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La Calle de las Brujas resguarda crucifijos del siglo XVII

/ 23 de julio de 2023 / 06:52

Lo que empezó como tradición paceña se convirtió en una colección para resguardar el arte sacro nacional, que ahora se expone en una casa republicana de la calle Melchor Jiménez.

El anticuario estaba atiborrado de innumerables objetos antiguos, desde las más pequeñas efigies de la Virgen María y de santos, hasta obras de arte colonial, como figuras del Niño Jesús que estaban en proceso de restauración o las que estaban disponibles para la venta. En el aparente desorden había orden.

Entre la gente que visitaba el repositorio paceño se encontraban María Luisa Morales, quien quería comprar vestimenta para su San Antonio, y unos extranjeros que estaban a punto de adquirir piezas de arte sacro boliviano para llevárselas a su país.

María Luisa no lo pensó dos veces. Habló con el dueño del anticuario, discutió un poco y ofreció más dinero para, finalmente, quedarse con aquellas antigüedades. “Claro que me he peleado, pero no quería que ningún extranjero se llevara nuestras obras fuera del país”, contaba a quienes querían saber cómo comenzó su colección de arte colonial, que este año se convirtió en materia prima para las exposiciones del Espacio Cultural María Luisa Morales.

Las calles Linares y Melchor Jiménez son visitadas por turistas extranjeros y nacionales no sólo por las vestimentas andinas y artesanías, sino también por las tiendas de chifleras, aquellas vendedoras de hierbas medicinales, mesas andinas para la Pachamama y de pociones para atraer dinero, amor y prosperidad. Por eso estas vías se conocen como las Calles de las Brujas.

Ahí, en la Melchor Jiménez —una vía curva que nace en la calle Santa Cruz y termina en la Linares—, varias tiendas preceden a una casa republicana bien conservada, con paredes de color crema y motivos decorativos verdes. El pasillo dentro de la propiedad, efectivamente, lleva al visitante a inicios del siglo XX, a un patio amplio con piso de piedra, flanqueado arriba por balcones que guardan recuerdos pasados.

Tres habitaciones de la planta baja invitan a un recorrido por figuras de la crucifixión, que representan el sacrificio y encarnación de fe para los creyentes cristianos. Lo que empezó con un pequeño oratorio para que las amistades fueran a rezar se convirtió en el refugio de 40 imágenes que resumen no sólo la tradición católica paceña, sino también los detalles y orígenes de cada obra.

En la primera habitación sobresale un Cristo crucificado con la vista fija al frente, los ojos llorosos y las rodillas sangrantes. El faldón que cubre su cadera tiene bordados antiguos que están hechos a mano. En sus costados hay otras cuatro imágenes similares, cada una con una característica singular, como el color del pelo natural de sus cabezas o sus adornos hechos de plata.

Sonia Morales, hija de María Luisa Morales y heredera de esta colección, cuenta que las obras provienen de las ciudades de La Paz, Cochabamba, Sucre y Potosí. “Más que todo de Sucre y Potosí, porque tenemos la Escuela Potosina que, junto con la Escuela Cusqueña, eran especialistas en estas esculturas”, explica la abogada.

Una figura que llama la atención es el Cristo Dislocado, que muestra a Jesús con los hombros dislocados, la columna en forma de S y las costillas que sobresalen de un torso delgado que, por la crudeza, muestra el sufrimiento por la crucifixión. Es una de las reliquias más antiguas y queridas de la familia, ya que perteneció a la bisabuela Francisca Catacora.

Vestida con una manta blanca que perteneció a su abuela Anselma y un collar de perlas que acostumbraban llevar las cholas paceñas de inicios del siglo pasado, Sonia explica que las obras artísticas están hechas de madera maguey con yeso, de estilo barroco, y datan de los siglos XVII y XVIII. “La mayoría viste ropa de seda antigua, orfebrería plata labrada y otras en filigrana”.

“Mi mamá no ha alcanzado a hacer realidad el museo, pero teníamos la idea y ejecutamos el plan con la limpieza de la casa, inventario de las piezas y estudio para proteger las obras”, cuenta Sonia, que si bien confiesa que no ejerce el catolicismo de manera activa, aprendió de su madre el respeto hacia las imágenes como obras arte.

De acuerdo con Elisa Rada, antropóloga y principal asesora en el espacio cultural, se emplearon dos meses en el análisis, la selección, el traslado y montaje de la exposición de los crucifijos.

“Nuestro objetivo es difundir, no desde el punto de vista católico, sino que se aprecie el arte y que la gente conozca el sincretismo paceño y las fiestas patronales”, recalca Elisa, quien luce algunas joyas de María Luisa y Anselma, a quienes considera parte de su familia por todo lo vivido.

En las otras dos habitaciones, además de los Cristos crucificados, se pueden observar efigies de la Virgen María de diversos tamaños y con características muy interesantes en cuanto a terminados, con miradas que parecen ser reales.

También resalta la imagen de un muchacho crucificado y con una corona de espinas en la cabeza: es el Niño de la Santa Guardia, obra del siglo XVI. Según Elisa, cuenta la historia de un niño mártir que fue secuestrado en Granada (España) para luego ser ejecutado en una cruz de madera.

Además del propósito cuidar el arte sacro boliviano, Sonia afirma que la colección también se originó porque su bisabuela tenía un estatus social alto en la cholada paceña, que se caracterizaba —además de su poder adquisitivo— por guardar en sus casas la imagen de Cristo crucificado, el Nacimiento y el Señor de la Sentencia.

