‘Tata’ Rufino, el no/poeta (aymara)
Rufino Paxsi Limachi
Rufino Paxsi Limachi, ‘Wari Willka’, es médico tradicional, librero, viajero y poeta. Tiene una biblioteca especializada en medicina natural
El cuarto de Rufino Paxsi Limachi está repleto de libros, tiene más de cuatro mil, cuidadosamente ordenados por temáticas. En su biblioteca hay mucho de medicina tradicional, de salud, de poesía, de rituales místicos y esotéricos; hay manuales naturistas y de apicultura pero también literatura boliviana y latinoamericana. Ha comprado libros toda su vida, incluso cuando no tenía ni para comer. En el otro lado del cuarto, sobre la avenida Panorámica de la ciudad de El Alto, hay una cocina a gas, piedras imanes de Tiwanaku, plantas medicinales y un viejo afiche de Fidel y Chávez que dejó el último inquilino. “Tata” Rufino es un no/poeta (aymara).
Don Rufino nace en el ayllu comunitario de Waraya Grande, en Tiwanaku (provincia Ingavi) el 10 de julio de 1938. Está a punto de cumplir 84 años y no aparenta su edad. Hace alarde de una memoria prodigiosa y su salud, sostenida en base a los principios naturistas, es simplemente de hierro. Sus padres se llaman don Francisco “Kilku” Paxsi Poma y doña Luisa “Mama T’alla” Limachi Quiroz; sus abuelas, doña Paula Méndez y doña Manuela Ticona; y sus abuelos, don Gregorio Paxsi Mamani y Benedicto Limachi Tusco. Asegura don Rufino que ambos vivieron hasta los 120 años. “Fueron los grandes yatiris/qulliris/aymaras de Tiwanaku, ellos nos transmitieron los conocimientos de la medicina natural cósmica”.
“Tata” Rufino tiene doce hermanos y cinco hijos, uno de ellos, Félix Paxsi González, ha tomado el relevo. En su carnet de identidad, dice “jaqichata” (casado). En los años 60 fue profesor en Kasa Achuta (Desaguadero) y en Pucara (Tambillo, provincia Los Andes); y maestro alfabetizador durante cinco años (1970-75). Su nombre, de acuerdo a su fecha de nacimiento y a una ceremonia ancestral con los abuelos de la comunidad, es ahora “Wari Willka” (santuario antiguo).
(Habitamos en Waraya / habitamos en Tiwanaku / tenemos por Padre al Inti / y por Madre a la Tierra. / Contemplamos tus pucaras / admiramos tus lupijaqis / así somos los aymaras / quechuas aymaras valientes / y por toda nuestra patria / nuestra querida Qullana / gritaremos ahora muy fuerte / por Bolivia un jallalla).
Estamos en Tiwanaku, año 1973, finales de agosto, plena dictadura sangrienta de Hugo Banzer Suárez. Don Rufino posa orgulloso para las cámaras con el resto de hermanos reunidos en el Primer Congreso Nacional sobre Medicina Natural y Cultura Aymara. Tres años antes, en 1970, ha publicado su primer diccionario trilingüe, castellano-aymara-quechua con la colaboración compiladora inicial de Severo Quisbert Ramos y Elizabeth Arcenia Quiroga. Unos años después va a escribir el libro Historia de la medicina natural aymara y kichwa del Qullasuyu-Bolivia y el Índice de plantas y hierbas para la falta de salud.
Desde aquellos años, “Tata” Rufino —nacido para curar— camina el país y el continente (ha llegado hasta México y Otawa, Canadá) divulgando los preceptos qullana/aymara en diez capítulos. Éstos son. Uno: respirar siempre aire puro; dos: comer exclusivamente productos naturales; tres: ser sobrios constantemente; cuatro: beber únicamente agua natural; cinco: tener suma limpieza en todo; seis: dominar las pasiones; siete: no estar jamás en ociosidad; ocho: descansar y dormir solo lo necesario; nueve: vestir sencillamente y con holgura; y diez: cultivar todas las virtudes, procurando siempre estar alegres.
Don Rufino ha llegado donde ha llegado porque respeta y cumple a rajatabla con estos diez mandamientos. “El aire puro es el primer alimento y el primer medicamento del hombre-mujer en dualidad. No nos damos cuenta de la importancia que tiene el aire puro como fuente de energía vital y necesidad psicológica”, me cuenta “Tata” mientras acullicamos coca machucada en su pequeño cuarto.
El mandamiento número diez (cultivar todas las virtudes) lo ha llevado a escribir poesía, recetarios de cocina, diccionarios y manuales de medicina tradicional. “Somos como la quinua, no debemos de avergonzarnos de nuestros alimentos, en el extranjero la estiman mucho y hasta hace poco decían que eso era comida de indios. La alimentación es nuestra única medicina y la medicina, nuestra única alimentación”. Es un gran defensor de las frutas, de los cereales y de las verduras; de las comidas con muy poca sal y de la quinua y la cañahua. Incluso ha escrito la receta del ponche caliente de quinua: ramas de canela, azúcar amarillo, clavos de olor, vainilla molida, extracto de quinua y singani. “La medicina nativa y natural necesita voluntad y sobre todo, fe. Si uno tiene fe, se cura; al que no tiene fe no le hace efecto”.
