Sociedad

Monday 10 Jun 2024 | Actualizado a 04:43 AM

Los colegios ya aplican cambios en el currículo

Educación. Evaluación, materias y proyectos son las novedades

/ 5 de febrero de 2014 / 07:49

En los colegios de La Paz ya se adaptan los cambios que dispone el currículo escolar, como las nuevas asignaturas, proyectos socioproductivos y el sistema de evaluación, en base a las cuatro dimensiones. La aplicación debe ser en todo nivel, según el Ministerio de Educación.

“Los contenidos y la estructura curricular se aplican en todos los niveles de escolaridad desde este año”, afirmó ayer a La Razón, el viceministro de Educación Regular, Juan José Quiroz. Añadió que la excepción es la formación técnica, cuya aplicación será de manera gradual en la medida de que se cuente con  condiciones de infraestructura y equipamiento.

Desde el primer día de clases, en el colegio San Ignacio, se explica a los alumnos la nueva forma de evaluación sobre las cuatro dimensiones, informó a este medio, la directora Katia Loayza.

Las cuatro dimensiones sobre las que se calificará (ser, saber, hacer y decidir) se basan en la formación integral del estudiante, que no toma en cuenta solo las capacidades cognitivas del estudiante, sino también sus valores.

El director del Liceo de Señoritas La Paz del turno de la mañana, Milton Tórrez, manifestó que a partir de este año “la implementación entra a todos los cursos no solo en estructura, sino también en contenidos curriculares”. Acotó que este sábado presentarán su proyecto socioproductivo que girará en torno al tema del alcoholismo. La elaboración es parte de los contenidos de la formación técnica tecnológica general que se da de 1° a 4° de secundaria. En cuanto a la estructura aplicada, está con base en la evaluación bimestral, el puntaje sobre 100 y las cuatro dimensiones.

En el colegio La Salle, el hermano Vidal imparte la asignatura de Valores, Espiritualidades y Religiones para los niños de 6° de primaria. “Antes, esta materia era conocida como Religión”, señaló el hermano José Diez de Medina, director del establecimiento educativo. Aseguró, asimismo, que el colegio aplica el sistema bimestral, el puntaje sobre 100, y también la posibilidad de implementar el idioma complementario u originario.

Lo que es incluido en el colegio Loretto con  el aymara que se imparte en la unidad educativa, además del idioma extranjero, tal como anunció el  director del colegio, Dante Arana. En la Unidad República Argentina, el director Carlos Cabrera aseveró que a parte de la estructura curricular, “se incluyen contenidos enmarcados en función a los objetivos holísticos y de la organización de los campos y saberes”.

Nuevos licenciados

44.000 docentes del Profocom obtendrán el título de licenciados en junio, informó ayer el ministro de Educación, Roberto Aguilar.

Jugos a base de frutas y verduras

Cinco nuevos productos para el desayuno escolar en La Paz fueron presentados ayer en la plaza Camacho. Entre las novedades para este año está el frutinut, una bebida de frutas y hortalizas. El frutinut viene en diferentes combinaciones: remolacha con frutilla, maracuyá con zanahoria, zapallo con piña, papaya con quinua, entre otras.

“Es un jugo que incorpora el 15% de pulpa, entre hortalizas y frutas, para lograr la aceptabilidad de los niños y crear el hábito de consumo de hortalizas y de frutas”, informó Gabriela Aro, jefa de la Unidad de Nutrición  y Alimentación Complementaria Escolar de la Alcaldía de La Paz. Añadió que los otros cuatro nuevos productos para los niños, además de los 40 ya establecidos, fueron testeados por padres y profesores antes de ser aprobados.

La millk’i k’awna, leche de frutilla con clara de huevo; la clarita, un bizcochuelo que incorpora un huevo; las ñeq’e hojuelas, que son a base de maíz y arveja bañadas con miel, y el pito kollita, a base de cañahua y cebada estarán en el desayuno escolar. Resaltó que todos los productos están destinados a cubrir los requerimientos nutricionales de los niños, reforzar el sistema inmunológico y crear hábitos saludables en la alimentación diaria.

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‘El amor nos une, todos somos una familia universal’

El monje devoto hindú Amit Kumar Chatur Vedi busca propagar en Sudamérica las enseñanzas del Vedanta

Discípulo. Amit Kumar Chatur Vedi, seguidor del Swami Tilak.