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La bisabuela no sólo contaba con esas obras, sino que respetaba todas las tradiciones católicas. Por ejemplo, nadie de la familia comía carne los viernes de Cuaresma, mientras que en Semana Santa estaba prohibido escuchar música que no fuera boleros de Caballería, además de que las mujeres debían salir a la calle vestidas de negro y con un velo para ir a la misa.

Esta rigurosidad fue heredada por su hija, Anselma Góngora, mientras que su nieta, María Luisa Morales, mantuvo la tradición de adquirir y cuidar las efigies religiosas que coleccionó desde hace 35 años.

Elisa quedó impactada por toda la obra reunida, más aún cuando empezaron a trabajar en el registro, la elaboración de la base de datos y la anotación de los detalles de las efigies y cuadros artísticos, trabajo que terminó un año y dos meses después.

María Luisa no alcanzó a ver materializada la idea del museo, pero Sonia y Elisa terminaron el proyecto, por lo que el Espacio Cultural María Luisa Morales presenta exposiciones según las fiestas patronales, ya que se comenzó en Semana Santa con los Cristos Crucificados, continúa con una muestra de Santiago y terminará el año con el Niño Jesús y los Nacimientos.

Es inevitable regresar a las habitaciones una y otra vez, pues las imágenes y los cuadros muestran nuevos detalles y nuevas historias que encierra esta casa con halo a religión y tradiciones paceñas.

…..

Arte religioso

El Espacio Cultural María Luisa Morales presenta exposiciones según las principales festividades católicas y tradiciones paceñas. Está en la calle Melchor Jiménez Nº 812, entre Santa Cruz y Linares. Cuenta con riguroso su sistema de seguridad, ya que además de los cuidadores tiene alarmas modernas. Este espacio abre sus puertas entre miércoles y jueves, de 15.00 a 19.00.

Texto: Marco Fernández

Fotos: Marco Aguilar

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‘Fanático’, lo último de Lali Espósito, cruza rock, política y fama

Con su más reciente videoclip, la afamada cantante bonaerense se sumerge en su polémico intercambio con el presidente argentino, Javier Milei.

lali Espósito cruza rock, política y fama

/ 28 de septiembre de 2024 / 22:09

Lali Espósito ha vuelto a hacer ruido en la escena musical con el estreno de su nueva canción «Fanático», en la que adopta un giro hacia sonidos más rockeros, una clara desviación de su estilo pop habitual. Lo que ha captado la atención no solo es la dirección musical, sino también la letra cargada de referencias que muchos interpretan como una respuesta directa a las polémicas que ha protagonizado en los últimos meses, especialmente con el presidente argentino, Javier Milei.

Desde los primeros acordes de guitarras distorsionadas, «Fanático» establece un tono irreverente y provocador. La letra no tarda en entrar en el terreno de la polémica. «Te encanta hacer como que no tenés idea quién soy, y sé que tenés un póster mío en tu habitación», canta Lali en los primeros versos, haciendo alusión a las controversias con Milei. Esta frase resuena de manera particular, considerando el cruce público entre ambos, donde el presidente aseguró no conocer a la artista, a pesar de haberla mencionado en varias entrevistas.

Referencias

El video musical, codirigido por Lali y su hermano Lautaro Espósito, es una pieza visual cargada de simbolismos. En él, Lali se presenta en un glamoroso outfit que recuerda a Stevie Nicks, mientras realiza un casting de actores y actrices que la imitan. Entre los personajes que desfilan, destaca un hombre de mediana edad, con patillas prominentes, una chaqueta de cuero negro y una camisa azul, cuya apariencia y gestos evocan inevitablemente a Milei. Aunque la cantante no menciona al presidente directamente, el mensaje es claro: «él ya se la sabe de memoria, eso se llama obsesión», canta Lali, sugiriendo que las constantes críticas del mandatario hacia ella no son más que una forma de fijación.

El estribillo se sumerge en una ambigüedad juguetona que mezcla el sarcasmo con una reflexión sobre los desafíos de la fama. «Es mi fanático, me vuelve loca. Todas las noches me sueña y se toca», dice la letra. Aquí, Lali no solo hace una referencia a la obsesión de los seguidores y críticos, sino también a la dualidad que trae la popularidad: admiración y persecución. “Fanático” da pie a interpretaciones sobre los efectos del escrutinio público, especialmente cuando se trata de figuras públicas que desafían el status quo, como lo ha hecho Lali en el panorama político argentino.

Polémica

La relación tensa entre Lali Espósito y Javier Milei no es nueva. Desde antes de las elecciones, la cantante no ha ocultado su postura crítica hacia el presidente, lo que desencadenó una serie de respuestas por parte del libertario. En una entrevista en febrero, Milei aseveró que «ella empezó, si te gusta el durazno bancate la pelusa», criticando abiertamente a la artista por su activismo político. Más tarde, el presidente arremetió de nuevo, diciendo que Lali era parte de un «mecanismo de propaganda» financiado por ciertos sectores.

Este cruce generó un debate en la industria cultural, con varios artistas saliendo en defensa de Espósito. Ricardo Mollo, líder de Divididos, comentó que «el único ‘poder’ que tienen los artistas es poder alegrar a quienes disfrutan de ese arte».

Fama

El videoclip de «Fanático» ofrece un comentario astuto sobre el costo de la fama. En una de las escenas, Lali aparece sosteniendo un periódico con su rostro en la portada, bajo el titular «Escándalo», mientras se queda dormida frente a un actor que parodia a Milei. Es una imagen potente que refleja el cansancio de ser objeto de controversias constantes, pero al mismo tiempo se apropia de ellas con ironía. La promoción de la canción en Buenos Aires, con un cartel publicitario en Palermo que luego fue «vandalizado», añade otra capa de interpretación: Lali misma parece estar controlando la narrativa de su imagen pública.

