticos y sectores nacionalistas, civiles y militares, se pronunciaron abierta y encubiertamente ante la posibilidad de que el fallo les fuera adverso.

El 20 de enero de 2014, el presidente Sebastián Piñera convocó a una reunión de urgencia de Cosena (Consejo de Seguridad Nacional), compuesto por los presidentes de los tres poderes del Estado, los comandantes militares, de Carabineros y el Contralor de la República.

Al término de la reunión, este cuerpo emitió una declaración que en su parte principal decía: “Chile… conforme a su conducta permanente de respeto al Derecho Internacional, cumple y exige el cumplimiento del fallo de la CIJ de La Haya, así como su debida ejecución, resguardando los legítimos intereses del país”.

La declaración del Cosena no fue nada más ni nada menos que una  capitulación ante la aparente ventaja del Perú. Fue una estrategia para preparar a la opinión pública chilena en vista de una inminente derrota. También se trató de evitar desbordamientos de las Fuerzas Armadas tratando de contener el avance desordenado de barcos pesqueros peruanos, irrumpiendo ante los nuevos límites fijados por la CIJ.

Argumentos. Otros estamentos del Gobierno de Santiago se adelantaron a considerar varios escenarios posibles, como la invasión de pesqueros peruanos y sus consecuencias en la pesca principalmente de la anchoveta, destinada a la lucrativa exportación de harina.

Curándose en salud, fue el propio Canciller que se encargó de minimizar la pérdida que significaría un fallo adverso, con razones tan baladíes como que “la mejor anchoveta se encuentra cerca de la costa”, pero admitiendo que Chile perdería una parte de lo que hasta hoy era su zona económica exclusiva.

Algún senador desorientado (Jorge Tarud) sugirió convocar a un plebiscito para que el pueblo decida si acepta o no el fallo de La Haya, pero sensatamente el Cosena desestimó radicalismos superfluos.

En el terreno político, el ejemplo de la controversia Nicaragua-Colombia, en la cual el veredicto contrario a Colombia la privó de 75.000 millas cuadradas, significó también una considerable pérdida de popularidad para el presidente Juan Manuel Santos. Igual efecto podría tener el fallo del 27 de enero para la esmirriada imagen de Piñera, al término de su mandato. Como consuelo, éste demanda que la ejecución de la sentencia judicial sea gradual, para ajustar la legislación interna a la nueva realidad internacional. Por el contrario, el presidente Ollanta Humala fue categórico en proclamar el inmediato cumplimiento de la sentencia.

El ambiente de victoria que se vivió en Perú culminó con la llamada al abanderamiento general pedido por el expresidente Alan García, quien se siente el verdadero triunfador de la jornada, por ser él que inició el pleito con Chile sobre este asunto.

Días después, la Marina de Guerra peruana se desplazaba al triangulo externo recientemente concedido en el fallo de la CIJ y las escuadras chilenas estaban atentas ante esos movimientos. Pareciera que Perú piensa que Grau vive y que la lucha sigue.

Un fallo sin falla

El fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) ha producido, naturalmente, inquietud acerca de la expectativa de Bolivia con referencia a su propia demanda interpuesta ante el mismo tribunal requiriendo de la parte de Chile la obligación de negociar, con buena fe y eficiencia, con el fin de alcanzar un acuerdo que otorgue un acceso plenamente soberano al océano Pacífico.

Comentarios y análisis aparecidos en la prensa nacional y, particularmente, chilena, señalan que el veredicto de La Haya ha puesto un tapón geográfico a la demanda boliviana y que no queda otro camino que retornar a la mesa de negociaciones con voluntad política más que con razones jurídicas. Sin embargo, Bolivia no espera de la CIJ una receta para satisfacer su aspiración, sino únicamente el reconocimiento de la existencia de una negociación truncada por la mala fe de una de las partes.

Por ello, tiene relevancia en el fallo el apartado G, en sus artículos 131, 132 y 133, en los cuales se describe con minucia las negociaciones tripartitas realizadas en 1975/1976 conocidas popularmente como el “abrazo de Charaña”. Esas tratativas, inscritas por Chile en su contramemoria, revelan, primero, la existencia de un problema irresuelto y, segundo, la voluntad que manifestó Chile en ésa como en otras oportunidades de resolver el diferendo, mediante la cesión de una franja de terreno con soberanía plena, acceso al mar, plataforma continental y zona económica exclusiva.

La CIJ,  al haber aceptado considerar la demanda boliviana, solo tendría que ejercer la influencia de su decisión para que Bolivia y Chile retomen el hilo de sus conversaciones al respecto, sin las chicanerías que acostumbra usar su diplomacia.

En consecuencia, resulta ocioso discurrir cuál sería la mejor avenida para satisfacer la petición boliviana. Cada cosa a su tiempo.

El 17 de abril de 2014, con la presentación de la memoria boliviana, se iniciará una larga batalla jurídica, la cual, no impide que —paralelamente— se promueva el diálogo político en la cumbre, que culmine en un desistimiento voluntario de Bolivia de su demanda presentada a la CIJ.

En momentos en que la tradicional arrogancia chilena ha sido aplanada por el veredicto de la CIJ, es posible que ese país opte por evitar un nuevo fallo adverso en su enfrentamiento con Bolivia y que ese camino incierto sea evitado por la adopción de una inteligente solución política.

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La política cruceña en incertidumbre

Una conversación con Gustavo Pedraza y Reymi Ferreira sobre la actualidad y los desafíos de la brega por el poder en Santa Cruz.

El sillón vacío del gobernador cruceño, Luis Fernando Camacho, en los actos del aniversario del departamento, ilustra el momento actual del poder local y sus bregas.

Por Pablo Deheza

/ 24 de septiembre de 2023 / 07:10

El punto sobre la i

Hoy Santa Cruz celebra 213 años de su grito libertario del 24 de septiembre de 1810. Sobran los motivos para celebrar. La Santa Cruz contemporánea, esta maravilla que lleva siete décadas de construcción, donde confluyen los esfuerzos de bolivianas y bolivianos de todos lados, es un motivo de orgullo nacional.

