El verbo y el sustantivo de Jesús Lazcano
Imagen: Jesús Lazcano
Imagen: Jesús Lazcano
La poesía es parte de su vida desde su infancia. Ahora comparte algunos textos con los lectores de ESCAPE
Jesús Lazcano empezó a escribir poesía a los ocho años, pero la tomó seriamente desde sus 15. A los 19 años tiene ya dos libros publicados y ha participado en varios eventos literarios en el país. Su mamá le leía poesía, mientras su papá escuchaba música muy diversa, siempre con un contenido lírico. El arte flotaba en esa casa.
Empezó a escribir sobre la protesta, la lucha social y la naturaleza; con los años pasó a hablar de la crueldad, el dolor, la soledad y el surrealismo. “Aunque también he escrito poesía erótica y romántica, esta última está dedicada a mi expareja, Camila”, comparte.
La influencia de Antonin Artaud, Virginia Woolf, Borges, Baudelaire, Panero, Boris Vian, André Breton, Virginia Vallejo y otros escritores y escritoras se dejan sentir en sus textos, así como la música de Charly García, Spinetta, Jacques Brel, Atahualpa Yupanqui, Sabina, María Gabriela Epumer y Janis Joplin.
Para Jesús, la poesía es un sustantivo y verbo. “Es sustantivo por ser sinónimo de madre, de diosa, ente superior, algo inconmensurable, algo que sí está en todo y en nada. Y es verbo por ser sinónimo de creación, de acción, pero sobre todo, por causar sensibilidad”.
Los siguientes poemas forman parte de su próximo libro Bohemis Sanguis. “ES mi obra más trabajada y la que posee más sentimiento. Trata temas de mi niñez, mi adolescencia, las farras, las drogas, el amor, el desamor, mi familia, mis amigxs. El libro está dividido en cuatro fases o temáticas, cada una posee diez poemas, hay mucha variedad, ¿qué más quieren?”.
Después de los dieciocho
Para cuando habíamos cumplido dieciocho años, ya habíamos vivido toda una vida, solo que después de haberlos cumplido, zigzagueábamos por la plaza al haber bebido tanto, nos quedábamos horas en la rocola de una esquina eligiendo la canción perfecta, luego nos íbamos apresurados a la casa del más desputero y como pensarán, siempre fue a la mía.
Después de cumplir dieciocho, nuestra meta era entrar a cualquier discoteca que nos pida el carnet, aunque igual entrábamos cuando no lo teníamos; comenzamos a dar besos indiscretos, a masturbarnos día por medio, a blasfemar delante del cura, a fumar frente a la tía metiche y chismosa, a drogarnos al lado del retén policial y a rasurarnos el poco vello que teníamos.
Algunos amigos comenzaban a ser marxistas, otros dejaban de serlo; algunos se declaraban abiertamente maricas, otros seguían pidiendo consejos; y es que todavía teníamos el alma en trozos y con los años teníamos más miedo.
Después de cumplir dieciocho, nuestras reuniones eran en el billar de la zona, en los karaokes familiares, íbamos a cantar nuestras penas y verdades, hechos a los viejos cansados y sin remedio, resignados con la vida y con la muerte.
Algunos pensaban en casarse, otros en estudiar, los que mejor pensábamos, éramos los que no sabíamos qué trago tomar.
Después de los dieciocho, se nos daba por ir alguna vez a la cancha de futbol, se nos daba por tener una “pareja” seria, sin saber que en realidad era todo un juego.
Pensábamos en poner un negocio de comida rápida, después hablábamos de los recuerdos, cosas que no habían pasado hace más de cuatro o cinco años.
Seguíamos con la idea diaria de mejorar constantemente, mientras el alma hacía un bullicio honesto ante nuestra ingrata cabeza, un frío ambulante arremetía contra la osamenta que caía agotada de soportar tan poco vicio, “ya estamos de bajada”, pensábamos, necios nuestros corazones que se sentían vacíos.
Ay, cómo se cambia tanto en poco tiempo, pero no cambian algunas cosas, hay algunas que se llevan hasta la tumba, tristemente, una de ellas es nuestro destello favorito, a veces vuelto música, a veces hecho poema, a veces es simplemente una frase y otras es un sueño, el sueño de volver clarividentes a ser niños, el sueño de no cansarse.
Nuestra última reunión fue ayer, nos confesamos que después de años de ya haber cumplido dieciocho, nos seguimos quejando de nuestra propia mierda; algunos ya estudian, otros por fin trabajan, pero igual terminamos el trago que no acabamos la semana pasada.
