Voces

Saturday 5 Oct 2024 | Actualizado a 23:54 PM

Movimiento al neoliberalismo (MAN)

El MAN es la expresión gringa de lo individual en contraposición a lo social.

/ 3 de abril de 2023 / 00:36

La sigla MAN será la nueva insignia política que embandere la oposición en las próximas elecciones nacionales. Estará conformada por resentidos políticos, liberales declarados, antimasitas, logieros, líderes espirituales y algunos falsos neokeynesianos. ¿Qué tienen en común, además de su profundo odio al masismo?

El antimasismo tiene varias expresiones y detractores. Para la clase política es su antagónico. Es la respuesta democrática a la amenaza de un régimen totalitarista castro-chavista. En el terreno económico se trata de defender las libertades humanas y empresariales hostigadas por un constante asedio público. En lo social, se manifiesta como un sentimiento de desprecio y hasta discriminación con adjetivos descalificativos que encuentran en el insulto —en redes sociales— cierta complacencia a su sentimiento de frustración ciudadana ante la ineptitud de su propia clase política e intelectual, incapaz de construir una alternativa políticamente persuasible, socialmente incluyente y económicamente viable.

Pero el antimasismo parece haber encontrado un nuevo punto de unidad, tan difícil de lograr en una oposición fragmentada y molecular. Trompetas al viento, es el anuncio apocalíptico de la tan ansiada crisis económica revelada a nuestros magníficos analistas económicos y clarividentes hace nada menos que una década y media atrás. Desterrados por cerca de dos décadas de los espacios de poder y decisión económica, y refugiados laboralmente en círculos elitistas y la academia, inflan el pecho ante la posibilidad de una inminente crisis porque la realidad les daría —por primera vez— la razón.

Los ahora denominados profetas de la salvación desempolvaron sus viejos libros de macroeconomía para recordarnos que todo déficit fiscal conduce a pérdida de reservas internacionales. Que la excesiva burocracia es un cáncer para el aparato productivo y que las subvenciones pueden provocar una miocarditis a la sostenibilidad fiscal. A ojos de los MANistas, el déficit fiscal sería la madre de todos los males y exterminarlo su deber. Cuchillo en mano, es hora de una liposucción.

Cabe recordar que durante la presidencia de Jeanine Áñez hubo un discurso parecido —que luego fue cambiado a causa de la pandemia. En el afán de ajustar las cuentas públicas, recortaron la inversión del Estado y llevaron al TGN a una situación de casi iliquidez. Como resultado, la economía entró en una recesión meses antes de iniciada la pandemia. El ajuste al gasto público no corrigió el déficit fiscal ni la tendencia declinante de las RIN, sino que, por el contrario, los acentuaron.

Frente a la demanda extraordinaria de dólares, hoy se propone como gran idea eliminar el Impuesto a las Transacciones Financieras (ITF) y elevar las tasas de interés en moneda externa. Esta propuesta no es otra que el retorno a la dolarización financiera que ya vivimos en los años 90, cuando el sistema financiero era altamente vulnerable a las corridas bancarias y la política monetaria, poco efectiva. La dolarización no elimina expectativas devaluatorias, más bien las refuerza. Un esquema de dolarización parcial no podría mantener el tipo de cambio fijo por mucho tiempo, a no ser que sea completo. Las expectativas de devaluación arrastrarían a la economía boliviana al antiguo esquema de las minidevaluaciones. La eliminación del ITF puede ser nefasta porque originaría una corrida de depósitos en un contexto de desanclaje de expectativas.

Los MANistas bolivianos hacen esfuerzos de reinventar el neoliberalismo en Bolivia, pero con ideas escasas y poco originales, casi siempre repetidas por otros economistas liberales de la región como Axel Kaiser o Javier Milei. A falta de una propuesta de modelo alternativo serio, los MANistas tratan de defenestrar el actual. Sus anuncios buscan manipular las expectativas de la gente al sembrar un clima de pesimismos y desconfianza sobre las políticas económicas en curso y que pongan en duda el modelo económico actual. Es la construcción de una narrativa de crisis económica en ciernes, electoralmente redituable y políticamente necesaria para reemplazar la antigua agenda del 21F.

El MAN es la expresión gringa de lo individual en contraposición a lo social, lo regional por encima de lo nacional, el mercado por sobre el Estado. El neoliberalismo está tratando de rearticularse en Bolivia y ya tiene sigla.

Omar Velasco Portillo es economista.

Comparte y opina:

Neoliberalismo en acción

A lo largo de la historia, el modelo neoliberal se apoyó en la construcción de una narrativa de crisis económica para luego irrumpir.