La Guerra del Chaco cambió de manera definitiva la historia del país. La generación que combatió en la región del Chaco, comprendida entre Santa Cruz, Chuquisaca y Tarija, fue precisamente la que, con la Revolución Nacional de 1952, inició la “marcha al oriente”.

La apertura de la carretera con Cochabamba, en 1954, y las líneas férreas con Brasil y Argentina, cambiaron las condiciones para la producción y la actividad empresarial en el departamento. Ahí comienza a emerger la economía moderna en el oriente boliviano, con Santa Cruz como su epicentro.

Con todo, el desarrollo cruceño no ha sido y no es un camino de rosas. A su modo, Santa Cruz ejemplifica la noción harto conocida en sociología de que los cambios culturales son más complejos y requieren más tiempo que los económicos. No es en vano que el antropólogo Adrian Waldmann hable de la “feudernidad” al caracterizar la sociedad cruceña. Con esto, el autor de El Habitus Camba, describe una formación moderna en lo económico, pero feudal en sus concepciones políticas y sociales.

El proceso político cruceño se encuentra actualmente en un momento muy particular. A diferencia de lo que pasa con el empresariado, que definitivamente ocupa un rol protagónico a nivel nacional y regional (basta ver la copiosa presencia de cadenas de servicios originadas en Santa Cruz en el resto del país), la dirigencia política tradicional se encuentra en una fase de retracción.

El MAS en Santa Cruz no tiene un vuelo propio y esta sigla no se ha logrado constituir en un contendor serio en lo que hace a los principales espacios del poder local.

Cabe preguntarse entonces, en qué momento está hoy el proceso político cruceño, cómo se llegó al presente y qué perspectivas tiene hacia adelante. Como es usual, los aniversarios no son únicamente momentos para festejar, sino para hacer un balance y proyectar lo que viene.

“A lo largo de este siglo Santa Cruz ha crecido económicamente. La sociedad cruceña prácticamente en población se ha duplicado y la economía ha crecido seis veces. Yo creo que ese crecimiento, ese crecimiento de la población, ese crecimiento de la economía se lo ha dado en tensión política permanente con el MAS. Y creo yo que esa tensión permanente ha sido como contrapeso territorial, pero también en la disputa del territorio en Santa Cruz”, afirma Gustavo Pedraza, abogado y excandidato vicepresidencial de Comunidad Ciudadana.

Efectivamente, cuando el orden político que caracterizó la democracia pactada comenzó a erosionarse hasta caer finalmente en los primeros años del Siglo XXI, lo que quedó se concentró en Santa Cruz. Ese fue el correlato a la emergencia del MAS. La resistencia al proceso constituyente fue muy fuerte en este departamento, lo que incluye los cabildos y la lucha por la autonomía, en aquella década.

Ahora bien, los catorce años en el poder de Evo Morales, fueron también los quince años en el poder de Rubén Costas y Percy Fernández; sucedido éste último, dentro de su gestión, por Angélica Sosa.

“Así como Evo Morales cierra su ciclo de una manera violenta, abrupta, los ciclos de los caudillos en el departamento también se cierran, pero no de la misma forma. Sobre el alcalde Percy Fernández, no creo que haya habido hartazgo, simplemente se agotó en su capacidad humana de gobernar. Y sucede lo que conocemos, o sea, delega a una concejal y el desastre empieza y no se detiene hasta ahora. Y en el caso de Rubén Costas, cierra su ciclo y el resultado electoral del 2021 es la confirmación. Estos dos ciclos se cerraron en Santa Cruz y me parece que se inicia un nuevo ciclo con el liderazgo del gobernador actual, Luis Fernando Camacho”, sostiene Pedraza.

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Con todo, esta rotación intraelitaria que tuvo lugar en Santa Cruz entre 2020 y 2021, no es una continuidad de lo mismo. Costas y Camacho tienen formas diferentes de entender y abordar la política.

“La dirección o la oposición de Costas podía tener algún alcance nacional por su contenido. Si bien es un conservador, era partidario de cierta democracia. Era parte del proceso democrático, de las reglas del juego democrático que ellos las aceptaron. Y por eso tuvieron alcalde en Cochabamba, gobernadores en Beni y otras autoridades. Tuvieron repercusión nacional en su momento y llegaron a constituir una especie de media luna. Sí llegaron a tener cierto alcance. Ahora hay un grupo fascista directamente, sin un proyecto nacional, atrincherado en un discurso del siglo XVII, ni siquiera del XVIII, que no tiene ningún tipo de propuesta nacional y son obviamente antidemocráticos, porque aparte del bloqueo, la lucha y la acción violenta, no tiene otro discurso”, asevera el abogado, exministro y exrector de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno, Reymi Ferreira.

Pedraza considera que la rápida emergencia de Camacho fue seguida por una evolución efímera. “Esa explosión social, esa fuerza del 2019, se reduce a la mínima expresión en 2020 por los errores cometidos. No hubo visión estratégica. Pensaron que Evo Morales y el MAS estaban liquidados y ese fue un gravísimo error. Entendían al MAS a través de Evo Morales, cuando el MAS es un bloque, no es un caudillo y eso lo ha demostrado. Entonces, ese error de percepción, ese error estratégico ahora tiene como resultado lo que está sucediendo. Yo creo que cuando Camacho se presenta en 2020, me parece que se aísla más del resto del país”.

En criterio del excandidato vicepresidencial, la posición de Santa Cruz queda “mucho más en solitario que durante la época de Costas y Demócratas, que intentaron y lograron instalarse orgánicamente en otros departamentos. Entonces había, había una visión nacional. Esto con Camacho no ha habido. Yo creo que Santa Cruz, esa visión de Camacho, lo aisló más a él y a su electorado” respecto al resto del país.

