Wednesday 6 Nov 2024 | Actualizado a 17:53 PM

Un lindo concierto de fin de año

/ 29 de octubre de 2023 / 07:09

ch’enko total

Fueron emocionantes los conciertos que dimos el sábado 14 y domingo 15 de octubre en el Teatro Municipal de La Paz, celebrando mis 44 años de compositor de canciones y con un homenaje intenso a los 475 años de la fundación de La Paz, mi ciudad. Siempre es emocionante para un viejo cantautor estrenar piezas, fue así que brotó desde algún lugar del alma un valsecito para Chabelita, canción homenaje a mi amiga y compañera Isabel Viscarra, con los sensibles teclados de Heber Peredo, el bajo sutil de Raúl Flores, la guitarra precisa de Segalez y la percu-jazz de Vico Guzmán sonó bien lindo, pa qués decir.

Difícil fue montar todo en una semana, se mezclaron entrevistas en medios y ensayos, por algo volvimos a restaurar la canción Ch’enko Total que no la cantábamos décadas y que creo anuncia —en el texto escrito en 1995— la actualidad paceña. Eso queríamos, homenajear a La Paz con canciones que ella misma motivó, como La cabeza de Zepita, con el utópico deseo de que la obra de Ted Carrasco vuelva a su lugar en la gloriosa Plaza de los Héroes. Fue interesante que se abran los telones y todo el Septeto Papirri suene poderoso con los mencionados músicos, más la voz siempre segura de Diana Azero y la zampoña fresca de Kicho Jiménez. Entonces repiqueteó Alasita y el teatro se vino abajo en aplausos y vivas a la fiesta del Ekeko, el dios aymara de la abundancia y la fertilidad. La canción La Paz, mi ciudad me hizo lagrimear de nuevo, una adolescente en primera fila gritaba: “¡Fuerza, Papirri!”, esto me jaló las ojeras, no podía ser pues estar lloriqueando con la niña al frente. La canción inédita Décima vez, demostró que tiene musculo para ser grabada. Luego Maribel pidió Maribel y se la cantamos. La gente bailó con Ch’utis, éxito de mi último CD llamado 60A, canción agridulce, cumbia pandémica que te saca del bajón y te hace mover las caderas. Entonces apareció el grupo Alaxpacha y el ritual andino se encendió, surgieron como salidos del Illimani, solemnes, disciplinados, le cascamos la morenada Plata y miedo nunca he tenido y recordaron la gestión que hice desde nuestra misión diplomática para que el grupo realice una inolvidable gira ecuatoriana en el 2012. “La gratitud es la memoria del alma”, dijo Alaxpacha, y la noche se incendió de baile y fiesta con el Ballet de Charito Carazas, hermosa representación. Qué figuras guapas bailando una morenada de verdad.

La segunda parte del concierto se inició con la quena y zampoña de mi hermano Gimmer Illanes (el Jimmicito) acompañando Hoy es domingo, mi canción primogénita, que cumplió 44 años toda lozana, Zamba para Anita otra vez hizo lagrimear.

Para salir de la ausencia apareció el folk jazz de Un K’usillo en Nottingham —una de mis canciones más paceñas—, siendo que la Diawadacapotaquitonada hizo cantar a toda la gente linda que pobló de alegría nuestro teatro mayor. Entonces vino el segundo estrenito, ingresó la Kulllawada Waphuris Galán, a la cabeza de mi hermano David Aruquipa, bailando con solemnidad y elegancia en tremendos trajes de lujo y noche, estrenitos de Yo soy feliz como soy, una kullawa bien hechita en la música y en la letra, otro homenaje a La Paz y al movimiento igualitario de la familia Galán. En cuanto a la tarkeada El Rosendo, fue la primera vez que la pude cantar en un teatro con la presencia del Grupo Sobrevigencia, hermanos y hermanas que con gran seguridad hicieron bailar y pensar a la vez. Fue emocionante recordar a ese joven de 26 años que compuso esta música, ese Manuelito luchador denunciando la relocalización neoliberal en un texto frontal y poético: “Ese albañil del frente, con camiseta atigrada, está pegando ladrillos con el vapor de su alma…” Mucha gente no sabía que yo era el autor de esa obra interpretada por Sobrevigencia en estos últimos 30 años con gran éxito. Tocar tarka fue algo maravilloso, soplar, bailar hasta que el aire te haga temblar. Entonces decidimos cantar mi canción Wiphala, compuesta en 1992, dedicada a los 500 años de resistencia cultural. Por fin la pude cantar con cuatro sicuris en arca ira, como debe ser una sicureada, en par, con los jóvenes de Sobrevigencia levantando el puño y el corazón.

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Entonces vino un corte de negrura en escena, ingresé con el sombrero de charro de mi padre cantando el tercer estrenito, una ranchera cortavenas titulada Te vas, en homenaje a José Alfredo y Chavela. “Parece que se pinta un disco nuevo, aunque a nadie ya le importe”, dije, y el teatro contestó con una ovación. O sea, haremos un disco nuevo, cómo no, con ese público hermoso papirresco exigiendo de amores, cómo no. El Pepino Pandillero entro feliz y hualaycho, hermosa versión con el Ballet de Charito, enganchado con un Bien le cascaremos bien zapateadito. El bis trajo nuevas frases para la canción infinita Metafísica Popular, porque las calles de Río Seco están inundadas, además me encuentro perdido al ver que su calzón se ha sacado a medias, porque esta vida me está matando. Yo sé que no fuiste, amigo de mi generación, y eso que me dijiste no te olvides de hacerme recuerdo. La verdad, me ha hecho bien portarme mal. ¡Nos vemos en Alasita, mi amada La Paz!

Texto: El papirri

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Fabricio Lara: plasmar lo espiritual

El artista orureño reflexiona sobre lo material y lo energético en la muestra ‘Frecuencias de Luz, Materia y Realidad’ en Daniela Mérida Gallery.

