Don ‘Penco’, el panadero stronguista de Tupiza
Imagen: Ricardo Bajo H.
Don Humberto ‘Penco’ Mendoza es un hincha famoso del Tigre de Tupiza.
Imagen: Ricardo Bajo H.
El Tigre de Tupiza es una institución en la región de Chichas. Don Penco Humberto Mendoza es el gualdinegro más famoso del lugar.
Don Humberto ha sido panadero toda su vida. Le dicen Penco, por los deliciosos pencos potosinos que hacía hasta hace poco. Humberto Carlos Mendoza es el stronguista más famoso de Tupiza, la “Joya Bella de Bolivia”. Su casa es conocida en esta ciudad del departamento de Potosí como la “Casa del Tigre”. Es inconfundible, de su balcón cuelga siempre los días de partido un par de banderas gualdinegras.
Su pasión por el club The Strongest nace de chiquito cuando comienza a jugar de defensa en Fraternidad The Strongest Tupiza, fundado el primero de junio de 1930 por uno de sus tíos, Errnesto Román, un verdadero padre. A cinco años de su nacimiento, el club tupiceño es el puntal decisivo para formar la Asociación Deportiva de Chicas. El equipo, como su matriz paceña, tiene una rica actividad cultural en los años cuarenta del siglo pasado y ve nacer en su interior al grupo teatral más original de toda Bolivia, el mítico elenco Nuevos Horizontes, fundado en 1943 por Alipio Medinaceli.
Aquellas primeras obras del elenco teatral del Strongest Tupiza son comedias españolas como Los hijos artificiales y otras de raigambre anarquista como El hijo del destino del sindicalista ferroviario Noel Mariaca Carvajal. Unos años después a ese grupo de gualdinegros teatreros que actuaban en el Teatro Suipacha se suma Líber Forti, santo y seña del teatro boliviano, ícono libertario. Por Nuevos Horizontes (hasta principios de los 60) pasan los hermanos Barrientos, Pepe García, el Fiero Cortés y mujeres como Emma Duchén, Corina Altamirano, Berta Porcel o Alcira Sotelo.

“Nuestro rival es el Club Deportivo Huracán de Tupiza, nacido en abril de 1927, con el mismo logo del Globo de Buenos Aires, por eso le dicen el ‘Globito’; los partidos contra los verdiblancos eran de gran rivalidad”, recuerda don Penco que después de dejar el fútbol fue delegado del Strongest Tupiza. Por el clásico rival, por Huracán, pasan nada más y nada menos que Víctor Agustín Ugarte (leyenda del club Bolívar cuyo nombre lleva el estadio de fútbol de Tupiza) y el gran guitarrista Alfredo Domínguez Romero. De esa linda época, recuerda al arquero Ricardo Apriles, al Negrito Betancourt, al Payaso Roberto, a Hugo Guillén. Cuando el Penco habla de los que ya no están, dice “los finados”. No pronuncia la palabra muertos.
Don Humberto nace el 28 de abril de 1946 en Tupiza. Su madre, Petrona Mendoza, saca adelante a toda la familia con su tiendita de abarrotes y comida. Doña Peta atiende en la calle Bolívar, arribita del Colegio Santa Ana. Tupiza es la única ciudad fuera de las capitales departamentales que cuenta con este colegio de la Congregación de Religiosas Hijas de Santa Ana, fundada en Italia en 1866.
El Penco es —naturalmente— “suipachista”. Estudia en el Colegio Nacional Mixto Suipacha, semillero de la cultura chicheña, cerca de la Plaza del Estudiante y el Mirador Corazón de Jesús. Es uno de sus primeros alumnos, pues el colegio ha sido fundado en marzo de 1939. Hasta ese momento, los estudiantes tupiceños que terminaban la primaria tenían que seguir estudios en Potosí o Sucre. Muchos de sus amigos migran a esas ciudades o a Argentina, pues Tupiza está enclavada en la vieja ruta entre el Río de la Plata y el Alto/Bajo Perú.
El panadero más gualdinegro recuerda la mejor época del Strongest de Tupiza por viejos relatos de la localidad cuando sus camaradas enfrentaron a sus hermanos de The Strongest de La Paz en medio de la Guerra del Chaco: duelos fraternos, pero peleados entre los obreros tupiceños de las minas de la Patiño Mines (de Siglo XX) y de los Aramayo (de Tasna, sud Chichas) versus los muchachos stronguistas de la Hoyada.

