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Thursday 13 Feb 2025 | Actualizado a 02:57 AM

Luchonomics

Jaime Jordán Costantini

/ 5 de noviembre de 2023 / 00:33

El nuevo ministro de Economía que tomaba posesión del cargo el 22 de enero de 2006 debía enfrentar la elevada concentración del ingreso en favor del gran capital comprometido con el orden liberal desde 1985, acentuada por la desapropiación pública que significó la capitalización de empresas públicas. El proyecto político liberal fue combatido y derrotado por el bloque popular organizado y liderado por el MAS-IPSP y el Pacto de Unidad, que culminó con el ascenso al gobierno.

Estar en el gobierno no era sinónimo de conquistar el poder. Se requería aprovechar la correlación de fuerzas para hacer cambios radicales en la organización económica del país a favor del pueblo. No fue una tarea tecnocrática, sino estratégica y de fuerte contenido político.

Desde el comando de la economía, esto representó: 1) ejercer un liderazgo fuerte, con carácter y competencia profesional, y lograr el ascenso de un amplio equipo de trabajadores en el área pública y en las fuerzas populares que estaban en la trinchera política; 2) recuperar los derechos de propiedad del Estado y enfrentarse a los grandes grupos económicos que se beneficiaron de la desapropiación pública; 3) actuar con una política fiscal activa para ejecutar medidas redistributivas; y 4) obtener una clara subordinación de la política monetaria que ejecute el Banco Central.

La nacionalización fue el mecanismo para recuperar el patrimonio público después de la capitalización. El liderazgo de un economista como Luis Arce era importante en este contexto. Recordemos que las empresas capitalizadas fueron liquidadas a un valor inferior a su valor de mercado y se sabía que éste aumentaría; por tanto, recomprarlas al ínfimo valor en que fueron rematadas era un excelente negocio para quienes participaron de éste. Las condiciones políticas le daban al nuevo gobierno la potestad de negociación frente a los intereses extranjeros beneficiados con el espurio negocio de la capitalización. La nacionalización tuvo un efecto positivo en la política fiscal y el involucramiento del ministro de Economía en este proceso fue desde el más importante al menor de los detalles de la recuperación de la propiedad de YPFB, Entel, ENDE y otras compañías públicas.

La ejecución de una política fiscal soberana y de distribución del ingreso a las grandes mayorías que le habían confiado el poder fue permanente. Significó un cambio radical del orden liberal, caracterizado por continuos déficits fiscales y dependiente de la ayuda del FMI para pagar salarios. La política fiscal soberana permitió, entre 2006 y 2019, reducir la pobreza extrema en más de la mitad, de 38,2% de la población en 2005 a 15,2% en 2018; mientras que la pobreza moderada también cayó de 60,6% en 2005 a 34,6% en 2018. Se creó una serie de instrumentos de redistribución como la Renta Dignidad, el Bono Juancito Pinto y el aumento sostenido del salario mínimo, alcanzando una de las tasas de desempleo más bajas de América Latina. Gran parte de estos logros fueron resultado de una alta tasa de crecimiento, con una reactivación económica sustentada en un programa de inversiones. En los siguientes años, el régimen ganaría ampliamente cuatro contiendas electorales que demostraron el claro respaldo ciudadano a sus políticas.

La voz del ministro de Economía retumbaría fuerte y contundente en las reuniones del “grupo macro”. que definía las políticas económicas. Las medidas se orientaron a bolivianizar la economía, con una serie de medidas como tasas impositivas a las transacciones en dólares y el ajuste de las tasas de encaje. Se creó la certidumbre que el gobierno tenía la capacidad de administrar la economía con crecimiento económico. Se debía dar un mensaje fuerte a la comunidad empresarial, que no habría un desborde inflacionario y las realidades de mercado evaluarían sus derechos de propiedad y no operaciones especulativas. La acumulación de reservas internacionales permitiría en 2013 soportar la caída de los términos de intercambio y hacer políticas contracíclicas para no sacrificar los niveles de actividad económica, empleo y salarios.

