El clásico más resonante del planeta
Dos visiones, dos estilos, dos maneras de hacer las cosas volverán a expresarse
El Real Madrid recibe al Barcelona en un nuevo derbi de la Liga española. En el partido de ida los culés se impusieron (2-1); mientras los merengues, además de cobrarse revancha, buscan consolidar su primer lugar en la tabla conducente al título de la temporada. Los dos están clasificados a cuartos de final de la Champions League, y mientras los anfitriones están en el plan de consolidarse, cosa que no lograron con Mourinho, los otros rinden cada fin de semana una especie de examen de cuánto más pueden prolongar su condición de equipo que marca época y sobre el que sus detractores ya cantan el fin de la misma.
Cada vez que se enfrentan el Real Madrid y el Barcelona, la aldea global futbolera deja de lado por un par de horas sus afanes diferenciados más cotidianos e inmediatos. La forma en que se ha construido mediáticamente la importancia del derbi español convoca a propios y extraños a conjeturar sobre cómo será una nueva edición de éste que se ha convertido en el partido excluyente de todos los que se juegan un fin de semana en el mundo entero, y que en estos últimos años tiene como ingrediente colorido la rivalidad montada entre Lionel Messi y Cristiano Ronaldo, rivalidad de la que muy probablemente ni los mismos protagonistas se enteran en muchos sentidos porque se trata, en realidad, de una alargada estrategia de venta de titulares periodísticos.
Dos visiones, dos estilos, dos maneras de hacer las cosas en la cancha volverán a expresarse en unas horas, la del anfitrión, el Real Madrid, que tiene como fundamento principal de su identidad sentar supremacía ganadora, subordinando la forma de jugar al entrenador y a los jugadores con los que circunstancialmente cuenta, ahora con un muy prudente Carlo Ancelotti que le ha cerrado herméticamente la puerta del vestuario a la prensa del corazón y que ha decidido apostar a un 4-3-3 que lo ha conducido al primer lugar de la tabla con un frente de ataque feroz por velocidad y efectividad por todos los flancos, bien abastecido por laterales y centrocampistas ambiciosos (Luka Modric, Marcelo, Xabi Alonso) y que saben pasar al ataque para hacerlo masivo e incontrolable para el adversario de turno.
A ese estilo de pretender ser siempre los Estados Unidos del Fútbol se contrapone el otro, el del trabajo basado en la formación de jugadores, en el fichaje de valores consagrados con altas probabilidades de engranar dentro de una cultura en la que importa tanto ganar como la forma en que se debe intentarlo. Escucho en Onda Cero de España a César Luis Menotti, el maestro de la palabra futbolera por antonomasia, y como siempre apela a comparaciones esclarecedoras que no admiten retruque como por ejemplo la siguiente sobre el rol de Gerardo Martino, entrenador del Barcelona: “A una obra de arte solo hay que conservarla, es como La Gioconda que debe seguir siendo por siempre tal como es porque si le quieres poner bikini o bigotes…”.
Pues bien, Menotti vuelve a dar en el clavo saliéndole al paso, sin proponérselo, a los miles de pájaros de mal agüero que desean un réquiem para los azulgrana porque según sus malos pensamientos estaría cercana la hora del final de una era, de un equipo concebido y perfeccionado desde las matrices discursivas del propio Menotti, Angel Cappa, y desde otra vertiente, Johan Cruyff.
El Madrid arrancará el juego con la ventaja de saberse puntero de la liga y consciente de que si alcanza la victoria, primero se cobrará revancha del partido de ida disputado en el Camp Nou (1-2) y más importante que eso, consolidará su posición con un rendimiento que el propio Ancelotti ha definido hace un par de semanas: “Ya tenemos la casa, ahora se trata de decorarla”, esto en alusión a los progresos significativos alcanzados, sin que la salida de Mesut Özil y la lesión de Sami Khedira hayan hecho mella en la maquinaria, con la recuperación de Karim Benzema como hombre de área y que se asocia fluidamente por izquierda y derecha con Cristiano Ronaldo y Garet Bale. Las dudas sobre el Barcelona empezaron a tener eco en el periodismo catalán, a partir del regreso de Lionel Messi luego de soportar las primeras lesiones preocupantes de toda su carrera. A sus problemas físicos y a su obligada ausencia se sumaron las críticas acerca de su supuesta pérdida de motivación para seguir jugando, y ya en términos generales al hecho de que el Barcelona haya conocido la derrota luego de varias temporadas, en tres de seis fechas consecutivas, cosa en alguna medida superada con la goleada propinada al Osasuna (7-0) en la última fecha, triunfo que fue una inyección motivadora para encarar la semana de preparación previa al gran clásico.
Si Ancelotti tiene claro el onceno que saltará al campo del Santiago Bernabéu, a Martino le quedarán algunas dudas pues sus opciones en la ofensiva para secundar a Messi tienen que ver con la decisión de si juega Alexis Sánchez o Neymar, puesto que el rendimiento de Pedro en las últimas fechas lo excluiría de dudas. En el medio estarán los inamovibles Sergio Busquets, Xavi Alonso, Andrés Iniesta y Césc Fábregas para buscar un nuevo festival del toque, el pase preciso, y en la línea de fondo, Gerard Piqué y Javier Mascherano son números fijos, así como en las bandas Danny Alves y Jordi Alba.
El puntero del torneo se enfrenta entonces a una leyenda viviente, a un equipo que les ha dado razones de sobra a los llamados románticos como Menotti o Cappa para ufanarse por una forma de leer-escribir el fútbol a lo largo de su historia moderna. Lo mínimo que debemos esperar es un partido jugado con alta intensidad y que los dos protagonistas, cada uno en la suya, sean capaces de desplegar los mejores argumentos que los caracterizan.