/ 2 de noviembre de 2024 / 23:57

Forma y esencia, materia y espiritualidad son las preocupaciones que el artista orureño Fabricio Lara desarrolla en la muestra Frecuencias de Luz, Materia y Realidad, que seexhibe en Daniela Mérida Gallery (Av. Montenegro, entre Enrique Peñaranda y G. René Moreno). En la exposición, que permanecerá abierta hasta el 23 de noviembre, Lara invita a reflexionar sobre el ser humano como energía que vibra y crea realidades, a través de un diálogo entre la luz y la materia.

– ¿Cómo surge el concepto de Frecuencias de Luz, Materia y Realidad?

– Se origina desde antes de la pandemia. Surgió desde una búsqueda e introspección personal, ya que hace tiempo que vengo investigando los orígenes del ser humano. En esta búsqueda pude evidenciar que hay una parte del ser humano que es la más importante, la subjetiva, la no material, la espiritual. Es una vivencia más o menos constante que tengo.

Cada que pinto siempre estoy atento a las noticias, escuchando podcasts, poniéndome al día sobre la física cuántica. En el mundo de hoy hay problemas de diferente índole y mi búsqueda está en tratar de dilucidar el porqué de estas situaciones. El ser humano por lo general no es autocrítico, no tiene un horizonte muy claro sobre lo que significa el transitar por este mundo. Le preocupa más lo objetivo y material, y no lo subjetivo y espiritual.

En esta muestra trato de plasmar esa parte más importante, la espiritual, de todos los seres humanos, la parte energética. Y en esto tiene que ver mucho la física cuántica. Ya no son teorías sobre una búsqueda esotérica del ser humano o el espíritu, sino que hoy en día tenemos pruebas palpables acerca de la importancia de este campo. Hay muchos físicos cuánticos inmersos en esta búsqueda y  han podido evidenciar la presencia de la supraconciencia, como la llaman, o conciencia, que es en realidad la que digita la parte material u objetiva de lo que vivimos día a día.

Si bien este es un proceso que ya lleva un buen tiempo, utilizo nuevos elementos plásticos. La paleta sigue siendo la misma, el color sigue siendo el mismo, la identidad cromática tiene todavía su desarrollo. Eso sigue una línea y también tiene una cierta evolución. Y en esta etapa es para mí muy importante poder conjugar la forma con el contenido, un nuevo contenido que es una preocupación latente y diaria.

– ¿Cómo es su proceso de creación?

– Tengo una visión de lo que es el lenguaje del arte, que básicamente está dado por lo que es la forma y contenido: el contenido es el qué, el tema, y la forma es el cómo se realiza la obra, la parte técnica y formal, el concepto de cómo encararlo formalmente, donde entra la composición, equilibrio, armonía, el uso de elementos creativos que ayuden a expresarse mejor.

En el lenguaje escrito una palabra o una oración tienen una estructura. En el arte sucede lo mismo, pero estas formas de comunicarse se basan sobre todo con colores para que haya armonía. Se debe tener un orden de esos valores, colores, dibujo, cosa de que tenga una lectura lógica.

En mi caso, tengo una inspiración acerca de un determinado tema o elemento que quiero representar, tengo la idea, empiezo a dibujar, a manchar la superficie, a diseñar la forma que quiero expresar  con una idea definida, pero con un desarrollo constructivo. Si bien tengo una idea inicial, esta va desarrollando y evolucionando. Soy lo que se llama en el campo de las artes, un constructor de la obra.

– ¿Cómo enfrenta el lienzo vacío?

– No siempre es fácil. En mi caso no espero el momento de inspiración. Gracias al universo, estos momentos de inspiración sí llegan, pero la idea es poder trabajar y que la inspiración uno la encuentre en medio del trabajo, y no al revés. Muchas veces no tengo una idea muy clara de lo que voy a hacer, o por ahí sí tengo el tema, pero no siempre sé el cómo, y esa es la dubitación del artista al enfrentar el lienzo en blanco. Yo generalmente empiezo a manchar; primero pinto de negro toda la superficie, y sobre ese negro poco a poco voy dibujando y buscando la luz, primero con colores neutros, suaves, oscuros, y de ahí poco a poco se va encendiendo la obra con tonos medios, y tonos un poco más claros, hasta llegar a la iluminación o saturación total de la superficie. Obviamente en este proceso voy componiendo poco a poco.

– El camino artístico que ha recorrido es extenso. ¿En qué etapa de su carrera se encuentra en este momento?

– He pasado por diferentes etapas. Desde la realista, cuando estaba en la universidad. Mi obra se parecía mucho a la pintura que mi padre Gustavo y mi tío Raúl Lara hacían, pero pude encontrar mi camino en esa etapa de formación universitaria. Luego encontré el gusto por los colores quebrados, por la sensación altiplánica que ofrece el país. Esa rica paleta terrosa me atrajo mucho, fue la segunda etapa. Estaba más allá de lo descriptivo, lo figurativo, estaba entrando en un mundo más metafísico y andino. Me sumergí más y me enfoqué en las culturas primigenias, la tiwanacota, la inca; todas las expresiones ancestrales que lindaban mucho con la pintura rupestre originaron mi etapa matérica, con la búsqueda de seres que tenían que ver con los ancestros y también con la relación que tenían estos con el cosmos, los astros. De ahí que tenía parejas lunares, seres astrales. Y se fueron adicionando los acentos de tonos saturados.

Después pasé a otra etapa donde dejé esta técnica, más que todo por practicidad, para poder llevar exposiciones con obras de gran formato. Como trabajaba con mucha materia, no podía llevar mis trabajos en bases sólidas como venesta o trupán, hablo de cuadros de un metro, metro y medio. Transportar 10 obras así al exterior es casi imposible.

Después pasé a pintar en óleo, en acrílico sobre tela, y lograba texturas más que todo visuales, con espátulas, con pintura acrílica y continué con la saturación del color y con una figuración que lindaba con el mundo abstracto y figurativo y con evocación de seres mitológicos, astrales, cósmicos, que tenían que ver con figuras zoomorfas, antropomorfas, caballos, toros, parejas… Y con colores saturados, lindando entre la figuración y la abstracción.

Si bien en la actualidad esta investigación de la forma, del color, de las texturas, sigue su camino, tengo un aditivo: la búsqueda de la parte energética del ser humano, que es la que dirige a la material. Para mí es una vivencia constante, es un mundo en el cual me siento muy bien y en el cual vivo. No es solo un trabajo de investigación, no: es una forma de vida que en esta exposición evidencio y plasmo.

