Los enviados: ‘Soy un absoluto converso de las plataformas’
El premiado director de cine y Tv conversó con ESCAPE sobre ‘Los enviados’, serie original para Paramount+ de la que es showrunner
U n cóctel que combina lo místico con lo policial, con toques de humor y aventura. Los enviados es la serie del showrunner Juan José Campanella, reconocido director y guionista argentino, cuya película El secreto de sus ojos ganó el Óscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa. Esta serie original de la plataforma Paramount+, con una exitosa primera entrega filmada en México, estrenará su segunda temporada este año cuando sus protagonistas, dos sacerdotes de la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano —interpretados por los actores Luis Gerardo Méndez (México) y Miguel Ángel Silvestre (España)—, encaren una misteriosa nueva misión, esta vez en España.
En los estudios de Telefe-Paramount+, en Buenos Aires, ESCAPE conversó con el premiado realizador que ha ingresado con éxito en las plataformas digitales, una oportunidad para que la producción de los países de la región tengan una mayor difusión, algo que le ha obsesionado.
“El hijo de la novia, en 2001, fue una película que, sorpresivamente —porque todos pensábamos que iba a ser un fracaso total— se vendió a todo el mundo. Y el último lugar donde se vendió fue el resto de Latinoamérica. La compró mucho antes Francia que Perú o Chile; solamente con la nominación al Óscar la compraron a otros países de Latinoamérica. Desde entonces se me convirtió a mí en obsesión. No conocemos nada de los actores de otros países”, expone el realizador en un set dentro de los estudios acondicionados para que pueda recibir a la prensa.
Campanella —nacido el 19 de julio de 1959 en Buenos Aires— odia el español neutro. Encontró frustrante que su película animada Metegol (2013) fuese doblada de esta forma para la región, perdiendo la riqueza que tiene el lenguaje con que fue concebida. “Debemos empezar a acostumbrarnos a oírnos. Si en la vida real nos entendemos, ¿cómo es esto de que en la televisión no nos entendemos? Por suerte las plataformas empiezan a preocuparse más de la región, y la cuestión era buscar proyectos en donde este encuentro de acentos ocurra naturalmente, en donde sea lógica esta multiculturalidad. No creo, no sé si tenemos una identidad latinoamericana. Depende de cada individuo. Somos universales y de la misma manera en que vemos una serie yanqui y nos sentimos identificados, ¿por qué no nos vamos a sentir identificados entre nosotros? Nuestros lunfardos, nuestras jergas son distintas y estaría bueno aprenderlas. Gracias a Dios a nadie se le ocurrió doblar El Chavo del 8 al español neutro”.
Por ello es que con su productora 100 Bares —el nombre es un homenaje a la gran cantidad de bares en que se reunieron sus socios para concretar su proyectos—, el realizador se aventuró junto con Emanuel Diez a la creación de Los enviados, la historia en que dos sacerdotes son enviados por el Vaticano a una comunidad rural en México para comprobar si el párroco local hizo un milagro de resurrección, en una conjunción de géneros.
Fe, misterio y humor
Me gusta mucho la mezcla de ingredientes: agarrar una comedia, un romance, suspenso y meterlo todo junto para ver qué pasa. Acá se agregaba el condimento de la cosa mística, de la fe, de esa zona de la mente en que se puede tener una explicación paranormal o una psiquiátrica. Fueron surgiendo más cosas, el tema de las dudas y de la fe de los mismos personajes. También fue surgiendo el humor”.
El tema místico era nuevo para Campanella, lo que significó un desafío que se logró superar con creces, visto el recibimiento del público a este trabajo. “Son desafíos más que dificultades. Ejercitar nuevos músculos. Probar nuevas cosas y cómo meter todo eso dentro de algo que tiene también mucho humor, a través de reacciones humanas y verdaderas, porque este tipo de género es a veces muy serio, con personajes a los que no les pasa nada y eso a mí no me gusta”.
Las locaciones en México —y en España para la segunda temporada— tienen un lugar especial, pues permitieron que el director se adentre a las costumbres de cada lugar y formen parte de la historia. “Se abrió a la cultura y el folklore en esos lugares. Es fundamental, tratamos de que las cosas transcurran en pueblos, no en grandes ciudades, porque justamente se está más cerca del folklore”.
La posibilidad de que la serie se pueda ver en todos los países de la región —desde Bolivia a través de Paramount+— es un gran punto para la televisión, que ha cambiado completamente en su concepción con la irrupción de las plataformas de streaming, que han modificado tanto las formas de producción como las de consumo.
“Soy un absoluto converso a las plataformas”, recalca el cineasta quien ve en casa muchas series de televisión y sobre todo películas con su hijo de 14 años, con quien está revisitando sus filmes favoritos de las décadas de los años 1940, 1980 y 1990. “Hace años que no veo algo con cortes publicitarios. Que me digan que tenés que estar a las diez de la noche del jueves en tu casa para ver algo para mí es impensable. Me gusta también la riqueza creativa que permite el no estar en un lugar competitivo con lo que está pasando en el otro canal. Antes, si te veían a vos, no veían al otro y si veían al otro no te veían a vos. Eso cambió. Incluso hasta hay tiempo para que se vaya desarrollando un boca en boca. Hay series que tienen su máximo éxito luego de que se filmaron seis temporadas y que se dejaron de filmar”.
Otra característica que el director de El cuento de las comadrejas (2019), su último trabajo para cine, detecta es que antes, cuando un show televisivo tenía éxito, era evidente. Hoy las plataformas no dan números sobre la cantidad de espectadores y un trabajo puede ser reconocido a lo largo del tiempo. Además no es necesario que sea un gran éxito: existen nichos de mercado para diferentes productos.
Entre la televisión y el cine
La migración de talentos del cine a la pantalla chica empezó tiempo atrás, cuando los filmes de Hollywood abandonaron las temáticas adultas y quienes trabajaban sobre estas empezaron a producir para canales como HBO. Con la pandemia, la migración a las plataformas se adelantó.
“Fue un golpe muy grande para el cine, y con la cuarentena, la verdad es que está en problemas. Todo lo que mejoró a la televisión, todo lo que le sumó, se lo restó al cine. Yo lo lamento, es un duelo que vivo permanentemente en mi carrera. Uno hace sonatas, cantatas, piezas de cámara; pero la sinfonía es la película. Ya cuando ves que directores como Martin Scorsese, que hacen películas, se entregaron a las plataformas, no sé qué irá a pasar. Yo ruego con que haya una reacción de la gente que diga, cuando ya se pueda salir: ‘Quiero ir con 300 personas a las salas y reírnos todos juntos’. Eso espero que ocurra”.
Pero la televisión, más nutrida que nunca, hoy ofrece opciones para contar historias diferentes, con una calidad que es como la del cine. “‘Como’ la del cine sí, pero no es cine —recalca el director—. Cada vez son menos, es verdad, pero se sigue filmando distinto. Las películas que veo que se hacen para plataformas no son como películas pensadas para la gran pantalla. Si bien están nominadas al Óscar y todo, siguen teniendo una cosa más de plano medio y un montaje que es distinto. Eso sigue siendo diferente, pues son medios distintos. Si vos filmas para una pantalla grande, aguanta otras cosas: tomas más largas, planos más lejanos, más cosas que si lo haces para televisión. En el montaje estás pensando: ‘esto lo verán en el televisor, en el iPad’. Está claro. Y bueno, el que quiere verlo por teléfono, que se joda”.