Roles para el cine
La Escuela Actoral de Cine forma a los protagonistas del séptimo arte bajo seis técnicas de enseñanza con énfasis en la práctica.
La sangre de utilería le cae por el rostro y ha llegado el momento en que Deyanira Guzmán encarne el papel que le ha tocado en la película Malignos. Ella está poniendo en práctica lo aprendido sin haberlo planeado demasiado. Sucede que un cazador de actores, llamado Marco Antezana, la vio y de inmediato la imaginó en el papel de esta producción nacional de género gore próxima a estrenarse en las salas locales. Había algo en ella que lo cautivó y por ello el abordaje. “Es mi trabajo como productor”, señala. Marco es un activista del séptimo arte y en ese fanatismo trabaja captando intérpretes para futuras producciones en la Escuela Actoral de Cine, que viene atada a la productora Filia Films para hacer realidad proyectos cinematográficos.
Su director general es Saulo Chinchero, un entusiasta cinéfilo preocupado por el escaso apoyo del Estado, lo que dice ha obligado a realizadores y directores a producir “de manera artesanal o independiente”.
Pero lo que más le preocupa en esta quijotesca tarea es la carencia de escuelas, academias o universidades de actores para el rubro cinematográfico. El cine nacional le debe media vida al teatro, lo que para Chinchero es una aberración, ya que se trata de lenguajes muy diferentes. “Esta es la realidad de nuestro cine, se cree equívocamente que la actuación teatral es igual a la de cine o televisión, y lamentablemente, debido a esta falta de instituciones dedicadas a la formación de actores para cine, los productores y realizadores han tenido que echar mano del género teatral que en muchos casos tampoco cuenta con una formación académica”, dice el director.
Es por ello que junto a un pequeño grupo de amantes del séptimo arte dio vida a la escuela con una nueva modalidad actoral, brindando un mejor escenario para su desempeño artístico basado en seis técnicas actorales. “La primera es la Confianza, que brinda seguridad, credulidad y certeza al potencial actor en su desempeño, que a su vez faculta el reconocimiento inicial del denominado punto de inflexión, que es la premisa para manipularse a sí mismo y cambiar de personalidades”. Esta primera etapa es la que terminó atrapando a Deyanira, quien en un principio dudaba de sus capacidades delante de la cámara pero terminó activando las características peculiares de su personaje descritas en el guion. “Yo creo que la confianza en lo que uno puede hacer es de vital importancia para asumir un rol”, dice ella.
La segunda técnica actoral que explica Chinchero es la Concentración. La misma faculta al potencial actor en un círculo realista, “para ello es necesario conocer al equipo técnico, que afianzará la técnica de su confianza y permitirá tener seguridad para despertar una visión periférica en la actuación”. La tercera herramienta es la Fluidez, que es la cualidad máxima de los actores y actrices de cine al proporcionar datos al personaje de su naturalidad innata y mezclarla con una sutileza actoral, en la cual se domine tres sentimientos profundos como la autorrealización, la afectividad y el dolor.
“La Intensidad es la cuarta técnica actoral, donde el actor en potencia aprende a desarrollar y equilibrar el denominado brío actoral en la puesta en escena, que es fundamental para la actuación cinematográfica, dado de que de esta forma se aprende a reconocer la sutileza para la transmisión de emociones”. La Imaginación, quinta técnica, proporciona las herramientas para conocer lo irreal; “lo inexistente en el cine, para el actor tiene realismo y sus logros resultan de una combinación de la ficción con la realidad”, dice Chinchero. Por último, la Sutileza actoral, es la premisa de la técnica actoral cinematográfica como conclusión a las otras cinco herramientas. “Pasamos clases en la Universidad Boliviana de Informática (UBI) (calle Murillo 952), y al final del curso llevamos a la práctica todo lo aprendido con la producción de una película”, dice Marco, quien no le saca el ojo a los potenciales actores que deambulan por la urbe.