Tito Vilanova, maestro de fútbol desde la discreción
Los maestros saben transmitir con sus gestos de qué madera están hechos
Cada vez que hay un sacudón inesperado, como ya sucedió el pasado año con el propio director técnico y con el jugador Eric Abidal, se pone a prueba la inexpugnable fortaleza del compañerismo que reina en el Barcelona. Este casi silencioso conductor, muy parecido en tal aspecto a su predecesor y amigo, Pep Guardiola, enfrenta un cáncer que cree sin dubitaciones que superara rápidamente.
Cuando me enteré a través de El País de Madrid que Tito Vilanova padece (por segunda vez en un año) de un cáncer que se le reprodujo en la glándula parótida, sentí que la mano venía muy dura y sin casi saber de este gran señor que hace de la discreción un estilo de vida, me invadió una inexplicable consternación, de esas que seguramente pueden llegar a provocar las sensaciones de orfandad que nos visitan a raíz de la ausencia forzada de un ser querido. Me pregunté qué haría el Barcelona sin este maestro en el banco que tuvo como alumnos en la categoría Cadete B del mismo club (2001) a Lionel Messi, Césc Fábregas y Gerard Piqué, ahora que viene arrasando en rendimiento y marcas de excelencia, y de haber dejado con la boca bien cerrada a quienes le cantaban el réquiem con la salida de su antecesor y amigo, Pep Guardiola.
Por estas horas, Vilanova ya fue operado, y el mensaje enviado a sus dirigidos dice: “estad tranquilos, esta vez no es tan grave, el quiste está en un sitio diferente y es más fácil de tratar” provocó que me volviera el alma al cuerpo. ¿Cómo es posible que pueda sacudirlo emocionalmente a uno, alguien del que apenas se tiene un par de referencias personales? Sencillo y esencial: Los maestros saben transmitir con sus gestos de perseverancia y consecuencia las suficientes señales como para percibir de qué madera están hechos y cuál es su capacidad para construir cosas en la vida.
Horas más tarde, el capitán Carles Puyol declaró a los medios que la operación “ha ido muy bien”, noticia con la que bajó la tensión en el Camp Nou y los culés deberán ser dirigidos por otro hombre de la casa, Jordi Roura. Éste es el Barcelona, un proyecto de vida en el que se ponen siempre por encima los valores de la solidaridad y el compañerismo, y de ninguna manera un reducto de figuras idolatradas e histéricas en las que campea todo lo material, efímero y hasta absurdo que puede ser este meganegocio llamado fútbol y que a muchos hace perder la capacidad para diferenciar lo fundamental de lo accesorio.
Cuando el cáncer entra en el ruedo para trastocarnos, cualquiera sea la zona del organismo que invada, nunca estará dicha la última palabra, pero con las claves enviadas por el propio Vilanova y las declaraciones de Puyol está claro que aparte de la eficacia médico-científica juega un rol central ese intangible que pasa por la mística y la transmisión de energías entre quienes forman parte de un mismo proyecto, y tienen puesta la mirada hacia un mismo destino, en este caso, el del juego en su máxima expresión, sustentado en unos valores identitarios con los que no se transa y por los que no hay necesidad de hacer aspavientos.
El fútbol es una inagotable fuente de aprendizaje y será el transcurso de los años —si es que gozo de la benevolencia de todos los dioses en que creo para vivirlo y disfrutarlo— el que nos permitirá dimensionar qué cosas fue capaz de transmitirles especialmente a los más jóvenes y a los niños este Barcelona donde lo que abunda son pequeñas y sencillas lecciones de vida, a partir de las cuales se aprende a compartir jugando primero a la pelota y luego ingresando en las esferas de la alta competencia y la lucha por demostrar cómo se juega-gana siempre privilegiando ese reverencial trato al balón que ningún otro equipo en toda la historia ha podido conseguir, ni siquiera el Brasil de los Pelés del 70.
Tito Vilanova es parte de esa cultura. Es un nervio motor que transmite y ejercita la identidad blaugrana en la Liga española y en la Champions League. Su equipo ha perdido nada más que dos puntos en lo que va de temporada y jamás ha estado comprometido en polémicas que no sirven para otra cosa que para alimentar el amarillismo periodístico con el que pueden engordarse tirajes, a costa del enflaquecimiento de las ideas y el fructífero ejercicio mental.
Que el director técnico pueda volver cuanto antes y que entre tanto, bajo la conducción de Roura, se ponga nuevamente de manifiesto lo que el equipo hizo cuando el francés Eric Abidal tuvo que someterse a un transplante de hígado y también superar un cáncer para luego volver a la cancha arropado por sus compañeros y celebrar el reencuentro con la vida, ésa que a veces amenaza con poner a prueba nuestro temple y exige de nuestro mejor talante, más si todavía hay mucho que enseñar de creatividad y motivos para celebrar, mejor si con el Barça obteniendo el título de la temporada 2012-2013 con todos los merecimientos que ya ha hecho a estas alturas del torneo.
Rectificación: El lunes último escribí en Marcas Plus que el Corinthians es el equipo con la hinchada más grande del mundo y Daniela Tórrez, a través del Twitter, me corrigió diciendo que en primer lugar está el Flamengo, luego aparecen los mexicanos Chivas y América, y recién en cuarto sitio figura el cuadro paulista. Para mayor precisión me pasó el dato de un sitio en internet llamado Datafolha que corrobora lo dicho por FIFA. Muchas gracias a Daniela, es un privilegio tener lectoras como ella.