Días perfectos
Imagen: Internet
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La laureada película del director alemán Wim Wenders tiene como escenario la ciudad de Tokio, Japón
Sigilosamente, tal cual ocurre con todas las películas provenientes de otros orígenes distintos a la gran industria del entretenimiento del norte, subió a las pantallas locales el más reciente trabajo de Wim Wenders, titulado Días perfectos. Si bien en los últimos años Wenders, quien asimismo cuenta en su carrera con varios cortometrajes, documentales y programas de Tv, amén de haber sido productor y protagonista de otras tantas producciones, anduvo un tanto extraviado, dedicándose mayormente al rodaje de documentales institucionales para el fotógrafo Sebastiao Salgado o el propio Papa Francisco, entre las décadas de los 60 y 80 del siglo pasado fue una de las figuras centrales de la corriente del “nuevo cine”, no sólo en Alemania, su país natal, junto a Rainier Fassbinder y Werner Herzog, sino en los Estados Unidos y otros lugares que visitaba de manera recurrente, ya que fue un viajero pertinaz, al punto de convertirse en uno de los directores más elogiados por la crítica, que lo consideró un autor de primera línea, tanto por su estilo de una poderosa fuerza visual como por su visión del mundo, que nunca hizo concesiones a los grandes estudios ni a las fórmulas de estos para abordar la realidad desde la narrativa fílmica.
De aquella época, en la cual filmó un largometraje cada año, luego del primero hecho en 1971, mantienen plena vigencia obras maestras como El miedo del portero ante el penalti su segundo largo de 1972, Alicia en las ciudades (1974) y Falso movimiento (1975) título que en definitiva fue donde quedó expuesto su gusto por las llamadas road movies o películas del camino, género en el que como se dijo acentuó su impronta autoral, distanciándose de los lugares comunes abusados en Hollywood. Fue de igual manera, un punto de inflexión en su trayectoria debido al acento político que fue imprimiendo en sus trabajos.
Más adelante Wenders volvió a cosechar enormes elogios con: El amigo americano (1977); París, Texas (1984), ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes; Las alas del deseo (1987); Tan lejos, tan cerca (1993), Gran Premio del Jurado otra vez en Cannes. El 2008 Wenders hizo el último de sus títulos merecedores de especial atención: El cielo sobre Berlín. Directores norteamericanos como Francis Ford Coppola admitieron haber encontrado en las películas de Wenders enseñanzas que aplicaron a sus propios trabajos.
Entre los países frecuentados por Wenders se destaca Japón. Allí en 1985 filmó Tokio-Ga, basado en la vida de Yasujiro Ozu, el colega cuya obra le fascinó y cuyas influencias se advierten con nitidez a lo largo de su filmografía, según por lo demás, declaró abiertamente en varias oportunidades.
Días Perfectos, que figuró entre las cinco películas nominadas al Oscar 2024 a mejor película extranjera, y la cual, repito, puede verse en las salas locales, marca, una vez más el regreso de Wenders al Japón. Fue filmada íntegramente en Tokio, y a los tributos a Yasujiro Ozu, cuyas hechuras, considera, se mantienen totalmente vigentes e inspiradoras no obstante que el estreno de Tarde de Otoño, el último largometraje de su maestro nipón, se remonta a seis décadas atrás.
A propósito de esa conexión, Wenders escribió: “La gente está ahora tan acostumbrada a la enorme distancia entre el cine y la vida que cuando algo real o verdadero ocurre en la pantalla se hace necesario sentarse y contener el aliento, aunque sea el gesto de un niño en el fondo del cuadro, o un pájaro volando a través de la pantalla, o una nube echando su sombra momentáneamente sobre la imagen. En el cine de hoy es raro que esos momentos ocurran, que la gente y las cosas se muestren tal y como son. Eso es lo notable de las películas de Ozu, sus últimas películas en particular contienen esos momentos de verdad”.
Está claro por cierto que la cultura japonesa, y no sólo el cine de Ozu, ha dejado su huella en todos los filmes de Wenders. El título Días Perfectos remite, en plural, a la famosa canción compuesta por Lou Reed y el papel protagónico de Hirayama le fue encomendado a Koji Yakusho, actor predilecto de Kiyoshi Kurosawa, otro director nipón del cual Wenders se confiesa admirador. Puntualizo estos datos puesto que el cine de Wenders ha sido, y ahora, después del largo paréntesis mencionado al comenzar, vuelve a ser una suerte de viaje interior, sin que ello comporte en absoluto un exacerbado egocentrismo ni dé tampoco como resultado una trama herméticamente encerrada en sí misma.
Del colacionado magnetismo que la cultura japonés ejerce sobre su, por lo demás, escéptica mirada sobre la realidad presente, dio cuenta Wenders en una entrevista de prensa: afirmó que “por un lado, existe esa idea muy fuerte en la sociedad nipona ligada al servicio a la comunidad, al bien común. Por el otro, está la belleza puramente arquitectónica de esos sanitarios públicos. Me asombra la manera en la cual esos baños pueden ser parte de la cultura cotidiana, no simplemente el reflejo de una necesidad fisiológica un tanto embarazosa”.
