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Música

Will.I.Am lo intenta de nuevo.

/ 9 de junio de 2013 / 05:14

William Adams es el nombre de Will.I.Am, intérprete, productor y cantante de hip hop en sus inicios y ahora artista del pop electrónico. Will.I.Am lleva ya tres discos en su haber, aunque nunca ha tenido éxito, ni cuando fue parte del grupo Black Eyed Peas, ni como couch del reality The Voice en el Reino Unido, ni por su minicarrera actoral. La fama no es para todos.

En su último disco, el artista parece que quiere ser parte de ese selecto grupo al que ha producido —Britney Spears, Fergie, Justin Timberlake, Ricky Martin y un inmenso etc.— y se propone constituirse en una estrella internacional o, en sus propias palabras, ser el nuevo Michael Jackson. Risas aparte, los sencillos que de a poco se han ido desprendiendo de #WillPower han sido hits en mediana magnitud, pero gracias a las colaboraciones. Si no fuera por ellas, el disco quedaría al borde de las listas, como su antecesor Songs About Girls de 2007.

Hay sonidos frescos, frenéticos, inquietantes y excitantes que a lo mejor sonarían como grandes himnos de las pistas de baile con otros artistas; pero existe ese algo que no deja que uno digiera bien a Will.I.Am y que impide que surja su música. Puede ser lo excesivo de su producción o lo irritante que resulta el personaje creado a partir del líder de los Peas y que cambió radicalmente su forma de vestir y hacer música: de un hiphopero a un intento de popstar que suena a innecesaria ambición de estar a toda costa en las radios o escalar posiciones en los charts internacionales. El caso es que a Will.I.Am le falta mucho para ser un contendiente en el pop masculino, tanto en música como en presencia. José Torrez

Sonidos recomendables

Eggun • Omar Sosa • Afri-lectric • EEUU, 2013

Omar Sosa, pianista y compositor cubano, tiene un nuevo disco Eggun, un viaje a través del jazz y los ritmos afro-caribeños. A la vez un tributo al clásico Kind Of Blue de Miles Davis (obra que acaba de cumplir 50 años) y un homenaje al espíritu de los ancestros en la religión yoruba, Eggun trae 15 temas que muestran un impresionante trabajo con texturas jazzísticas y elementos electrónicos. Según Sosa, el disco de Davis cambió el camino del jazz y es una asignatura obligatoria para quienes van a hacer el género. De allí que el homenaje, un encargo del Festival de Jazz de Barcelona que el pianista cubano tardó en aceptar, da un giro de tuerca bajo la premisa de Davis: Be yourself. Sólo cabe escuchar cómo Sosa sigue siendo él mismo a la sombra del trompetista y con maracas, quitiplá y otros instrumentos afrolatinos,  de percusión. RFI, París

Omar Sosa, pianista y compositor cubano, tiene un nuevo disco Eggun, un viaje a través del jazz y los ritmos afro-caribeños. A la vez un tributo al clásico Kind Of Blue de Miles Davis (obra que acaba de cumplir 50 años) y un homenaje al espíritu de los ancestros en la religión yoruba, Eggun trae 15 temas que muestran un impresionante trabajo con texturas jazzísticas y elementos electrónicos. Según Sosa, el disco de Davis cambió el camino del jazz y es una asignatura obligatoria para quienes van a hacer el género. De allí que el homenaje, un encargo del Festival de Jazz de Barcelona que el pianista cubano tardó en aceptar, da un giro de tuerca bajo la premisa de Davis: Be yourself. Sólo cabe escuchar cómo Sosa sigue siendo él mismo a la sombra del trompetista y con maracas, quitiplá y otros instrumentos afrolatinos,  de percusión. RFI, París

Cinema • LaBelle • Rock de los 50 • España, 2013

La carta de presentación del primer disco del grupo de rock de los 50 LaBelle no podía ser mejor: el videoclip del single “Ring the bell” está rodado por el director de cine Juanma Ulloa (Airbag). El nombre de la formación viene del apellido artístico de la vocalista, también actriz, Alicia LaBelle (que además toca la guitarra). Pedro Herrero (guitarra principal, coros), Mey Alean (bajo), Patricia Brotons (guitarra rítmica, saxo, armónica, coros) y Carlos Mirat (batería) completan el grupo. Dicen que están influenciados por artistas tan variados como The Doors, Julie London o Elvis Presley. Cinema es el primer álbum de la banda, pero antes sacaron el tema Fire. El video de esta canción (también de Ulloa) es aún mejor que el de Ring the bell (más divertido). Vea y decida. Gemma Candela