Ferreira sintetiza la situación presente diciendo que en Santa Cruz hay “un empresariado que ha entendido fácilmente la economía de mercado y las reglas de una economía moderna, mientras que hay una dirigencia política que sigue en la Edad Media. Es una clase política que bien pudiera estar en el siglo XVI español, de la santa inquisición, intolerante, del discurso único y el fanatismo mezclado con la religión. Entonces, ese es el gran desfase”.

Así, las cosas parecen no haber mejorado en la política cruceña sino, por el contrario, hay señales de involución. “Lo que ha ocurrido, desde la deácada de 1950, 1960, es que había un gran intelecto tecnócrata. Fue una tecnocracia la que gobernó, desde el Comité de Obras Públicas, Cordecruz y también durante los siguientes gobiernos neoliberales. Era una tecnocracia, aunque carente de cualquier concepto social. Y lo que hay ahora es peor todavía, ahora ni siquiera hay tecnocracia, eso es lo grave. Antes había tecnocracia, pero ahora son algunos desubicados que gritan y el que grita más fuerte no es el que tiene más claridad conceptual. Son personas queriendo reivindicar un discurso de hace 300 años”, señala Ferreira.

Pero entonces, ¿qué pasa con el MAS en Santa Cruz? ¿Qué rol juega? “Las perspectivas del MAS no son buenas tampoco, porque lamentablemente no han entendido, ni creo que vayan a entender, el tema identitario. Y eso la derecha lo ha usado y lo sigue utilizando porque es un espacio abierto que ha dejado el MAS, que ha mantenido un discurso andino, andinocéntrico, en una región que es diferente. Santa Cruz es cosmopolita, tiene una identidad y tiene derecho a tenerla. Para el MAS esto es casi totalmente desconocida. Se ve en los operadores de los diferentes niveles de la administración pública que no perciben la identidad local. Parece que el MAS no tiene posibilidades ni a mediano ni a largo plazo en Santa Cruz de obtener victoria electoral”, afirma Ferreira.

En ese mismo sentido, Pedraza observa que “el masismo cruceño parece que se encoge y se repliega hacia su campo, donde tiene mayoría, pero no ha logrado conquistar a la clase media o los sectores populares urbanos”.

Ahora bien, en conjunto, la situación institucional en Santa Cruz aparece como bastante precaria. “El gobierno de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, yo creo que es uno de los más funestos y que ha tocado fondo, porque se ha apropiado, se ha cooptado la institución y la han patrimonializado. ¿Para qué? Para el enriquecimiento ilícito, para la corrupción. Y el gobierno departamental, la Gobernación, no ha respetado el ordenamiento. Protestamos, lo vamos a hacer siempre y vamos a condenar el secuestro del gobernador Camacho, pero percibo que no ha habido una decisión inteligente en la Gobernación para que pueda funcionar como institución. Lo que hemos visto es una actitud personalista, que ha pasado por sobre las normas de la misma institución al negársele, por ejemplo, al vicegobernador que pueda asumir. No sé cuál es el objetivo, pero me parece que ahí debió respetarse la institucionalidad de la gobernación y es una tarea pendiente”.

En relación al gobierno de la capital cruceña, Ferreira expresa que “la UCS (el partido del alcalde, Jhonny Fernández) tiene una conducta pendular De pronto está en la extrema derecha, apoyando a Janine Añez o a Camacho, y de pronto le sonríe al MAS. Estuvo en el gobierno de Banzer, pero también estuvo en el de Goni. Tiene una acción pendular permanente. De alguna forma tiene un público que lamentablemente lo comparte con el MAS. Por eso es que le afectó mucho en la última elección municipal al MAS. Es un proyecto obrista, sin proyección, sólo como inercia ante la falta de alternativas. Ese es el gran problema, un drama, la verdad. Vimos una sociedad en una crisis política profundísima”.

 (*)Pablo Deheza es editor de Animal Político

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Transiciones políticas en Santa Cruz

El autor reflexiona sobre el cambiante panorama de la política en cruceña en lo que va del Siglo XXI.

El gobernador cruceño Luis Fernando Camacho y su antecesor, Rubén Costas.

Por Gerson Rivero Parada

/ 24 de septiembre de 2023 / 06:50

DIBUJO LIBRE

Hay teorías de carácter tanto empírico como científico que atribuyen ciclos de aproximadamente 20 años en la historia. Una de ellas es la teoría generacional de Strauss–Howe que trata la historia de Estados Unidos como una serie de relevos generacionales a partir de 1584. Extrapolando a la historia de Bolivia podríamos poner el periodo de postguerra del Chaco, luego la serie de dictaduras militares que empiezan con René Barrientos (1964); la recuperación de la Democracia e inicio del neoliberalismo (1982-2003) y el proceso de cambio que empieza con Evo Morales en 2006, pero que previamente tiene de la caída de Goni, luego de Mesa, y la transición de Eduardo Rodríguez Veltzé. La caída de Morales en 2019, el breve periodo de Jeanine Áñez y la posterior asunción de Luis Arce Catacora nos encuentra este 2023 nuevamente en un punto de inflexión.

El 17 de octubre de 2003 renunciaba el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada. Varias versiones coinciden en que tuvo la intención de gobernar desde Santa Cruz, donde se encontraba cuando se dio a conocer su renuncia. Desde Viru Viru tomó un avión hacia EEUU donde se encuentra exiliado aún desde entonces.

Sin embargo, pese a que parecía una idea factible, lo cierto es que en tierra cruceña tampoco tenía muchos fans como se pensaría. Cercano estaba el 24 de septiembre, cuando en una sesión de honor de la entonces Prefectura, fue increpado por miembros del embrionario Movimiento Nación Camba. “Autonomía sobre mi cadáver”, fue la frase de Goni que quedó vigente en el imaginario colectivo. Renacía la bandera regionalista de la élite cruceña, con la que después tuvieron que lidiar Carlos Mesa y Evo Morales como mandatarios. Especialmente este segundo.