– Es un artista que tiene una gran proyección internacional. ¿Cómo se recibe su obra en el extranjero?

– He tenido la suerte de poder viajar mucho y desde muy temprana edad, de representar al país. Una de las primeras veces fue cuando yo cursaba la universidad el tercer o cuarto año y ya tenía una identidad pictórica bastante matérica. Vino una galerista del Principado de Liechtenstein a elegir tres artistas para llevarlas ahí. Fue la primera vez que tuve la oportunidad de salir representando al país junto a Cecilia Wilde y Raúl Lara, cada uno con expresiones diferentes.

Esta galerista hizo una exposición con los artistas más importantes del país en el Museo Nacional de Arte. Yo era uno de los jóvenes y en plena exposición anunciaron a los tres escogidos. Para mí fue una gran sorpresa que elijan mi trabajo. Fue un premio gigante: una especie de beca residencia de tres meses donde nos pagaban todo, ida y vuelta y exponíamos al final en Vaduz, la capital. También saqué una mención de honor en la Bienal Internacional de Pintura de Cuenca; fueron mis primeros pasos a nivel internacional.

En ese entonces lo que llamaba la atención de mi trabajo era el manejo del color. Si bien esa etapa era bastante matérico y austero, también empecé a incidir en los colores saturados acompañado con colores quebrados para poder medir la temperatura de la obra.

Cuando estuve en la feria de ARCO, en España, pasó lo mismo. Era impresionante ver pequeños stands con obras de Picasso, de Modigliani, de Max Ernst a la venta. Era como estar participando con semejantes personajes de la historia en la misma feria. Allí llamó la atención el uso que hago del color, igual que en el World Art Tokio ( Japón) en 2019. Por lo general los países latinos tienen esa exuberancia. En el color ven lo exótico de lo latino, pero había algo más, un sello más boliviano: la compensación de lo exótico (tonos saturados exuberantes) con una mesura equilibrada por el uso de colores quebrados o tierra.

– ¿Cómo influye en su obra el trabajo de grandes como Raúl y Gustavo Lara?

– Vengo de una tradición familiar artística. La familia de mi padre es una familia de 11 hermanos. Mi padre es el número cuatro o cinco, más o menos. Y a partir de mi padre, todos los hermanos que le siguen se dedicaron al arte; antes de él, no. A partir de mi padre comienza toda la generación de artistas. Estaba primero mi padre, Gustavo; le seguía mi tío Wálter, muy buen dibujante, después le seguía mi tío Otto o Roberto.  Después venía Raúl, muy conocido, obviamente con mi padre Gustavo. Después estaba Jaime, un joven pintor desaparecido político en la dictadura militar argentina, se lo llevaron a sus 25 años, no lo volvimos a ver nunca más. También está mi tío Ramiro, que lindaba entre la arquitectura y la pintura. Y mi tía Blanca, que se dedicaba a la cerámica. También mi tía Judy, mi madre y mi hermana. Mi madre era pianista. Ella daba conciertos en Oruro, ahí conoció a mi padre y también hacía cerámica.

Fue muy difícil decidirme a estudiar Artes en la universidad, porque si bien lo llevaba en la sangre, era una mochila muy pesada competir con el apellido, con la fama de mi padre Gustavo o mi tío Raúl. Implicaba una responsabilidad en la cual no podía fallar. Pero fue mucho lo que pude aprender de ellos, especialmente de Gustavo, y de mi tío Raúl también, porque convivíamos todo el tiempo. Pero Gustavo, mi padre, fue mi maestro en dibujo, pintura, escultura, cerámica, en el concepto del arte, más que en la técnica. Era un placer estar con ellos, tomar el té al final de la tarde con ellos, mi tía Lidia, esposa de Raúl y mi mamá Lidia. Eran charlas donde se recordaban anécdotas artísticas del ámbito cultural en Argentina y Bolivia.

– ¿Cuáles son los siguientes pasos después de esta exposición?

– Tengo una exposición en Fundación Patiño la primera semana de diciembre. Es un proyecto que hace tiempo vengo elaborando en un área que me interesa mucho: las culturas ancestrales, uno de los primeros caminos que tomé en el arte que denominaban telúrico, pero que para mí es más ancestrado, rupestre matérico y donde voy a exponer obras que son de hace 20, 15 y 10 años, acerca de culturas ancestrales, especialmente de Taypikala.

Esta exposición será con un fotógrafo. Ambos hemos estudiado nuestras civilizaciones ancestrales y el producto lo vamos a presentar en Patiño. En la misma línea tendré una exposición individual en Los Tajibos, Santa Cruz, la primera o segunda semana de diciembre. Y para el año hay muchos planes trazados.

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Fantasía Boliviana vuelve al escenario tras siete décadas

Con la participación de Música de Maestros, la Compañía Nacional de Danza (CONADANZ) presenta el espectáculo que hizo historia.

/ 2 de noviembre de 2024 / 22:54

Al acercarse un significativo aniversario para la danza escénica boliviana, el Teatro Municipal «Alberto Saavedra Pérez» abre nuevamente sus puertas para conmemorar los 70 años de «Fantasía Boliviana», la primera revista de danza escénica que marcó un hito en la historia cultural del país. Bajo la dirección de la maestra Yolanda Mazuelos Pool, la Compañía Nacional de Danza (CONADANZ) presenta un emotivo homenaje que busca recrear la magia de aquella revolucionaria propuesta artística nacida en 1954.

«Fantasía Boliviana» surgió en un momento seminal de la historia boliviana, cuando el país atravesaba profundas transformaciones tras la Revolución Nacional de 1952. Don Waldo Cerruto, entonces director del Instituto Cinematográfico Boliviano (ICB), concibió un ambicioso proyecto que conjugaría la danza clásica con las expresiones folclóricas tradicionales. A través de una convocatoria pública, reunió a un elenco excepcional que incluía bailarines de la Escuela Nacional de Danza y Ballet Oficial, bajo la dirección de la reconocida maestra Chelita Urquidi.

