Movimiento al neoliberalismo (MAN)
El MAN es la expresión gringa de lo individual en contraposición a lo social.
La sigla MAN será la nueva insignia política que embandere la oposición en las próximas elecciones nacionales. Estará conformada por resentidos políticos, liberales declarados, antimasitas, logieros, líderes espirituales y algunos falsos neokeynesianos. ¿Qué tienen en común, además de su profundo odio al masismo?
El antimasismo tiene varias expresiones y detractores. Para la clase política es su antagónico. Es la respuesta democrática a la amenaza de un régimen totalitarista castro-chavista. En el terreno económico se trata de defender las libertades humanas y empresariales hostigadas por un constante asedio público. En lo social, se manifiesta como un sentimiento de desprecio y hasta discriminación con adjetivos descalificativos que encuentran en el insulto —en redes sociales— cierta complacencia a su sentimiento de frustración ciudadana ante la ineptitud de su propia clase política e intelectual, incapaz de construir una alternativa políticamente persuasible, socialmente incluyente y económicamente viable.
Pero el antimasismo parece haber encontrado un nuevo punto de unidad, tan difícil de lograr en una oposición fragmentada y molecular. Trompetas al viento, es el anuncio apocalíptico de la tan ansiada crisis económica revelada a nuestros magníficos analistas económicos y clarividentes hace nada menos que una década y media atrás. Desterrados por cerca de dos décadas de los espacios de poder y decisión económica, y refugiados laboralmente en círculos elitistas y la academia, inflan el pecho ante la posibilidad de una inminente crisis porque la realidad les daría —por primera vez— la razón.
Los ahora denominados profetas de la salvación desempolvaron sus viejos libros de macroeconomía para recordarnos que todo déficit fiscal conduce a pérdida de reservas internacionales. Que la excesiva burocracia es un cáncer para el aparato productivo y que las subvenciones pueden provocar una miocarditis a la sostenibilidad fiscal. A ojos de los MANistas, el déficit fiscal sería la madre de todos los males y exterminarlo su deber. Cuchillo en mano, es hora de una liposucción.
Cabe recordar que durante la presidencia de Jeanine Áñez hubo un discurso parecido —que luego fue cambiado a causa de la pandemia. En el afán de ajustar las cuentas públicas, recortaron la inversión del Estado y llevaron al TGN a una situación de casi iliquidez. Como resultado, la economía entró en una recesión meses antes de iniciada la pandemia. El ajuste al gasto público no corrigió el déficit fiscal ni la tendencia declinante de las RIN, sino que, por el contrario, los acentuaron.
Frente a la demanda extraordinaria de dólares, hoy se propone como gran idea eliminar el Impuesto a las Transacciones Financieras (ITF) y elevar las tasas de interés en moneda externa. Esta propuesta no es otra que el retorno a la dolarización financiera que ya vivimos en los años 90, cuando el sistema financiero era altamente vulnerable a las corridas bancarias y la política monetaria, poco efectiva. La dolarización no elimina expectativas devaluatorias, más bien las refuerza. Un esquema de dolarización parcial no podría mantener el tipo de cambio fijo por mucho tiempo, a no ser que sea completo. Las expectativas de devaluación arrastrarían a la economía boliviana al antiguo esquema de las minidevaluaciones. La eliminación del ITF puede ser nefasta porque originaría una corrida de depósitos en un contexto de desanclaje de expectativas.
Los MANistas bolivianos hacen esfuerzos de reinventar el neoliberalismo en Bolivia, pero con ideas escasas y poco originales, casi siempre repetidas por otros economistas liberales de la región como Axel Kaiser o Javier Milei. A falta de una propuesta de modelo alternativo serio, los MANistas tratan de defenestrar el actual. Sus anuncios buscan manipular las expectativas de la gente al sembrar un clima de pesimismos y desconfianza sobre las políticas económicas en curso y que pongan en duda el modelo económico actual. Es la construcción de una narrativa de crisis económica en ciernes, electoralmente redituable y políticamente necesaria para reemplazar la antigua agenda del 21F.
El MAN es la expresión gringa de lo individual en contraposición a lo social, lo regional por encima de lo nacional, el mercado por sobre el Estado. El neoliberalismo está tratando de rearticularse en Bolivia y ya tiene sigla.
Omar Velasco Portillo es economista.