Futbolistas ‘phichiruchis’ y una atleta ganadora
Ojalá Ángela Castro nunca pierda esa humildad y su apuesta por la vida desde el deporte y el trabajo
En las sociedades contemporáneas el deporte se ha hecho tan imprescindible que incluso casi todo se piensa a partir de algunos vocablos provenientes de disciplinas como el fútbol, como primer o segundo tiempo, ser local o visitante, atacar o defender, en fin. Particularmente el balompié se ha convertido en el deporte más popular del mundo, lo que contribuye a la dinamización de las culturas, las identidades, al nacionalismo y por supuesto al quehacer económico y político.
Además, el fútbol genera líderes populares, aunque éstos solo sepan patear bien una pelota, o en algunos casos morder la oreja del rival o propinar golpes a traición. Varios de los jugadores bolivianos también manifiestan actos reñidos con la moral. En términos institucionales, a pesar de la gran corrupción de la Federación Internacional de Fútbol Asociados (FIFA), esta organización privada tiene una gran influencia, e incluso origina referentes y modelos de comportamiento a seguir.
Estos últimos días hemos visto partidos de las eliminatorias rumbo al campeonato mundial de fútbol Rusia 2018, pero también hemos visto cotejos de la Copa Libertadores en los que han participado equipos bolivianos. Antes nos vanagloriábamos de que “en la altura no nos ganan”, pero tal parece que esa frase va quedándose atrás, pues ni en la altura ni en la bajura podemos ganar a los seleccionados ni a los equipos rivales. Las escuadras locales están conformadas en gran parte por jugadores extranjeros, o mejor dicho, tenemos a los “peorcitos” extranjeros, desde españoles, pasando por polacos y, por supuesto, muchos argentinos, incluidos directores técnicos que a pesar de sus frondosas hojas de vida no dan señales de que saben enseñar algo. He escuchado decir a un ciudadano-hincha muy decepcionado por los magros resultados que obtenemos “ahí está el pisculichi… y frente a esos, los nuestros son phichiruchis”, es decir, simplemente unos incompetentes.
Lamento mucho que se le haya dado el Cóndor de los Andes al actual mandamás de la FIFA, Gianni Infantino, pues la máxima condecoración que otorga el Estado no se puede dar a cualquiera; y mucho menos al principal ejecutivo de una organización que atraviesa el peor escándalo de corrupción de su historia, y no sabemos si Infantino forma parte de esa larga correa delictiva.
Empero, he leído otra noticia muy feliz, pero no es del fútbol. Una entrevista a la atleta paceña Ángela Castro, quien el pasado domingo ganó el título sudamericano de marcha de 20 kilómetros en la ciudad de Guayaquil, Ecuador (la tierra del gran fondista Jefferson Pérez). La prensa en general y particularmente la deportiva le han dado muy poca cobertura a esta descollante actuación. Estoy seguro de que si se hubiese tratado de algún jugador de fútbol, habría tenido muchas “entrevistas exclusivas”, pero como se trata de una atleta y joven, no le dan mayor importancia. Me impactó el contenido de algunas de sus respuestas en la entrevista que concedió a La Razón (5/4/16). ¡Qué diferencia con las respuestas enunciadas frecuentemente por los futbolistas, y que casi siempre emulan a otros “mundialistas” como —“Nada… estamos trabajando, etc., etc.”! ¿La pregunta lógica es qué tanto trabajan, si siempre están perdiendo?
Destaco de la respuesta de Ángela Castro en la que señala que “el deporte es un estilo de vida, hay que sacrificar mucho”. Se refiere a que el esfuerzo para mejor en el deporte no se hace simplemente por alcanzar la fama, sino que es parte de la vida. Además, cuando ese sacrificio es coronado en uno triunfo, éste es para todo el país. También me impactó cuando ella dijo que a pesar de los problemas de su entorno familiar, pudo seguir adelante. Incluso más allá de una supuesta deficiencia física, fue capaz de triunfar, y lo más lindo, hacerlo fuera del país. Ojalá nunca pierda esa humildad y su apuesta por la vida desde el deporte y el trabajo. ¡Jallalla Ángela! Wali kusawa uka sartawimaxa.