Monk and the cuban rumba • Pepe Rivero • Son y otros • España, 2013

En la tierra donde nació el pianista Pepe Rivero se baila el son, pues Manzanillo es cuna de la vieja trova y de legendarios soneros, incluidos algunos de la familia de Rivero, de ahí que lo normal hubiera sido que Pepe siguiera el camino de la tradición. Pero no. Monk and the cuban rumba es otra cosa. Y lo demuestran Evidence al compás de la rumba, pero también Off minor, a piano solo, que es un son. O Green Chimneys, que lleva dentro el ritmo del danzonete, y Nutty, donde aparece la clave y el guaguancó. Otros artistas latinos como Tito Puente, Danilo Pérez o Jerry González han trasladado a su tierra a Thelonious, pero Rivero carga con él hasta Manzanillo. “Con la armonía de Monk ocurre algo muy especial: te lo llevas a la música cubana y siempre entra bien. Es que detrás de su ritmo está África”, dice. Mauricio Vicent, El País

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El paseo de la línea

Una pintura de Raul Lara

Por Ariel Mustafá R

/ 9 de junio de 2024 / 11:41

Quienes conocían a Raúl Lara (1940, Oruro — 2011, Cochabamba) dicen que siempre estaba dibujando. Que lo hacía con lo que tenía a mano y que sus eventuales modelos —sujetos y objetos— no se sabían inmortalizados por un lápiz o un bolígrafo, o tal vez sí y preferían mantenerse en ese espacio de ser y no ser. De pronto ser un dibujo de Lara se convertía en una ambición. Ambición inimaginable hoy, como el nombre de esta exposición —Raúl Lara, entre líneas y sueños inimaginables, que se exhibirá hasta 25 de junio en la galería Altamira (c/ José María Zalles Nº 834 Bloque M4, San Miguel, en La Paz)—, bautizada, por cierto, por su esposa Lidia, y sus hijos Ernesto y Fidel.

Entonces, de pronto toma vida una frase de Paul Klee, para quien dibujar era “sacar una línea a pasear”, y eso es de lo que hoy somos testigos con esta muestra. 48 dibujos en diferentes técnicas, algunos con golpes de color, la mayoría no. Creemos reconocer en ellos algunas de sus obras y algunos de los momentos que dieron forma a una carrera artística que a cada paso creaba personajes que hoy son viejos conocidos nuestros.

Diríase que son bocetos, pero no, son obras acabadas que a veces se parecen en algo a pinturas coloreadas con los azules y rosados tan afines al Maestro, pero las que hoy vemos no pueden ser esbozos o ideas, no pueden serlo porque se ve en ellas la magia de quien decía “Ay, si pudiera dibujar solamente”.

Quien se acerque a la muestra y se detenga ante alguno de los dibujos, descubrirá escondidos pequeños detalles, hallazgos que querrá comunicar a quien esté cerca, porque lo que vale no es guardar el secreto sino expandirlo a viva voz para que el disfrute sea general. Y si además se tiene suerte, con algo de cuidado, encontrará algunos textos de su puño y letra, mensajes encriptados, reflexiones al azar y, perdido por allí, un número de teléfono que seguro el Maestro, a falta de papel, anotó a la volandas.

Por eso elegimos Raúl Lara para festejar nuestro octavo aniversario. Porque su obra enriquece la Galería Altamira y su presencia está viva sacando a pasear esa línea de la que Klee nos hablaba.

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Tú no eres Dylan Thomas ni yo soy Patti Smith

‘The Department of Tortured Poets’ es el álbum de Taylor Swift, de más de dos horas de duración, con 31 nuevas canciones

/ 9 de junio de 2024 / 10:55

Si bien The tortured poets department: the anthology está repleta de frases sueltas memorables que dicen más que las canciones donde habitan, es probable que el título de esta crítica refleje mejor que cualquier otra frase el valor de este disco doble para la carrera de Taylor Swift: todavía no estamos al nivel de estos poetas.

Se dice que los críticos de cine son cineastas frustrados que envidian aquello que critican. Lo mismo podría decirse de los críticos de música. Swift especialmente suele recibir un peculiar ataque por parte de los críticos mayores (viejos arriba de los 40) con cada nuevo disco que publica. Incluso otros artistas, el último siendo el cantante de Pet Shop Boys, Neil Tennant, suelen desmerecer la calidad artística de Swift.