Con esa bandera surgieron liderazgos cruceños de consideración nacional, pero sin la proyección necesaria para superar el regionalismo camba. Como líderes cívicos, Rubén Costas, Branko Marinkovic, Carlos Dabdoub y Germán Antelo, fueron los que adquirieron mayor notoriedad. Los dos últimos, casualmente destacados neurocirujanos, sucumbieron a sendas candidaturas que terminaron por borrarlos del mapa político.

Marinkovic, el más radical de todos, terminó exiliado luego del llamado Golpe cívico-prefectural, caracterizado por la toma de instituciones y una inusitada violencia que tuvo su pico más alto en la matanza de Porvenir, en Pando, el 11 de septiembre de 2008. Después vino otro episodio violento con el caso Terrorismo o caso Rósza.

A todos ellos sobrevivió Costas y entró en la historia como el primer gobernador electo de Santa Cruz, manteniéndose en el cargo durante 15 años.

En estos 20 años desde la caída de Goni y la asunción de Evo Morales, Costas ha sido el protagonista principal de la política local cruceña, junto con el alcalde dos veces reelecto, Percy Fernández.

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Uno en la Gobernación y otro en la Alcaldía, fueron consecutivamente reelectos en dos oportunidades, completando 15 años de periodos en sus cargos. La diferencia está en que el alcalde cruceño tuvo como ladera a una figura controversial, que fue Angélica Sosa, exdirectora de Parques y Jardines, presidenta del Concejo y finalmente alcaldesa interina cuando la salud de Fernández fue resentida.

La bandera inicial de la Autonomía tuvo sus logros, como las elecciones de gobernadores y la instalación, aunque sea nominal, de autonomías departamentales, regionales e indígenas. Sin embargo, fue cambiando con el tiempo con consignas destinadas a minar el liderazgo nacional de Evo Morales. Los dos tercios, el IDH, la oposición a la nueva CPE, y finalmente el 21F, que fue el que en definitiva derrocó al líder masista.

Mientras existía un enemigo en común, los frentes internos no eran visibles. Eso acentuó el liderazgo de Costas, que incluso ensayó una proyección nacional con algunas alianzas como las de Ernesto Suárez, en Beni, o José María Leyes en Cochabamba, ambas sin final feliz.

Pero más allá de los nombres, Santa Cruz se convirtió en estos 20 años en un elemento clave de la política nacional. Desde esta región vino el primer golpe duro a los planes de reelección de Evo con la denuncia del caso Zapata, que tuvo como artífice al periodista Carlos Valverde. Esto, claramente, le costó perder el referéndum constitucional del 21 de febrero de 2016, luego conocido como 21F.

Y finalmente, la emergencia de Luis Fernando Camacho como líder cívico en 2019 y actual gobernador tuvo su clímax en la caída de Evo Morales.

Camacho surgía como el líder cruceño capaz de jubilar a Rubén Costas. Creó un partido. Protagonizó dos paros cívicos más; el último por el Censo con consecuencias desastrosas y resultados dudosos. Hoy se encuentra detenido y pese a las protestas iniciales de sus seguidores, sigue en Chonchocoro, demostrando, entre otras cosas que su liderazgo se fue desgastando y no terminó de consolidarse.

A dos años de las elecciones generales y tres de las subnacionales, el tablero comienza a moverse y en el caso de Santa Cruz, si bien sigue siendo un capital político importante, vive un momento de transición en el que no se ve un liderazgo claro.

El alcalde Johnny Fernández se quiere proyectar, pero tras su apuesta contra el último paro por el Censo, le dejó una imagen muy desgastada ante las clases medias, aunque mantiene su ascendencia en las clases populares.

Rubén Costas ha decidido no jubilarse y ha empezado a salir a la palestra. Sus allegados dicen que aspira a la Alcaldía, ya no a la Gobernación.

Lo de Camacho es una incógnita en cuanto siga preso. Una eventual condena lo podría dejar definitivamente fuera del juego.

En el MAS, los liderazgos son básicamente internos. Quizás el de mayor protección es el del ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, igualmente muy resistido por las clases medias.

Antiguos líderes masistas siguen dando vuelta en la egida, pero sin un horizonte claro.

De todas maneras, el capital político está ahí. Un departamento capaz de parar más de un mes sin verse resentido económicamente, aunque sí socialmente. Una clase media cada vez más reaccionaria, pero que en el cotidiano la política pasa a un segundo plano.

Un votante fiel a su conservadurismo, que muy pocas veces cambia de parecer a la hora de sufragar. Que sigue al líder de turno mientras esté vigente y sea opositor al masismo.

¿Quién capitalizará ese voto o esa adhesión? Es una pregunta abierta. Pero más allá de eso… ¿Quién tiene un proyecto para administrar el peso que ha adquirido Santa Cruz en la política nacional? No se ve a nadie en el horizonte cercano. Pero puede que aparezcan cisnes negros o para decirlo en gringo ‘outsiders’. Incluso, el panorama da para que algunos considerados ‘cadáveres políticos´, resuciten.

(*)Gerson Rivero Parada es periodista

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Capitales territoriales y modelo cruceño

Una lectura sobre la economía cruceña, sus principales componentes, funcionamiento y resultados.

Los cívicos cruceños lideraron las protestas en esa región.

Por Omar Velasco Portillo

/ 24 de septiembre de 2023 / 06:34

DIBUJO LIBRE

Santa cruz está de fiesta porque es su mes aniversario. Esta fecha es la ocasión ideal para reflexionar sobre sus progresos económicos y sociales. Los líderes cívicos y otras personalidades orientales, aprovechan estas fechas para hacer alarde de sus logros económicos. Santa Cruz creció en promedio medio punto porcentual por encima del promedio nacional por más de tres décadas continuas. Ello le permitió alcanzar uno de los ingresos per cápita más altos de Bolivia a pesar de la mayor inmigración interna y convertirse en el departamento con mayor fuerza laboral del país. También es reconocida por su soporte a las exportaciones que representa un tercio del nacional y su contribución en el pago de impuestos en la misma proporción. Pero Santa Cruz aspira a más y quiere convertirse en el centro financiero, gastronómico y turístico del país.