Omar Velasco Portillo

/ 18 de agosto de 2024 / 05:45

Dibujo Libre

La falta de dólares ha comenzado a permear en el sentimiento de estabilidad de los bolivianos. En poco más de un año lo que parecía una exitosa contención de la inflación externa, ha encontrado sus grietas. La subvención se ensaña con el presupuesto público y cada vez parece más difícil sostenerla. El dólar no encuentra su techo. Con la escisión del tipo de cambio, muchos precios que se habían mantenido sin cambios empiezan a subir amenazando con deteriorar el poder adquisitivo de los salarios. Los indicadores económicos primigenios se tensionan, mientras los desajustes macro se exacerban. La mórbida economía nacional jadea, pero aún resiste y está firme, aunque necesita ajustes.

Desde la vereda del frente, la oposición intelectual mira con apatía y hasta con júbilo cómo la economía zarandea. Desde sus más profundas aspiraciones contenidas por años, entienden que ha llegado el momento del apronte y la embestida. Es el terreno fértil para el resurgimiento de viejas ideas. Se abren las puertas del parque jurásico y se profanan las antiguas chullpas para despertar de su letargo a los más valerosos guerreros y héroes de los tiempos gloriosos del liberalismo del siglo XX. En pocos meses, las redes sociales se impregnan de descalificativos a la gestión económica. Los intelectuales de la vieja guardia pululan por los medios de comunicación afines a esos intereses. Las encuestas comienzan a dar sus frutos. Se anuncia el fin del mainstream económico regentado por el masismo por más de tres quinquenios. A la par, se oyen voces que proclaman la llegada de un nuevo modelo económico, inspirado en el libre mercado.

Este intento de resucitar al neoliberalismo en Bolivia, lo denuncié hace más de un año -Movimiento al neoliberalismo (MAN), La Razón 03/04/23- . El MAN busca construir una narrativa de crisis para preelectoralizar el país y luego legitimar sus acciones. La expresión más reciente de este movimiento está plasmada en el informe publicado por Fundación Milenio (Julio, 2024). Para Milenio la economía se viene a pique, los desajustes macroeconómicos originados por la cuenta corriente y el déficit fiscal han orillado al país a una profunda crisis. Para revertirla se requerirían acciones contundentes: sanear las cuentas fiscales reduciendo el número de funcionarios públicos y eliminando las subvenciones, cerrar empresas públicas, devolver el dólar a la población a través del mecanismo de subastas, reimpulsar la inversión nacional y extranjera por medio de incentivos tributarios, reestablecer la independencia del banco central limitando el financiamiento al sector público y negociar las condiciones crediticias con el FMI para un plan de rescate.

Empero, esta tramoya tiene un final anticipado y lo vivimos a principios de siglo y hoy, la padece el pueblo argentino. Inspirado en las doctrinas del MAN, el gobierno de Milei en sus primeros meses logró reducir el déficit fiscal a cero, pero lo hizo a costa de una recesión económica de 2,6% al eliminar la inversión pública que contrajo al sector de la construcción en 19%. El consumo de las familias se deteriora rápidamente ante el aumento del desempleo a 7,7% y una inflación que ya superó el 72% en 5 meses. El peso argentino no termina de estabilizarse, en contraposición, sufrió una devaluación de 30% en medio de un auge de las exportaciones privadas de aumento en 26% (interanual), que ha sumergido a más de la mitad de los argentinos en la pobreza (55%).

También puede leer: Hacia una agenda bilateral entre Bolivia y Brasil

A lo largo de la historia de los pueblos, el modelo neoliberal se apoyó en la construcción de una narrativa de crisis económica para luego intervenirla. Empero, en el afán de corregir los desequilibrios macroeconómicos y contables, promueve otras injusticias y disparidades sociales. Las propuestas económicas que plantea el informe de la Fundación Milenio, repiten las mismas políticas argentinas y aquí están los resultados.

Para superar la actual situación económica, no necesitamos replicar las viejas políticas neoliberales, copiar los ajustes argentinos o ceder nuestra soberanía económica al FMI, sino diseñar una estrategia inclusiva entre todos los sectores económicos y sociales. También debemos ser muy consciente que la solución a la situación actual no pasa únicamente por decisiones puramente económicas, sino que ameritan pactos y acuerdos políticos de supervivencia. Si hay un motivo más acuciante para comprender al enemigo ideológico es que nuestras diferencias internas los han revivido y nuestros desaciertos, fortalecido. Despojarse de los intereses individuales por un bien mayor es un acto de compromiso con la patria y la historia. Mientras eso no ocurra el MAN continuará creciendo y todos seremos corresponsables.