Por Mitsuko Shimose

/ 9 de junio de 2024 / 10:35

Una mirada profunda y un temple sereno en su hablar son dos características que percibe todo aquel que conoce a Amit Kumar Chatur Vedi, nacido en Nueva Delhi, India, en 1978. Chatur Vedi —o Amit, que prefiere ser llamado por su nombre de pila— es un monje devoto que llegó a Bolivia con la misión de propagar la filosofía Vedanta, que significa “el final de los Vedas”.

Los Vedas son las escrituras más antiguas de la humanidad y contienen sabiduría de todos los tiempos. Los Upanishads constituyen la última parte de los Vedas y contienen la filosofía Vedanta. El Vedanta es uno de los seis sistemas filosóficos más importantes de la India. Sus creencias son no dualistas. Declara que la liberación no puede ser alcanzada mediante rituales, acciones u obras de caridad. La meta del Vedanta es el conocimiento de Brahman (la Existencia Absoluta); más allá de la ilusión (Maya) del mundo y de la propia mente.

Familia

La filosofía del Vedanta representa un ideal que puede ser alcanzado a través de los métodos del yoga. El Vedanta dice que, en esencia, humanos y el Ser Supremo son uno. El Ser o Conciencia común reside en cada persona. Por ello el Vedanta dice que se debe superar esa sensación de individualidad, la creencia del “yo” y “lo mío”. Más bien, hay que identificarse con la esencia eterna para ver el Ser dentro de todos los seres. El Vedanta enseña la unidad de la vida y la unidad de la conciencia.

Amit fue discípulo de Swami Tilak, quien llegó al país en 1983 junto con Swami Nitya Chaitanya Das, actual presidente de Shri Bajrang Das Kuti, Chichot- Harda, distrito de Bharat (India). El primer gurú fue Shri Bajrang Das ji Maharaj, santo renombrado que vivió 125 años a orillas del río Narmada.

Amit cuenta que  Shri Bajrang Das ji Maharaj era una persona muy sabia, un experto y erudito en el texto del Ramayana como fiel devoto del Señor Rama. Él decía que repitiendo los nombres del Señor Rama se podía obtener la liberación. Repetir cada uno de ellos todos los días era lo único que podía quedar en esta vida, porque nadie se lleva nada hacia la otra vida. Él era de la línea de Ramananda Sampradaya, linaje de los devotos del Señor Rama. Él además fue el maestro de Swami Tilak y ambos, a su vez, fueron maestros de Swami Nitya Chaitanya.

Seguidores

“Seguimos el linaje de Ramananda Sampradaya, pero tenemos el enfoque universal del Vedanta. En las sagradas escrituras de los Upanishads dice en sánscrito: Vasudhaiva Kutumbakam (“El mundo es una familia”). Entonces en la Tierra todos somos uno. Somos seguidores de esa tradición de Parampara (palabra sánscrita que se refiere a la sucesión de conocimientos de un gurú al siguiente), de nuestras escrituras de la filosofía hindú y del Bharat Darshan (un lugar de alabanza y educación). Seguiremos recorriendo el camino de la paz y difundiendo el mensaje de la espiritualidad, la autorrealización y el Atma gyan o autoconocimiento. Siempre continuaremos la tradición del amor espiritual”.

Bajo este precepto abrieron el kuti o ashram de Bajrang Das, en las riberas del río Narmada, entre Nueva Delhi y Harda, lugar en el que el principio fundamental es que todos los seres son parte de una sola familia, basándose en las enseñanzas de la Vedanta. Como parte de esa gran familia y  también de esa tradición, Amit empezó a sus 15 años a ser parte de todo lo que habían fundado los swamis, algo  que sus padres le delegaron como tradición. 

MIsión: propagar el amor unificador

Swami Tilak es un pilar fundamental de este linaje. Llegó a Sudamérica en los años 80 bajo el principio de que el amor universal une a todos, no hay diferencia, solamente son formas lo que se ve, porque en la realidad del ser todos son uno.