A pesar de su diversidad productiva, más de un tercio de su actividad económica depende del sector agrícola y alimentos. La participación de la agricultura en el PIB nacional se incrementó en los últimos años y lo hizo gracias a Santa Cruz. Es así que analizar al sector agrícola cruceño es esencial para entender a todo el departamento.

El oriente boliviano vive su tercer ciclo de auge agrícola después de los iniciados en las décadas de los años 50 y 90. Conviene recordar que el surgimiento y posterior auge de la agricultura cruceña dependió esencialmente de las migraciones collas y menonitas, la apertura de la carretera que conecta el occidente con el oriente, de la dotación de tierras fiscales, los créditos convencionales que otorgaron los gobiernos a las familias terratenientes, la apertura de los mercados de la Comunidad Andina de Nacionales y los subsidios a los combustibles.

Hoy coexiste un dualismo productivo en la agricultura cruceña. Por un lado, domina aquella empresarial que está caracterizada por su mecanización, un uso intenso de agroquímicos y fertilizantes, la concentración de la tierra y su orientación al mercado externo. Del otro lado, coexiste la otra, campesina, que a diferencia de la agricultura del occidente está parcialmente mecanizada, cuenta con financiamiento bancario pero su área cultivable es de pequeña escala en relación a los grandes exportadores.

Este dualismo productivo esta explicado porque la estructura agraria es extremadamente desigual. El 80% de las unidades agropecuarias comparten el 3% de las tierras cultivadas, mientras que el 20% restante usufructúa el 97% de las mismas. El problema de este dualismo es que la renta agrícola también está desigualmente distribuida. Mientras algunos grupos empresariales controlan la mayor parte de la renta agrícola, la mayoría de los productores pequeños y medianos se quedan al margen de estas ganancias extra normales.

Santa Cruz, vive desde hace unos años un tercer auge proveniente del sector agrícola. Este ciclo podría ser entendido como un proceso de “reprimarización de materias primas” (Jenkins, 2011) o de extractivismo (Gudinas, 2015). El extractivismo es un tipo particular de extracción de recursos naturales, en gran volumen o alta intensidad, de los cuales la mayor proporción se destina a la exportación sin incorporar valor agregado. Al analizar el desempeño del sector agrícola desde la perspectiva de los capitales territoriales: físico, humano, social, cultural y natural (Berkes y Folke, 1992), se advierte que el desarrollo económico cruceño poco ha avanzado.

Con relación al capital físico, el acceso y uso de tractores ha sido un factor esencial para mejorar la productividad agrícola en los cultivos de Santa Cruz no necesariamente exclusivos a la soya. Al contrario, el acceso a la maquinaria pesada pareciera tener una importancia creciente en la agricultura tradicional que para la agroindustria. La agricultura industrial a pesar de generar mayores excedentes que la campesina, no se muestra que sean invertidos en tecnología en la misma cuantía en el sector, sino que por el contrario se sospecha que son desviados a otros sectores económicos con menos riesgo, asociados al clima, o repatriados fuera del país.

Para medir el aporte del capital humano se puede analizar la educación y la experiencia laboral. Sin embargo, la participación del empleo agrícola en Santa Cruz ha caído notablemente del 16% al 11% de la población económicamente activa en los últimos 8 años. La agricultura es una actividad que absorbe trabajadores que tienen en promedio menos años de educación y por tanto es una mano de obra menos calificada en comparación a otros sectores económicos, con lo cual no fomenta una mayor acumulación del capital humano como podrían suponer sus defensores.

Lo que es llamativo es la destrucción de capital social que provoca la actividad agroindustrial. El extractivismo agrícola no promueve relaciones sociales productivas sino por el contrario las destruyen. Los empresarios extranjeros no están interesados en promover redes sociales entre agricultores y la comunidad. A medida que la frontera agrícola avanza, desplaza campesinos e incluso comunidades enteras a cambio del alquiler de sus tierras, mercado que es ilegal y no está regulado. La extranjerización de las tierras ha hecho que se pierda el vínculo entre la posesión y la explotación de los recursos naturales.

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Las prácticas de la minka y el ayni cuyo origen es la agricltura del occidente resultan ser poco practicadas en cultivos olegainosos al igual que las prácticas culturales relacionadas a los procesos de siembra y cosecha que son cada vez menos realizados. En su lugar, las elites cruceñas tratan de incultar principios occidentales capitalistas como el espíritu empresarial, el individualismo, la liberad y la compettiividad como valores societales. El capital cultural se manifiesta en la violencia simbólica con la actuan los medios de comunicación que se encargan de reproducir estas lecciones y contribuir al adoctrinamiento de la sociedad cruceña como parte de un proceso de aculturalización.

La sobreexplotación del capital natural que se expresa en la expansión de la frontera agrícola y el uso de los sistemas bióticos está conspirando con los equilibrios biofísicos y es un riesgo para el cuidado del medio ambiente.

En suma, la combinación deficiente y limitada de los capitales físico, humano, social, cultural y natural explican la baja productividad del sector agrícola cruceño. En los últimos 40 años la productividad de la soya está estancada entre 1,5 a 2,5 ton. De continuar, este modelo de desarrollo terminará condicionando su proceso de acumulación y el desarrollo económico.

Entrar en el extractivismo agrícola es traspasar las fronteras del desarrollo y la sostenibilidad ambiental para sumergirse en una especie de capitalismo medieval angurriento de rentas. El modelo cruceño propuesto por las élites pensantes del oriente boliviano parece confundir el crecimiento económico con desarrollo. Este artículo toca un punto central del Iibro “El extractivsmo agrícola y la invención del modelo cruceño” a publicarse pronto.

(*)Omar Velasco Portillo es economista

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¿Un presidente cruceño?

Los desafíos para una eventual candidatura presidencial de alguien de Santa Cruz son múltiples, dentro y fuera del departamento.

Vista del Cristo Redentor de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra.