El título de este artículo lo tomé prestado del libro de uno de los más icónicos economistas de la UMSA como fue el profesor Pablo Ramos Sánchez (1985) quien en su oportunidad denunció el intento de la implementación de las políticas neoliberales en el país como lo hago ahora. Ha comenzado la batalla cultural.

(*)Omar Velasco Portillo es economista

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Los dólares y la responsabilidad del sector privado

El autor sostiene que, para superar la situación actual de falta de divisas, se requiere avanzar hacia una lógica productiva diferente.

Fotos: LA RAZÓN-ARCHIVO

/ 9 de junio de 2024 / 06:20

Dibujo Libre

Si estas preocupado o molesto por la falta de dólares en el país, este artículo es para ti. Ha pasado poco más de un año desde que los dólares comenzaron a escasear y la población está expectante que el gobierno lo resuelva pronto.

Si eres importador, comerciante o industrial posiblemente estás atravesando un viacrucis de sobrecargos financieros. Entraste a una lista de espera, ansioso de que tu banco confirme la transferencia a tu proveedor. Temes no poder ingresar tu mercadería a tiempo y quedarte sin materia prima para procesar o vender, pues la logística de importaciones ha cambiado.

Si eres ahorrista y tienes dólares en un banco y no los puedes retirar, te sobrecoge -el sólo hecho de pensar deno volver a ver tu dinero. Te incomoda tener que ir todos los días al banco, hacer una fila de 20 minutos o más para retirar sólo $us 100. Ahora recibes tu dinero fraccionado de cortes de 50 y 20 y varios billetes están viejos o deteriorados.

Si eres inquilino de un centro comercial por la Uyustus o en Equipetrol, necesitas de la divisa norteamericana para cubrir tu arriendo. Tienes un bien inmueble que no lo puedes vender o un anticrético que no lo puedes recuperar porque esperas recibir dólares y ¿no los hay?

Si eres turista o viajero, sentirás que encontrar dólares a un precio accesible se han convertido en el principal obstáculo entre hacer tus sueños realidad o quedarte en casa. Te decepciona saber que desde mediados de junio necesitarás de dólares para comprar pasajes de avión. Muchos se han desilusionado cuando al momento de utilizar su tarjeta en el exterior para adquirir regalos o recuerdos no pudieron hacerlo por que superaron el monto de retiros semanales impuesto por los bancos, ipso facto.

Si eres consumidor de las deliciosas galletas colombianas “Oreo”, los famosos alfajores argentinos “Havanna” o los riquísimos wafles uruguayos “Sensación”, utilizas cremas “Dove”, compras leche holandesa o argentina en lugar de la nacional, chocolates “Noka” en vez de “Para Ti” o consientes tu paladar con vino chileno como el “Casillero del diablo”, te habrás dado cuenta que varios de estos productos han subido de precio y la causa es siempre la misma, la falta de dólares.

Según la última encuesta de presupuestos familiares de 2016, los bolivianos destinábamos un quinto de nuestro ingreso a la compra de bienes importados. Si a eso le sumamos las compras que realizan las empresas para producir los bienes y servicios que luego los consumimos, el peso de las importaciones es mucho más alto. Por ejemplo, en 2023 importamos $us 11.489,3 millones a razón de $us 950 por habitante y dos dólares y medio por día. Ello representa, 25% del ingreso medio por habitante.

Más de la mitad de las compras externas las realizaron las empresas de forma directa para la adquisición de materia prima, suministros, bienes de capital y equipos de transporte. Las familias compramos alimentos, bienes duraderos y semi duraderos además de vehículos en un 20%, es decir, unos $us 2.300 millones. El resto lo hace el sector público, principalmente en combustibles que luego los vende a las empresas y consumidores. Te has preguntado ¿de donde provienen las divisas que utilizaste para consumir bienes importados, realizar viajes al exterior, mantener depósitos en moneda extranjera y pagar tus alquileres? Desde principios de siglo, las exportaciones del sector público superaron ampliamente a sus importaciones -en $us 1.880 millones en promedio- logrando acumular una ingente cantidad de divisas que fueron a acrecentar las reservas internacionales. En cambio, el sector privado mantuvo sendos márgenes comerciales negativos de $us 1.180 millones por año.

A partir del 2015, el déficit comercial privado fue mayor que el superávit comercial público, comenzando un ciclo de déficits comerciales globales. Para financiarlos, el Estado tuvo que recurrir a las reservas internacionales que acumuló una década atrás a fin de mantener el nivel de consumo e inversión estable y sin comprometer la estabilidad cambiaria. Este déficit comercial no fue malo porque repercutió en un mayor bienestar que se tradujo en un mayor consumo de bienes extranjeros y menor crecimiento vía importaciones, pero no fue corregido a tiempo.