Con «Fanático», Lali Espósito no solo demuestra su versatilidad artística, sino que también reafirma su postura como una figura influyente dentro y fuera de la música. Aunque el lanzamiento de su sexto álbum aún no tiene fecha confirmada, queda claro que su música seguirá siendo una plataforma para expresar su visión crítica sobre el estado de la cultura y la política en el país rioplatense.

Lejos de quedarse en lo superficial, la cantante ha sabido utilizar su arte para provocar reflexiones profundas sobre el rol de los artistas en la sociedad y la política. Y aunque su enfrentamiento con Javier Milei parece no tener fin, lo cierto es que Lali no ha hecho más que crecer en popularidad.

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‘Las cosas, como antes’, arte contemporáneo inspirado en la Amazonía

El Centro Cultural de España en La Paz hospedará la muestra de fotografías, pintura, instalaciones, video, performances y poesía curada por Galo Coca, Ara Goudsmit y José Orsag.

/ 28 de septiembre de 2024 / 22:02

Del 3 de octubre al 15 de noviembre de 2024, el Centro Cultural de España en La Paz acogerá “Las cosas, como antes”, una exposición colectiva de arte contemporáneo que explora la representación de la Amazonía boliviana en el imaginario nacional. Con un enfoque multidisciplinario que incluye instalaciones, fotografía, video, pintura, performance y poesía, la muestra invita a repensar la relación histórica y contemporánea con este vasto territorio.

Bajo la curaduría de Galo Coca, Ara Goudsmit y José Orsag, “Las cosas, como antes” se sumerge en los complejos vínculos entre la colonización, la explotación de recursos y las narrativas de modernidad que han marcado la historia de la Amazonía. A través de las obras presentadas, los artistas buscan cuestionar las herencias violentas de estos pactos históricos, y plantear nuevos lenguajes y perspectivas desde los cuales comprender y habitar este espacio.El grito debería ser aturdidor, radical, para comunicar el dolor de escuchar, día a día, lo que acontece en la Amazonía. Este es un intento de hacer ese grito. No hablamos por los territorios. Exploramos las formas en las que nos han enseñado a ver la Amazonía como bolivianxs. Nos adentramos en los modos que reproducen la mirada conquistadora que no deja de ver en los bosques amazónicos un futuro de extracción y acumulación. 

¿De qué ‘antes’ hablamos en “Las cosas, como antes”? Nuestros lenguajes traen la noción del pasado para expresar que lo que se hace hoy con la Amazonía no es nuevo, sino el resultado de un antes que sigue presente. 

Los pactos actuales de destrucción de la Amazonía son pactos con un pasado vivo. Sus síntomas aparecen en textos, imágenes, libros, propagandas, mapas y discursos que relatan las formas de desprecio proyectado hacia territorios. Estos modos de hacer mundo prometen un futuro mejor, un futuro cuya columna vertebral es la destrucción disfrazada de modernidad. 

Esta realidad crea suelos áridos donde son fabricados los olvidos de saberes, memorias, afectos, medicinas, alimentos, de otras formas de ser humanos, de otras formas de habitar la Tierra. El ejercicio es hacer una indagación colectiva para mirar porqué es tan difícil encontrar a las Amazonías desde sus propios términos. Aquí, el pasado nos acecha preguntándonos por qué vale la pena mirar escudos que vanaglorian la extracción sin límites o mapas de geografías rebautizadas; nos acecha preguntándonos por la soberbia que reitera imaginarios exóticos sobre la naturaleza y la gente; nos acecha preguntándonos por los sueños que significan estrategias de dominación. 

Pero los cuerpos y las prácticas aquí elaboradas intentan impugnar la normalidad con la que se emiten y divulgan estos lenguajes violentos. Las preocupaciones y sensibilidades de las obras se adentran en la búsqueda de crear conversaciones y otros lenguajes en medio de mundos arruinados. 

En el gesto creador, hay hilos que bordan la vitalidad entre imágenes de violencia. Por fuera de los datos y números sobre la minería aurífera, en las fotografías de ríos desechos están escritos e inscritos los testimonios de mujeres que viven y trabajan en los enclaves extractivos. También probamos modos de contemplar el duelo que nos vincula con seres quemados por el fuego y con seres-árboles vistos sólo como recurso y extracción. Y el cuerpo propio es lugar de memorias, un sitio de diálogo entre territorios. 

Las prácticas del bordado, las preguntas, la escritura de memorias, los contra mapas, las imágenes satelitales como lugar de cercanía y crítica, el rescate de seres vegetales que iban a ser tirados a la basura, pensar con quienes están entre los incendios, el acto de poner el cuerpo y la voz como primera geografía, son gestos que hacen brotar conversaciones y posibles caminos de cuidados.

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Sobre el nombre de la exposición
¿De qué antes hablamos? Tantas cosas pueden evocar la palabra antes, esa palabra que trae la noción de pasado, pero aquí tiene un tono particular: lo que se hace hoy con la Amazonía, antes también estaba siendo deseado y pensado. Por ejemplo, la deforestación, aunque haya iniciado con fuerza en los últimos 30 años, ya hace varios siglos se discutían estrategias de colonización en “territorios inexplorados, territorios salvajes”, para continuar con la dominación del hombre frente a la “naturaleza”. Entonces, tratamos de decir que el problema de maltrato y violencia que se vive en la selva amazónica boliviana no es un problema nuevo, es una herencia, y a esa herencia queremos cuestionar. Los pactos actuales de destrucción de la Amazonía (porque son pactos y acuerdos), son pactos con el pasado, con visiones de generaciones pasadas.