Por Daniel E. Moreno

/ 24 de septiembre de 2023 / 06:07

DIBUJO LIBRE

A medida que nos acercamos al año 2025, cuando Bolivia debe realizar nuevamente elecciones nacionales, se acrecienta la inquietud sobre los posibles candidatos presidenciales de esa contienda. De entre los nombres que se mencionan como alternativas, al menos alguno proviene del departamento de Santa Cruz. Para gobernar el país, un candidato cruceño enfrenta distintos desafíos que debe vencer, pero también tiene oportunidades diferentes. Se trata de elementos que tienen que ver con la fortaleza de la democracia boliviana, y que también la ponen a prueba; estos son los temas que se discuten en este artículo.

Ya es de Perogrullo decir que Santa Cruz es el motor económico de Bolivia. La dinamicidad de la actividad económica de esa región proviene de una combinación de factores naturales, sociales y políticos, que la convierten en un polo de atracción para migrantes nacionales e internacionales, como muestra la encuesta más reciente del Foro Regional de Ciudadanía y CERES, en la que la mitad de los bolivianos que viven en otras regiones dicen que, si pudieran, les gustaría irse a vivir a Santa Cruz. Gracias a esta tendencia migratoria Santa Cruz es el departamento más poblado del país desde hace más de una década, según datos oficiales, cobijando a tres de cada diez bolivianos.

Llama la atención que, en esas condiciones, Santa Cruz no haya producido hasta ahora un liderazgo nacional ni tampoco un proyecto político capaz de seducir al resto del país. En la larga lista de presidentes que tuvo el país durante los últimos 50 años, el único cruceño es Hugo Banzer, y de él se puede decir que es más producto de lo que Guillermo O’Donnell nombró como autoritarismo burocrático que de un proyecto político nacional genuinamente cruceño. El resto de los esfuerzos por proyectar un candidato cruceño a la presidencia han sido ahogados por la misma dinámica regional, como en el caso de Luis Fernando Camacho (víctima además del uso abusivo de aparato de justicia del país), por la falta de una identidad distintiva o simplemente por no lograr suficiente tracción entre los votantes.

Una de las oportunidades que un candidato cruceño puede aprovechar es la urbanización y modernización del país. La ciudad de Santa Cruz de la Sierra es el principal centro urbano de un país en el que siete de cada diez habitantes viven en una ciudad. Buena parte de los habitantes de las ciudades son sectores medios emergentes y muchos son jóvenes, conectados al mundo global, y tienen preocupaciones que rebasan el marco de las disputas tradicionales entre izquierda y derecha (como el medio ambiente o la equidad de género, por ejemplo). En esta Bolivia más urbana y moderna el 80% de los votantes dice que no le importa si es que un candidato ideal es o no es indígena, y una proporción similar dice que tampoco importa si es de derecha o de izquierda, según datos de la misma encuesta del Foro Regional.

Pese a estas tendencias mayoritarias, persisten algunos grupos con visiones del país andinocentristas, que exhiben actitudes a menudo discriminatorias en contra de la población oriental y muy particularmente en contra de bolivianos que no llevan un apellido español o aymara. Su candidato ideal es algún dirigente sindical de las organizaciones sociales articuladas al MAS, cuyas filiales en el departamento de Santa Cruz no parecen tener la fuerza suficiente para proponer un candidato. Es importante tener en cuenta que estas tendencias no responden a una dinámica puramente ideológica, sino que son el sustento simbólico de la estructura prebendal y clientelista que define la relación actual entre Estado y sociedad civil en Bolivia y que implica el control del aparato estatal y el acceso a fuentes de trabajo para los miembros de las organizaciones sociales vinculadas al partido gobernante.

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Si bien lo anterior es un desafío importante que cualquier candidato cruceño debe enfrentar, no son menores los riesgos que surgen desde la misma región de Santa Cruz. El primero y quizás más importante tiene que ver con la necesidad de generar una propuesta y un discurso que superen lo regional y que generen entusiasmo en el resto del país; esto implica traducir en propuesta política lo que cientos de miles de bolivianos que migraron a Santa Cruz entienden y sienten con claridad. También será un desafío enfrentar las estructuras de poder todavía vigentes en Santa Cruz, que condicionan de manera muy importante el accionar de los líderes locales. Y desbancar definitivamente de la identidad cruceña las posturas excluyentes de corte racista y separatista que persisten entre algunos grupos y que de alguna manera explican la infertilidad de los liderazgos cruceños a nivel nacional.

Con todo, la posibilidad que un cruceño (mucho más una cruceña) sea presidente del Estado Plurinacional de Bolivia es un desafío no solo para los actores políticos del departamento oriental, sino para la democracia boliviana en general. Si la democracia es incertidumbre institucionalizada, como plantea Adam Przeworski, las elecciones de 2025 deberían poder generar un resultado posible pero imprevisto sin causar el derrumbe de la institucionalidad que lo permita. Es evidente que esto requiere de niveles altos de confianza y legitimidad de las instituciones democráticas, los que a su vez dependen de su funcionamiento transparente y efectivo. También necesita actores políticos leales al proceso democrático (buenos ganadores y buenos perdedores), principalmente a nivel de las élites políticas y los liderazgos intermedios. No todos estos elementos están garantizados. Lo que sí es evidente es que la proyección a nivel nacional de un candidato cruceño será una prueba de fuego para la democracia boliviana.

(*)Daniel E. Moreno es sociólogo y politólogo

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Mujeres bolivianas en la política

La representante de ONU Mujeres en Bolivia, Nidya Pesantez, y la socióloga cochabambina, María Teresa Zegada, hablan de los desafíos de la igualdad de género en las bregas del poder.

Nidya Pesantez, representante de ONU Mujeres, y la socióloga cochabambina, Maria Teresa Zegada, hablan de género, equidad y poder en Bolivia.