El departamento de poetas torturados es un disco doble con 31 canciones originales, dos de los cuales son duetos y tiene una duración total de aproximadamene dos horas. Hablar de este disco desde mi lugar generacional (viejo de 40) involucra aceptar cosas que son reales para esta nueva generación: la letra y la artista son tan importantes como la música que hace.

Tú no eres

Los fotógrafos dicen que para llegar a la fotografía perfecta hay que sacar 99 fotografías antes de que sean fracaso. 31 canciones nuevas es bastante y no todas llegan al lugar deseado. Lo primero a decir es que ese vínculo colaborativo con Aaron Dessner y Jack Antonoff en letras y producción ya cumplió su ciclo. La mayor falta que tiene el disco es que los temas tienen una misma fórmula. Los sintetizadores matan las canciones por lo menos en dos ocasiones, y la falta de instrumentos de apoyo, cuerdas especialmente, hace que ciertos momentos emocionales pasen desapercibidos. Prueba de ello es que los temas donde otros artistas invitados cooperan son los temas que saltan al oído de inmediato y de buena manera. El tema que abre el disco, Fortnight, junto a Post Malone, es un gran momento pop. Taylor funciona excelente en dueto junto a una voz masculina, y el estilo de voz de Malone calza como guante con el tema. El video musical, dirigido por la propia Taylor es un magnífico ejemplo del potencial de la artista para el audiovisual, además de ser, irónicamente, un tributo a la película La sociedad de poetas muertos.

El tema dos, homónimo con el título del disco, tiene uno de los párrafos más bonitos que he leído en mucho tiempo dentro de la música actual: “sacas el anillo de mi dedo medio para ponerlo donde la gente pone el anillo de bodas y eso ha sido lo más cerca que ha estado mi corazón de explotar”. Es un texto honesto, bien escrito que aparece unos segundos en la canción, pero causa un impacto memorable, especialmente si has vivido algo así alguna vez.

Taylor Swift

Y es que esto es lo mejor y lo peor del disco: increíbles frases o párrafos, incluso líneas y palabras, joyas de poesía, atrapadas en temas innecesariamente largos, densos o repetitivo.

De nuevo, no hay nada malo con tener un disco doble de nuevo material, pero Taylor Swift todavía no es Paul McCartney o Billy Corgan. Temas como So long London, loml (genial rima de legendario con momentario), So high school, I hate it there, imgonnagetyouback, The albatross y How did it end?, son tan genéricos que hasta los más swifties lanzan un suspiro de cansancio al escucharlas. Eso no reduce el impacto que temas como My boy only breaks his favourite toys o la favorita de todos, Florida!!! (sí, con tres signos de exclamación) sean tremendos aportes a su discografía y demostraciones de que su sentido del humor más mordaz está mejorando. De hecho el tema compuesto junto a Florence Welch —y según los créditos del librito, también con Emma Stone— es una bella y divertida canción escapista. But Daddy I love him con sus casi 6 minutos (el tema más largo del disco) es personalmente la mejor canción del disco. Es un himno perfectamente moldeado para las nuevas generaciones de mujeres que desde temprana edad están luchando por su igualdad y respeto en un mundo que sigue haciendo mansplaining sobre cómo deben verse en roles de hija/novia/hermana/compañera/mujer. El tema, entre la letra y la actitud de la narradora, es inspirador y de los pocos momentos en el disco en los que letra y música van de la mano con la actitud correcta de comerse al mundo. Mi impulso inmediato fue dedicárselo a la mujer que amo como una forma de decirle que pienso que ella es más fuerte que yo como persona, justamente por ser mujer.

Disco

Pero un disco de Taylor Swift es casi por obligación un diario de desamores y aquí tanto Joe Alwyn y Matty Healy (cantante de la gran banda 1975) tienen varios momentos de vergonzosa mención. Fresh out of the slammer, Down bad (con la bella línea que dice “fuck it I was in love”), Peter (“dijiste que ibas a madurar y volver a buscarme”), I can fix him (no really i can), The Alchemy (bellísimo tema, pobre Travis Kelce), Who’s afraid of little me? o The bolter son estas confesiones predecibles de recuerdos melancólicos y decisiones inmaduras que ya estamos acostumbrados a oír en sus letras. Taylor tiene mejor tino cuando usa sus letras para contar historias autoconclusivas, como thanK you aiMee, que es una rabiosa queja a una hater (Kim Kardassian?) con la cual, en letra por lo menos, agradece por impulsarla con sus críticas (hay una parte brillantemente escrita donde habla que de seguro su hija cantará la letra sin saber que es una queja contra su mamá). Es una buena canción porque pese a ser correcta es rabiosa también. Cassandra es otro tema que muestra una voz y una letra más maduras e imagino que es el camino que seguirá en su siguiente disco, como una versión de Lana del Rey joven y optimista.