La escasez de dólares que atraviesa el país se debe íntegramente al déficit comercial privado. Por tanto, la responsabilidad de corregirse debería recaer también en el propio sector. Los bolivianos nos quejamos de no tener los suficientes dólares para atender nuestras necesidades y complacer nuestros gustos, pero no somos conscientes del esfuerzo productivo que se requiere para generarlos. Es comprensible la desazón que se siente ante la falta de dólares, pero en lugar de lamentarnos y esperar que el Estado lo resuelva -por sí sólo-, deberíamos reflexionar en ¿cómo contribuir a generarlos o evitar su despilfarro? Te has preguntado ¿con cuántos dólares aportas a la economía nacional? En realidad, son muy pocas las personas que con su actividad u ocupación los generan.

También puede leer: De la crisis al caos

Superar la situación actual requiere cambiar nuestra actitud hacia una lógica productiva. Ello implica por un lado incentivar las exportaciones privadas. Se debe reconocer el reciente esfuerzo público-privado por elevar la producción de carne, azúcar, lácteos, piña y estaño, pero además se debe incentivar al sector microempresarial y comunitario. El aumento de las divisas agroindustriales deberá basarse en mejoras en productividad y no únicamente en el avance de la frontera agrícola. Tenemos un gran potencial de exportaciones comunitarias en quinua, café, sésamo, chía entre otros, pero necesitan logística, mercados y capital de operaciones. Pero al mismo tiempo, desarrollar un compromiso social y de responsabilidad empresarial con el país del cual obtienen sus ganancias. La regla es muy sencilla, dólar que se genere en el país debe retornar y tener un uso nacional, aunque no necesariamente sea estatal.

La sustitución de importaciones es también responsabilidad privada y no sólo pública. La estrategia, no sólo incluye mejorar nuestras capacidades productivas sino cambiar nuestros hábitos de consumo. Los bolivianos debemos de valorar más la industria nacional, dejar de creer que todo lo bueno es extranjero y, así como en el futbol, comenzar a ganar mayor amor por nuestra camiseta.

Debemos también sustituir servicios y exportarlos. El turismo es una gran fuente de divisas que no lo estamos aprovechando. De cara al bicentenario elaboremos una estratégica público privado que tenga como meta aumentar en 50% el flujo de turistas extranjeros y mejorar la oferta local para retener al turismo emisor. El Estado deberá estar a cargo de la infraestructura e invertir en publicidad para mejorar nuestra imagen país. El sector privado y socialcomunitario invertir en logística, cadenas de valor y distribución.

A muy corto plazo se tiene que gestionar la escasez mediante una política de racionamiento de dólares explícita que establezca: 1) un cupo mínimo de divisas para pequeños productores cuya producción nacional depende de los insumos importados, 2) otro cupo para alimentos y medicamentos esenciales a fin de mitigar la especulación, 3) instruir a los bancos la devolución de depósitos en dólares para montos menores a $us 10.000, 4) aceptar la compra de pasajes en bolivianos para viajes especiales como salud o estudio, 5) elaborar una ley de inquilinato y anticresis que cubra los vacíos legales y facilite las transacciones.

Este proceso no será exitoso sin la contribución de todos. Los bolivianos requerimos de nuestro propio esfuerzo productivo para salir adelante.

 (*)Omar Velasco es economista

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Censo y avances del Estado Plurinacional

Cifras y apuntes a la espera de los resultados del ejercicio censal que se realizó recientemente en el país.

Martha Oviedo durante la conferencia de prensa

Por Omar Velasco Portillo

/ 31 de marzo de 2024 / 06:45

Dibujo Libre

El 23 de marzo se realizó el tan esperado día del empadronamiento del Censo de Población y Vivienda 2024. Este artículo analiza, extrapola y conjetura los posibles resultados que se observarán luego de las labores censales y la publicación de datos oficiales a partir de las encuestas de hogares de 2011 y 2021, los censos anteriores y otros registros administrados con el objetivo de evaluar algunos avances en la construcción del Estado Plurinacional de Bolivia.

Según el conteo del número de habitantes se confirmará que la población boliviana superó -hace un par de años- los 12 millones de habitantes. Todos los departamentos reportarán un mayor número de habitantes empero, a excepción de Pando, el resto de departamentos alcanzará un menor ritmo de crecimiento poblacional que Santa Cruz. Santa Cruz habrá desplazado a La Paz como el departamento con mayor población boliviana respecto al último censo de 2012.