Por Pablo Deheza

/ 17 de septiembre de 2023 / 07:14

El punto sobre la i

La presencia de la mujer boliviana en la política ha sido relevante desde siempre. Queda la memoria de Bartolina Sisa, luchando junto a su esposo Julián Apaza, Tupac Katari, durante la colonia. Juana Azurduy, liderando combates en las lides independentistas. Adela Zamudio, poeta y adelantada feminista, en cuyo honor se celebra el Día de la Mujer en Bolivia. Ignacia Zeballos, la Tabaco, enfermera y heroína por virtud propia en la Guerra del Chaco. María Barzola, mártir del sindicalismo minero. Lidia Gueiler, la primera presidenta del país. La lista es interminable.

Hoy en día, la organización de mujeres Bartolina Sisa encarna, en buena medida, el largo periplo de las reivindicaciones y luchas de las mujeres que buscan participar en la política y decidir ellas cómo es el país. Piedra sobre piedra, vida tras vida, esta es una construcción que fue, es y seguirá siendo.

Mucho hubo de avances, sin ninguna duda, en cuanto al rol y la participación de las mujeres en la política nacional. No todo son buenas noticias, porque también se observan algunos retrocesos. Conversamos sobre estos temas con la socióloga cochabambina María Teresa Zegada y con la representante de ONU Mujeres en Bolivia, Nidya Pesantez.

“Cuando uno mira el contexto internacional vemos que hemos andado un tanto de la mano con los países de la región. La primera conquista de la participación de las mujeres en las elecciones data de 1945. A veces pensamos que fue con el voto universal, luego de la Revolución de 1952, pero se logró antes, en una convención. Sólo podían participar las mujeres en elecciones municipales, esa fue la limitación. Con todo, a partir de eso ya tenemos algunas mujeres en la política. A nivel legislativo, eso se da después de 1952. Después viene todo este proceso donde, a nivel normativo, hemos dado saltos muy importantes”, dice Zegada.

En relación al último punto mencionado por la socióloga, la representante de ONU Mujeres en el país destaca que “Bolivia tiene algunos elementos bien importantes que han marcado el rumbo para el resto de América Latina. Por ejemplo, la Ley 243, aprobada en 2012, fue la primera ley para erradicar el acoso y la violencia política contra las mujeres. Después de esta ley, años después, el resto de países fueron asumiendo un marco jurídico muy similar. Algunos países hicieron también normas y otros países incluyeron el tema en sus códigos de la democracia o en sus códigos de erradicación de la violencia contra las mujeres. Pero, quien marcó la ruta fue Bolivia y fueron las mujeres bolivianas”.

Pesantez afirma que “hay un agradecimiento de la región y del mundo para América Latina, para Bolivia y para el movimiento de mujeres de Bolivia que fue quien puso el tema en mesa y que después del Estado lo tomó. Eso permitió, por otro lado, el mandato de la paridad y de la interculturalidad en la democracia, que está en la Constitución Política del Estado”.

Ahora bien, ¿hasta qué punto lo normativo se llega a moldear la realidad concreta? Sí, se tiene una importante participación de las mujeres en la Asamblea Legislativa plurinacional. Zegada señala que “a nivel de candidaturas en los legislativos departamentales casi el 50% son mujeres, a nivel de consejos municipales también, aunque han accedido un menos. Se diría que a nivel legislativo nacional y subnacional, hemos logrado el objetivo. Donde se pone complicado el asunto, quizás sea más la realidad, porque no hay la obligatoriedad de una ley, es a nivel de los cargos ejecutivos. Por ejemplo, para ser gobernador o gobernadora, el año 2021, apenas el 8% de las candidaturas fueron mujeres. Ninguna ha llegó al cargo. En las alcaldías, solo un 14% de los candidatos a ejecutivos han sido mujeres y las que han llegado son aún menos. Entonces, ahí se revela en buena medida el lugar donde está la mujer todavía en términos de apoyo electoral y también de selección, o sea, de cómo no las priorizan para llevarlas en las candidaturas, sino en fórmulas, a veces combinadas, acompañando un varón”.

Quizás es bastante decidor el hecho de que necesitemos leyes para obligarnos, como sociedad, a garantizar el lugar equitativo que es propio para las mujeres. Más aún, quizás las leyes no sean por sí suficientes. “Hay problemas muy serios en el momento del ejercicio, de la función. Justo por eso se aprobó esta famosa ley contra el acoso político que, de alguna manera, ha intentado resolver este tema.

Tenemos la ley 243, Contra el Acoso y Violencia Política hacia las Mujeres, y la 348, que es la Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida libre de Violencia. Ambas amparan a la mujer en el ejercicio, pero hay muchos estudios que muestran que las concejalas, por ejemplo, sobre todo del área rural, son objeto permanentemente de discriminación, de rechazo por sus pares varones”, explica Zegada.

“Todavía hay mucho camino por andar. No se trata solamente de tener la ley, sino ver qué está pasando detrás de su aplicación”, añade.

Por su parte, Pesantez considera que “si fuera sólo el Senado, Bolivia se lleva la medalla de oro porque tiene 20 mujeres y 16 varones, pero en el resto no pasa eso. No pasa lo mismo con los cargos de elección que son unipersonales. Ahí sí Bolivia ya tiene una caída muy grande. Por ejemplo, en el caso de las alcaldías, Bolivia es el país número 24 de 29 países en cuanto a participación de mujeres. Eso da cuenta de que algo está pasando, pero no solamente en alcaldías. Cuando hablamos de los gabinetes, Bolivia también está bastante atrás. Está en el puesto 28 de 39 países iberoamericanos que han reportado su información. Entonces, también tenemos 27 países que tienen muchas más mujeres en sus gabinetes”.