En esa visita, Swami Tilak fue a Argentina, donde conoció a Ada Albrecht. Swami Tilak fue el responsable para que Albrecht decida viajar a Bharat (India), para que allí pudiera continuar con su proceso de iniciación y conocer más sobre la filosofía hindú. Él la impulsó a armar la Fundación Hastinapura, escuela que enseña el Universalismo Espiritual, cuya sede principal está en Argentina, con subsedes en Bolivia, Colombia y Uruguay.

Este año se celebró 50 años de Jnana Mandiram, la Fundación en Harda, y de igual modo en Brasilia, la capital de Brasil, donde se tiene un ashram gracias a la huella de Swami Tilak. Amit asistió a ese festejo y en él se encontró con miembros de Hastinapura, quienes le invitaron a Bolivia para conocer la escuela, que fue también una huella dejada por Swami Tilak.

La Paz

Tanto Swami Tilak como Swami Nitya Chaitanya estuvieron en Hastinapura de La Paz en los años 80, siendo recibidos por los miembros de la fundación y dieron charlas en sus predios. Además de La Paz, estuvieron en Cochabamba y Sucre. “Para mí, el venir aquí es como recorrer los caminos por los cuales estuvo Swami

Tilak en todo Sudamérica y estoy tratando de retomar esa tarea que tuvo antes de morir en 1984”.

El propósito de Amit es organizar a todos los discípulos de Swami Tilak en Sudamérica como una sola familia. “Somos hermanos de una misma iniciación. Por eso quiero hacer un reconocimiento de todos estos lugares donde estuvo Swami Tilak y ver a sus discípulos, que son la prueba de toda la huella que dejó su enseñanza y, a través de ella, unirlos a todos”.

Swami Tilak era un renunciante que viajó por casi todo el mundo con una sola vestimenta y sin zapatos. Era un verdadero gyani, un Atma gyani, término que se les da a las personas que han conocido a profundidad y han tenido esta realización de lo que se enseña en las escrituras. Él conocía las escrituras de memoria, era un experto, y por eso visitó muchos países donde fue recibido por parlamenterios, reyes y presidentes, acompañado siempre por su sencillez.

Amit

“Nunca cambió jamás esa su forma de ser, y gracias a ella dejó mucha huella en las personas a quienes contactó en gran parte del mundo dejando este mensaje védico de la Vedanta en la que todos somos una gran familia”.

Swami Tilak también estuvo en Perú, donde tuvo charlas con Sendero Luminoso y, a raíz de ellas, muchos de los descendientes de esta agrupación dejaron las armas. “Swami Tilak era un verdadero santo, una persona de mucha fe, mucha devoción y muchos principios”.

Amit invitó a todos los miembros de Hastinapura a Bharat (India), así como a aquellos que quieren seguir el camino de la Vedanta o del amor universal y la unidad. “Están todos bienvenidos para visitar Bharat y sobre todo el kuti Shri Bajrangdas, donde hay una escuela védica llamada Vaidik Vidya Peetham, donde se leen y practican las escrituras de los vedas, los Upanishads y todo ello. Se practican los cantos, los mantras y su significado, se profundiza el conocimiento, se practica también la medicina ayurvédica,  la alimentación vegetariana, el yoga curativo de B. K. S.  Iyengar y todo lo que amerita ser un discípulo de este linaje”.

Enseñanza

 Amit resalta que se tiene mucho acceso a esa información y por eso se la quiere compartir con todo el mundo. A futuro quiere que esta iniciativa del kuti que se ha hecho en Harda se replique en Sudamérica  y que se pueda hacer escuelas védicas en los países  donde Swami Tilak dejó una profunda huella imborrable.

“Con la visita de Amit tenemos un sentimiento de unión, porque compartimos la misma visión, el mismo sentimiento espiritual. O sea, visión espiritual y sentimiento espiritual es mutuo. Entonces, realmente cuando las personas se reúnen, personas que tienen el mismo ideal, el mismo principio, la misma fe, es como reavivar el fuego. Eso significa un reavivamiento de la fe, de la fraternidad, de los valores espirituales. Y es algo grato en el nivel humano compartir con gente que hace sentir plena y completa a la sangha o familia espiritual”, dice emocionado Carlos Damiani, director de la Fundación Hastinapura en Bolivia.

La visita de Amit a Hastinapura terminó con una sesión de meditación acompañada de mantras y kirtans o cantos devocionales para que la enseñanza transite pacíficamente de la mente al corazón.