Queda un largo camino por recorrer en un proyecto político creativo y de múltiples iniciativas, donde la estabilidad de precios seguirá siendo uno de los objetivos no negociables del gobierno popular. Se crearán oportunidades de empleo con una política de sustitución de importaciones, será permanente la tarea de reducir la pobreza y aprovechar las oportunidades que ofrece una nueva inserción internacional en un mundo multipolar.

 Jaime Jordán Costantini es doctor en economía y docente universitario.

 

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Estabilidad de precios y desarrollo económico

Jaime Jordán Costantini

/ 31 de enero de 2025 / 06:00

El inicio de la campaña electoral permitió que la ciudadanía se informe de las propuestas de política económica de los posibles candidatos para solucionar algunos de los problemas actuales. Un programa para lograr estabilidad y desarrollo económico debe abordar tres temas: evaluar las condiciones iniciales, el plazo para estabilizar los precios con las medidas propuestas y el tiempo que demorará a la economía recuperar su nivel de crecimiento anterior a las medidas. Son interrogantes complejas que en estas pocas líneas se tratarán, con base en la experiencia de dos programas de estabilización: El plan Eder (PE), aplicado en 1956, en el gobierno del presidente H. Siles, y el Decreto 21060, de 1985.

Las condiciones iniciales del PE fueron aplicadas para controlar una inflación de 150% al año registrada en 1956. Antes de su aplicación se tenía un sistema de múltiples tasas de cambio, una reducción de la producción agrícola por efecto de la reforma agraria y mal desempeño de Comibol. El país había agotado sus reservas internacionales y tenía pesadas deudas externas asumidas desde la Guerra del Chaco. Entre 1952 y 1956, el PIB cayó 4,2%.

El 21060 fue aplicado en condiciones iniciales severas. Desde 1978, a finales del gobierno de Banzer, el país enfrentó problemas de gran endeudamiento y caídas de las exportaciones. Entre 1978 y 1982, se sucedieron ocho gobiernos (dos civiles), que duraron seis meses en promedio. El primer gobierno electo en 1982 fue presidido por H. Siles, quien —en medio de presiones políticas y profunda crisis— acortó su mandato y convocó a elecciones para luego entregar el poder a Víctor Paz, en 1985, artífice de la Nueva Política Económica y del conocido 21060, aplicado para enfrentar la hiperinflación y el desorden económico. En este periodo, el PIB por persona se redujo —entre 1978 y 1985— en 19%, caída más alta en la historia de Bolivia.

En ambos programas se controló la inflación. Después de 1957, la inflación estuvo entre 12% y 13%. Los resultados del 21060 —en términos de inflación— fueron rápidos y permitieron estabilizar los precios. Las medidas aplicadas fueron similares: disminución de la liquidez con restricciones a la política monetaria y fiscal. Y la diferencia fue la política cambiaria: el PE optó por una tasa de cambio fija de 12.000 pesos por dólar por varios años. El 21060 optó por una tasa de cambio variable y deslizante, mediante un esquema de remate de dólares del Banco Central.

A la economía le tomó 16 años recuperar los niveles del PIB de 1952 con el PE. En el caso del 21060, la economía retomó el nivel del PIB por persona, de 1978, recién en 2004, después de 26 años, lo que derivó en una concentración severa de la renta, generando crisis política y polarización.

La información que presento enseña algo importante: la estabilidad de precios se logra rápidamente y es una condición necesaria para conducir al país al crecimiento. Pero si esta estabilidad se consigue con desempleo, destrucción de capital privado y restricciones graves de demanda, la recuperación económica puede ser lenta, generar mayor desigualdad y crear procesos de polarización política.

