La nueva normalidad laboral

El INE publica cada mes estadísticas laborales en base a una encuesta nacional urbano-rural que cumple con todos los estándares internacionales. A julio se observa una notoria reducción del desempleo: desde su pico más alto de 11,6% en junio de 2020 a 6,4% en julio de 2021. Conocer las estadísticas de desempleo probablemente no te mantendrá fuera del desempleo, pero al menos entenderás por qué. Analicemos este guarismo laboral con mayor profundidad.
Es importante analizar el indicador de desempleo porque es un fiel reflejo de la actividad económica cuyo cómputo es más complejo en tiempos de pandemia. El vínculo del empleo con el sector real se debe a que cuando una persona pierde su trabajo deja de producir, reduciendo la capacidad productiva de toda la economía.
La tasa de desempleo es un indicador agregado que reúne diversas causas por las que los trabajadores interrumpen su actividad laboral. Por ejemplo, una parte del desempleo se debe al tiempo que demoran las personas en encontrar uno nuevo y la dificultad de las empresas en cubrir sus puestos vacantes. Este tipo de desempleo se conoce como “friccional” porque está en transición a ser absorbido y se lo considera de corto plazo, por lo que prescindiré de su análisis.
El desempleo también se crea cuando una economía entra en recesión y se lo denomina “cíclico” porque una vez superada la fase negativa, disminuye porque las personas recuperan su mismo puesto de trabajo. La tasa de crecimiento de la economía en 2020 fue negativa. La economía boliviana no atravesaba una recesión desde los años 80. La recesión redujo la demanda de bienes finales y obligó a las empresas a despedir trabajadores. Algunos de los sectores más golpeados en 2020 por la pandemia y las medidas de confinamiento fueron el comercio, el transporte y los servicios. Es natural que en 2021 estén entre los de mayor mejoría, aunque con empleos de menor calidad, pero su recuperación no debe ser confundida como un avance de la informalidad porque ya formaban parte de ella.
En 2021 el consumo doméstico se reactivó. Las empresas produjeron más y volvieron a recontratar a su personal cesante. Este comportamiento se reflejó principalmente en la construcción y la industria. En esta última se terciarizó y subcontrató personal. Pese a todo, el empleo formal creció 28%. La recuperación económica también vino del brazo de los hidrocarburos y la minería, destaca esta última por su incidencia en la demanda de trabajo que fue notoriamente alta.
Ahora bien, es posible que no todas las personas recuperen su fuente laboral una vez superada la fase recesiva, allí se produce un desempleo “estructural”. Durante la etapa de cuarentena, algunos empleados perdieron su fuente de ingresos y no volvieron a su puesto original luego de la reapertura económica, como fueron los rubros de turismo, algunos servicios de recreación y cultura, hotelería y restaurantes. Para evitar que el desempleo cíclico se convierta en uno estructural, se requiere que los dueños de los establecimientos afectados se contagien de un espíritu innovador y apoyados con las facilidades financieras del Gobierno, reinventen sus modelos de negocios.
El lado de la oferta de trabajo también se merece algunas consideraciones. El camino de regreso a la fuerza laboral para madres que no tienen con quién dejar a sus hijos puede ser más pedregoso. Es de esperar una gradual normalidad de la participación laboral femenina a medida que los centros educativos retornen a las modalidades presenciales o semipresenciales. La flexibilidad de horarios también forma parte de las nuevas preferencias de los trabajadores que, conscientes de las bondades del teletrabajo, prefieren esperar por puestos más cómodos desde el confort de su hogar. El miedo al contagio también es una fuente de inactividad laboral, que se irá reduciendo conforme avance la vacunación.
En síntesis, la evolución del mercado de trabajo muestra claras señales de recuperación económica que son plenamente consistentes con las estadísticas del IGAE por sector económico. Además del mercado laboral, existen otros indicadores microeconómicos que advierten dicha tendencia. Poner en duda las estadísticas económicas sin argumentos válidos y mellando la integridad técnica de quienes solo se dedican a compilarlas es aventurero y dice poco de la integridad del análisis económico que realizan. En Argentina, un conocido opinador económico ganó mucha fama valiéndose de anuncios de este tipo y hoy es candidato presidencial. En Bolivia parece tener sus imitadores.
Omar Velasco Portillo es economista.