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Amit Kumar Chatur Vedi, seguidor del Swami Tilak.

Por Mitsuko Shimose

/ 9 de junio de 2024 / 06:26

Una mirada profunda y un temple sereno en su hablar son dos características que percibe todo aquel que conoce a Amit Kumar Chatur Vedi, nacido en Nueva Delhi, India, en 1978. Chatur Vedi —o Amit, que prefiere ser llamado por su nombre de pila— es un monje devoto que llegó a Bolivia con la misión de propagar la filosofía Vedanta, que significa “el final de los Vedas”.

Los Vedas son las escrituras más antiguas de la humanidad y contienen sabiduría de todos los tiempos. Los Upanishads constituyen la última parte de los Vedas y contienen la filosofía Vedanta. El Vedanta es uno de los seis sistemas filosóficos más importantes de la India. Sus creencias son no dualistas. Declara que la liberación no puede ser alcanzada mediante rituales, acciones u obras de caridad. La meta del Vedanta es el conocimiento de Brahman (la Existencia Absoluta); más allá de la ilusión (Maya) del mundo y de la propia mente.

La filosofía del Vedanta representa un ideal que puede ser alcanzado a través de los métodos del yoga. El Vedanta dice que, en esencia, humanos y el Ser Supremo son uno. El Ser o Conciencia común reside en cada persona. Por ello el Vedanta dice que se debe superar esa sensación de individualidad, la creencia del “yo” y “lo mío”. Más bien, hay que identificarse con la esencia eterna para ver el Ser dentro de todos los seres. El Vedanta enseña la unidad de la vida y la unidad de la conciencia.

Amit fue discípulo de Swami Tilak, quien llegó al país en 1983 junto con Swami Nitya Chaitanya Das, actual presidente de Shri Bajrang Das Kuti, Chichot- Harda, distrito de Bharat (India). El primer gurú fue Shri Bajrang Das ji Maharaj, santo renombrado que vivió 125 años a orillas del río Narmada.

Amit cuenta que  Shri Bajrang Das ji Maharaj era una persona muy sabia, un experto y erudito en el texto del Ramayana como fiel devoto del Señor Rama. Él decía que repitiendo los nombres del Señor Rama se podía obtener la liberación. Repetir cada uno de ellos todos los días era lo único que podía quedar en esta vida, porque nadie se lleva nada hacia la otra vida. Él era de la línea de Ramananda Sampradaya, linaje de los devotos del Señor Rama. Él además fue el maestro de Swami Tilak y ambos, a su vez, fueron maestros de Swami Nitya Chaitanya.

Amit se volvió discípulo de Swami Tilak desde muy joven. Cuando el Swami visitó su casa por primera vez, él tenía probablemente cuatro años y su padre se convirtió en devoto de Swami Tilak y decidió seguirle espiritualmente, así como su familia ya seguía a Shri Bajrang Das ji.

“Seguimos el linaje de Ramananda Sampradaya, pero tenemos el enfoque universal del Vedanta. En las sagradas escrituras de los Upanishads dice en sánscrito: Vasudhaiva Kutumbakam (“El mundo es una familia”). Entonces en la Tierra todos somos uno. Somos seguidores de esa tradición de Parampara (palabra sánscrita que se refiere a la sucesión de conocimientos de un gurú al siguiente), de nuestras escrituras de la filosofía hindú y del Bharat Darshan (un lugar de alabanza y educación). Seguiremos recorriendo el camino de la paz y difundiendo el mensaje de la espiritualidad, la autorrealización y el Atma gyan o autoconocimiento. Siempre continuaremos la tradición del amor espiritual”.

Bajo este precepto abrieron el kuti o ashram de Bajrang Das, en las riberas del río Narmada, entre Nueva Delhi y Harda, lugar en el que el principio fundamental es que todos los seres son parte de una sola familia, basándose en las enseñanzas de la Vedanta. Como parte de esa gran familia y  también de esa tradición, Amit empezó a sus 15 años a ser parte de todo lo que habían fundado los swamis, algo  que sus padres le delegaron como tradición. 

Misión: propagar el amor unificador

Swami Tilak es un pilar fundamental de este linaje. Llegó a Sudamérica en los años 80 bajo el principio de que el amor universal une a todos, no hay diferencia, solamente son formas lo que se ve, porque en la realidad del ser todos son uno.

