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Thursday 23 Jan 2025 | Actualizado a 03:00 AM

Dos trayectorias divergentes: Visión global (I)

Bolivia puede ganar con una política exterior inteligente, informada y hábil

Jaime Jordán Costantini

/ 11 de agosto de 2023 / 07:31

Sorprende las ironías que ofrece la historia de Bolivia sobre lo cambiantes que son algunos liderazgos políticos y lo subalternos que resultan sus creencias ideológicas y políticas.

1985 fue un año de buscar nuevos caminos para la economía nacional. De acuerdo con las series del Madisson Project, entre 1977 y 1985, el PIB por persona de Bolivia se redujo en 19%, en un contexto acompañado por una alta inflación. La respuesta fue modificar radicalmente el importante papel que el Estado cumplía en la economía. Lo irónico es que un gobierno del MNR, constructor del Estado no liberal, aceptara que la causa de los males económicos, en 1985, fuera la acción pública en la economía. La respuesta fue implementar la Nueva Política Económica (NPE) con el célebre Decreto Supremo 21060.

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La NPE buscaba el equilibrio fiscal con una política monetaria restrictiva y confiando el crecimiento de la economía a la gran apertura a la iniciativa privada nacional y extranjera. Era la solución para los males del país. Persistirían en la misma fórmula ocho mandatos presidenciales. En 2003, el experimento liberal colapsaría en medio de una crisis política acompañada de una violenta represión.

Para 2003, el PIB por persona seria equivalente al de 1977, lo que significa que al país le tomó 25 años recuperar los niveles de producción de 1977.  La tasa de crecimiento del PIB por persona, entre 1985 y 2003, fue de 1,1% al año. De acuerdo con las tablas de la Universidad de Pensilvania, en ese periodo la inversión fue en promedio apenas del 12% anual de la demanda agregada. ¡Fue el nivel de inversión más bajo del último medio siglo de la historia económica de Bolivia! En 2002, el déficit fiscal de 8,5% del PIB. En síntesis, después de haber realizado una profunda, dolorosa y larga operación quirúrgica el paciente padecía los mismos males que 18 años antes. Fue el epílogo del experimento liberal.

A partir de 2006, con el MAS en el poder, se ejecutan políticas posliberales basadas en un modelo económico y social comunitario donde se recupera el papel de Estado en la economía y se aplica una política fiscal activa, que se orienta a capturar una cantidad creciente de ingresos públicos derivados de la explotación de los recursos naturales, para ser aplicados por el Estado en el desarrollo del país.

Como resultado de esta política, entre 2006 y 2018 la tasa de crecimiento del PIB por persona fue de 3,2%. El PIB de 2018 fue un 46% más alto que el de 2005. Fue el periodo de mayor número de años de crecimiento económico continuo que se tiene registrados en la historia económica de Bolivia desde 1980. La inversión como porcentaje de la demanda agregada fue en media de 17% anual, en 2006-2018.

¿Qué deparan estas dos trayectorias políticas a futuro? Debemos convenir que el escenario económico nacional e internacional actual no guarda rasgos comunes a los que existieron en 1985; sin embargo, y hasta donde llega mi conocimiento, la corriente liberal no ha presentado una opción política nueva, a no ser volver a insistir en propuestas similares a las de la NPE.

La otra trayectoria política tiene la oportunidad de crear una nueva opción, diferente a las del pasado. En este sentido podría proyectar sus políticas públicas a recibir la influencia de un nuevo contexto internacional. Orientarse a intensificar su inserción internacional con los países de América Latina y Eurasia, sin dejar de prestar atención a los flujos de comercio y cultura existentes con Estados Unidos y Europa Occidental.

Frente a este panorama de competencia internacional entre Occidente y Eurasia, Bolivia puede ganar con una política exterior inteligente, informada y hábil. Desde 2008, se identificó al litio como una fuente para sustituir las exportaciones de hidrocarburos, que le da la posibilidad de insertarse con mayor valor agregado a las corrientes de comercio mundial. Hay un razonable espacio, para el optimismo por el futuro de Bolivia.

(*) Jaime Jordán Costantini es doctor en Economía y docente universitario

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Globalización y Trump

Jaime Jordán Costantini

/ 7 de enero de 2025 / 06:01

El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, con su propio estilo ha lanzado amenazas de elevar aranceles de importación que apuntan directamente a México, Canadá, Unión Europea y China. Estas declaraciones aparentemente ponen fin al orden económico de la globalización. ¿Cuán creíbles son?