Artistas invitadxs

Belén Abella, Rodrigo Alarcón, Santiago Contreras, Chontano, Jessica Freudenthal, Sara Lewis, Alejandra Menacho, Ever Roca, Manuel Seoane, Juan Manuel Tapia, Cooperativa Visual y Wara Vargas.

Acciones y actividades durante la exposición:

Apertura e inauguración

Acciones de Jessica Freudenthal, Nohely Guzmán y Rodrigo Alarcón

Jueves 3 de octubre. 19:00

ACCIÓN DE EMPUTE – PRECIO DEL FUTURO de Con Rodrigo Alarcón

Viernes 4 de octubre, 17:00

Exploración satelital del Amazonas de Santiago Contreras 

Sábado 19 de octubre, 09:30

La ficción como estrategia de memorias amazónicascon Ara Goudsmit

Viernes 25 de octubre. 19:00

Ctrl+e+Supr de la Cooperativa Visual

Jueves 7 de noviembre, 19:00

Cierre de la exposición: Sesión de escucha música de tierras bajas de los años 1960s y 1970s. Recuperación, difusión y debate con Juan Manuel Tapia.

15 de noviembre, 19:00

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Poesía boliviana: arte, historia y trascendencia

Una conversación sobre el arte de tejer versos en Bolivia, su evolución y situación, con el destacado poeta Gary Daher.

Poesía Boliviana: arte, historia y trascendencia

/ 28 de septiembre de 2024 / 21:52

Gary Daher es una de las voces más reconocidas de la poesía boliviana contemporánea. Ingeniero de profesión y con una maestría en Estudios Avanzados en Literatura Española e Hispanoamericana por la Universidad de Barcelona, su trayectoria literaria es vasta y diversa. A lo largo de su carrera, ha publicado catorce libros de poesía, tres novelas y un ensayo sobre la poesía boliviana, además de traducir a poetas clásicos, destacándose como un autor prolífico y multifacético en el ámbito literario. Además, Daher ha sido partícipe de importantes proyectos colectivos y publicaciones que han marcado la historia de la literatura en Bolivia.

Su papel en el panorama cultural no se limita únicamente a la creación literaria. Junto a destacados poetas como Ariel Pérez y Juan Carlos Ramiro Quiroga, formó el grupo literario conocido como el Club del Café o del Ajenjo, cuya obra y producción poética dejaron una huella significativa. Asimismo, ha ejercido como editor y curador, desempeñando un rol clave en la difusión de la poesía boliviana a través de proyectos como la revista El Ansia y el Encuentro Internacional de Poesía Ciudad de los Anillos. Su compromiso con la literatura boliviana trasciende fronteras, logrando que su obra sea reconocida en diversas antologías y publicaciones internacionales.

En esta entrevista, Daher nos ofrece una mirada profunda y reflexiva sobre la evolución de la poesía boliviana desde el siglo XIX hasta la actualidad. A través de sus respuestas, explora los hitos históricos y las tendencias que han dado forma a la poética nacional, así como el impacto de la modernidad y la globalización en el quehacer literario del país. Además, nos comparte detalles sobre sus próximos proyectos literarios y su constante búsqueda de conocimiento y exploración en el campo de la poesía y la literatura universal.

¿Cómo ha evolucionado la poesía boliviana en los Siglos XIX y XX? ¿Qué hitos se puede identificar?

Ya desde los albores de la república y siguiendo el siglo XIX, la poesía boliviana nace con una intensa actividad poética, pues, contrario al criterio hasta hoy en día utilizado, tuvo en Bolivia un fuerte movimiento poético cuando, de acuerdo con la poeta Mónica Velázquez, que ha coordinado equipos de investigación dando como resultado dos libros sobre el periodo, se trabajaron asuntos como la presencia de la muerte, el ideal de patria, y claro cuando no los sentimientos y los amores, líneas del romanticismo.

Entre los poetas destacados de ese siglo inicial podemos nombrar a Ricardo Mujía, y María Josefa Mujía; sin embargo, el hito más destacado corresponde a la poeta Adela Zamudio que, adelantándose a su época puso la cuestión de género en relevancia a favor de la mujer, aunque su presencia abarca los dos siglos el XIX y el XX, acaso ya iluminada por el gran brillo que este brindó a la poesía boliviana

Baste empezar nombrando a Ricardo Jaimes Freyre, uno de los tres fundadores del modernismo junto con Rubén Darío y Leopoldo Lugones, del cual el mismo Jorge Luis Borges opinaba que había escrito un poema que sin decir nada lo dice todo, que es pura música, hablando del hermoso texto «Siempre», que abre Castalia Bárbara, libro publicado en 1899. Además del ensayo Leyes de la versificación castellana, de gran relevancia en toda la lengua. Por lo que este poeta y su obra son un hito fundamental de la poesía boliviana.

Jaimes Freire forma junto a Gregorio Reynolds y Franz Tamayo hacen la triada que da base al modernismo en Bolivia.