Actualmente, escuchamos enfoques radicales para evaluar la situación actual, comparándola con 1985, dando a entender que se requieren fuertes choques fiscales y monetarios. Doria Medina declaró que la inflación en Argentina es más baja que en Bolivia, afirmación alejada de la realidad. Saravia, líder del Partido Liberal, declaró que despedirá a 200.000 empleados públicos. Manfred está de acuerdo con solo 12 ministerios. ¿Cuál es el diagnóstico inicial que enfrentará el gobierno que asuma el poder en 2025, que establezca sólidamente y con cifras que actualmente la situación es peor que en 1985?

Aparentemente, estos posibles candidatos aplicarían medidas radicales en política monetaria y fiscal, cuyos efectos harían que la economía demore años o décadas en retomar su ritmo actual de crecimiento y distribución de la riqueza. Poca prudencia de algunos, con su abierto llamado a políticas económicas contraccionistas.

*Es doctor en Economía y docente universitario.

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Globalización y Trump

Jaime Jordán Costantini

/ 7 de enero de 2025 / 06:01

El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, con su propio estilo ha lanzado amenazas de elevar aranceles de importación que apuntan directamente a México, Canadá, Unión Europea y China. Estas declaraciones aparentemente ponen fin al orden económico de la globalización. ¿Cuán creíbles son?

Entenderemos por globalización de la economía mundial cuando existe un intenso y libre flujo de bienes y servicios, capital y trabajo entre las diferentes naciones. Entre 1870 y 1913, los historiadores económicos consideraron la primera era global, etapa que se sustentaba en un crecimiento sin precedentes del comercio internacional en un sistema de pagos internacionales basados en el patrón oro.

Para evaluar sus efectos cuantitativos generamos un indicador de la actividad económica de los países industriales en base al PIB por persona de: Alemania, EEUU, Inglaterra, Francia y Japón. Entre 1890 a 1913, el indicador en esos países creció a una tasa de 1,73% al año, ritmo de crecimiento satisfactorio. 

En Bolivia, después del tratado de Paz con Chile en 1905 —en el periodo 1906-1913— el PIB creció en 2,45% al año, un excelente desempeño. Se generó una diversificación de las exportaciones en favor del estaño, frente a la decadencia de la plata. En lo político, después de la revolución federal de 1899, existieron cinco gobiernos liberales que emergieron después de elecciones y con estabilidad política de veinte años. 

Después de la primera guerra mundial, en 1919, hasta el inicio de la segunda guerra mundial, en 1939, se consideró un periodo de desglobalización. El patrón oro y el flujo de comercio exigían cooperación entre países, lo cual no podía sustentarse entre naciones beligerantes. En el periodo interbélico suceden acontecimientos dramáticos en el mundo occidental: la gran crisis de 1929, el surgimiento del fascismo y el advenimiento de la segunda guerra mundial. El comercio mundial se desploma y por muchos años hay un desempleo masivo. Los países industrializados que usamos como indicador crecieron apenas en 1,2%. En Bolivia, en esos años este mismo indicador creció en 1,1%, o sea, a una tasa ligeramente inferior a la de las grandes economías mundiales, pero muy inferior a la época de globalización.

Con el fin de la segunda guerra mundial se construye un nuevo orden mundial, que se conoce como reglobalización basado en los acuerdos de Bretton Woods y se desarman los aranceles y se sustituye el patrón oro por el del dólar. EEUU apoya la reconstrucción europea con el plan Marshall. Adicionalmente, es un periodo donde se construye un estado de bienestar social. Las naciones industrializadas, en base a la muestra que seleccionamos, crecieron en 2,4% del PIB por persona al año. Bolivia tiene un desempeño económico más pobre y creció apenas 1,1% al año.

De lo presentado surgen algunas conclusiones. La primera de ellas es que si las elites de poder mundial optan por economías más cerradas tendrán que pagar un precio y, por tanto, aceptar una tasa de crecimiento económico mundial menor; segundo, para una economía pequeña y muy expuesta a la competencia internacional y centrada en la exportación de materias primas, como la boliviana, el futuro no le deparara grandes oportunidades de crecimiento en un orden económico desglobalizado. 