Estado

Sin embargo, Santa Cruz está lejos de alcanzar los 4 millones de habitantes que estimó el departamento de estadísticas de su gobernación. Para que ello ocurra, tendría que haber crecido a razón de 4% anual los últimos 12 años. En cambio, si tomando en cuenta el crecimiento cruceño entre los dos últimos censos -de 2001 y 2012- que fue de 2,2% y la tendencia nacional e internacional de moderación del ritmo poblacional, lo más seguro es que el crecimiento promedio anual en este último periodo se encuentre a la mitad (2%).

Pero más allá de número de ciudadanos, existen otros datos importantes que deben ser analizados. El censo confirmará la aceleración de la transición demográfica en el país. Entre 2011 y 2021, la población niña, niño adolescente se ha reducido del 33,6% a 29,3%, principalmente en el área rural (de 38,6% a 31,5%). En cambio, la población adulta mayor se incrementó de 8,7% a 11,2% con mayor incidencia en el campo de 10,6% a 15,2%. Para 2024, los nietos duplican a sus abuelos en el campo mientras que en las ciudades son cuatro veces más números aún, confirmando la tendencia mundial de encogimiento del extremo inferior y ensanchamiento de la base superior de la pirámide poblacional. El envejecimiento poblacional tendrá consecuencias fiscales en los presupuestos públicos.

Censo

Bolivia continuará siendo una de las poblaciones más jóvenes del continente. La edad media de los bolivianos se incrementará aproximadamente de 27 a 30 años, aunque la mitad de la población aún poseerá menos de 27 años, lo que sugiere que Bolivia todavía puede explotar -si así se lo propone- su bono demográfico que es la proporción relativa de jóvenes y adultos en edad de trabajar respecto de la población dependiente que está formada por niños y adultos mayores.

El fenómeno migratorio campociudad y occidente-oriente, que comenzó en los años 50, continuó en la segunda década del siglo XXI. Se advierte que los municipios que más crecieron en el país provienen de los departamentos de Pando, Beni y Santa Cruz y Cochabamba. En cambio, se advierte una posible disminución poblacional en algunos municipios de los departamentos de Oruro, Potosí e incluso La Paz y Cochabamba. Las ciudades capitales de cobija, trinidad, Santa Cruz de la Sierra, Cochabamba, Tarija y Oruro y algunas ciudades intermedias como Cotoca, Quillacollo, La Guarida, Villamontes por mencionar algunas, podrían ser las mayores receptoras de la migración interna proveniente de los municipios más pequeños y medianos.

Datos del Censo

La recomposición de la estructura poblacional, implicará una redistribución de recursos cada vez más desigual, en términos absolutos, aunque en relación a la población parezca justa. Los municipios más pequeños recibirán menos coparticipación tributaria nominalmente en favor de los municipios más grandes. Tomando en cuenta que los municipios más grandes son lo que también más han diversificado sus ingresos fiscales, la nueva redistribución de ingresos conducirá potencialmente a una mayor concentración de los ingresos fiscales en áreas urbanas y un posible bajo gasto público subnacional en áreas rurales, sino se hace nada al respecto.

Con seguridad el déficit habitacional en Bolivia se ha reducido. En la última década se han otorgado más de 100.000 Créditos de Vivienda de Interés Social que han beneficiado a cerca de medio millón de bolivianos. Las mejoras en las condiciones de habitabilidad de la población estaban previstas en el artículo 19 de la Constitución Política del Estado (CPE).

Según la encuesta de hogares, en 2021 el 80,8% de las personas declararon estar registradas o afiliadas a algún seguro de salud público. En cambio, en 2011 sólo el 38% de la población tenía acceso al sistema de salud. La implementación del Sistema Único de Salud forma parte de la política de universalización de la salud incorporada en el art.18 de la CPE. Empero, se advierten todavía diferencias importantes en el área urbana donde el porcentaje de cobertura llegó 90,2%, en cambio en el campo se sitúa en 76,9%.

También puede leer: El temblor político desde abajo

En 2021, el 93% de las mujeres en edad fértil señaló que su parto fue atendido en algún establecimiento de salud frente al 81% en 2011. El sostén financiero al seguro materno infantil y la implementación del bono Juana Azurduy de Padilla desde 2009 fueron esenciales para este logro. Sin embargo, aún existen diferencias importantes en área urbana 97,7% y el área rural 83,5%. Por otro lado, la tasa de deserción escolar bajó de 5,59% en 2011 a 1,46% en 2021, gracias al Bono Juancito Pinto. Esta tendencia se esperaría se mantenga en los ciclos de primaria y secundaria con un mayor número de bachilleres y titulados, aunque con marcadas diferencias nuevamente en el área rural y la ciudad.