Durante este siglo hemos asistido en primer lugar a la escritura de Man Césped (Manuel Céspedes) adelantándose también a la poesía ecológica,

Posteriormente, la fuerte instancia de José Eduardo Guerra nos ingresa en el diálogo de la profundidad reflexiva. Mientras que Oscar Cerruto y Jaime Saenz se levantan como los dos pilares de la poesía boliviana, el primero como la culminación del modernismo, y Saenz como el provocador de una mirada mística construida a través del pensamiento del cuerpo y de la muerte, la ciudad, con el cristal que le da la ciudad de La Paz, y la vida corriente, desarrollando un trabajo espiritual propio en busca de conocimiento, y colocándose quizá como uno de nuestros poetas mayores, cuya obra aún es poco comprendida.

Por su parte, Hilda Mundy (Laura Villanueva) y Arturo Borda aparecen mostrando una línea vanguardista, donde Mundy cuestiona las posibilidades de verdad del sistema de la lengua, mientras Borda se desplaza en la multiplicidad de géneros con una mirada que recoge las anécdotas de la calle y las transforma en disquisiciones metafísicas, bajo permanentes reflexiones, que hacen un material profuso como si de un caldo de cultivo de la literatura boliviana se tratara.

Blanca Wiethüchter es a su vez un hito en la escritura realizada por mujeres en el siglo XX, donde acaso el mayor aporte, además de su intensa obra poética, haya sido el hecho de convocarnos para dibujar la literatura boliviana, tal como escribí en la dedicatoria que le hice en uno de mis libros de ensayos. Y recoger las palabras de Rodolfo Ortiz que nos dice que la “potencia creadora que contagia a sus lectores es lo primero que despunta; no un legado, sino un contagio de otro orden, que tiene que ver con ese rigor de la llama que hace posible leer y escribir sin ataduras”, dejándonos el trabajo Hacia una historia crítica de la literatura en Bolivia (2002).

En la temática del trópico boliviano, encontramos a Jorge Suárez y su poderoso Oda al Padre Yunga, además de otros poemarios con las formas rimadas siguiendo a los clásicos, especialmente el soneto, de gran calidad. Por su parte, Raúl Otero Reiche y Horacio Rivero Egüez han desarrollado una poética de gran valor que todavía deja la deuda de estudiarse. Sin olvidar, claro, la obra de Julio de la Vega Rodríguez.

Para cerrar el siglo XX, podemos decir que la poesía extraordinaria de Jesús Urzagasti, también de raíces filosóficas, y los poetas Fernando “Zeque” Rosso y Roberto Echazú han dejado una huella que creo imborrable.

¿Qué está pasando con la poesía boliviana en el Siglo XXI y cuál es el panorama actual?

La poesía del siglo XXI se abre con los cambios que la modernidad ha permitido, es decir, la posibilidad de que la poesía boliviana circule gracias a la tecnología, y permita que los poetas sean leídos y también invitados a los festivales internacionales. Esta poética que sigue, como en toda etapa de cambio, diferentes tendencias, se ve reflejada en una extraordinaria antología realizada por el italiano Emilio Coco que ha recopilado a 32 poetas bolivianos vigentes y los ha publicado de manera bilingüe.

Los poetas recogidos en esta antología son, en orden cronológico: Antonio Terán Cabero, Pedro Shimose, Eduardo Mitre, Matilde Casazola, Blanca Garnica, Norah Zapata-Prill, Nicomedes Suárez, Fernando Rosso, Álvaro Diez Astete, Humberto Quino, Juan Carlos Orihuela, Edwin Guzmán, Jorge Campero, Jaime Taborga, Gary Daher, Cé Mendizábal, Marcia Mogro, Homero Carvalho, María Soledad Quiroga, Juan Cristóbal Mac Lean, Eduardo Nogales, Patricia Gutiérrez, Vilma Tapia Anaya, Gustavo Cárdenas, Benjamín Chávez, Osear Gutiérrez Peña, Gabriel Chávez Casazola, Mónica Velásquez, Paura Rodríguez Leytón, Jessica Freudenthal, Guillermo Ruiz Plaza y Sergio Gareca.

A esta antología podemos sumar las voces de los poetas Juan Carlos Ramiro Quiroga y Sulma Montero, de notables trabajos.

El costumbrismo fue una corriente muy arraigada en el pasado. ¿Qué tanta influencia tiene esto, o no, en la poesía boliviana actual?

El costumbrismo trató de reflejar, en muchos casos con tendencia a la remarcación, el hablar popular que las variantes locales ejercitaban. Hoy en día, debido a la fuerte migración interna, producto de los tiempos, estas variantes se han suavizado. Sin embargo, dentro de las múltiples tendencias actuales, hay corrientes que recuperan el hablar popular actual para reproducir los modos y a través de ellos los sentires de la gente.

En tiempos de interconexión e intertextualidad, ¿qué tendencias de otras partes del mundo se vienen incorporando al panorama poético boliviano?

Actualmente, varios poetas bolivianos se han sumado a los movimientos poéticos que resaltan la poesía de la experiencia, y este movimiento se ha visto incrementado gracias a los talleres que estos poetas ejercitan. Sin embargo, también están otras líneas, tales como la línea de género, que también trae fuerte influencia especialmente en la poesía escrita por mujeres. En otras palabras, ya no estamos divorciados del mundo poético hispanoamericano.

¿Cuáles son los ánimos que actualmente caracterizan a la poesía boliviana, esto con relación a las miradas filosóficas que subyacen? ¿Qué tanto hay de existencialismo, hedonismo, nihilismo, iluminismo, etcétera?

Hay de todo un poco. Me parece que el panorama de las tendencias se irá aclarando a medida que pase la década, y los jóvenes poetas se interioricen más en sus lecturas que, gracias a esta universalización, está permitiendo que libros de las diferentes poéticas actuales y de otros siglos del mundo llegue a sus manos, tanto de manera física como virtual.