Lo que comenzó como una propuesta innovadora se convirtió rápidamente en un fenómeno cultural sin precedentes. El espectáculo, que fusionaba la participación de la Orquesta Sinfónica Nacional, la música autóctona de «Los Cebollitas» —un conjunto formado por voceadores de periódicos— y las interpretaciones del dúo «Las Imillas», conquistó al público paceño con 42 funciones consecutivas a sala llena. El éxito fue tal que la compañía emprendió una gira internacional, llevando la riqueza cultural boliviana a Paraguay, Uruguay y Argentina.

Historia

La maestra Yolanda Pool, quien formó parte del elenco original, asume ahora la dirección de este homenaje que busca tender un puente entre aquella época dorada y las nuevas generaciones de bailarines. El espectáculo contará con la participación especial de figuras históricas como Norah Camacho y Morayma Ibáñez, testigos y protagonistas de aquella primera «Fantasía Boliviana».

La puesta en escena actual, que se presentará los días 6 y 7 de noviembre próximos, recupera elementos emblemáticos del montaje original mientras incorpora una visión contemporánea. La Orquesta Música de Maestros, bajo la dirección de Rolando Encinas, asume el desafío de interpretar el repertorio que originalmente ejecutara la Orquesta Sinfónica Nacional, mientras que los actores Raúl Beltrán y Roberto Espinal recrearán los memorables momentos que antaño protagonizaran Tito Landa y Lucho Espinoza.

Este homenaje no solo representa un acto de memoria histórica, sino que también constituye un reconocimiento a aquellas generaciones pioneras que sentaron las bases de la danza escénica en Bolivia. A través de esta producción, CONADANZ reafirma la vigencia y el valor del legado artístico de «Fantasía Boliviana», una obra que hace siete décadas demostró que la fusión entre la técnica clásica y las raíces folclóricas podía alcanzar los más altos estándares de calidad escénica.

La directora de CONADANZ, la maestra Yolanda Mazuelos Pool, brindó una entrevista exclusiva al suplemento Escape, de La Razón, en la cual brinda los detalles de la nueva puesta en escena del celebrado espectáculo musical.

—¿Cuál es la historia de los inicios de Fantasía Boliviana, allá en los primeros años después de la Revolución Nacional de 1952? ¿A quiénes se les ocurrió la idea y qué los motivaba?

«Fantasía Boliviana» se inició el año 1954, bajo la dirección y producción de Waldo Cerruto, director del Instituto Cinematográfico Boliviano (ICB). Fue una propuesta de Waldo Cerruto, quien pensaba en tener un espectáculo que permitiera mostrar la imagen de Bolivia hacia afuera con un alto nivel, como los espectáculos que había podido ver en el exterior. Era mostrar Bolivia en su proceso revolucionario.

—Usted menciona que hubo cierta tensión inicial cuando don Waldo Cerruto seleccionó bailarines con formación clásica para el elenco original. ¿Cómo se resolvió esta situación?

Según la señora Yolanda Pool y Morayma Ibáñez, doña Chela Urquidi, que tenía su Academia de Danzas Folclóricas, fue convocada para dirigir el elenco. Ella se incorporó al proyecto con sus bailarinas para que integren el elenco del ICB.

Don Waldo Cerruto prefirió convocar mediante la prensa a una audición de bailarines y bailarinas. Allí se presentaron bailarines de la Academia Nacional de Danza y Ballet Oficial que pertenecía al Ministerio de Educación. Todos ellos y ellas tenían una formación de técnica clásica que a don Waldo Cerruto le pareció el grupo apropiado para hacer un trabajo escénico más depurado, con mejor manejo de brazos, pies, cabeza, y realizar pasos de la técnica clásica adecuados para las danzas, por ejemplo, los k’usillos, la diablada y los macheteros. Y la contextura física de estos bailarines era muy atlética, por lo que comentan las bailarinas de esa revista.

—¿Cómo fue la recepción del público dentro y fuera de Bolivia que tuvo Fantasía Boliviana?

En el público local se había generado una importante expectativa, pues comentan que en el paseo de El Prado, a partir del mes de diciembre de 1954, amanecía pintada sobre la avenida «Ya viene, ya llega Fantasía Boliviana». Cabe señalar que todas y todos ensayaban sabiendo que eran el elenco del ICB; no sabían aún que sus ensayos eran para la revista «Fantasía Boliviana». Se enteraron unos días antes de su primera presentación, que fue un ensayo del espectáculo con público invitado: los cadetes del Colegio Militar.

Tuvieron un mes de actuación en el Teatro Municipal Alberto Saavedra Pérez, con funciones de matinée, tanda y noche. Según la prensa, fueron 42 actuaciones. Después viajaron a Cochabamba y Oruro con el mismo éxito. A su retorno del viaje al interior, ingresaron al Cine Teatro Monje Campero y Cine Teatro Tesla, porque no había disponibilidad del Teatro Municipal. En noviembre de 1955 viajaron a Asunción del Paraguay, Montevideo (Uruguay) y Buenos Aires (Argentina) con actuaciones exitosas también, como se encuentra en la prensa de esas ciudades y lo que logramos encontrar en la prensa nacional de esa época.

El año 1956, a su retorno de su gira por los países vecinos, la revista dejó sus actividades artísticas, y el año 1957 el ICB también dejó de funcionar.

—Después de 70 años, ¿qué elementos de las coreografías originales de Fantasía Boliviana considera que han influido en la danza folclórica boliviana actual?

Todo el repertorio de «Fantasía Boliviana» se ha continuado replicando, porque los que fueron bailarines continuaron sus actividades con la Academia privada de Chela Urquidi y formaron a nuevas generaciones en las danzas que habían interpretado. A la fecha, muchas de las danzas continúan vigentes en las agrupaciones que hacen danzas escénicas.

—Como directora del actual homenaje, ¿qué aspectos del montaje original ha decidido mantener y cuáles ha adaptado para el público contemporáneo?

Recrearemos «La Alasita» en nuestra versión, pero bajo la idea propuesta por doña Chelita Urquidi. También interpretaremos La Diablada, en nuestra versión, que era su número éxito y de cierre de «Fantasía Boliviana». La coreografía, señalan, fue hecha por Eduardo Mazuelos, quien fue profesor de muchos de los bailarines de CONADANZ y a quien le debemos mucho por el amor que transmitió por la danza y la responsabilidad que se debe tener en esta actividad.