La población boliviana también mejoró su acceso a las tecnologías de información. En 2012, el 60% de la población tenía acceso a un celular y 30% al internet. Para 2021 se incrementaron a 75% y 67% respectivamente. Una parte importante de este avance lo dio Entel ampliando su cobertura principalmente en el área rural.

Estas cuantas cifras son un pequeño esbozo de lo que el Censo de Población y Vivienda podría informar a los hacedores de política pública sobre las brechas aún existentes en el país y las demandas insatisfechas de la población. Pero, por otro lado, podrán constatar los avances vinculados. La construcción del Estado Plurinacional de Bolivia ha permitido mejoras en materia de salud y educación, habitabilidad, acceso a servicios básicos, tecnologías de información y otros ámbitos del desarrollo humano que el Censo 2024 deberá reflejarlos.

(*)Omar Velasco Portillo es economista

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Diez medidas para estabilizar el mercado cambiario

El autor establece un diagnóstico sobre la escasez de dólares en el país y plantea alternativas.

/ 3 de marzo de 2024 / 06:38

Dibujo Libre

El país atraviesa una escasez gradual de dólares y requiere de medidas urgentes. Para salir de esta situación, el sector público y privado acordaron una agenda de diez iniciativas que apuntan a corregir la balanza comercial deficitaria, garantizar el abastecimiento de combustibles al sector productivo, reducir los costos al comercio exterior y otros incentivos tributarios al sector privado nacional. El sector público parece mostrar un giro en sus relaciones con el sector privado que en el pasado reciente han estado confrontadas y se abre a los mercados.

¿Cuál es el origen de la falta de dólares? ¿Son estás políticas suficientes? ¿Es un retroceso del Estado en favor del mercado? ¿Cuál es el trasfondo e implicancias políticas de este acuerdo? Sin duda el tema de los dólares da mucho de qué hablar entre los bolivianos.

Para evaluar el alcance de estas medidas hay que partir entendiendo el problema. La baja liquidez externa tiene un origen real y estructural y otro artificial e inducido. El dinero cumple tres fines esenciales en toda economía: facilitar las transacciones, atesorar riqueza y sirve para especular. La economía boliviana no necesita muchos dólares para operar con normalidad. La demanda transaccional de bolivianos que se mide por las compras internas en moneda nacional que realizan los hogares, el gobierno y las empresas en bienes nacionales, es cuatro veces más grande que la demanda de bienes importados que si requiere de divisas. Los ciudadanos tampoco utilizan dólares para ahorrar, al menos los que lo hacen a través del sistema financiero. Por cada nueve bolivianos que están depositados en la banca, hay uno en moneda extranjera.

Si la demanda extraordinaria de dólares por motivo transaccional se mide por el exceso de importaciones sobre exportaciones -es decir- el déficit comercial, la pérdida de reservas internacionales (RIN) durante 2023 debió ser de $us 585 millones. En su lugar, los activos externos del país sufrieron una caída de $us 2.000 millones ¿dónde fue a parar el resto de dólares? La economía boliviana sufrió un ataque especulativo que derivó en una sobre demanda de más de $us 1.000 millones.

La semana que termina se cumple un año de especulación con el dólar. La demanda especulativa de dólares fue desatada por algunos economistas y políticos irresponsables, entre ellos el Sr. Samuel Doria Medina, que alentaron la especulación con sus temerarias apreciaciones al señalar que el país tenía 10 días de reservas internacionales para financiar importaciones y que la economía se encontraba al borde de un colapso total (Urgente.bo, 20 de febrero de 2023). Estas agoreras, pero falsas afirmaciones ¿podrían haber influido para que una semana más tarde se comience a reportar un tipo de cambio paralelo de Bs7,10 en las cuidades de Santa Cruz y Tarija? (El Deber, 27 de febrero de 2023). Hoy quienes cuestionan la política económica abiertamente en sus redes sociales quieren eludir su corresponsabilidad en la escasez de dólares.

Como resultado, una parte de la población boliviana comenzó a estocar dólares y con sus acciones, contribuyeron de manera inconsciente a la especulación. Esta conducta es “irracional” a nivel individual y colectivo porque la población -en el afán de proteger sus activos de una potencial devaluación- compra dólares cada vez más caros e induce a una mayor pérdida de su riqueza futura expresada en moneda nacional.