Aunque varios poetas han apostado por una ideología y un estilo que apela a la fragmentación, la diversidad, la paradoja, en lo que se podría llamar el posmodernismo. Las diferentes búsquedas están ligadas a las lecturas que les toca. Vale la pena mencionar que los poetas actuales son lectores que tratan de conocer y comprender a los grandes poetas del mundo, de manera que, en general, no parece haber demasiadas lecturas entre ellos, al menos no en el sentido de las conexiones o las influencias.

¿Por qué la poesía boliviana comienza a ser más reconocida y publicada alrededor del mundo hoy en día?

Las raíces de la poesía boliviana se nutren de la potencia poética del país, baste mirar su enrevesada historia, el sagrado lago Titicaca, el poderoso macizo andino con dos cordilleras, el altiplano que se nos aparece como el altar de América, los amables valles, y claro, la preciosísima selva oriental con sus ríos y la altísima biodiversidad que la ocupa. Sin mencionar la variadísima mitología, la arqueología ya descubierta y la por descubrir. Y donde se ha ido sumando la ahora ya profunda herencia de sus poetas mayores, reconocidos en el mundo entero. Baste decir que Olvido García Valdés reciente Premio Reyna Sofía en 2022, dio una conferencia en la Complutense de Madrid en 2020 sobre la obra de Jaime Saenz, a quien considera “estremecedor y rarísimo”, considerándolo “una de las figuras mayores de la poesía en español”.

Y esto es porque la poesía boliviana tiene una génesis enérgica, que produce imágenes y reflexiones en su gran mayoría diferentes a las que el público extranjero está esperando escuchar, las mismas que han sido propiciadas, en muchos casos, y de alguna manera, por las lecturas de los poetas clásicos bolivianos, de ahí el interés que provocan. Estos poemas son de excelente factura. De ahí que el interés por esta poesía ha ido creciendo.

¿En qué está trabajando actualmente Gary Daher, el poeta, y qué se viene hacia adelante para? 

Después de la pandemia no he publicado nada. Pero tengo tres libros de poesía concluidos, que verán la luz en cualquier momento. Además, desde hace siete años he estado trabajando un libro que ya he concluido y que se publicará en la editorial Letreo editores, que es de propiedad Benjamín Chávez y mi persona, el libro se llama Ezra Pound: Una luz entre Homero y Dante, con alrededor de 300 páginas, contiene un estudio de los siete primeros poemas de la obra The Cantos de Pound, así como la traducción de esos siete primeros cantares, además de casi 200 notas aclaratorias, y necesarias.

En proceso tengo hace tiempo una novela, y siempre poesía, varios emprendimientos que van en curso. Asimismo, la tesis de Maestría El Misterioso libro de Antonio Porchia, presentado ante la Universidad de Barcelona, la estoy trabajando para transformarla a manera de ensayos sobre este gran poeta argentino-italiano.

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Mano Propia

Pedro Susz comenta el más reciente film de Rodrigo Patiño, el mismo que representará a Bolivia en los Oscar.

/ 28 de septiembre de 2024 / 21:43

Los ajustes de cuentas considerados, a partir de un discutible sentido generalizador, como sinónimos de la justicia por mano propia y esta, a su vez, tenida cómo una manifestación punitiva comparable a la justicia comunitaria, pasando por alto las raíces culturales y las insuficiencias estatales, que mantienen viva tal procedimiento reparador de atropellos de diversa envergadura, han sido un asunto recurrente en la filmografía de Rodrigo (Gory) Patiño desde Muralla, su primer largometraje rodado en 2018 alimentando la esperanza de tener en puertas un director dotado de las facultades requeridas para sacar a la producción nacional de la pérdida de rumbo y del letargo creativo en el que entonces, salvo contadas excepciones, había caído.

La trata de personas, dantesca cuanto extendida actividad ilegal, con fines de explotación laboral, sexual o, directamente ligada a la venta de órganos era, en el fondo, el bizarro proceder explorado dramáticamente por Patiño en aquella primera inmersión al submundo, de cuya existencia todos tenemos superficial conocimiento merced a la espectacularizada manipulación informativa del grueso de los medios,  pero preferimos pasar por alto sumiéndonos en la fingida normalidad de la vida cotidiana, rehuimos la responsabilidad que nos cabe aferrándonos a la cuestionable opción de mirar hacia  otro lado y desentendiéndonos de los dramas que agobian a las víctimas de tales brutalidades  y sus familias. Fue tal asimismo el insumo dramático de la serie televisiva La entrega dirigida por Patiño también en 2018, suerte de spin off, ergo derivación de la temática abordada en su referida opera prima   

Obra

Pseudo, el segundo largo de Patiño, coescrito y codirigido con el español Luís Reneo, dos años después, aguo, en parte, las expectativas, debido a las fragilidades del guion y del armado narrativo, no obstante tratarse de una necesaria inmersión en otra lacerante faceta del mismo submundo compartido y explotado por quiénes incurren en prácticas al margen de la ley con la complicidad de las instituciones y funcionarios presuntamente responsables de la protección de la seguridad colectiva y del cumplimiento de las normas legales vigentes.

Una vez más Mano propia apunta a sacudir la apatía colectiva frente a rasgos ciertamente aberrantes del diario transcurrir de la vida en esa “otra” realidad que los medios convierten en espectáculo en su pugna por ganar audiencia ladeándose hacia la crónica roja como banalizado insumo preferente de sus triviales espacios dizque noticiosos.