Tendremos incertidumbres en la administración de Trump y sus declaraciones no aparecen como sólidamente creíbles. Jerome Powell, máximo líder del Banco de la Reserva Federal de EEUU, define las incertezas del momento como entrar en un cuarto oscuro lleno de muebles, donde hay que caminar con cuidado.

(*) Jaime Jordán Costantini es doctor en Economía y docente universitario

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Los padres de la Patria Chapareña

/ 17 de diciembre de 2024 / 06:00

Corría el año 1986, en la Plaza Murillo, el presidente Víctor Paz despedía a una abigarrada multitud de trabajadores mineros relocalizados. Estaban sobre seis camiones contratados por el gobierno. Se dirigían a colonizar Yacuma, en el departamento del Beni. Poco tiempo después volvieron, porque descubrieron que el lugar no tenía ni siquiera una posta sanitaria.

No todos los procesos migratorios de los relocalizados fueron un fracaso. Algunos mineros se dirigieron a la zona del Chapare. Su conocimiento de esta área se derivó de competencias futbolísticas realizadas en el Chapare, con antiguos mineros avecindados antes de la relocalización.

El vocablo Patria tiene un uso apropiado en las presentes líneas. De acuerdo al Diccionario de la lengua española patria es: Tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos.

Los habitantes de la Patria Chapareña (en adelante PCH) son indígenas y mestizos dominantemente quechuas. En la PCH lograron sobrevivir después de quedarse sin trabajo. Se estructuró un sistema económico que contemplaba las reglas para el funcionamiento de las redes de producción de hoja de coca y, posteriormente, otros productos como pasta base y droga refinada. Se establecieron los mecanismos financieros para sustentar este esquema. Y —lo más importante— los directivos de la PCH se relacionaron con los poderes políticos del país, para permitir la comercialización nacional e internacional de su producción.

Era de conocimiento público la relación de connivencia entre el poder político en Bolivia y la PCH en gran parte de la era liberal de 1985-2005.  Como en esos años no existía gran generación de dólares, estas exportaciones de la PCH eran bienvenidas. De esta realidad tenía clara conciencia el mundo empresarial y no pocos emprendedores se beneficiaron y participaron en proyectos financiados por dólares originados en la PCH.

Lea también: Los ‘Animal Spirits’ y la burguesía cruceña

El padre fundador de la PCH fue sin duda la NPE y el DS 21060, no por las medidas de estabilización de precios, sino por la ausencia de políticas para solucionar la masiva relocalización de trabajadores mineros. Una paternidad que también aceptó una producción perniciosa y un ambiente poco ético. La PCH no sólo se alimentó de mineros relocalizados, también migraron al Chapare agricultores de los valles de Cochabamba. La apertura económica favoreció las importaciones alimenticias que afectaron a los productores del Valle.

Llegó un momento en que EEUU presionó al Estado boliviano para cambiar las tendencias expansivas de la PCH. Las élites inventaron programas de sustitución de cultivos, sin resultados significativos.

En este nuevo contexto, las élites conservadoras de Bolivia —tal cual vírgenes vestales— rasgan sus vestiduras y comienzan a adorar el fuego eterno de la lucha contra la droga, la corrupción y otros males. Este tipo de actitudes muestra la hipocresía de las clases dominantes bolivianas y su total falta de valores más por su amoralidad que por su inmoralidad.

Este comportamiento debe ser puesto en el primer orden del día en el debate que surgirá en la campaña electoral que se aproxima, en 2025. Están apareciendo programas económicos de la derecha que prometen ajustes económicos con alto desempleo, un gran nivel de endeudamiento con el FMI y una destrucción de las conquistas populares alcanzadas desde 2005 en adelante.

Hay muchas interrogantes a las propuestas de la derecha, pero hay una en particular que quiero destacar: ¿cómo los ajustes se lograrán sin expandir la PCH?  mejor todavía: ¿se crearán más PCH en otras regiones; por ejemplo PCH1, PCH2… PCHN para combatir el alto desempleo? ¿Cuál sería la reacción de los poderes fácticos extranjeros frente a esta situación? Son interrogantes para el debate político y económico que se viene.