Ante la inminente fragilidad externa, el gobierno comenzó a realizar concesiones al sector privado. Se levantaron las restricciones a las exportaciones agropecuarias –principalmente de soya y derivados–, se anunció agilizar la entrega de Certificado de Devolución Impositiva (CEDEIMs) y la otorgación de créditos para mejorar el rendimiento agrícola que buscan estimular las exportaciones las cuales perdieron un quinto de su valor en 2023. Ahora bien, liberación no es igual que liberalización, aunque suenen lo mismo. El levantamiento de las restricciones no les exime a exportadores a dejar de abastecer el mercado interno. Estas medidas podrían elevar las exportaciones en al menos $us 500 millones, pero para que sea efectiva se deberá completar el mecanismo que lleve a los exportadores a retornar esos dólares al país y se vendan a los bancos a un tipo de cambio razonable.

A la caída de las exportaciones, se suma una fuerte presión de compras por combustibles que absorbieron más de un cuarto de las divisas destinadas a las importaciones. Para alivianar el costo de la subvención y mejorar su entrega, se diseñó un mecanismo de asignación mediante subastas de lotes de diésel para grandes consumidores como empresas agroindustriales y mineras. Esta política se justifica en la medida que la subvención debe beneficiar a los hogares de menores ingresos y no a grupos económicos adinerados. Además, estos sectores al ser exportadores cuentan con divisas para realizar sus propias compras directas cuyo número de usuarios se pretende ampliar y agilizar los procesos de internación de combustible para quienes opten por esta vía. Ello podría implicar un ahorro fiscal de cerca de $us 150 millones.

Para algunos economistas neoliberales el déficit fiscal es la causa principal de la caída de las reservas, sin comprender la composición del gasto público. La mayor parte del gasto estatal se realiza en bienes no transables, es decir, que no requieren de divisas. Un recorte abrupto del gasto fiscal no revertiría el descenso de las reservas internacionales, sino que nos orillaría a una recesión económica. El sector público debe ajustar sus cuentas, pero lo debe hacer para corregir su desequilibrio comercial más no el déficit fiscal global.

Para dinamizar el comercio exterior también se gestionará una ley que permita ampliar la capacidad de carga del transporte pesado en carretera. Ello permitirá un ahorro en costos de transporte en al menos un 20% ($us 180 millones). Sin embargo, la falta de consensos en la asamblea la vuelve poco viable a muy corto plazo.

El acuerdo también motivó la creación de un bono en dólares por el BCB -que fue lanzado esta semana- como una alternativa a los dólares físicos para que la población reduzca su demanda especulativa. El objetivo además es captar las divisas que se encuentran fuera del sistema financiero para que puedan ser reinsertadas al circuito de la economía y se destinen a quienes necesitan realizar transacciones de comercio exterior. Con el bono se espera generar cerca de $us 100 millones, pero es muy probable que se absorba mucho más.

También puede leer: La democracia en riesgo

Para reducir la especulación cambiaria también se ha incluido la fijación de bandas a las comisiones de transferencias y giros al exterior con el fin de limitar el poder discrecional de los bancos en el cobro de comisiones. Esta disposición ya se encuentra vigente y establece que los pagos al exterior mayores a $us 1.000 tengan una comisión entre un 5% y 10% adicional. En cambio, las operaciones inferiores a ese monto gozarán del principio de gratuidad y estarán libres de erogaciones adicionales.

El conjunto de medidas generará un flujo de $us 1.000 millones adicionales que logrará contener temporalmente la escasez de dólares, mientras se gana tiempo para abordar el problema estructural de la economía que tiene que ver con la excesiva dependencia de nuestra matriz energética a los hidrocarburos y la manera de acelerar las exportaciones estatales con la industrialización. En esa línea, se incentivará a los empresarios privados a construir sus propias plantas de biodiesel de manera que puedan autoabastecerse y en caso de excedentes puedan ser vendidos en el mercado doméstico. También habrá nuevos incentivos tributarios para la importación de automóviles eléctricos y flexibles. Actualmente, los autos eléctricos están alcanzado con un IVA de importaciones de cero y exento del gravamen arancelario. Esta política podría ampliarse para autos flexibles y otros repuestos y auto partes.

Para contener la falta de dólares, el sector público está cediendo su iniciativa productiva al sector privado, pero corre el riesgo de volverse más dependiente y ser desplazado en algún momento.