Momentos

El disco lo cierra The manuscript, que no está mal, pero hubiera sido mejor la canción anterior, Robin, que es de lejos la segunda mejor canción de todo el disco. Es una canción que transmite de forma completa la intención de todo el disco: vivir la melancolía de vivir sin caer en la depresión, saber y entender que el dolor es parte de amar, de conectar con otros.

Taylor más que una artista es un fenómeno mediático donde los foros pasan horas incontables hablando de todo lo relacionado a ella. Como hay swifties aguerridos hay también haters obsesionados. Estos últimos son los que han promocionado las noticias y críticas de que el nuevo disco no es lo mejor de Taylor y es una muestra del cansancio que debería tener el mundo con ella. Obviamente viene un swiftie y escupe esta blasfemia.

Poetas torturados es un buen disco y el tiempo lo recordará como un punto de transición donde, con suerte, fue la última vez que usara esos horribles sintetizadores para abrazar por completo su rol de Bob Dylan femenino para estos tiempos. ¿Dije Bob Dylan? Quise decir la Patti Smith de estos tiempo

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‘El amor nos une, todos somos una familia universal’

El monje devoto hindú Amit Kumar Chatur Vedi busca propagar en Sudamérica las enseñanzas del Vedanta

Discípulo. Amit Kumar Chatur Vedi, seguidor del Swami Tilak.

Por Mitsuko Shimose

/ 9 de junio de 2024 / 10:35

Una mirada profunda y un temple sereno en su hablar son dos características que percibe todo aquel que conoce a Amit Kumar Chatur Vedi, nacido en Nueva Delhi, India, en 1978. Chatur Vedi —o Amit, que prefiere ser llamado por su nombre de pila— es un monje devoto que llegó a Bolivia con la misión de propagar la filosofía Vedanta, que significa “el final de los Vedas”.

Los Vedas son las escrituras más antiguas de la humanidad y contienen sabiduría de todos los tiempos. Los Upanishads constituyen la última parte de los Vedas y contienen la filosofía Vedanta. El Vedanta es uno de los seis sistemas filosóficos más importantes de la India. Sus creencias son no dualistas. Declara que la liberación no puede ser alcanzada mediante rituales, acciones u obras de caridad. La meta del Vedanta es el conocimiento de Brahman (la Existencia Absoluta); más allá de la ilusión (Maya) del mundo y de la propia mente.

Familia

La filosofía del Vedanta representa un ideal que puede ser alcanzado a través de los métodos del yoga. El Vedanta dice que, en esencia, humanos y el Ser Supremo son uno. El Ser o Conciencia común reside en cada persona. Por ello el Vedanta dice que se debe superar esa sensación de individualidad, la creencia del “yo” y “lo mío”. Más bien, hay que identificarse con la esencia eterna para ver el Ser dentro de todos los seres. El Vedanta enseña la unidad de la vida y la unidad de la conciencia.

Amit fue discípulo de Swami Tilak, quien llegó al país en 1983 junto con Swami Nitya Chaitanya Das, actual presidente de Shri Bajrang Das Kuti, Chichot- Harda, distrito de Bharat (India). El primer gurú fue Shri Bajrang Das ji Maharaj, santo renombrado que vivió 125 años a orillas del río Narmada.

Amit cuenta que  Shri Bajrang Das ji Maharaj era una persona muy sabia, un experto y erudito en el texto del Ramayana como fiel devoto del Señor Rama. Él decía que repitiendo los nombres del Señor Rama se podía obtener la liberación. Repetir cada uno de ellos todos los días era lo único que podía quedar en esta vida, porque nadie se lleva nada hacia la otra vida. Él era de la línea de Ramananda Sampradaya, linaje de los devotos del Señor Rama. Él además fue el maestro de Swami Tilak y ambos, a su vez, fueron maestros de Swami Nitya Chaitanya.