Cuando ya estábamos volteando la última copa, volvimos a recordar lo gracioso de tener dieciocho y lo más gracioso es que ahora tenemos veinte.
Para cuando habíamos cumplido los veinte años, ya habíamos vivido los dieciocho, solo que ahora nos da miedo caer en cana, que nos asalten en la esquina, que no encontremos trabajo, que se nos acaben los cigarros, que la pensión no esté abierta, que la canción termine, que nos falten los besos, que no encontremos ropa de diez pesos y que la enfermedad nos halle con el corazón abierto.
Dieciocho minutos bastaban para semejante vida, Dieciocho segundos sobran para morir, pero, dieciocho o veinte años… es igual.
Emigrante
Abandonando el país, el territorio, mi terruño, mi estancia, mi comarca, mi lado, me voy cansado, exhausto, dormido, agotado, de esta triste vida.
Dejé atrás lo que tuve que dejar atrás: la noche de las noches, las sobras de las sobras, los besos de los besos, los sueños de los sueños.
De los furtivos versos que yacen en las ocasionales veredas, también ahí el viaje a otro infierno de los infiernos.
Olvidé, acaso vagamente, el bucólico síndrome de la calle, como quien olvida, también vagamente, los amores incondicionales de veranos sepultados en un invierno nebuloso e inquietante.
A la par de los sin banderas, también ocupo un mapa escalar creado en el mar y las estrellas, llegando como un desconocido.
Seré una y mil veces ese insomnio loco y habitante popular de entre los gatos, las sirenas, los fenómenos y jugando de circo en circo, en su cuerda, el trapecio o el descuido.
A donde vaya, como el emigrante desde siempre, no dejo nunca a los borrachos, los monstruos, los torcidos, los enfermos.
Seré siempre el veneno que corroe por sus limpias casas, el vándalo que incesante bebe en las fabulas de vértigos claroscuros, retumbantes bramidos, ah, el abismo.
Ojalá fuese entonces la liturgia soñadora y esperanzada, el sueño de ser fríamente desconocido, y no trémulo invasor de sus sentidos errantes y tentativos.
He aquí el pobre que sueña ser rico; he aquí el adicto que sueña la sobriedad ilusoria; he aquí el emigrante que sueña ser desconocido; he aquí el hombre hecho bestia; he aquí el sol con su tregua; he aquí la parodia de los buenos amigos de la infancia; he aquí por fin una lámpara; he aquí el tibio beso como recuerdo del viento; he aquí mi sangre y mis lágrimas; he aquí la bohemia migratoria.
Rodar por aquellos senderos que parecían estar muertos, pero el camino de la vida no comprende de terrenos, comprende de experiencia y de vivencia, pero jamás de olvido.
A lo mejor encontraré algo parecido al Leteo, a lo mejor es el suicidio.
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La noche de las noches
En el cansancio absoluto, desciendo hasta la cueva de las criaturas.
al filo de la cama, el fantasma del guardián de la cueva, el solo guardián total; la mesa repleta de botones y alfileres que nunca usé, el vaso con el whisky que se secó y las cenizas que pigmentan, poco a poco, el paseo de las hormigas.
El sudor en el colchón húmedo, una silla sin desempolvar, una lámpara, sol de las polillas; tu nombre en vez de un pálido crucifijo, los sueños entre semen y olvido.
Un triste saco descolorido, un tenedor sucio y un cuchillo roto, el amor debajo la cama, esperando a la noche como infernal monstruo salvaje.
Infinitos pasajes bíblicos de fanáticos que encomiendan mi vida a Dios, sin saber que hasta él ha venido a beber conmigo.
La sal que se escurre por las páginas como gusanos que me carcomen, como tus abrazos venenosos, como el espejo roto que son mis fragmentos de mis tantos “yo”.
¡Tú! Lágrima sucia, que divaga en los confines de mis sábanas, un recorrido misterioso de lo que era amor, ahora es soledad.
¡Tú! Gárgola indecisa, déjame morir a merced de las adicciones, en la guarida, déjame dormir en el dolor.
PERFIL
Jesús Lazcano D’ León (La Paz 2 de mayo de 2004) es escritorx, poeta y microficcionista feminista, marica, disidente. Escribió Revoluciones Orgásmicas (Lengua de Urucú) y Atlanmonium (La Glorieta). Este año participó en el VII Encuentro Internacional de Microficción en la Feria Internacional del Libro de Santa Cruz de la Sierra y es parte de la primera antología nacional de microficción. Prepara su próximo poemario, Bohemis Sanguis.
Texto: Miguel Vargas
Fotos: Jesús Lazcano