Dos trayectorias divergentes: Visión global (I)
Bolivia puede ganar con una política exterior inteligente, informada y hábil
Jaime Jordán Costantini
Sorprende las ironías que ofrece la historia de Bolivia sobre lo cambiantes que son algunos liderazgos políticos y lo subalternos que resultan sus creencias ideológicas y políticas.
1985 fue un año de buscar nuevos caminos para la economía nacional. De acuerdo con las series del Madisson Project, entre 1977 y 1985, el PIB por persona de Bolivia se redujo en 19%, en un contexto acompañado por una alta inflación. La respuesta fue modificar radicalmente el importante papel que el Estado cumplía en la economía. Lo irónico es que un gobierno del MNR, constructor del Estado no liberal, aceptara que la causa de los males económicos, en 1985, fuera la acción pública en la economía. La respuesta fue implementar la Nueva Política Económica (NPE) con el célebre Decreto Supremo 21060.
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La NPE buscaba el equilibrio fiscal con una política monetaria restrictiva y confiando el crecimiento de la economía a la gran apertura a la iniciativa privada nacional y extranjera. Era la solución para los males del país. Persistirían en la misma fórmula ocho mandatos presidenciales. En 2003, el experimento liberal colapsaría en medio de una crisis política acompañada de una violenta represión.
Para 2003, el PIB por persona seria equivalente al de 1977, lo que significa que al país le tomó 25 años recuperar los niveles de producción de 1977. La tasa de crecimiento del PIB por persona, entre 1985 y 2003, fue de 1,1% al año. De acuerdo con las tablas de la Universidad de Pensilvania, en ese periodo la inversión fue en promedio apenas del 12% anual de la demanda agregada. ¡Fue el nivel de inversión más bajo del último medio siglo de la historia económica de Bolivia! En 2002, el déficit fiscal de 8,5% del PIB. En síntesis, después de haber realizado una profunda, dolorosa y larga operación quirúrgica el paciente padecía los mismos males que 18 años antes. Fue el epílogo del experimento liberal.
A partir de 2006, con el MAS en el poder, se ejecutan políticas posliberales basadas en un modelo económico y social comunitario donde se recupera el papel de Estado en la economía y se aplica una política fiscal activa, que se orienta a capturar una cantidad creciente de ingresos públicos derivados de la explotación de los recursos naturales, para ser aplicados por el Estado en el desarrollo del país.
Como resultado de esta política, entre 2006 y 2018 la tasa de crecimiento del PIB por persona fue de 3,2%. El PIB de 2018 fue un 46% más alto que el de 2005. Fue el periodo de mayor número de años de crecimiento económico continuo que se tiene registrados en la historia económica de Bolivia desde 1980. La inversión como porcentaje de la demanda agregada fue en media de 17% anual, en 2006-2018.
¿Qué deparan estas dos trayectorias políticas a futuro? Debemos convenir que el escenario económico nacional e internacional actual no guarda rasgos comunes a los que existieron en 1985; sin embargo, y hasta donde llega mi conocimiento, la corriente liberal no ha presentado una opción política nueva, a no ser volver a insistir en propuestas similares a las de la NPE.
La otra trayectoria política tiene la oportunidad de crear una nueva opción, diferente a las del pasado. En este sentido podría proyectar sus políticas públicas a recibir la influencia de un nuevo contexto internacional. Orientarse a intensificar su inserción internacional con los países de América Latina y Eurasia, sin dejar de prestar atención a los flujos de comercio y cultura existentes con Estados Unidos y Europa Occidental.
Frente a este panorama de competencia internacional entre Occidente y Eurasia, Bolivia puede ganar con una política exterior inteligente, informada y hábil. Desde 2008, se identificó al litio como una fuente para sustituir las exportaciones de hidrocarburos, que le da la posibilidad de insertarse con mayor valor agregado a las corrientes de comercio mundial. Hay un razonable espacio, para el optimismo por el futuro de Bolivia.
(*) Jaime Jordán Costantini es doctor en Economía y docente universitario