Seguidores

“Seguimos el linaje de Ramananda Sampradaya, pero tenemos el enfoque universal del Vedanta. En las sagradas escrituras de los Upanishads dice en sánscrito: Vasudhaiva Kutumbakam (“El mundo es una familia”). Entonces en la Tierra todos somos uno. Somos seguidores de esa tradición de Parampara (palabra sánscrita que se refiere a la sucesión de conocimientos de un gurú al siguiente), de nuestras escrituras de la filosofía hindú y del Bharat Darshan (un lugar de alabanza y educación). Seguiremos recorriendo el camino de la paz y difundiendo el mensaje de la espiritualidad, la autorrealización y el Atma gyan o autoconocimiento. Siempre continuaremos la tradición del amor espiritual”.

Bajo este precepto abrieron el kuti o ashram de Bajrang Das, en las riberas del río Narmada, entre Nueva Delhi y Harda, lugar en el que el principio fundamental es que todos los seres son parte de una sola familia, basándose en las enseñanzas de la Vedanta. Como parte de esa gran familia y  también de esa tradición, Amit empezó a sus 15 años a ser parte de todo lo que habían fundado los swamis, algo  que sus padres le delegaron como tradición. 

MIsión: propagar el amor unificador

Swami Tilak es un pilar fundamental de este linaje. Llegó a Sudamérica en los años 80 bajo el principio de que el amor universal une a todos, no hay diferencia, solamente son formas lo que se ve, porque en la realidad del ser todos son uno.

En esa visita, Swami Tilak fue a Argentina, donde conoció a Ada Albrecht. Swami Tilak fue el responsable para que Albrecht decida viajar a Bharat (India), para que allí pudiera continuar con su proceso de iniciación y conocer más sobre la filosofía hindú. Él la impulsó a armar la Fundación Hastinapura, escuela que enseña el Universalismo Espiritual, cuya sede principal está en Argentina, con subsedes en Bolivia, Colombia y Uruguay.

Este año se celebró 50 años de Jnana Mandiram, la Fundación en Harda, y de igual modo en Brasilia, la capital de Brasil, donde se tiene un ashram gracias a la huella de Swami Tilak. Amit asistió a ese festejo y en él se encontró con miembros de Hastinapura, quienes le invitaron a Bolivia para conocer la escuela, que fue también una huella dejada por Swami Tilak.

La Paz

Tanto Swami Tilak como Swami Nitya Chaitanya estuvieron en Hastinapura de La Paz en los años 80, siendo recibidos por los miembros de la fundación y dieron charlas en sus predios. Además de La Paz, estuvieron en Cochabamba y Sucre. “Para mí, el venir aquí es como recorrer los caminos por los cuales estuvo Swami

Tilak en todo Sudamérica y estoy tratando de retomar esa tarea que tuvo antes de morir en 1984”.

El propósito de Amit es organizar a todos los discípulos de Swami Tilak en Sudamérica como una sola familia. “Somos hermanos de una misma iniciación. Por eso quiero hacer un reconocimiento de todos estos lugares donde estuvo Swami Tilak y ver a sus discípulos, que son la prueba de toda la huella que dejó su enseñanza y, a través de ella, unirlos a todos”.

Swami Tilak era un renunciante que viajó por casi todo el mundo con una sola vestimenta y sin zapatos. Era un verdadero gyani, un Atma gyani, término que se les da a las personas que han conocido a profundidad y han tenido esta realización de lo que se enseña en las escrituras. Él conocía las escrituras de memoria, era un experto, y por eso visitó muchos países donde fue recibido por parlamenterios, reyes y presidentes, acompañado siempre por su sencillez.

Amit

“Nunca cambió jamás esa su forma de ser, y gracias a ella dejó mucha huella en las personas a quienes contactó en gran parte del mundo dejando este mensaje védico de la Vedanta en la que todos somos una gran familia”.

Swami Tilak también estuvo en Perú, donde tuvo charlas con Sendero Luminoso y, a raíz de ellas, muchos de los descendientes de esta agrupación dejaron las armas. “Swami Tilak era un verdadero santo, una persona de mucha fe, mucha devoción y muchos principios”.

Amit invitó a todos los miembros de Hastinapura a Bharat (India), así como a aquellos que quieren seguir el camino de la Vedanta o del amor universal y la unidad. “Están todos bienvenidos para visitar Bharat y sobre todo el kuti Shri Bajrangdas, donde hay una escuela védica llamada Vaidik Vidya Peetham, donde se leen y practican las escrituras de los vedas, los Upanishads y todo ello. Se practican los cantos, los mantras y su significado, se profundiza el conocimiento, se practica también la medicina ayurvédica,  la alimentación vegetariana, el yoga curativo de B. K. S.  Iyengar y todo lo que amerita ser un discípulo de este linaje”.