Entenderemos por globalización de la economía mundial cuando existe un intenso y libre flujo de bienes y servicios, capital y trabajo entre las diferentes naciones. Entre 1870 y 1913, los historiadores económicos consideraron la primera era global, etapa que se sustentaba en un crecimiento sin precedentes del comercio internacional en un sistema de pagos internacionales basados en el patrón oro.

Para evaluar sus efectos cuantitativos generamos un indicador de la actividad económica de los países industriales en base al PIB por persona de: Alemania, EEUU, Inglaterra, Francia y Japón. Entre 1890 a 1913, el indicador en esos países creció a una tasa de 1,73% al año, ritmo de crecimiento satisfactorio. 

En Bolivia, después del tratado de Paz con Chile en 1905 —en el periodo 1906-1913— el PIB creció en 2,45% al año, un excelente desempeño. Se generó una diversificación de las exportaciones en favor del estaño, frente a la decadencia de la plata. En lo político, después de la revolución federal de 1899, existieron cinco gobiernos liberales que emergieron después de elecciones y con estabilidad política de veinte años. 

Después de la primera guerra mundial, en 1919, hasta el inicio de la segunda guerra mundial, en 1939, se consideró un periodo de desglobalización. El patrón oro y el flujo de comercio exigían cooperación entre países, lo cual no podía sustentarse entre naciones beligerantes. En el periodo interbélico suceden acontecimientos dramáticos en el mundo occidental: la gran crisis de 1929, el surgimiento del fascismo y el advenimiento de la segunda guerra mundial. El comercio mundial se desploma y por muchos años hay un desempleo masivo. Los países industrializados que usamos como indicador crecieron apenas en 1,2%. En Bolivia, en esos años este mismo indicador creció en 1,1%, o sea, a una tasa ligeramente inferior a la de las grandes economías mundiales, pero muy inferior a la época de globalización.

Con el fin de la segunda guerra mundial se construye un nuevo orden mundial, que se conoce como reglobalización basado en los acuerdos de Bretton Woods y se desarman los aranceles y se sustituye el patrón oro por el del dólar. EEUU apoya la reconstrucción europea con el plan Marshall. Adicionalmente, es un periodo donde se construye un estado de bienestar social. Las naciones industrializadas, en base a la muestra que seleccionamos, crecieron en 2,4% del PIB por persona al año. Bolivia tiene un desempeño económico más pobre y creció apenas 1,1% al año.

De lo presentado surgen algunas conclusiones. La primera de ellas es que si las elites de poder mundial optan por economías más cerradas tendrán que pagar un precio y, por tanto, aceptar una tasa de crecimiento económico mundial menor; segundo, para una economía pequeña y muy expuesta a la competencia internacional y centrada en la exportación de materias primas, como la boliviana, el futuro no le deparara grandes oportunidades de crecimiento en un orden económico desglobalizado. 

Tendremos incertidumbres en la administración de Trump y sus declaraciones no aparecen como sólidamente creíbles. Jerome Powell, máximo líder del Banco de la Reserva Federal de EEUU, define las incertezas del momento como entrar en un cuarto oscuro lleno de muebles, donde hay que caminar con cuidado.

(*) Jaime Jordán Costantini es doctor en Economía y docente universitario

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Los padres de la Patria Chapareña

/ 17 de diciembre de 2024 / 06:00

Corría el año 1986, en la Plaza Murillo, el presidente Víctor Paz despedía a una abigarrada multitud de trabajadores mineros relocalizados. Estaban sobre seis camiones contratados por el gobierno. Se dirigían a colonizar Yacuma, en el departamento del Beni. Poco tiempo después volvieron, porque descubrieron que el lugar no tenía ni siquiera una posta sanitaria.

No todos los procesos migratorios de los relocalizados fueron un fracaso. Algunos mineros se dirigieron a la zona del Chapare. Su conocimiento de esta área se derivó de competencias futbolísticas realizadas en el Chapare, con antiguos mineros avecindados antes de la relocalización.

El vocablo Patria tiene un uso apropiado en las presentes líneas. De acuerdo al Diccionario de la lengua española patria es: Tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos.

Los habitantes de la Patria Chapareña (en adelante PCH) son indígenas y mestizos dominantemente quechuas. En la PCH lograron sobrevivir después de quedarse sin trabajo. Se estructuró un sistema económico que contemplaba las reglas para el funcionamiento de las redes de producción de hoja de coca y, posteriormente, otros productos como pasta base y droga refinada. Se establecieron los mecanismos financieros para sustentar este esquema. Y —lo más importante— los directivos de la PCH se relacionaron con los poderes políticos del país, para permitir la comercialización nacional e internacional de su producción.