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—¿Qué diferencias existen ahora en la parte musical, siendo que la Orquesta Sinfónica Nacional fue la intérprete en la década de 1950 y ahora es Música de Maestros? ¿Cómo se sustituye el papel que jugaron el conjunto Los Cebollitas y el dúo Las Imillas?

De la revista «Fantasía Boliviana» tendremos la pieza de obertura que era el Chokolulu, que era interpretada por la Orquesta Sinfónica Nacional, que acompañaba la revista. Esta pieza será interpretada por Música de Maestros con su propia modalidad musical por el trabajo orquestal que realiza el director Rolando Encinas. La música interpretada por Los Cebollitas, quienes, para representar al país, tuvieron el nombre de Sikuris del Altiplano, será interpretada por Música de Maestros, pues tiene un buen grupo de vientistas. Para el dúo Las Imillas, tenemos la dicha de contar con Norah Camacho, segunda voz del dúo, y la participación de Beatriz Méndez, cantante lírica.

—Considerando su experiencia, ¿qué mensaje quisiera transmitir a las nuevas generaciones de bailarines folclóricos bolivianos?

El mensaje es que pensemos que dedicarnos a las artes, en este caso practicar danzas bolivianas en escenario, tiene que llevar el mensaje de unidad en su diversidad, que parece un cliché, pero es necesario recuperar al país, respetando las identidades originarias y mestizas de occidente y de oriente que enriquecen nuestro acervo cultural boliviano. Además, reconocer que hemos tenido una generación de 1954, que fueron los pioneros en la danza folclórica boliviana y ahora continuamos su huella. Esa es la importancia de investigar e identificar a nuestros antecesores.

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La T.F. Style Cía. de Dança hizo temblar a La Paz

El autor sostiene que la presentación de la compañía de baile procedente del Brasil fue la mejor del Numa Fest 2024.

/ 2 de noviembre de 2024 / 22:42

Entre el 25 y el 27 de octubre pasados, la compañía de danza de São Paulo (Brasil), T.F. Style, llegó a La Paz para presentar una variedad de propuestas que, sin duda, hicieron «temblar» a nuestra ciudad. ¿Por qué temblar? Porque creo que ofrecen una gran lección a los artistas escénicos en general sobre la potencia del cuerpo y muestran un enfoque claro que busca transmitir ideas, crisis y sensaciones con fuerza al espectador. Figura, la del espectador, que creo que el 80 % de los bailarines bolivianos a veces olvidan…

Ejemplifiquemos esa potencia con un unipersonal que, para mí, fue la mejor obra presentada, ya que, en no más de 15 minutos, nos dejó a todos con la boca abierta y la mente a mil por hora. Se trata de Homo, interpretada por Pasha Gorbachev en el Teatro Nuna el día 27. Desde su título, la propuesta muestra esa potencia de la que hablaba: la potencia de significar. Homo hace referencia, por lo menos, a tres cosas: homo, como en Homo sapiens, humano; homo, como en homosexual o en homofobia; y homo, que en su origen significa “igual”. El título mismo es una invitación al espectador a pensar, a jugar con los significados posibles ante este significante que, en sus tres variantes, es el eje de esta obra.

T.F. Style Cía.

La propuesta muestra aún más inteligencia en la puesta en escena como tal. En ruso, en portugués y con una sola palabra en inglés (pussy), discursos de ¿políticos, figuras públicas, voces en general? constituyen la banda sonora del 90 % de esta obra. Incluso sin entender las palabras exactas de esos discursos, el eje común es evidente: la homofobia. Escuchamos a un hombre diciendo que Dios no creó a Adán y a Adán para multiplicarse y poblar el mundo; escuchamos una sucesión de voces mencionando la palabra homosexualidad con una connotación negativa, como si de una enfermedad, pecado o ilegalidad se tratase… Ante estos discursos, uno podría pensar que el bailarín sucumbe y no puede más. Pero la propuesta es lo opuesto al victimismo: es una victoria festiva y gozosa frente a esos discursos, un recordatorio de que es “igual” en tanto puede generar significados. Esto se evidencia en dos gestos: el cuerpo ante esos discursos y el cuerpo después de ellos.

Ante los discursos, entonces, el extraordinario cuerpo del bailarín se burla. Habla un sacerdote (supongo) y el bailarín se convierte en Jesús crucificado (o en San Sebastián) y nos bendice. La violencia de los sonidos no solo le marca el ritmo, sino que atraviesa su cuerpo y se convierte en una irónica respuesta. Así, ante el político es una metralleta, ante el conservador es estatua, ante el escándalo es diva (disculpen mi imprecisión, pues el cuerpo era mucho más y quizás otras cosas). No se trata de una lógica de oposición o contrarios, sino de parodia, de volverse lo mismo, pero con la cadera un poco más ladeada…

La propuesta de T.F. Style

Esta lógica gozosa y victoriosa se confirma en ese 10 % final de la obra, donde el intérprete estalla de goce mientras suena Padam Padam de Kylie Minogue y, con un juego de luces blancas que se apagan al ritmo de la música, el bailarín nos muestra su destreza, festeja, enloquece, se rebela y se revela. El corte entre los discursos políticos y la canción es drástico, ocurre de golpe, y eso impacta aún más en el espectador: de pronto se nos viene la fiesta encima y entendemos que no estamos ante una víctima, que él ha ganado ante todos, que él los ha transformado a todos.

La obra de T.F. Style inicia y termina con Gorbachev en posición neutra, en el centro del escenario. Esa postura marca, al inicio, la entrada al mundo imaginario y, al final, la salida. Pero algo se ha transformado en lo real una vez que entramos y salimos: lo vemos en la mirada del intérprete que, al inicio, era totalmente neutra –inocente– y que regresa a la realidad con una sonrisa e incluso con un toque de locura, listo para enfrentarlo todo. Ante esa mirada, el espectador, La Paz, no tuvo más opción que temblar y, quizás, repensarse…

Termino hablando, esencialmente, de un tema aparte. La función en el Nuna, si bien no estaba vacía, no contó con más de 40 o 50 personas, y fue, sin duda, la mejor propuesta escénica del Nuna Fest (dejando los conciertos de lado y hablando de teatro y danza) y del Danzénica de este año. ¿Qué pasó? El público tiene miedo de experimentar, y eso es negativo para el movimiento nacional. “Si no es mi amigo o si no es Teatro de Los Andes, no vamos”, deben decirse a sí mismos, y se pierden algo que puede ser mucho mejor que lo “ya conocido”. ¿Cuándo superaremos estos viejos hábitos?