A tal efecto traslada a la pantalla la crónica publicada por Rodrigo Navia bajo el título de “Tribus de la Inquisición” donde relata el brutal linchamiento de cinco jóvenes acaecido el 1 de junio de 2013 en una población del trópico cochabambino, o sea del Chapare, acusándolos de ser autores del supuesto robo de un camión cargado de mercaderías. Dicho relato obtuvo varios galardones internacionales, incluido el premio Rey de España. 

Historia

El propietario del vehículo intentó que los escasos efectivos policiales, un jefe y dos guardias, responsables de la seguridad del lugar, con el nombre ficticio de Villa Nogales, tomaran cartas en el asunto, junto a un fiscal igualmente asignado al pueblo. Pero al tropezar con las reticencias formales de los uniformados, recurre a contratar a un grupo de sicarios, quiénes son en verdad, por sus vínculos con el tráfico de drogas, quienes poseen el poder, en contraste con los policías, en pocas palabras, temerosos burócratas sin la menor posibilidad de ejercer efectivamente sus tareas y por ende cómplices, por pasividad, de los mercenarios.

Siendo que el robo fue ejecutado por un par de sujetos, aparentemente policías también, pero el propietario en cuestión no sabe cómo identificarlos, luego de ver a un grupo de muchachos pescando en el río no tuvo mejor idea que hacerlos responsables del aquel. Fueron entonces capturados por los asesinos rentados, llevados a la plaza principal del pueblo, golpeados sin misericordia, rociados con gasolina y prendidos fuego, pese a los desesperados, e infructuosos intentos de la madre de uno de los chicos y su hermano, para que los policías, los cuales se esconden detrás de las paredes de la comisaría, eviten el linchamiento. Propósito de igual manera fallido del fiscal, incluso cuando trata de activar la intervención de los aterrados pobladores que observan en silencio el criminal proceder.

Mano Propia

El colofón está centrado en el dolor que la familia de uno de los jóvenes continúa arrastrando tiempo después, por siempre en verdad, aparejado a la desencantada resignación con la inoperancia del Estado y sus instituciones a la hora de proteger a quiénes habitan lejos del centro del poder, aunque se sabe parecidos eventos continúan acaeciendo en ese centro mismo. 

Si este a primera vista excesivamente detallado resumen de la trama provoca la sensación de haber incurrido en el pecado de moda: el espoileo, algo más adelante explicaré los motivos de tan pormenorizada descripción, del todo distantes del propósito de inducir a los potenciales espectadores a la abstención. Al contrario: no obstante, los peros todos debieran echarle el ojo a Mano propia.

Pues bien, el relato de aquel suceso ha sido abordado por Patiño a través de la mirada y el sentir de tres de los protagonistas reales: Miguel, padre de dos de las víctimas, el cual, al arrancar la narración, con la pantalla en negro recibe en off un angustioso llamado de uno de ellos: “Nos han detenido en el camino”, y enseguida la comunicación se corta; Adrián hermano de quién llamó; y Mario Vega, el funcionario judicial, apegado a las reglas, pero ajeno a la posibilidad de hacerlas cumplir. Desde luego los nombres son ficticios a fin de no exponer a los verdaderos protagonistas, sobrevivientes del bárbaro ajusticiamiento a eventuales represalias.

Rodaje

La película, rodada durante un mes el 2023 en Palos Blancos en sud Yungas y Sapecho en Beni evidencia cuan atinada resulta la opción de Patiño al negarse a poner el acento en la recreación del episodio abordado sobre el momento del linchamiento mismo, expuesto en un par de brevísimas escenas, adicionalmente fotografiadas distorsionando las imágenes, más que suficientes para dejar expuesta la crueldad del hecho, sin necesidad de subrayados ni manoseos truculentos.

Igual de acertados son todos los otros insumos formales: la cámara en mano, optada cuando un trípode se averió, ayuda a la aproximación a los personajes y sus emociones. La faena de los protagonistas, sobre todo la de Freddy Chipana como Miguel y Alejandro Marañon en el rol de Mario es intachable, sin que el resto del elenco desoreje en absoluto. Y la banda sonora de Cergio Prudencio pone lo suyo evidenciando que su experiencia le faculta distinguir claramente que la música puede acompañar, rellenar o sumar a la construcción del tono de la historia puesta en imagen. Prudencio no renuncia a esa última eventualidad, sin aspirar tampoco a protagonismos prescindentes.

Balance

A pesar de lo anotado Mano propia dista de ser una obra de perfecto acabado a consecuencia de notorios tropiezos en el guion, escrito por el propio Patiño, que a su vez repercuten negativamente en la forma de entretejer las tres miradas sobre el hecho recreado, dando lugar a un confuso entrelazamiento de tiempos, hechos y vivencias, capaz de extraviar incluso a quién conoce la historia, ni se diga a quiénes la desconocen. Tal ha sido el motivo por el cual me detuve a describir en detalle la trama para así proporcionar a los potenciales espectadores las pistas suficientes para no caer en el señalado extravío.

Hay otros aspectos observables en Mano propia como las reiterativas tomas de manos mojadas por la lluvia, metaforizando el inepto proceder de las autoridades resumido en la recomendación de una de ellas a sus pares: “hazte el loco”. 