Era de conocimiento público la relación de connivencia entre el poder político en Bolivia y la PCH en gran parte de la era liberal de 1985-2005.  Como en esos años no existía gran generación de dólares, estas exportaciones de la PCH eran bienvenidas. De esta realidad tenía clara conciencia el mundo empresarial y no pocos emprendedores se beneficiaron y participaron en proyectos financiados por dólares originados en la PCH.

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El padre fundador de la PCH fue sin duda la NPE y el DS 21060, no por las medidas de estabilización de precios, sino por la ausencia de políticas para solucionar la masiva relocalización de trabajadores mineros. Una paternidad que también aceptó una producción perniciosa y un ambiente poco ético. La PCH no sólo se alimentó de mineros relocalizados, también migraron al Chapare agricultores de los valles de Cochabamba. La apertura económica favoreció las importaciones alimenticias que afectaron a los productores del Valle.

Llegó un momento en que EEUU presionó al Estado boliviano para cambiar las tendencias expansivas de la PCH. Las élites inventaron programas de sustitución de cultivos, sin resultados significativos.

En este nuevo contexto, las élites conservadoras de Bolivia —tal cual vírgenes vestales— rasgan sus vestiduras y comienzan a adorar el fuego eterno de la lucha contra la droga, la corrupción y otros males. Este tipo de actitudes muestra la hipocresía de las clases dominantes bolivianas y su total falta de valores más por su amoralidad que por su inmoralidad.

Este comportamiento debe ser puesto en el primer orden del día en el debate que surgirá en la campaña electoral que se aproxima, en 2025. Están apareciendo programas económicos de la derecha que prometen ajustes económicos con alto desempleo, un gran nivel de endeudamiento con el FMI y una destrucción de las conquistas populares alcanzadas desde 2005 en adelante.

Hay muchas interrogantes a las propuestas de la derecha, pero hay una en particular que quiero destacar: ¿cómo los ajustes se lograrán sin expandir la PCH?  mejor todavía: ¿se crearán más PCH en otras regiones; por ejemplo PCH1, PCH2… PCHN para combatir el alto desempleo? ¿Cuál sería la reacción de los poderes fácticos extranjeros frente a esta situación? Son interrogantes para el debate político y económico que se viene.

Jaime Jordán Costantini es doctor en Economía y docente universitario.

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Los ‘Animal Spirits’ y la burguesía cruceña

Jaime Jordán Costantini

/ 22 de septiembre de 2024 / 08:24

«(…) si los Animal Spirits (en adelante AS, Espíritus Animales, en español) se atenúan y el optimismo espontáneo flaquea, dejándonos depender únicamente de una expectativa matemática, la empresa fracasará y morirá”. J. M. Keynes.

En lo queda del primer mandato del presidente Luis Arce se distinguen dos senderos posibles para el país. Uno, claramente definido por el MAS-chapareño-cocalero, que busca la interrupción del actual mandato constitucional y la aceptación de la candidatura de Evo Morales. La otra vía consiste en que la competencia democrática por programas económicos resuelva el destino del poder en 2025.

La primera vía ofrece enfrentamientos, convulsión política, caos e incertidumbre,  con los consecuentes riesgos de sepultar el sistema democrático y sustituirlo por un liderazgo mesiánico que pretenda eternizarse en el poder. No interesa enfrentar los problemas económicos del presente; por el contrario, el propósito sería precipitar al país al caos económico. El segundo camino procura una competencia democrática de las distintas fuerzas políticas, en base a sus programas de gobierno.  

El actual gobierno avanzó en bastantes direcciones y —sobre todo— en las más críticas como solucionar las restricciones externas al desarrollo, encontrando fuentes alternativas de generación de excedentes públicos y con una política petrolera de exploración, contrastando con el vacío que en esta materia se tuvo. Otro componente es la política de sustitución de importaciones.

Al mismo tiempo, la localización de reservas y los acuerdos suscritos con Brasil han puesto de relieve una nueva oportunidad de desarrollo regional para el país, que me atrevería a llamar la marcha hacia el norte. En los departamentos de La Paz y Pando se establecerán inversiones para desarrollo petrolero e industrial, para producir fertilizantes para exportar a Brasil. En esa región se identificarán nuevos frentes de actividad como el agro negocio, donde la experiencia adquirida por cerca de 50 años de los empresarios cruceños será vital.

Recordemos que, a partir de la década del 50, la Marcha hacia el Oriente permitió conquistar territorios que ahora albergan al primer centro urbano del país, cuyo PIB regional representa la tercera parte del PIB nacional.  Además, se estructuró y desarrolló una burguesía nacional emprendedora, diversificando exportaciones y creando oportunidades de desarrollo. Los componentes de esta clase social no son solo ciudadanos oriundos de Santa Cruz, también debe incluirse a otros migrantes que —en conjunto— formaron una pléyade de emprendedores. Hay bastantes historias de éxitos y también de fracasos, pero esa región es testigo de la construcción de un capitalismo privado levantado a través de dos o tres generaciones.