Enseñanza

 Amit resalta que se tiene mucho acceso a esa información y por eso se la quiere compartir con todo el mundo. A futuro quiere que esta iniciativa del kuti que se ha hecho en Harda se replique en Sudamérica  y que se pueda hacer escuelas védicas en los países  donde Swami Tilak dejó una profunda huella imborrable.

“Con la visita de Amit tenemos un sentimiento de unión, porque compartimos la misma visión, el mismo sentimiento espiritual. O sea, visión espiritual y sentimiento espiritual es mutuo. Entonces, realmente cuando las personas se reúnen, personas que tienen el mismo ideal, el mismo principio, la misma fe, es como reavivar el fuego. Eso significa un reavivamiento de la fe, de la fraternidad, de los valores espirituales. Y es algo grato en el nivel humano compartir con gente que hace sentir plena y completa a la sangha o familia espiritual”, dice emocionado Carlos Damiani, director de la Fundación Hastinapura en Bolivia.

La visita de Amit a Hastinapura terminó con una sesión de meditación acompañada de mantras y kirtans o cantos devocionales para que la enseñanza transite pacíficamente de la mente al corazón.

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PARA ELISA

El Papirri

/ 9 de junio de 2024 / 10:00

Era una tardecita tibia cochabambina cuando la conocí en la casa de mis amigos Mau y María de la Coperacha. Una robusta joven apareció con su sonrisa encantadora, ojitos de ardillita del bosque y aquella tonada mágica chapaca en el saludo. Entonces agarró la guitarra y cantó una canción rara, interesante, de esas que me gustan, había una intención armónica diferente en sus dedos y su voz… eran varias voces en una: se reía de un amor pasado mientras cantaba, se reía de la vida y cantaba, y Tarija llegaba en sus tintineos de mañana dorada.

Terminó de cantar y le dije: “Te invito a mi concierto”, como un niño invitando a su cumpleaños. Era febrero, el concierto se venía en marzo en el Teatro Nuna de La Paz, fue hace un año, parecen tres. Yo había terminado de componer una canción dolorosa, primaria, de mariachi cortavenas. Ese texto lo encontré en el rincón de mi compu como esperando: Te vas, en el peor momento/ con cálculo de pecho frío/ ¡Salud! por ese nuevo amigo / te burlas de mi olor a ungüento… Se la canté, mientras ella sonreía, se divertía con mis cantos jodidos.

Entonces llegó el concierto Camote, el Teatro Nuna de La Paz reventaba, nos habíamos visto un par de veces para repasar la ranchera y la querida canción Historia de Maribel. Ambas canciones no le favorecían mucho en el tono, pero Elisa, con toda fe, interpuso sus tremendos recursos vocales. Porque Elisa Canedo los tiene, y más allá de lo normal. Un timbre que se desparrama como en resolana en varios colores, un registro extenso, generoso. La canción Te vas sonó como tenía que sonar, con rabia de mariachi. Ella entraba en: Te vas con tu pasito esquivo/ chis chis, ya llegan a tu encuentro/ te vas con ese bicho feo, sacudo mi dignidad de muerto… Y yo con el sombrero de mariachi de mi papá, ese histórico sombrero que compró mi padre en el peor momento del exilio del ‘80, se lo compró nomas a un mariachi del Tenampa y sobrevivió a unos… a ver… 10 traslados. Mi padre llegó desde el DF a Lima con el sombrero puesto, su amigo el Chueco Céspedes lo esperaba en el aeropuerto, había decidido dejar el DF, era su tercer exilio, llegó a Lima bordeando los 70 años a vivir con su amigo y qué mejor que llegar con su sombrero de mariachi.

Con Elisa Canedo nos vimos luego en septiembre, en su chura Tarija. Contra todos los malos vientos, decidí hacer la gira Mirando al Sur, iniciando en Tarija hasta el Santiago querido. Sin embargo, el ambiente tarijeño era hostil, el Teatro de la Cultura tenía un alquiler similar al del Nuna, pero sin sonido, luces… ni personal. Llevar un solo musico significaba un monto similar al alquiler, muy difícil de sostener. Elisa allí se comprometió como amiga, apoyando al veterano Papirri en su aventura incierta, en su metida de pata completa. Entonces me fui directo y al grano publicando en las redes el maltrato al artista nashonal, la directora de cultura tarijeña respondió a la tambaleada ofreciendo un intercambio: yo tocaba en la plaza de Tarija un día antes del concierto a cambio del pago del sonido. Ahí estábamos con Elisa en medio de la plaza tarijeña a las 11.00 am, con cara de donadores de sangre. “Esto parece una pesadilla”, me decía nerviosa. Cumplimos con aquel compromiso extraño, con una plaza llena de gente en movimiento que no nos daba mucha bola.