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El Aprendiz, la biopic sobre Donald Trump

El crítico de cine Pedro Susz analiza la película que cuenta la relación entre Donald Trump y su exabogado y exasesor Roy Cohn.

/ 2 de noviembre de 2024 / 22:28

El primer desembarco en la presidencia de los Estados Unidos el año 2017 de ese impresentable personaje llamado Donald Trump puso en serios aprietos a sociólogos y analistas políticos en el intento de desentrañar cómo había sido posible que semejante sujeto hubiese concitado el apoyo de la mayoría de sus compatriotas en las urnas. Y el que, recordando los demenciales cuatro años de aquella bizarra gestión, a pocos días de una nueva elección, el sujeto parezca tener serias posibilidades de reeditar el mamarracho, con sesgos aún más descabellados, engorda las interrogantes de fondo a propósito del rumbo que ha tomado el autodenominado «faro de la democracia universal».

Por otro lado, la llegada a las pantallas de «El aprendiz», coincidiendo con dichos comicios en puertas, puede a su vez llevar a suponer que al menos algunas de tales múltiples interrogantes podrán ser descifradas tomando conocimiento de los pasos iniciales del espécimen. Ello solo ocurre muy a medias, puesto que la película del director iraní nacionalizado danés Ali Abbasi centra su relato en las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado, cuando el apodado familiarmente Donnie daba los primeros pasos para dejar de ser el simple cobrador de los alquileres mensuales de quienes ocupaban los inmuebles de propiedad de Fred, su padre.

Fue este un poderoso especulador inmobiliario, en varias oportunidades inculpado de elevar excesivamente el monto de sus rentas, usufructuando de paso algunos programas estatales destinados a facilitar el acceso de los sectores menos pudientes a viviendas dignas que, por añadidura, Fred se negaba invariablemente, atrincherado en un racismo brutal, a alquilar a personas de color o pertenecientes a cualquier minoría racial.

Los inicios de Donald Trump

Corría el año 1973. Por esa época, Trump resolvió aprovecharse de algunos de los contactos de su progenitor con el objetivo de edificar su propia fortuna y celebridad, los dos seudovalores preponderantes, casi excluyentes, en el descaminado modelo norteamericano. Se convirtió con tal propósito, después de trabar relación en un exclusivo local reservado a las élites, en discípulo del despiadado, omnipotente abogado Roy Cohn, al cual consideró el mentor que le venía como anillo al dedo con el fin de aprender las maniobras requeridas para triunfar en un sistema apuntalado en los fraudes recurrentes, así como en un por demás retorcido concepto de la democracia. Dicha relación, a la que alude el título de la película, fue por lo demás descrita por el propio Trump en un programa televisivo de cuño autobiográfico que condujo durante algún tiempo y que llevaba asimismo el denominativo de «El aprendiz».

Fácticamente, tal cual describe la película, la fascinación del alumno con las habilidades de su monitor alcanzó niveles máximos cuando este aceptó asumir la defensa del clan Trump en un proceso debido a la mencionada postura segregacionista de papá Fred contra posibles arrendatarios afroamericanos. Dicho juicio tuvo un final repentino cuando Cohn chantajeó al fiscal acusador, amenazándolo con hacer llegar a su esposa fotos de escenas sexuales de su marido con un joven. En ese momento, Danny comprendió que al sistema le valen nada las leyes, la ética o la verdad; tan solo importa vencer a como dé lugar.

Roy Cohn

El tal Cohn, habituado a operar entre bambalinas de la política y a valerse también de innumerables jugarretas legales, había alcanzado justamente la notoriedad en la década de los 50 como principal asesor del no menos turbio senador republicano Joseph McCarthy, durante la desenfrenada persecución conocida como «caza de brujas macarthista», virulenta campaña anticomunista que trizó la carrera de innumerables figuras del mundo del espectáculo, así como del periodismo, y terminó llevando a la silla eléctrica en 1953, al cabo de un proceso signado por flagrantes violaciones a los derechos establecidos en la constitución estadounidense, a Julius y Ethel Rosenberg, matrimonio acusado de haber espiado para el enemigo soviético en plena Guerra Fría. De allí en adelante, Cohn fue asimismo asesor de temibles personajes de la mafia neoyorquina, de los funestos ultraconservadores Richard Nixon y Ronald Reagan y, la cereza en el pastel, del propio Trump.

Trump ingresa en la política

Tres eran las fórmulas consideradas por Cohn infalibles para abrirse paso en la jungla política de su país y, como la película de Abbasi subraya, Trump asimiló y aplicó celosamente a lo largo de su propia trepada a la cúspide financiera y política, así ello supusiera distanciarse de su padre, maltratar, hasta liquidar, a Freddy, su hermano mayor, quien había optado por la profesión de piloto, considerada por Donald una tarea menospreciable, o abusar sin límites de su esposa Ivana, a la cual violó en alguno de sus primeros encuentros.

La receta en cuestión mandaba: 1) Ataca sin cejar a tu antagonista; 2) Jamás admitas un error o un eventual delito, siempre niega toda responsabilidad; 3) En ninguna circunstancia te sientas derrotado; sacándole partido al mito de la meritocracia, muéstrate siempre como un triunfador por merecimiento propio.

Aplicando al pie de la letra la receta de Cohn, que este por cierto había parido con solo observar de manera atenta el modus operandi de sus clientes, el risible, casi treintañero playboy de entonces fue abriéndose paso a codazos en aquel contexto.