(El sol es / una naranja / en el huerto de luz / de la mañana).
LA GRÁFICA
Estamos en 1976, Prado de la ciudad de La Paz. Unos cuantos amigos se han instalado en el paseo para vender sus obras. Es la primera Feria del Libro. Junto a don Mariano Baptista Gumucio, don Antonio Paredes Candia, don Peter Lewy y un par de locos más, está la figura del “Tata” y sus libros de medicina natural-cósmica-universal. Muchos años después, en 1991, don Rufino también estará presente en la primera Feria del Libro en El Alto.
Don Rufino ha redescubierto más de 800 plantas silvestres y cultivables, machos y hembras, cálidos y frescos medicinales de las serranías del altiplano, valles, trópico y llanos. Ha perdido la cuenta del número de congresos nacionales e internacionales, conferencias y seminarios en los que ha participado desde 1970 a la fecha. “No hay enfermedades, hay enfermos”, me dice mirándome a los ojos. “Nuestro error está en no conocer, no valorar, no estudiar a fondo, no buscar las combinaciones que pueden dar nuestras plantas medicinales. La medicina occidental es cara y a veces inaccesible, mientras que la medicina tradicional que data de nuestros ancestros es eficaz, con costo mínimo y está al alcance de todos. No estamos en contra de los doctores egresados de la universidad, sino contra quienes comercializan con la medicina por mero afán de lucro”. En 1985 funda como pionero la Sociedad Boliviana de Medicina Tradicional Integrada Kallawaya.
(El liqui-liqi es verdadero médico / con su cabeza oblonga / y sus ojitos rojos como wayruru. / Semeja sus alitas, espantajo de ánimas / y sus piececitos, látigo de almas. / Es verdadero médico, su cabeza aplastada / sus ojos, color wayruru).
—“Tata” Rufino, ¿se ha metido alguna vez en política?
— Políticos somos todos, política haces tú, política hago yo. Los politiqueros pasa-pasa son otra cosa, por culpa de todos ellos sufrimos y no tenemos justicia todavía. Hay que defender nuestra cultura y tradiciones para lograr el equilibrio permanente entre hombre, mujer y naturaleza del universo divino, hay que reconstruir una vida en comunidad.
Don Rufino, jilata/amauta, historiador, lingüista y sabio viejo, habla con lenguaje sencillo y claridad de pensamiento y escribe poesía en aymara y en castellano desde la noche de los tiempos. Lo hace en diminutos cuadernos artesanales hechos por él mismo con una caligrafía minuciosa y hermosa. Jura que no es poeta, “tan solo un andariego empedernido, tan solo por la calle de la vida deambulo”. Y añade: “No sé que soy, las cumbres me cuentan sus congojas y los zorros, sus habladurías; los conejos, sus temores; y las flores, sus amores. Cuanto me dicen, guardo celoso y en el blanco del papel lo deposito”.
El no-poeta tiene en el corazón blanco del papel un amigo fiel; a él le cuenta sus sufrimientos, sus secretos, sus recuerdos revueltos y los claroscuros de su intensa vida. Ha publicado varios poemarios como Aymar yarawiku (1983) y Poesía de la cultura aymara y del Qullasuyu andino (1985). El no-poeta ha cantado a la tierra y a la patria morena, a la voz libertaria de los Andes, a la vicuñita, a los soldados aymaras, al azul del altiplano, a las casas/pueblos vacíos, a las caminatas por el cielo, a los monolitos y las kantutas, a las madres y los bloqueos de camino, a los “niños manuelitos” y a la flor del cardosanto. Incluso se ha atrevido con poemas eróticos (“¿Sin eso acaso podríamos vivir?”).
(Eres morena, oscura, eres de tierra / eres de piedra eterna, honda, callada / y con el manso fervor de tu mirada / desnudas todo lo que tu alma encierra. / Tienes esa paciencia de la guerra / y esa fidelidad de estar doblada / sobre el surco, tenaz y enamorada / a un ansia magnífica te aferra. / Yo te descubro así y en hondos modos / iluminada en la esperanza cierta / de que tras esta noche esquiva, incierta / te basará la aurora las pupilas. / Y aquella rispidez que hiriera a todos / será el amor profundo que destilas, “Patria morena”).
“Tata” Rufino también cree en la musicoterapia. Canta cuando menos te lo esperas. Lo hace por alegría, para sanar y también por motivos rituales. Ha recibido en diciembre pasado un reconocimiento como médico tradicional por parte de la presidencia del Senado (Andrónico Rodríguez Ledezma) por su labor y compromiso contra el coronavirus en la segunda y tercera ola de la pandemia.
Su último sueño —amén de la publicación de sus poemarios y libros inéditos sobre enfermedades y plantas— es la construcción del Centro de Medicina Natural en la comunidad Sirkapata/Waraya. Ya tiene el nombre: “Qantatayta”. Si como sus abuelos vive hasta los 120 años, probablemente don Rufino cumpla su anhelo. Es palabra de piedra, es palabra de qulla/aymara; jallalla, jawilla!
FOTOS: RICARDO BAJO H.