Crítica

Es, de igual manera muy cuestionable, la inclusión, en los primeros tramos del relato, de una breve secuencia en la cual un grupo de comunarios, después de sentenciar, en claro apego a los principios comunitarios precisamente: “nuestro problema es tu problema”, obligó a Mario, mucho antes de ser asignado como fiscal residente en el poblado, a fabricar 100 adobes, en castigo por una precipitada decisión. El modo de abordar tal secuencia refleja una sesgada visión propicia para llevar al espectador a equiparar la justicia comunitaria con lo que seguirá en la narración. Yerro endosable a un descaminado simplismo implícitamente adherido a la torcida valoración axiológica imperante desde los tiempos coloniales, fundado en la premisa de la exclusividad de la visión monocultural que atribuye a la cultura occidental la propiedad de todos los valores a ser, sin alternativa, adoptados en cualquier punto del planeta.

Que una parte de, o toda, la platea acabe moqueando o con la garganta anudada puede entrañar que lo visto dejó aflorar, el morbo subyacente en la sicología humana, máxime en estos tiempos cuando medios y redes sociales, se dijo, han hecho del sensacionalismo la clave para hacerse sitio en la comunicación mercantilizada. O, puede, asimismo, ser el síntoma de otra discutible instrumentación de ciertos temas: la de servir de válvula de escape a una impresión agobiante dando paso a jactarse íntimamente de una “solidaridad”, pasiva en verdad, que se da por hecha no bien la palabra fin asoma en la pantalla, cual si se hubiese apelado al típico desahogo del sentimiento de culpa mediante la confesión. Otra cosa muy distinta es llevar al espectador a preguntarse ¿y yo que pito toco en semejante asunto o panorama?    

Sensaciones

Es evidente. A lo largo de su filmografía, incluyendo desde luego este reciente eslabón, suerte de catálogo de los lastres de la justicia y las fuerzas del orden, expuesto por cierto con los matices necesarios para no aplanar de modo simplista los problemas, Patiño viene procurando hacerse de un estilo propio.  No obstante, que un realizador posea estilo propio, o persiga uno, no es per se, garantía alguna pues, en definitiva, estilo, salvo el manierista, no significa reincidir en una cierta suma de recursos, sino en dar con el modo de utilizar las herramientas narrativas más acordes a la armónica compatibilización entre el qué y el cómo. Y, en ese orden de cosas, los indudables aciertos formales antes anotados, sumando además el de haber encontrado, en buena medida, en Mano propia la respuesta pertinente al dilema de cómo sortear el manoseo del morbo apuntando a un distanciamiento activador de la reflexión del por qué suceden ciertos hechos, se hubiese beneficiado de un guion mejor articulado.

En síntesis, se mantiene vigente la conclusión que escribí al cerrar mi comentario del anterior trabajo de Patiño: “son esos yerros de tratamiento los que, a mi parecer, impiden a la película dar cuenta de una clara, progresiva, consolidación en la filmografía de un director desafiado a repensar ciertos aspectos de su labor, pues talento e imaginación ciertamente no le escasean”.

Ficha técnica

Título Original: Mano propia – Dirección:– Guion: Rodrigo (Gory) Patiño – Basado en: Rodrigo Navia “Tribus de Inquisición” (crónica) – Fotografía: Pablo Paniagua – Iluminación: Juan Pablo Urioste –  Montaje: Rodrigo (Gory) Patiño – Música: Cergio Prudencio – Arte: Marisol Calle – Efectos: Walter Acho – Director de Sonido: Federico Moreira – Sonido: Sergio Medina, Santiago Fernández, Alejandro Grillo, Agustín Irahola – Edición de Sonido: Cesar Mamani –  Maquillaje: Kantay Melgarejo- Foto Fija:Marcelo Iturriaga –  Asistencia de Dirección: Juan Pablo Richter- Producción Ejecutiva: Samuel Doria Medina, Leonel Fransezze – Producción: Claudia Gaensel – Asistencia de Producción: Pholak Ríos – Intérpretes: Freddy Chipana, Alejandro Marañón, Christian Castillo, Carlos Ureña, Bernardo Rosado, Mauricio Toledo, Victoria Suaznabar, Raimundo Ramos, Gonzalo Callejas, Raúl Beltrán, Ariel Vargas, Bernardo Arancibia, Pamela Sotelo, Edgar Chipana, Carlos Zarate, Manuel Vidaurre, Raymi Vidaurre, Edwin Mamani, Gabriel Pereira,  Cristhian Frías – BOLIVIA/2024

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No fabriquen balas

Gladys Cortez, viuda del celebrado cantautor boliviano Alfredo Domínguez, precisa las circunstancias en que fue escrita la canción "No fabriquen Balas".

/ 22 de septiembre de 2024 / 00:14

En la nota de la revista Escape, de La Razón, titulada «Revisita a la obra de Alfredo Domínguez», publicada el domingo, 7 de julio de 2024, me sorprendió que el autor de la nota, J. Augusto Yáñez Vargas, escribiera que la composición de Alfredo Domínguez, «No fabriquen balas» se refiriera a la masacre de San Juan de 1967 y que hubiera estado compuesta cuando el compositor vivía en Suiza.

Primeramente, viajamos a Suiza en septiembre de 1969 y segundo, «No fabriquen balas» fue compuesta en noviembre de 1979, durante los 18 días, después de la masacre de Todos Santos, en los cuales Bolivia estuvo incomunicada. No se podía llamar por teléfono. Cuando llegaron los periódicos a la biblioteca de la Fundación Patiño, Alfredo y yo vimos, en uno de los periódicos, una foto de media página con tanquetas entrando a la plaza Murillo y la nota debajo decía que los motorizados eran de fabricación suiza.

Alfredo la cantó en sus últimas presentaciones de ese año y principios del siguiente, pues falleció el 28 de enero de 1980.

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