Historia

La primera de las dos horas y pico de «El aprendiz» detalla, sin ocultar su intención irónica, aun cuando a momentos esta se me antojó un tanto deslavada, la no exenta de escabrosidades relación maestro-alumno sustentada en un curioso maltrato de ida y vuelta entre ambos. Y ese tramo del relato funciona, en gran medida, gracias a la prodigiosa personificación de Cohn por Jeremy Strong, al cual le basta la torva mirada para provocar miedo y repulsión.

Entretanto, Sebastian Stan, como Trump, ejecuta una faena que, sin carecer de fuerza, acaba siendo opacada por la de aquel, dejando en duda si el guion y la puesta en imagen buscaban tan solo indagar en los orígenes de la villanía del futuro líder de la ultraderecha norteamericana y, en cierta medida, de la del mundo entero, o concederle el sitial de guía imperdible a su preceptor. En todo caso, Stan deja sentado que para asumir el rol de una notabilidad no basta con copiar su apariencia física apelando a costosas prótesis o fatigantes sesiones de maquillaje y peinado. Alcanza con representar de manera creíble su manera de moverse, de arrugar los labios o de agitar las manos para enfatizar sus dichos.

El voltaje del relato disminuye notoriamente en la segunda mitad de «El aprendiz», no sin antes dedicar algunos minutos a poner en el banquillo el desdén de Trump hacia los artistas e intelectuales, a quienes tiene por parásitos destinados a ser eliminados en una sociedad «seria», vale decir, donde todos compitan por la supervivencia en el mercado, o como sentencia Donnie en la escena inicial del filme: «Hay que tener un don innato para triunfar, algo que se tiene de nacimiento y que no se puede conseguir de otra forma».

Desarrollo

A tal efecto, aborda un pasajero encuentro, acaecido en la realidad, con Andy Warhol, figura clave del movimiento contracultural de los años 70. La conversación es mostrada como un diálogo de sordos a causa de la postura displicente, impregnada de soberbia y orillando el asco, de Trump, no obstante resultar palpable que este ignora la identidad de su interlocutor.

La señalada pérdida de voltaje durante la segunda hora del relato, dirigido siempre con poca inspiración narrativa por Abbasi —si bien durante el primer segmento copia con cierta puntería algunos recursos formales frecuentados por la corriente del tildado como «Nuevo Hollywood» (imágenes de textura fuertemente granulada, veloces acercamientos y alejamientos del lente de la cámara, transiciones por corte directo)—, es en gran medida atribuible al guion de Gabriel Sherman. Se trata de un periodista e investigador con varios muy desparejos antecedentes en la materia, al cual el realizador Abbasi, en los eslabones precedentes de su asimismo breve y dispar filmografía, con logros como «Araña sagrada» (2022) y desbarres del tipo «Shelley» (2016), siempre responsable de la doble función de guionista/realizador, decidió involucrar en este proyecto, confiando en la presunta exhaustividad de sus ensayos sobre Trump, aun cuando tales trabajos pecasen inocultablemente de una, se me antoja deliberadamente confusa, estimación de las tropelías perpetradas por el susodicho.

Trump, el aprendiz

En esa segunda mitad, Sherman pareciera extraviado en el montón de curiosas anécdotas, por demás conocidas, de la carrera del personaje, sin intentar siquiera bocetar alguna profundización capaz de dar respuesta a la pregunta de fondo que anoté al principio: ¿cómo alguien de semejante talante alcanzó el liderazgo de una nación autoproclamada como el faro de la civilización occidental?

El tamaño del poder efectivo, así no ejerza en el presente la presidencia, del Trump controvertido, a momentos caricaturizado en «El principiante», pudo tenerse clara evidencia por el hecho de que el estreno simultáneo de la película en buena parte del mundo hubiese excluido a los Estados Unidos en plena contienda preelectoral, al no haber encontrado empresa interesada en la distribución, y, de igual modo, por el texto introductorio donde se puntualiza que algunos de los sucesos mostrados pertenecen al campo de la ficción, aun cuando se anota también que lo que se verá en pantalla se apoya en pesquisas serias y acontecimientos efectivamente acaecidos.

Crítica

Tal abrir el paraguas antes de la lluvia, anticipando posibles acciones legales, o de otra índole, contra el realizador, los países implicados en la producción, o alguna empresa osada a exhibirla en el hipotético edén de «las oportunidades para todos», deja a consideración del espectador juzgar si fueron tomados de la realidad momentos tan disparatados, o si se prefiere, solo en apariencia inverosímiles, como la escena donde Trump se somete a una liposucción, alternando con breves secuencias de la agonía de Cohn, ya alejado sin miramientos del entorno cercano de su desalmado discípulo, antes de morir, en 1986, por VIH/sida.

Así, dije en el arranque, ayuda muy poco a dilucidar las dudas de los analistas el que Abbasi, aparentemente convencido de estar frente a un villano de fuste, un ególatra sin medida, hubiese resignado en definitiva su posible impulso interpelador al sistema capaz de consagrar semejante espécimen, tentando morigerar la chatura narrativa de fondo con el evidente esmero invertido en la ambientación, la puesta en imagen, la dirección de actores y el conjunto de los recursos técnicos. Tal insuficiencia puede entonces ser en igual medida achacada a las vacilaciones y limitaciones personales del director, como a los miedos de los financiadores a encarar las siempre desmedidas reacciones del aplicado aprendiz, cuya trayectoria es en buenas cuentas ambiguamente contextualizada.

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La comunicación como fuerza de cambio en El Alto

La carrera de Ciencias de la Comunicación Social de la Universidad Pública de El Alto (UPEA) enfrenta el reto de formar comunicadores para construir el futuro.

/ 26 de octubre de 2024 / 21:56

Cuando en algún medio de comunicación se habla de El Alto, por lo general se lo hace en relación con la delincuencia, y cuando se toma la palabra de algún alteño para hablar de temas a nivel nacional, se abre el micrófono a exdirigentes sindicales que hoy no tienen ninguna representatividad. Además, poco espacio mediático se da a las distintas facetas de los habitantes de esta urbe, que rompen con los estereotipos sobre el «ser alteño».