 (*)Omar Velasco Portillo es economista

Temas Relacionados

Comparte y opina:

La (ir)racionalidad de comprar dólares

La especulación de dólares ha favorecido únicamente a librecambistas y algunos grupos de poder económico

Omar Velasco Portillo

/ 22 de febrero de 2024 / 06:53

El dólar ha vuelto a ser noticia en el país. El tipo de cambio informal ha superado la barrera psicológica de Bs 8. La gente se apresta a buscar la divisa norteamericana pero no la encuentra. El Gobierno reafirma que se ha provisto de la cantidad suficiente. ¿Especulación o crisis? ¿Cuántos dólares necesita la economía para funcionar? ¿Conviene comprar dólares a este precio? ¿Quiénes se benefician? ¿Quiénes son los que presionan el tipo de cambio y por qué? Las respuestas, en 4.000 caracteres.

El dinero se usa para tres fines esenciales: realizar transacciones, atesorar riqueza y especular. La economía boliviana no necesita de muchos dólares para operar con normalidad. La demanda transaccional de bolivianos —medida por la absorción interna— es cuatro veces más grande que la de dólares, que se utiliza para financiar importaciones. En el sistema financiero, por cada boliviano que se deposita en moneda extranjera hay nueve en cuentas en bolivianos. Si las importaciones se cubren —en su mayor parte— por las exportaciones y si nos abstraemos de las otras cuentas externas, la demanda transaccional de dólares está dada por el déficit comercial, que el año pasado llegó a $us 585 millones. Sin embargo, la pérdida de reservas internacionales (RIN) fue mayor en $us 1.500 millones. ¿Dónde fue a parar el resto de dólares?

Lea también: El bloqueo del bloqueo

La especulación es un acto financiero racional pero indigno. Es el arte de crear dinero con más dinero. Comprar barato para luego venderlo caro. Los operadores de la bolsa se dedican a buscar puntos de ruptura en los precios activos financieros. Una vez que lo hacen, apuestan su dinero a una tendencia (alcista o bajista). Si un especulador boliviano espera que el tipo de cambio continúe subiendo, aumentará su demanda hoy, esperando poder revender el mismo dólar en el futuro a un precio más alto. Este acto produce escasez. Durante la gestión 2023 hubo una demanda extraordinaria de más de $us 1.500 millones que hizo caer las RIN, lo que no se debe a transacciones ni ahorro en dólares en el sistema financiero. Al no haber la suficiente disponibilidad de divisas en el mercado, el precio paralelo comenzó a despegarse del oficial formando un mercado negro o bien fortaleciendo al que ya había.

Los bancos también especulan con el dinero de la gente. Cuando la liquidez en moneda extranjera comenzó a bajar y los bancos ya no recibían la misma dotación de dólares del BCB, dejaron de vender divisas al público e implantaron un cepo cambiario para contener los retiros de depósitos. Con más de $us 300 millones en sus bóvedas al presente, ¿por qué no devuelven los dólares de la gente? Para proveerse de dólares, los bancos tuvieron que pagar un tipo de cambio preferencial más alto a los exportadores, pero al no poder vender por encima del oficial (Bs 6,96), incrementaron las comisiones de transferencias al exterior a sus clientes que realizan importaciones. El cobro de comisiones subió entre 8% y 26%, muy por encima del 2% que cobra el BCB por la misma operación a los bancos privados. En 2023, los ingresos brutos por comisiones sumaron más de Bs 3.000 millones adicionales y explican buena parte de las jugosas utilidades de toda la banca, de Bs 2.000 millones. ¡Todo un récord!

Una parte de la población boliviana también está estocando dólares en su colchón y con sus acciones contribuye a la especulación de manera inconsciente. El posicionamiento de noticias negativas sobre la salud de la economía ha creado un clima de nerviosismo en la población y alentado un nuevo brote especulativo. Algunos ciudadanos incautos, en el afán de proteger sus ahorros de una potencial devaluación del boliviano, se han asomado al mercado negro en busca de dólares. Por asombroso que parezca, estos agentes omiten en su cálculo que por cada $us 100 que compran en el paralelo, están perdiendo más de Bs 100 al cambio actual. En el margen, los ahorristas dolarizados informales no están ganando, sino que se están asegurando una potencial menor pérdida.

Su actuar no solo es irracional a nivel individual, sino también colectivo. Con sus conductas reducen la disponibilidad de dólares de la economía para aquellos agentes que realmente necesitan realizar transacciones, y acentúan la escasez de divisas, siendo los responsables últimos de la pérdida de valor del boliviano en el mercado paralelo. La especulación de dólares ha favorecido únicamente a librecambistas y algunos grupos de poder económico que concentran las exportaciones, en desmedro de la mayoría de los bolivianos.

(*) Omar Velasco Portillo es economista

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Últimas Noticias