El asunto es que llegó el concierto chapaco. Elisa tuvo la fineza de alojar a mi bajista que llegó de emergencia, no hubo otra. Teníamos la mitad del teatro vendido, justo para pagar cuentas. Igual reventamos con Te vas cantando juntos: Ya, plis, sigue tu camino/ mira que yo me voy de retro/ risitas sobre mis dolores/ cosquillas sobre mi tormento/Ya, plis, no me llames nunca/ en este instante te bloqueo/ tu duermes en un hombro nuevo/ yo brindo con nuestros recuerdos… Y le cascamos la hermosa Pascua en una versión que hizo lagrimear a mi Carito. La misma versión tocamos este miércoles 29 de mayo en un patio cochabambino muy bien decorado, con mucha gente aplaudiendo a Elisa Canedo, que dio un gran concierto.

Fue recién que la descubrí como cantautora. Sus canciones me dejaron feliz, conforme, por fin algo interesante, nuevo, personal y de ñ’eque en la canción boliviana; por fin una autora que llega a la gente desde su alma profunda, con su voz de fuego y luna, original y sin miedo. Elisa demostró ser una artista actual, una figura  que se viene con todo, agárrense los de la rutina fácil, por fin llega un canto nuevo desde lo viejo, renovado y con raíces, una propuesta sonora y poética personal sin recelo, con esta Elisa Canedo y su hermosa sonrisa, con su voz desparramando luces interculturales, con su actitud lucida que canta: Que te vaya bien/ que te pise el tren/ que te vaya mal, ya tienes con quien…

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‘El Huayllas’, vuelta al ser

El arte de Álvaro Álvarez Huayllas pasó de las paredes de la ciudad a las galerías. En ese camino busca su propio estilo.

El Huayllas

/ 9 de junio de 2024 / 09:49

Componer variaciones en música clásica implica imaginación y fantasía para alterar la melodía y la armonía original. Sandro Álvaro Álvarez Huayllas, más conocido como “El Huayllas”, está en búsqueda de su propio estilo. Dibuja variaciones sobre el pentagrama de la ciudad. Lleva más de 50 murales en las calles y el doble en interiores. Ahora salta a las galerías. El aerosol sigue en la mano.

Comenzó haciendo dibujos/copias de un libro de trabajo de su madre. Estudió para ser administrador de empresas y lo dejó. Estudió para ser estadístico en salud y abandonó. Se apuntó a la carrera de Bellas Artes en la Academia y salió rajando, decepcionado. Abrió una galería en la calle Jaén y comenzó a retratar a los personajes de la calle más linda de La Paz: a los Ernesto Cavour, Rosita Ríos, Medina Mendieta, Mamani Mamani.

Entonces el arte callejero (“street art”) llamó a su puerta y los murales —el gran formato— cautivaron su ser. De la barra stronguista de la curva sur (volverá a pintar pronto al “Chupita” Riveros y a Lucho Galarza en el estadio Rafael Mendoza Castellón) pasó a los muros. Fue después de tomar —a inicios de siglo— un curso de pintura mural con el colectivo/red Apacheta (con los Justo Tola, Sofía Chipana, Gustavo Limachi, Ramiro López Massi, Edgar Mamani Cocarico, Blas Calle, Weimar Terrazas, Gustavo Quispe, José Tito Condori, Félix Tupac Durán, Nelson Verástegui…)

«El Huayllas»

Una mujer de pollera baila con una matraca en la mano y una cerveza en la otra. Me hace recuerdo a los retratos maternos de Cristian Laime Yujra. Un acrílico sobre mantilla bordada lleva la memoria a los objetos de Roberto Mamani Mamani. Unos sombreros borsalinos intervenidos parecen firmados por el arte contemporáneo y conceptual de José Ballivián. Un retrato figurativo (que no llega al hiperrealismo) se asemeja al talento innato de Rosmery Mamani Ventura. Un niño mira como miran los niños de Vidal Cussi. “El Huayllas” se confiesa: “estoy tratando de encontrar mi propio estilo, hago arte urbano a caballete”. La segunda muestra de Álvarez Huayllas se puede ver hasta el 18 de junio en la Alianza Francesa del barrio paceño de Sopocachi (avenida 20 de Octubre esquina Fernando Guachalla). La exposición —compartida con el chuquisaqueño Julio Escóbar— se llama Diálogos populares.