La ciudad de El Alto ha sido estigmatizada por prejuicios sociales aún vigentes; también ha sido homenajeada por la «Guerra del Gas» (2003), y hoy muchos la identifican por las llamativas construcciones denominadas «cholets». Pero El Alto es más que eso, y sus habitantes van construyendo su identidad en torno a las transformaciones sociales, políticas y culturales que atraviesa esta joven urbe de Bolivia. Siendo una ciudad resiliente y la segunda más poblada del país, viene encarando el reto de formar sus propios profesionales por medio de la histórica Universidad Pública de El Alto (UPEA).

Comunicación para transformar

La tarea no es sencilla, pero se la viene encarando, y un aspecto fundamental para cambiar la forma en la que se piensa de El Alto, sea desde esta ciudad o desde otros espacios, es la comunicación. En ese sentido, la carrera Ciencias de la Comunicación Social de la UPEA viene desarrollando un trabajo que no se queda en el «encierro académico», sino que asume las profundas transformaciones sociales, políticas y culturales que atraviesa esta ciudad y Bolivia.

Cabe recordar que la carrera de Comunicación (UPEA) tiene sus antecedentes en el año 2000, en el contexto de una lucha social y de un momento clave para la ciudad de El Alto. Inició como mención dentro de la carrera Ciencias del Desarrollo; sin embargo, fue refundada como carrera el 27 de octubre del año 2002, formando parte de las carreras que dieron vida institucional a la UPEA. Se puede decir que surgió como respuesta a las necesidades educativas de una población creciente, socialmente activa y culturalmente diversa. Desde entonces, la carrera ha crecido considerablemente en términos de matriculación, contando actualmente con alrededor de 1,800 estudiantes, siendo así la que cuenta con más población estudiantil del área social de la UPEA.

UPEA

Uno de los rasgos distintivos de la carrera ha sido y es su relación con los movimientos sociales y la política. Muchos de sus estudiantes y docentes han estado involucrados en luchas y reivindicaciones sociales, lo que ha moldeado de cierta forma el perfil del comunicador que se forma en la UPEA: comprometido, crítico y con una fuerte conciencia de los problemas sociales que afectan a su entorno. A pesar de que el contexto educativo, tecnológico y social haya cambiado, el comunicador formado en la UPEA continúa manteniendo ese rasgo.

En sus primeros años de vida, la carrera se enfocó en brindar una formación centrada en los medios tradicionales como la radio, la televisión y la prensa escrita. Su objetivo inicial era formar profesionales capaces de participar en la estructura mediática del país, con un enfoque en el periodismo. Con la llegada de la era digital y el impacto de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (NTIC), el perfil del estudiante y del profesional de la comunicación ha cambiado sustancialmente. Hoy en día, los universitarios ya no estudian solo para trabajar en los medios tradicionales, sino que buscan dominar el mundo digital, las redes sociales y la creación de contenido multimedia.

En ese sentido, el plan de estudio de la carrera fue reformado en el año 2010 para incluir áreas como el periodismo digital, la producción audiovisual, el marketing digital, la comunicación institucional y la gestión de proyectos sociales. Este nuevo enfoque se alinea con las nuevas demandas del mercado laboral, que cada vez exige comunicadores capaces de adaptarse rápidamente a las nuevas tecnologías y a las nuevas formas emergentes de comunicación.

Carrera de Comunicación

A pesar de los avances realizados, la situación actual de la carrera no está exenta de desafíos. Si bien el enfoque académico ha evolucionado, la infraestructura física y tecnológica no ha avanzado al mismo ritmo. La carrera enfrenta limitaciones significativas en términos de acceso a equipos de última generación, como cámaras, computadoras, software de edición y estudios de grabación. Estas carencias llegan a limitar las oportunidades de los estudiantes para adquirir habilidades prácticas.

Así, el futuro de la carrera se presenta con varios retos que deben ser abordados para garantizar que los comunicadores formados en la UPEA sean competitivos y agentes de cambio de una ciudad joven que cada vez tiene más protagonismo. Un punto importante es la inversión en infraestructura, pues los estudiantes necesitan acceso a ambientes adecuados y tecnología moderna para dominar herramientas de edición de video, análisis de datos mediáticos y manejo de contenido multimedia, entre otros. Si se deja de lado este aspecto, la carrera corre el riesgo de quedarse atrás en la formación de comunicadores aptos para las nuevas exigencias laborales.

El mundo de la comunicación está en constante cambio y la carrera debe actualizar sus contenidos y enfoques por medio de un congreso. A pesar de que la malla curricular ya incluye contenidos relacionados con las nuevas tecnologías, es necesario incorporar las últimas tendencias en comunicación digital, periodismo de datos, inteligencia artificial aplicada en medios y las nuevas plataformas de distribución de contenido, considerando las experiencias de otras carreras a nivel nacional e internacional.

El Alto

Aunque la carrera se ha consolidado como una formadora de comunicadores comprometidos con la sociedad, los cambios que atraviesa El Alto y el país obligan a que se generen adaptaciones que den lugar a un trabajo académico de la mano con el compromiso social. La ciudad de El Alto necesita comunicadores que puedan encarar los desafíos de la era digital, que trabajen la imagen de las distintas iniciativas productivas alteñas, que establezcan puentes entre la producción académica y el lenguaje cotidiano, que generen espacios de diálogo, que formen opinión con responsabilidad, que produzcan contenidos de alta calidad, que informen con responsabilidad, que hagan relaciones públicas para abrir oportunidades, etc.

Actualmente, la carrera está en pleno proceso de acreditación, un paso fundamental para garantizar la calidad educativa, lo que permitirá actualizar el plan de estudios. Este proceso debe fortalecer el vínculo entre la producción de conocimiento desde la UPEA y las distintas actividades y facetas de la población de El Alto.

Una ciudad pujante como la alteña necesita profesionales de alto nivel, y el campo de la comunicación no está al margen de este desafío. Por ello, a más de 20 años de la fundación de la carrera de Ciencias de la Comunicación Social de la UPEA, la universidad tiene la obligación de ir de la mano con su pueblo, brindando las herramientas teóricas y metodológicas para consolidar el crecimiento y el posicionamiento de nuestra urbe como una de las más importantes de Bolivia. La comunicación es una fuerza de cambio en El Alto, y esto es algo que debe asumirse desde la formación académica.

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