Cultura urbana
Superada la resistencia de los choferes, toca ahora educar a la población usuaria
La puesta en funcionamiento de la flota de buses municipales PumaKatari, el primer sistema de transporte verdaderamente público en 30 años, puede considerarse, junto con la pronta puesta en marcha del teleférico, la más importante innovación en esta materia en 2014. Superada la resistencia de los sindicatos de choferes, toca ahora educar a la población usuaria.
En efecto, días atrás, en esta misma página, al recordar que en la década de 1980, la Alcaldía ensayó un sistema de transporte similar (EMTA), sin mucho éxito, en parte por las características de los buses empleados en esa ocasión, pero también y sobre todo por la férrea oposición de los choferes sindicalizados, quienes depauperaron tanto la prestación del servicio como la calidad de vida en calles y avenidas, urge trabajar en la educación vial para acostumbrar a peatones y sobre todo a los conductores a respetar las normas, escritas o no, que posibilitan un flujo adecuado en calles y avenidas así como en los puntos de parada establecidos.
Sin embargo, los primeros días de funcionamiento de los buses municipales también ha servido para descubrir que las y los usuarios, sometidos a un depauperado servicio durante tres décadas de paulatino crecimiento del parque automotor de minibuses y trufis, también necesitan ser educados en el modo de usar el servicio, fundamentalmente en lo que respecta al modo de abordar y desembarcar de los buses, sin olvidar el necesario cuidado de éstos.
Así lo han evidenciado los servidores municipales que trabajan como conductores o como anfitriones en los PumaKatari, pero también los periodistas de este medio, que en los últimos días han abundado en crónicas y reportajes que reflejan los efectos de esta innovación en materia de servicios públicos. Según los testimonios, la costumbre más arraigada parece ser la de subir o bajar del bus “aprovechando” cualquier parada y no en los lugares señalados para el efecto; niños y jóvenes descubiertos tratando de rayar con bolígrafo o cortar el tapiz de los asientos, así como dañar los pasamanos son otro problema a ser resuelto no con interdicción de tales comportamientos, sino con educación.
Así parece haberlo entendido el Gobierno Autónomo Municipal de La Paz, que ha puesto en marcha una campaña llamada “Cultura PumaKatari”, cuyo objetivo es enseñar a la población el modo correcto de hacer uso del servicio. Será bueno que los gestores del sistema consideren la necesidad de hacer este trabajo de modo permanente y no solo durante los primeros tres meses; pero también que este puede ser el punto de inicio de una verdadera transformación de la cultura urbana, tarea cuyos resultados todavía no son equivalentes al tamaño del esfuerzo puesto en ella. A su vez, los gestores del teleférico deben aprender de estas experiencias y construir a partir de ellas. La cultura urbana, pues, es tarea de todos.