Jaime Jordán Costantini es doctor en Economía y docente universitario.

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Los ‘Animal Spirits’ y la burguesía cruceña

Jaime Jordán Costantini

/ 22 de septiembre de 2024 / 08:24

«(…) si los Animal Spirits (en adelante AS, Espíritus Animales, en español) se atenúan y el optimismo espontáneo flaquea, dejándonos depender únicamente de una expectativa matemática, la empresa fracasará y morirá”. J. M. Keynes.

En lo queda del primer mandato del presidente Luis Arce se distinguen dos senderos posibles para el país. Uno, claramente definido por el MAS-chapareño-cocalero, que busca la interrupción del actual mandato constitucional y la aceptación de la candidatura de Evo Morales. La otra vía consiste en que la competencia democrática por programas económicos resuelva el destino del poder en 2025.

La primera vía ofrece enfrentamientos, convulsión política, caos e incertidumbre,  con los consecuentes riesgos de sepultar el sistema democrático y sustituirlo por un liderazgo mesiánico que pretenda eternizarse en el poder. No interesa enfrentar los problemas económicos del presente; por el contrario, el propósito sería precipitar al país al caos económico. El segundo camino procura una competencia democrática de las distintas fuerzas políticas, en base a sus programas de gobierno.  

El actual gobierno avanzó en bastantes direcciones y —sobre todo— en las más críticas como solucionar las restricciones externas al desarrollo, encontrando fuentes alternativas de generación de excedentes públicos y con una política petrolera de exploración, contrastando con el vacío que en esta materia se tuvo. Otro componente es la política de sustitución de importaciones.

Al mismo tiempo, la localización de reservas y los acuerdos suscritos con Brasil han puesto de relieve una nueva oportunidad de desarrollo regional para el país, que me atrevería a llamar la marcha hacia el norte. En los departamentos de La Paz y Pando se establecerán inversiones para desarrollo petrolero e industrial, para producir fertilizantes para exportar a Brasil. En esa región se identificarán nuevos frentes de actividad como el agro negocio, donde la experiencia adquirida por cerca de 50 años de los empresarios cruceños será vital.

Recordemos que, a partir de la década del 50, la Marcha hacia el Oriente permitió conquistar territorios que ahora albergan al primer centro urbano del país, cuyo PIB regional representa la tercera parte del PIB nacional.  Además, se estructuró y desarrolló una burguesía nacional emprendedora, diversificando exportaciones y creando oportunidades de desarrollo. Los componentes de esta clase social no son solo ciudadanos oriundos de Santa Cruz, también debe incluirse a otros migrantes que —en conjunto— formaron una pléyade de emprendedores. Hay bastantes historias de éxitos y también de fracasos, pero esa región es testigo de la construcción de un capitalismo privado levantado a través de dos o tres generaciones.

Este capitalismo es diferente al que existía en el pasado. En general, son personas con alta emotividad para asumir riesgos, apasionadas y con instinto. Marchan a su propio ritmo y son altamente dependientes y sensitivos de la salud de sus AS.

El concepto los AS fue acuñando por J. M. Keynes en su libro Teoría general del empleo, el interés y el dinero. Él lo utilizó para describir como las emociones influencian en el comportamiento económico. Un saludable AS crea un ambiente de confianza y fe, prerrequisito para las decisiones económicas más que la lógica cuantitativa.

En cierto sentido, la burguesía cruceña es análoga a la selva alrededor de la cual conviven con animales salvajes, se considera parte del ecosistema económico que le moldea y le fertiliza. No se sentirán sanos fuera de ella. Una nueva columna de la burguesía cruceña marcha en el norte del país pertrechada de las armas de AS que serán muy buenas para la macroeconomía boliviana.

Jaime Jordán Costantini
es doctor en Economía y docente universitario.