Este capitalismo es diferente al que existía en el pasado. En general, son personas con alta emotividad para asumir riesgos, apasionadas y con instinto. Marchan a su propio ritmo y son altamente dependientes y sensitivos de la salud de sus AS.

El concepto los AS fue acuñando por J. M. Keynes en su libro Teoría general del empleo, el interés y el dinero. Él lo utilizó para describir como las emociones influencian en el comportamiento económico. Un saludable AS crea un ambiente de confianza y fe, prerrequisito para las decisiones económicas más que la lógica cuantitativa.

En cierto sentido, la burguesía cruceña es análoga a la selva alrededor de la cual conviven con animales salvajes, se considera parte del ecosistema económico que le moldea y le fertiliza. No se sentirán sanos fuera de ella. Una nueva columna de la burguesía cruceña marcha en el norte del país pertrechada de las armas de AS que serán muy buenas para la macroeconomía boliviana.

Jaime Jordán Costantini
es doctor en Economía y docente universitario.

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Fun Club

El cepo cambiario es el término coloquial que se usa en la Argentina para referirse a las restricciones a la compra de dólares

Jaime Jordán Costantini

/ 27 de agosto de 2024 / 10:21

El anglicismo Fan Club significa el seguimiento fanático a determinadas estrellas del rock u otros géneros musicales; por tanto, es un medio para divertirse y pasarla bien.

Este anglicismo se puede aplicar a los problemas cotidianos de la vida social y política. En efecto, existe un Fun Club boliviano que tiene por estrella a Milei. Su ritmo favorito es la defensa de políticas conservadoras para reducir el papel del Estado en la economía. Postula abiertamente que ni la educación, ni la salud son derechos ciudadanos; por tanto, no deberían destinarse recursos públicos para este propósito, y que la solución de los males económicos está en cerrar las empresas públicas y despedir a 200.000 empleados.

Lea: La recuperación del ideario liberal

Lo más notable de este Fun Club y muchos de sus congéneres es su habilidad de difundir fake news por prensa y redes para generar incertidumbre en la población. El ejemplo más reciente fue hacer creer que el Gobierno boliviano establecería un sistema de control de cambios, falacia que se fue expandiendo y llegó a los oídos de los líderes empresariales, quienes manifestaron que no aceptarían este sistema.

En las reuniones entre el Gobierno y los empresarios ninguna autoridad tocó este tema, lo que obligó a sus representantes a pedir disculpas a las autoridades por este falso rumor que llevó a algunos a rechazar algo inexistente. El propósito de esta fake news fue obvio: hacer fracasar estrepitosamente el encuentro Gobierno/empresarios, lo cual no sucedió.

Sin embargo, las fuerzas conservadoras del país que tanto ensalzan las medidas de Milei dejan ver su falta de conocimiento de lo que acontece en Argentina; para ellos, seguir una corriente ideológica es entretenimiento, más que un método para plantear políticas públicas.

El Fun Club boliviano cree estar escuchando correctamente el ritmo de su súper estrella Milei; sin embargo, como veremos a continuación, en Argentina cantan una sinfonía diferente. El gobierno “libertario” argentino aplica una política cambiaria que se fundamenta en el control de cambios, con un sistema de cambios múltiples. El cambio oficial está sujeto a un conjunto de limitaciones a la compra de moneda extranjera, a las personas y empresas en el Mercado Único y Libre de Cambios. Eso incluye límites a las transferencias al extranjero y restricciones en el acceso de operaciones de cambio.

El cepo cambiario es el término coloquial que se usa en la Argentina para referirse a las restricciones a la compra de dólares. Esa tasa de cambio “ilegal” y denominada dólar blue es nada más que el valor del dólar en pesos argentinos definido de forma extraoficial, lo cual no es fiscalizado por el Banco Central de Argentina.

En este orden económico que pretende dar “libertad a los argentinos”, a los ciudadanos se les permite tener solamente $us 200 al mes, previo cumplimiento de un sinnúmero de condiciones y papeleos.

Lo más sorpresivo es que Milei en un discurso a los empresarios afirmó que con el cepo cambiario se puede crecer económicamente y seguirá vigente en ese país. Este ídolo de los libertarios bolivianos tiene a la economía argentina con reservas internacionales negativas por $us 6.000 millones y sostiene que esto no es un problema (¿?), ya que en 2025 pretende refinanciar cerca de $us 9.000 millones. Esta es la forma en que los libertarios argentinos continúan deteriorando la situación económica del vecino país.

