La geografía suena
Imagen: Ignacio Prudencio
Cergio Prudencio dirige el concierto
Imagen: Ignacio Prudencio
El músico Cergio Prudencio dirigió a la OSN en un concierto monográfico sobre la obra del compositor Alberto Villalpando
La geografía suena. Unos escribimos diarios, otros escriben música, como un testimonio, como el relato de un mito —quizás el de Tunupa— o como el relato de un caótico y sincrético encuentro de liturgias sobrepuestas, unas andinas de tiempo circular y otras lineales y en latín que, desde lo alto de un campanario, se sobreponen, se desarman, se unen, se amalgaman. Alberto Villalpando escribe música que ronda esas latitudes, muchas veces contemplativa, muchas veces evocadora, pero siempre proponiéndonos lugares y paisajes, que al final de cuentas resultan siendo un encuentro con nosotros mismos.
La geografía suena fue el nombre adoptado para el concierto monográfico que la Orquesta Sinfónica Nacional, bajo la notable dirección musical del maestro Cergio Prudencio, dedicó los pasados 30 de noviembre y 1 de diciembre a la obra del compositor Alberto Villalpando. Se trató de un concierto monográfico que intentó resumir la prolífica obra, el planteamiento estético y la esencia de la creación musical del compositor boliviano de música de tradición escrita más importante de nuestra cultura.
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La geografía suena
Estos conciertos demostraron que la música de Villalpando es una forma de vernos y comprender nuestra íntima relación con el vasto paisaje, con las montañas que nos seducen, que no nos dejan de impresionar. Su música, una voz incapaz de mentir, nos interpela, nos cuenta melodías cuyas resonancias parecieran que las conocemos desde siempre, desde nuestros ancestros. De ahí la pertinencia y casi urgencia de incluirla en la programación de la OSN, una programación que este 2022 ha planteado la importancia de escucharnos en un concreto y profundo discurso descolonizador a través del arte.
Un concierto monográfico dedicado a un compositor boliviano es un hito en nuestra cultura musical, una experiencia que permite adentrarnos en una estética que reflexiona desde lo nuestro. Así también lo comprende el maestro, compositor y director de orquesta Ramiro Soriano Arce, de quien compartimos dos mensajes, uno al compositor y otro al director, sobre su experiencia ante este trascendente evento.
Buenas noches, querido Alberto.
Hace ya días que quiero escribirte, porque la experiencia que viví el día que asistí al concierto con tus obras fue, en verdad, algo maravilloso.
Todos quienes estamos ligados al mundo de la música en Bolivia valoramos tu figura de músico y ser humano excepcionales. De hecho, yo considero que eres el compositor más importante de la historia de la música boliviana.
Y fue todo esto lo que se vio reafirmado en el extraordinario concierto que se dedicó a tus obras. El hecho de que todo el programa estuviera dedicado a tus composiciones me permitió sumergirme plenamente en el fastuoso mundo de tus creaciones.
Mucho se podría hablar de todo esto, querido Alberto, y solo quiero expresarte hoy mi admiración más sincera y el agradecimiento de todo un país por ser la expresión más honda de nuestra cultura musical.
Un abrazo muy grande, querido Alberto.
Mi querido Cergio, estuvimos anoche en el concierto de la Sinfónica.
En verdad, fue una noche memorable; las obras de Alberto son un extraordinario patrimonio de nuestra cultura.
Pero no podrían, esas obras, haberse manifestado de la manera en que lo hicieron, de no haber mediado tu intervención no solo de alto profesionalismo, sino, fundamentalmente, de tu alto talento de músico que entiende esa música de una manera especial. Se revelaron detalles maravillosos de la música que, lo sé, no son fáciles de conseguir con nuestra orquesta.
Mucho habría que hablar, querido Cergio. Ojalá en algún momento se dé esa posibilidad. Entretanto, permíteme expresarte mi mayor admiración por un trabajo excepcional y por tu talento, creador e inspirador.
Un abrazo grande.
Ante una sociedad ansiosa de reconocimientos, un concierto monográfico dedicado a un compositor vivo es, ante todo, una manera de agradecer la empedernida convicción de que vale la pena crear a pesar de la soledad a la que posiblemente las urgencias de la modernidad nos predestinan. Es un agradecimiento a un legado cuyo efecto multiplicador alcanza nuevas generaciones. Buscando hacer justicia a este legado, tan vivo y evidente cada vez que se toca una obra de Villalpando, la OSN, con el auspicio del Fondo Suizo de Apoyo a la Cultura, desarrolló un encuentro de compositores bolivianos de diversas generaciones, un punto de reflexión a partir de la música.
El concierto cerraba con la obra Las transformaciones del agua y fuego en las montañas, una obra emblemática en el repertorio orquestal boliviano, de ahí que Transformaciones fue el nombre escogido para este Encuentro de compositores que se llevó a cabo del 28 de noviembre al 1 de diciembre en el Centro Sinfónico Nacional. Un encuentro entre compositores de distintas generaciones ha significado un hito en la historia musical boliviana. Descubrir cómo la influencia de Villalpando toca todas las generaciones posteriores con una perspectiva auténtica de identidad sonora es un punto que permite entender, como músicos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. La necesidad de escucharnos se hizo presente en el encuentro que permitió descubrir nuevas obras y comprender las muchas veces comunes influencias, problemáticas y desafíos del fenómeno de la creación musical en Bolivia. Transformaciones, como una mirada casi mítica de transcurrir el espacio y no quedar insensible, generó intercambios, propuesta, ideas, visiones y, sobre todo, renovó la ansiedad de crear y, desde el sonido, diseñar los mundos que soñamos.
No queda más que agradecer la pertinencia de un acontecimiento trascendental para la cultura musical boliviana, al Ministerio de Culturas, Descolonización y Despatriarcalización, al Fondo Suizo de Apoyo a la Cultura, a los notables profesionales de nuestra Orquesta Sinfónica Nacional, a las nuevas generaciones de compositores ávidas de espacios para mostrar su música, a la incuestionable idoneidad del maestro Cergio Prudencio como director invitado y siempre a la obra de Alberto Villalpando, a partir de la cual nos escuchamos, nos conocemos, nos transformamos.