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Fun Club

El cepo cambiario es el término coloquial que se usa en la Argentina para referirse a las restricciones a la compra de dólares

Jaime Jordán Costantini

/ 27 de agosto de 2024 / 10:21

El anglicismo Fan Club significa el seguimiento fanático a determinadas estrellas del rock u otros géneros musicales; por tanto, es un medio para divertirse y pasarla bien.

Este anglicismo se puede aplicar a los problemas cotidianos de la vida social y política. En efecto, existe un Fun Club boliviano que tiene por estrella a Milei. Su ritmo favorito es la defensa de políticas conservadoras para reducir el papel del Estado en la economía. Postula abiertamente que ni la educación, ni la salud son derechos ciudadanos; por tanto, no deberían destinarse recursos públicos para este propósito, y que la solución de los males económicos está en cerrar las empresas públicas y despedir a 200.000 empleados.

Lea: La recuperación del ideario liberal

Lo más notable de este Fun Club y muchos de sus congéneres es su habilidad de difundir fake news por prensa y redes para generar incertidumbre en la población. El ejemplo más reciente fue hacer creer que el Gobierno boliviano establecería un sistema de control de cambios, falacia que se fue expandiendo y llegó a los oídos de los líderes empresariales, quienes manifestaron que no aceptarían este sistema.

En las reuniones entre el Gobierno y los empresarios ninguna autoridad tocó este tema, lo que obligó a sus representantes a pedir disculpas a las autoridades por este falso rumor que llevó a algunos a rechazar algo inexistente. El propósito de esta fake news fue obvio: hacer fracasar estrepitosamente el encuentro Gobierno/empresarios, lo cual no sucedió.

Sin embargo, las fuerzas conservadoras del país que tanto ensalzan las medidas de Milei dejan ver su falta de conocimiento de lo que acontece en Argentina; para ellos, seguir una corriente ideológica es entretenimiento, más que un método para plantear políticas públicas.

El Fun Club boliviano cree estar escuchando correctamente el ritmo de su súper estrella Milei; sin embargo, como veremos a continuación, en Argentina cantan una sinfonía diferente. El gobierno “libertario” argentino aplica una política cambiaria que se fundamenta en el control de cambios, con un sistema de cambios múltiples. El cambio oficial está sujeto a un conjunto de limitaciones a la compra de moneda extranjera, a las personas y empresas en el Mercado Único y Libre de Cambios. Eso incluye límites a las transferencias al extranjero y restricciones en el acceso de operaciones de cambio.

El cepo cambiario es el término coloquial que se usa en la Argentina para referirse a las restricciones a la compra de dólares. Esa tasa de cambio “ilegal” y denominada dólar blue es nada más que el valor del dólar en pesos argentinos definido de forma extraoficial, lo cual no es fiscalizado por el Banco Central de Argentina.

En este orden económico que pretende dar “libertad a los argentinos”, a los ciudadanos se les permite tener solamente $us 200 al mes, previo cumplimiento de un sinnúmero de condiciones y papeleos.

Lo más sorpresivo es que Milei en un discurso a los empresarios afirmó que con el cepo cambiario se puede crecer económicamente y seguirá vigente en ese país. Este ídolo de los libertarios bolivianos tiene a la economía argentina con reservas internacionales negativas por $us 6.000 millones y sostiene que esto no es un problema (¿?), ya que en 2025 pretende refinanciar cerca de $us 9.000 millones. Esta es la forma en que los libertarios argentinos continúan deteriorando la situación económica del vecino país.

¿Y qué pasa con el Fun Club boliviano? Muy entretenidos haciendo declaraciones doctas en la prensa y en las redes sobre los principios del libertarismo y el mercado de cambio. Claro, las explicaciones son a nivel de kindergarten, es solo diversión, mientras su estrella está cantado a un ritmo diferente. ¡Caramba, parecen deficiencias auditivas graves las del Fun Club boliviano!

(*) Jaime Jordán Costantini es doctor en Economía y docente universitario

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