¿Y qué pasa con el Fun Club boliviano? Muy entretenidos haciendo declaraciones doctas en la prensa y en las redes sobre los principios del libertarismo y el mercado de cambio. Claro, las explicaciones son a nivel de kindergarten, es solo diversión, mientras su estrella está cantado a un ritmo diferente. ¡Caramba, parecen deficiencias auditivas graves las del Fun Club boliviano!

(*) Jaime Jordán Costantini es doctor en Economía y docente universitario

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La recuperación del ideario liberal

La nueva versión del Partido Liberal resucitado precisa reflexionar sobre nuestra realidad para orientarse a soluciones reales

Jaime Jordán Costantini

/ 26 de junio de 2024 / 09:55

El proyecto de Milei es crear un sistema económico con las características que existía en la gloriosa década de los 80 del siglo XIX, en Argentina. Atribuye el inicio de la decadencia económica de Argentina al presidente Hipólito Yrigoyen, quien propuso al Congreso la jornada de trabajo de ocho horas, el descanso dominical y creó el Ministerio de Salud. La férrea oposición conservadora del Congreso argentino de entonces impidió que se aprobaran las leyes propuestas por Yrigoyen. Recién en 1949, con el primer gobierno peronista, se logró la aprobación de esas leyes de protección a los trabajadores.

La historia de Bolivia es otra. El presidente Bautista Saavedra —apodado El Cholo— iniciaría su mandato en 1920, después de derrocar al último presidente liberal que cerró dicho ciclo político. La diferencia más saliente de Saavedra con los liberales fue su política de solidaridad interclases sociales, su apertura a permitir los sindicatos y dar atisbos de protección al sector laboral. Emergen de allí las desavenencias con los empresarios mineros en diversos tópicos. Fue el punto de inicio de una larga lucha por el poder, que finalmente culminaría con la revolución de 1952.

Revise: Ironías de la historia boliviana

Los liberales bolivianos que están emergiendo son una copia mímica en relación a las propuestas de Milei. Se trata simplemente de resucitar el Partido Liberal que murió hace un siglo, que fue defensor de ignominiosas instituciones heredadas del pasado colonial. 

La premisa básica de los liberales del presente es que los problemas económicos de Bolivia son resultado de un aparato estatal grande que no puede sustentarse. Antonio Saravia, líder del Partido Liberal, en una exposición en la TV propuso que se redujera la cantidad de empleados públicos, despidiendo a 200.000. Imitando la propuesta de Milei, expresó que la educación y la salud pública no son un derecho ciudadano; por tanto, sugirió privatizarlas. Eso significa que si usted tiene que hacerse una cirugía que cuesta $us 10.000 y no dispone de ese dinero, sencillamente se muere.

En un país democrático como Bolivia, la postulación de ideas liberales del siglo XIX está amparada en la libertad de expresión, que permite que se expresen ideas aun cuando se basen en una idea fantasiosa de la realidad nacional. Por ejemplo, Saravia sostiene que el Estado representa 80% de la economía. El gasto público en Bolivia, en 2022, fue de 34% del PIB. Este mismo indicador es de 42,5% en Argentina. La inversión privada en Bolivia, entre 1988 y 2021, fue el 47% de la inversión total, un porcentaje altamente significativo. En una entrevista en el programa de Óscar Ortiz, en Santa Cruz, Saravia declaró que Bolivia tiene 80 años de estatismo. Esto no es cierto, ya que entre 1985 y 2005 existieron 20 años de libre mercado. Pero el aliento a la inversión privada no solo se dio en el período 1985-2005. En los gobiernos militares de Banzer y Barrientos se promovió fuertemente la iniciativa privada. 

Otro tema recurrente de los liberales actuales es abrir la economía a la competencia internacional para que el consumidor se beneficie del consumo de productos extranjeros. Esta es la sugerencia más extraña, ya que es difícil encontrar una economía con las fronteras más abiertas a la competencia internacional que la boliviana.

En resumen, la nueva versión del Partido Liberal resucitado precisa reflexionar sobre nuestra realidad para orientarse a soluciones reales, en vez de fantasías o copias de lo que dice o hace Milei. Personalmente estoy interesado en conocer una buena justificación del por qué resulta oportuno revivir un partido político sepultado hace más de 100 años, liderado por personajes de tan triste trayectoria como Ismael Montes, que como presidente suscribió el Tratado de Paz con Chile, que nos privó del litoral.

(*) Jaime Jordán Costantini es doctor en Economía y docente universitario

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