Los últimos trabajos del Huayllas han sido para dos boliches: un Señor del Gran Poder en el restaurante Morena de la calle Illampu esquina Santa Cruz y un retrato en el café del hostel 440 de Achumani. Su penúltima exposición (también colectiva) ha tenido lugar en la galería AR°T de San Miguel.

México

En 2015 Álvarez Huayllas se va a México con una beca de grabado, pero vuelve con el arte callejero y el mural entre ceja y ceja. Es miembro fundador —junto a otros once artistas callejeros— del colectivo de arte y política Cementerio de Elefantes. Nota mental: no deja de ser curioso que artistas callejeros estén recorriendo el camino inverso de los muralistas mexicanos de hace un siglo cuando abandonaron los museos, las galerías y los espacios cerrados convencionales por las calles. Khespy o “El Huayllas” son dos de ellos y van con todo.

— ¿Y cuáles son las diferencias entre el indigenismo de las élites de hace un siglo de los Cecilio Guzmán de Rojas, Juan Rimsa, David Crespo Gastelú, Marina Núnez del Prado y compañía y los de ahora?

—Los de antes pintaban y esculpían cholas tristes, indios apesadumbrados en blanco y negro, limosneros en las calles, aparapitas explotados en grises. Tratamos ahora de cambiar eso, pintar indios felices, cholas empoderadas que gastan el dinero producto de su trabajo duro, bailando y tomando. Soy un retratista de mi tiempo. Mi estilo pasa por dar emoción y movimiento a los personajes populares y ancestrales de nuestro pueblo. No hago estatuas con dientes. Busco hacer diferencia, que el público reconozca mi estilo.

Arte del Huayllas

El “nuevo” indigenismo habla desde su propia voz, ha tomado el poder de las paletas y se pinta a sí mismo. Ya no son retratados por clases racistas/clasistas con mala conciencia, sino por ellos mismos. No están ni oprimidos ni derrotados. Los ocres oscuros va desapareciendo, como los dinosaurios. No se ven —apenas— clichés ni estereotipos. Los personajes están de fiesta, con la cabeza en alto desde la profundidad de sus saberes ancestrales. Explotados de color, ríen. Han dejado de ser “naif”. Han crecido. Se apropian de espacios antes prohibidos.

El paternalismo maniqueísta ha sido sepultado o va camino de ello. La idealización romántica es cosa del pasado. Los rostros indígenas no son estilizados/embellecidos en poses poéticamente falsas, sin humor. Ahora —en el arte del “Huayllas”, por ejemplo— vemos amor y complicidad, orgullo verdadero y autoestima, emoción y movimiento; miradas sublimes hacia adentro, no desde afuera. “La chola ya es digna de por sí”, remata Álvarez Huayllas.

Galerías

En el camino de las calles a las galerías, el “Huayllas” ha perdido el miedo. Abstrae más y mejor. Experimenta. No siente la necesidad de hacer murales para el “Instagram”. Ni algo comercial para un boliche o una marca. Deja de lado el pequeño detalle. Tiene/goza (de) más libertad. Sin egos, sin ataduras, sin reglas, como en los “graffitis”. Llega a los espacios cerrados con las lecciones aprendidas de los callejones y las esquinas donde lo malo se borra y se olvida (y lo bueno se respeta). “La ciudad es como un chango que se tatúa y luego se tapa o se altera”. El aerosol es una herramienta más, tanto o más digna que el tinte, las acuarelas o los acrílicos. El arte llega de la calle. El respeto está o no está, no se coquetea.

¿Dónde comienza un “graffitero” y donde arranca un artista plástico? “El Huayllas” responde con otra pregunta: “¿Dónde empieza La Paz? ¿en Viacha o El Alto?” Álvarez Huayllas es un traficante/hormiga, lleva y trae. Está a gusto entre esos dos mundos. Sus mandamientos han sido escritos en la noche, colgados en las alturas de un andamio. Sueña que su arte/estilo no sea tapado. Y que la gente diga en algún momento: esto es un “Huayllas”.

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