El feis
Ch’enko total. El papirri: personaje de la Pérez, también es Manuel Monroy Chazarreta
Sería más o menos por el 2007 cuando empecé a conocer y estar en el feis. Solo pasaron 13 años. Al principio no entendía bien qué era, tengo un amigo informático que esas veces se ocupaba de mi feis como si fuera de una página web. Luego supe poner yo mismo los avisos de mis conciertos y sirvió como fuente de publicidad gratuita para convocar público. Seguramente presenté la portada de mi disco, “El Papirri presenta Helado propicio”, “tocaremos en Cochabamba” y así. El feis era un territorio sano, bonito. Incluso me encontré con una exnovia, vital en mi historia, que escapó de mí y de mis angustias y se refugió en brazos de un mexicano que vive en California. Fue emocionante saber que tenía mellizos y que era feliz, solo que parece que el mex era muy celoso y la obligó a dejar el feis. Recuerdo que en una tocada del 2008, en algún boliche paceño, se me acercó una persona del público y en confianzas me dijo: “Hola, Papirri, somos pues amigos del feis”. Yo lo miraba inseguro, no sabía qué responderle. “Amigos del feis”: todo un concepto.
Luego vino mi etapa laboral en una embajada y me olvidé del feis, el asunto era delicado. Ahí fue cuando el feis empezó a cambiar de cara, pues tenía demasiada exposición. Sin embargo, el 2017, 2018, hasta el 2019, el feis otra vez recuperó para mí esa candidez del encuentro sorpresa, ese territorio de encontronazos infantiles. Nunca busqué los “like”, los “me gusta”. Tenía una sobrina que se enojaba mucho porque ella publicaba una foto con su perrito y yo no le ponía like. Tampoco supe bien como interactuar con esos “amigos del feis”. ¿Quiénes eran? ¿Qué querían? Un día de esos me enteré de que no cabían más, que el límite eran 5.000 personas. Una amiga muy querida me dijo, “oye, che, creído, ¿por qué no me aceptas en tu feis?” Yo, en la luna. Ahora lo entiendo. Cada vez que aceptaba a un nuevo “amigo”, también aceptaba un probable antipático y cobarde enemigo. Y dejaba afuera a una amiga de verdad.
Entonces llegó un cuate del Papirri que dijo “deberías tener fan page”. “¿Qué es eso, pues?”, “Un feis solo de actuaciones, videos, entrevistas del artista”. “Ya, ps”, le dije. De buena gente el cuate construyó esa fan page y aceptó a otros 5 mil “amigos” más. Esos años de retorno a escena fueron gratos: otra vez el feis era un territorio de encuentro, me ayudó mucho. Pude vivir de tocar, de dar conciertos, el feis fue el instrumento social sano.
Solo que yo, conservador en algunas cosas, seguía haciendo afiches y hasta programas impresos de mis conciertos de gala. Hoy los miro como reliquia, como asunto de una vida pasada, pero están ahí, en físico, existen.
Mis preocupaciones sociales, mis ansias de que tengamos un país más igualitario, sin racismo, sin discriminación, con educación para todos, salud parra todos, son ecos que escuchaba de la voz y memoria de mi padre, uno de los creadores de la Revolución Nacional que eliminó la esclavitud indígena. Desde niño supe quién era Gualberto Villarroel, qué significaba para el país. Escuchaba las charlas de mi padre con su mejor amigo, el Chueco Céspedes, y aprendía.
Aprendí lo que era la Patria y los vendepatria. Aprendí lo que era la rosca, la oligarquía minero feudal, los imperialismos, el saqueo, los cipayos. Luego leí Nacionalismo y Coloniaje y pude saber más. Aprendí con la desaparición de mi tío Dardo lo que era la violencia de la derecha, aprendí con el llanto de mi madre lo que significaba violar los derechos humanos porque mi papa caía otra vez preso en esos 18 años de dictaduras. Entonces salí a marchar, con 16 años, contra la dictadura de Banzer. Y salí a pelear con 18 contra el golpe militar de Natusch. Empecé a componer canciones a los 19 y algunas de ellas traían esa preocupación social. Nació Hoy es domingo, Llockallita, Maribel. Pero la vida tenía muchos más colores, amores, sabores: existían Piazzolla y Charly, Borges y los Beatles, Gabo y Stravinsky. Y conocí el amor, y el sollozo por amar. Y conocí la noche, y el día
vuelto noche. Recuerdo que cuando recuperábamos la democracia con la UDP, hice mi primera cancioncita de propaganda apoyando al frente de izquierdas. Luego, con la Izquierda Unida, ahí estábamos cantándole a
las revoluciones, al Che. Ejercía mis ideales sin persecución ni insultos. Había retornado la democracia. No había feis.
A fines de noviembre de 2019 publiqué un post con mis preocupaciones sociales en mi feis. Compartía la noticia: suman «34 muertos en las masacres de Senkata y Huayllani». Y comentaba: «sin palabras». Llegaron 300 insultos. De algunos parientes queridos, de varios amigos de la infancia y por supuesto de aquel “amigo” del feis que bailaba con mis canciones. Siete meses no puse ni un solo post con mis preocupaciones sociales, hoy opinar en el feis es pecado. Puse que el Congreso argentino había declarado el 29 de mayo día del Folklorista Argentino, en
honor a la fecha del nacimiento de mi abuelo materno, Andrés Chazarreta. 4 comentarios. Que había dado un concierto en el Café Vinilo de Buenos Aires, lugar de gran prestigio. 10 comentarios. Que estoy haciendo un nuevo disco: 6 comentarios. Hace dos semanas brotó la preocupación social, denuncié en el feis que mataban al Ministerio de Culturas: 164 comentarios, la mayoría dizque insultos. Ahora no sé qué hacer con tantos “amigos” del feis. No tengo tiempo para sacarlos de mi vida. Son un montón. Parece que soy minoría absoluta en mi feis.