En Tupiza y Cotagaita se alistaron 18.000 soldados para marchar a los fortines y cañadas del Chaco Boreal, entre ellos 37 socios activos de The Strongest Tupiza: los hermanos Alfaro (Efraín, Agapito y José), Felipe Andrade, Emilio Cortés, Armando Díaz T., Adolfo Daza O., José Gamarra Ch., Napoleón Gallo, Alberto Heredia, Wálter Íñiguez, Manuel Jordán, Francisco Liquitaya, Roberto Moreira, Wálter Moreno, José Murillo, Juan Michel, Carlos Rodríguez, Eduardo Salazar, entre otros.
Diez murieron en acciones de guerra y una placa en Tupiza colocada en las Bodas de Oro del gualdinegro potosino recuerda a los caídos: subteniente Wálter Moreno Córdova; sargentos Simón Tapia Toro y Ramón Reinaga Herrera; cabo Efraín Alfaro; y soldados Trifón Balderrama Barrientos, René Zegarra Mancilla, Mario Villena Carretero, Hugo Velásquez Vargas y Luis Vargas López, estos últimos del Batallón Méndez Arcos, pieza clave en la decisiva batalla de Villamontes.
Sobra decir que el chicheño es batallador y don Humberto no es la excepción. Por sus calles y caminos se respira lucha. Lo tienen marcado a sangre y fuego en su ADN desde las épocas del coronel Pedro Arraya en la contienda de Suipacha, del general Rufino Carrasco, de los regimientos Chorolque y Chichas, de los ancestrales caciques que defendieron el territorio con sus gritos de guerra en kunza, su idioma.
Sus ídolos son el Tano Fontana, Eligio Martínez, Eduardo Angulo, Luis Esteban Galarza. A don Humberto le gustan los defensas duros/aguerridos como él; lo dulce siempre se lo guardó para la panadería. El Penco recuerda con especial agrado la final del 77 en Cochabamba contra Oriente Petrolero, el primer campeonato tras la creación de la Liga.
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Sus otros dos grandes momentos son el Tricampeonato (2011-2012; “salimos a las calles del pueblo a reventar cohetes toda la noche después de aquel empate en Potosí en diciembre de 2012”) y el penúltimo partido contra River Plate en marzo de 2016, con empate a uno en el Siles y gol de Alejandro Chumacero. Aquel día, don Penco regresaba a la ciudad de La Paz, luego de medio siglo, pues había hecho el servicio militar en el regimiento Ingavi. “Viajé desde Tupiza con mi yerno Fernando Alvarado y unos cuantos stronguistas tupiceños; por cosas del viaje de regreso nos salimos cinco minutos antes de que acabara y no pude ver el gol del empate del Chumita”, cuenta todavía con rabia y bronca.
La vida de Humberto ha transcurrido entre la panadería y las canchas de fútbol. En ambas ha gozado y ha sufrido. Padeció quemaduras graves cuando trabajó en una de ellas, en la Greca y en uno de sus primeros laburos conoció a su esposa, doña Marcelina Flores. “Ella traía lindos panes y sobaditos; y así nos enamoramos”. Don Penco es un panadero stronguista y se nota: arrancó haciendo pan porque los que compraba eran malos y los que hacía él eran mejores. Su especialidad es el pan cauca y el pan francés con cuernitos.
De ese amor y pasión por las masas nacieron cinco hijos (los cinco profesionales, dice bien orgulloso): Ernesto Teto, Patricia, Rubén, María Teresa y José Humberto (fallecido hace unos años por diabetes). Don Humberto no lo dice, pero tiene al enemigo en casa: la mujer y cuatro de sus hijos son bolivaristas; “por dar la contra se han hecho”. Solo “su” Patty —que fue jugadora de vóley y vive en Cotagaita— le ha salido bien tigresa. “Me peleaba grave con ellos, alguna vez hasta a lapos nos hemos agarrado con alguno de mis hijos cuando no había tele y escuchábamos los clásicos por Radio Deporte de los hermanos Chavarría”. Cuando los partidos pasan, vuelve la armonía a la “Casa del Tigre”; cuando los enfrentamientos Huracán vs. The Strongest se olvidan vuelve la calma chicha a la capital de los chicheños. Don Penco sabe que son solo treguas que da la vida.
Texto y Fotos: Ricardo Bajo H.