La titular de ONU Mujeres prosigue indicando que “hay dos elementos que son claves para garantizar los derechos políticos de las mujeres y para que estos además tengan un impacto en la sociedad. El primero es el número. Necesitamos que haya más mujeres, porque mientras más mujeres existan, hay más posibilidades de generar una masa crítica. Y ahí viene toda la discusión de qué mujeres deben llegar. Así como deben llegar las mujeres más probas, deben llegar los hombres más probos. Si una persona sale de la pobreza, eso ayuda a que el entorno salga de la pobreza porque genera movilidad económica. Lo mismo pasa en la política. Si una mujer ejerce su derecho, tenemos para empezar nuevos modelos, nuevas figuras en la política que ayudan a nuestros niños y a nuestras niñas a tener una visión más clara de la vida que está hecha de por lo menos estas dos partes, hombres y mujeres en toda su diversidad. El otro elemento es si esas mujeres que llegan a los espacios de poder, además llegan con una agenda clara de igualdad de género, en el caso de Bolivia, con una idea clara de la despatriarcalización de la sociedad. Entonces impactamos positivamente, porque la toma de decisiones en la política pública, la definición de los presupuestos, las prioridades del gobierno cambiarían también su eje”.

Ahora bien, las más de las veces lo que se idealiza encuentra sus límites al cotejarse con la dureza de las realidades fácticas. La socióloga cochabambina ilustra este punto cuando recuerda que “una vez, en un trabajo que hice sobre organizaciones sociales y la participación de la mujer, ellas nos decían que existe algo así como una triple jornada que deben enfrentar si quieren hacer política. Primero, deben cumplir con las labores domésticas, que eso es inexcusable en su medio cultural. Segundo, tiene que trabajar, porque hay mujeres comerciantes, agricultoras, que están igual en la labor de aportar a la familia. Así, involucrarse en política sería una triple jornada. Si se dedicaran a formarse políticamente o ser dirigentes en alguna organización social o política, es mucha carga, porque no pueden dispensarlas o dispensarse a sí mismas de sus otras obligaciones. Es muy complicado. Además, están sometidas a esta cultura del acoso, de la descalificación, de la instrumentalización de las mujeres, que se hace en las propias organizaciones. Esta idea de que ellas, si están interviniendo en política, deben ser divorciadas o incluso insinuando que son marimacho. Hay un lenguaje muy discriminador, muy complejo, con el que las mujeres todavía tienen que lidiar si es que participan en estos ámbitos”.

Con todo lo vivido a cuestas, cabe preguntarse por los aprendizajes alcanzados y por dónde trascurre la cuestión en las organizaciones. “Las mujeres siempre han estado muy metidas en la lucha social, pero invisibilizadas porque estaban junto con los varones en las luchas mineras, campesinas y otras. Ellas estaban a la par que los hombres en la brega, como María Barzola y otras que han dado su vida también, pero nunca han tenido un espacio. Entonces surgen las Bartolinas. Ellas decían que formaron su organización porque si están en la de varones no son escuchadas. Siempre somos, decían ellas, portaestandartes u ocupamos las secretarías más domésticas, casi tenemos que cocinar para ellos. Así, crean sus organizaciones de mujeres para darse un lugar. Y eso ha funcionado, porque de pronto, como organización, las Bartolinas están al frente, buscando y encontrando su propio espacio, generando sus propias demandas, etcétera. Hay algo muy parecido en el caso del oriente, donde, por ejemplo, está la Confederación de Pueblo Indígenas de Bolivia (CIDOB), pero las mujeres han tenido que crear también propia organización, la Confederación Nacional de Mujeres Indígenas de Bolivia (CNAMIB). Sentían que, dentro de la CIDOB, si bien aportaban, estaban ahí, pero no tenían una propia voz, ni podían ser escuchadas. Desde su propia organización es que han logrado, de alguna manera, hacerse de espacios, En el ámbito urbano se repite. Por ejemplo, con las mujeres constructoras, es un escenario increíble. Son mujeres muy valientes, que se desempeñ a n como albañiles. Ellas decían, cuando teníamos organización de trabajadores constructores, siempre éramos como invisibilizadas por los hombres y además replegadas a muchos trabajos que no estábamos a la par. Fue cuando crearon su sindicato de trabajadoras de la construcción que lograron apoyo de ONG’s, cursos de formación y muchas cosas que no lograban desde la otra organización”.

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Al levantar la mirada hacia el horizonte, es razonable preguntarse qué viene después de las leyes, de las formas actuales de las organizaciones de mujeres. Cómo sigue el camino por delante. Pesantez señala que entre los desafíos pendientes hacia 2050 “lo más fuerte es generar cambios en el corazón del patriarcado. Estos se expresan en dos elementos básicos. Uno, el tiempo de las mujeres. Las mujeres no son dueñas de su tiempo. Las mujeres trabajan fuera de casa, dentro de casa, trabajan en la comunidad. trabajan en el barrio, todo el tiempo están haciendo cosas para que sus hijos, sus hijas, su esposo, su padre, su madre, su suegra, estén bien. Cuidan a los enfermos, cuidan a las personas, a los adultos mayores, en fin. Todo esto hace que las mujeres tengan menos posibilidades de formarse, especializarse, aceptar cargos de promoción. Muchas mujeres prefieren no aceptar promoción en sus puestos de trabajo porque esa promoción implica más horas de trabajo dentro de las oficinas, sean estas públicas o privadas, y las mujeres no pueden darse ese lujo, entre comillas, porque tienen toda una responsabilidad en casa que no ha sido compartida, no ha sido dividida, redistribuida dentro de las personas que forman el hogar”.

El segundo reto que observa la representante de ONU Mujeres “tiene que ver con él la subordinación del cuerpo de las mujeres. Ahí está la violencia, la violencia física, la violencia psicológica, la violencia sexual, todos los tipos de violencia. Es decir, el poder sobre el cuerpo de las mujeres, la imposibilidad de que las mujeres puedan decidir el número de hijos que quisieran tener, la imposibilidad de que las mujeres tengan acceso a salud, a salud especializada para las mujeres, porque evidentemente mujeres y hombres somos diferentes, pero esa diferencia no puede ser pretexto para la desigualdad en el acceso y el ejercicio de derechos”.

“El tiempo de las mujeres debe ser un tiempo que se redistribuya para que las ellas tengan posibilidades de mejora y así mejorar su entorno; y el cuerpo de las mujeres, para que estén sanas y puedan decidir sobre su cuerpo, su vida”, concluye Pesantez.

 (*)Pablo Deheza es editor de Animal Político

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