El mencionado Hirayama, personificado de manera admirable por Yakusho, constituye el sostén fundamental de Días Perfectos, una parábola sencilla y al mismo tiempo de una hondura admirable, dedicada a narrar los días y noches de aquel. Solitario y ya entrado en años Hirayama que se dedica a limpiar los baños públicos de la capital japonesa. Desde el inicio del relato uno se pregunta si su elección de tal, por decirlo, oficio, considerado de los menos atractivos o relevantes, es un modo de redimirse de alguna barrabasada pasada, limpiando la mugre de los demás, o si refleja la vocación de servir a los otros, entretanto disfruta de cada segundo de una vida que, a primera vista carece del menor encanto, cuando menos en esta sociedad estresada por correr sin pausa y a menudo sin rumbo en el afán de acumular bienes, en muchos casos superfluos, y conquistas asimismo faltas de toda hondura. No es un detalle menor que Hiraya use su reloj pulsera únicamente los fines de semana, puesto que uno de sus placeres es contemplar la ciudad y la gente entretanto desarrolla sin apuros su rutina diaria, expuesta asimismo por Wenders como si observase alelado a un ser humano excepcional, fuera de época y de contexto, pero que tal vez sea el único entre sus pares que sigue atesorando el secreto de cómo aprovechar cada día a la perfección. Escuchar música en viejos casettes que reproducen piezas de rock de los años 50 y 60, leer libros clásicos adquiridos de segunda mano, regar las plantas que cultiva en su modesta vivienda, son los gestos que completan sus faenas laborales.
Sintetizado así el argumento de Días Perfectos podría inferirse que la película está basada en un guion rudimentario que la puesta en imagen desarrolla de igual manera poco creativa. Sin embargo sería una presunción del todo falsa. Hubo sin duda un minucioso trabajo de guion puesto que el enfoque narrativo sobre cada mínimo detalle de la cotidianidad de Hirayama y su contexto requirió con certeza que todo estuviese previsto para que la impresión de realidad no terminase siendo un artificioso biombo destinado a ocultar la falta de profundidad del contenido. Y de la misma manera el relato se prodiga en cambios de enfoque y encuadre que van enriqueciendo la descripción de los gestos y movimientos de un personaje que no necesita echar mano de ninguna retórica verbal para cobrar sentido. De hecho, la primera vez que Hiyoshi habla es cuando ha transcurrido más de una hora del metraje, sin que ello conduzca a sospechar que es mudo. De hecho le bastan algunos ademanes manuales inteligibles en cualquier rincón del orbe para poner punto final al inacabable anecdotario de Takashi, su joven colaborador, refiriendo su oscilante romance con una evasiva chica.
Algunos otros recursos narrativos, como las breves secuencias en blanco y negro que preceden a los tempranos despertares del personaje cuando apenas amanece, y que son como muy momentáneos viajes a sus sueños, siempre ligados a lo experimentado durante el día, enriquecen el espesor visual y dramático de una película que jamás podrá ser descrita a cabalidad, porque está hecha, como acontece siempre con el cine de verdad, para ser vista y sintonizar con todos los sentidos sus alcances significativos.
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Y no es tampoco que Wenders se prive de anotar visualmente rasgos que apartan al personaje de la perfección, o deshumanización, de tantos héroes estereotipados y, por ende, impedidos de generar una auténtica empatía emocional. Brevísimas apostillas que insinúan algún episodio atroz en el pasado; las escenas del efímero reencuentro con Niko, la hija adolescente de su hermana Keiko; aquellas en las cuales tropieza con la imposibilidad de conquistar a la joven que lo cautivó; las molestas interrupciones en su labor debido a las urgencias corporales de algunos usuarios de los baños, o los cierres de sus fines de semana tomándose unos tragos en la austera posada de una amiga divorciada y frustrada soprano, vuelven a enmarcar a Hiyoshi en la realidad, sin necesidad tampoco de apelar al suspenso, la violencia o las torsiones inverosímiles del argumento.
En buenas cuentas Días perfectos es una película que ratifica el pulso de un maestro del cine a tiempo de ser un soplo de aire fresco, o, si se prefiere, un paréntesis poético, minimalista, en el sobrecargado panorama pedestre y efectista de gran parte de la producción fílmica actual.
Ficha técnica
Título Original: Perfect Days – Dirección: Wim Wenders – Guion: Wim Wenders, Takuma Takasaki – Fotografía: Franz Lustig – Montaje: Toni Froschhammer – Diseño: Towako Kuwajima – Efectos: Mathilda Barchmann, Sven Hegen, Kalle Max Hofmann, Frieda Oberlin, Philipp Orgassa – Producción: Takuma Takasaki, Wim Wenders Yusuke Kobayashi, Reiko Kunieda, Yasushi Okuwa, Keiko Tominaga, Kota Yabana, Koji Yakusho, Koji Yanai – Intérpretes: Miyako Tanaka, Koji Yakusho, Long Mizuma, Tokio Emoto, Soraji Shibuya, Aoi Iwasaki, Kisuke Shimazaki, Yuriko Kawasaki, Aki Kobayashi, Bunmei Harada, Min Tanaka, Reina, Shunsuke Miura, Gan Furukawa, Atsushi Fukazawa, Taijirô Tamura, Masahiro Kômoto. Makiko Okamoto, Aoi Yamada/ALEMANIA, JAPÓN/2023
Texto: Pedro Susz K.
Fotos: Internet