En esa visita, Swami Tilak fue a Argentina, donde conoció a Ada Albrecht. Swami Tilak fue el responsable para que Albrecht decida viajar a Bharat (India), para que allí pudiera continuar con su proceso de iniciación y conocer más sobre la filosofía hindú. Él la impulsó a armar la Fundación Hastinapura, escuela que enseña el Universalismo Espiritual, cuya sede principal está en Argentina, con subsedes en Bolivia, Colombia y Uruguay.

Este año se celebró 50 años de Jnana Mandiram, la Fundación en Harda, y de igual modo en Brasilia, la capital de Brasil, donde se tiene un ashram gracias a la huella de Swami Tilak. Amit asistió a ese festejo y en él se encontró con miembros de Hastinapura, quienes le invitaron a Bolivia para conocer la escuela, que fue también una huella dejada por Swami Tilak.

Tanto Swami Tilak como Swami Nitya Chaitanya estuvieron en Hastinapura de La Paz en los años 80, siendo recibidos por los miembros de la fundación y dieron charlas en sus predios. Además de La Paz, estuvieron en Cochabamba y Sucre. “Para mí, el venir aquí es como recorrer los caminos por los cuales estuvo Swami

Miembros de Hastinapura en Bolivia; el ashram en India; Swami Nitya Chaitanya; y Swami Nitya Chaitanya junto a Swami Tilak.

Tilak en todo Sudamérica y estoy tratando de retomar esa tarea que tuvo antes de morir en 1984”.

El propósito de Amit es organizar a todos los discípulos de Swami Tilak en Sudamérica como una sola familia. “Somos hermanos de una misma iniciación. Por eso quiero hacer un reconocimiento de todos estos lugares donde estuvo Swami Tilak y ver a sus discípulos, que son la prueba de toda la huella que dejó su enseñanza y, a través de ella, unirlos a todos”.

Swami Tilak era un renunciante que viajó por casi todo el mundo con una sola vestimenta y sin zapatos. Era un verdadero gyani, un Atma gyani, término que se les da a las personas que han conocido a profundidad y han tenido esta realización de lo que se enseña en las escrituras. Él conocía las escrituras de memoria, era un experto, y por eso visitó muchos países donde fue recibido por parlamenterios, reyes y presidentes, acompañado siempre por su sencillez.

“Nunca cambió jamás esa su forma de ser, y gracias a ella dejó mucha huella en las personas a quienes contactó en gran parte del mundo dejando este mensaje védico de la Vedanta en la que todos somos una gran familia”.

Swami Tilak también estuvo en Perú, donde tuvo charlas con Sendero Luminoso y, a raíz de ellas, muchos de los descendientes de esta agrupación dejaron las armas. “Swami Tilak era un verdadero santo, una persona de mucha fe, mucha devoción y muchos principios”.

Amit invitó a todos los miembros de Hastinapura a Bharat (India), así como a aquellos que quieren seguir el camino de la Vedanta o del amor universal y la unidad. “Están todos bienvenidos para visitar Bharat y sobre todo el kuti Shri Bajrangdas, donde hay una escuela védica llamada Vaidik Vidya Peetham, donde se leen y practican las escrituras de los vedas, los Upanishads y todo ello. Se practican los cantos, los mantras y su significado, se profundiza el conocimiento, se practica también la medicina ayurvédica, la alimentación vegetariana, el yoga curativo de B. K. S.  Iyengar y todo lo que amerita ser un discípulo de este linaje”.

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“Con la visita de Amit tenemos un sentimiento de unión, porque compartimos la misma visión, el mismo sentimiento espiritual. O sea, visión espiritual y sentimiento espiritual es mutuo. Entonces, realmente cuando las personas se reúnen, personas que tienen el mismo ideal, el mismo principio, la misma fe, es como reavivar el fuego. Eso significa un reavivamiento de la fe, de la fraternidad, de los valores espirituales. Y es algo grato en el nivel humano compartir con gente que hace sentir plena y completa a la sangha o familia espiritual”, dice emocionado Carlos Damiani, director de la Fundación Hastinapura en Bolivia.

La visita de Amit a Hastinapura terminó con una sesión de meditación acompañada de mantras y kirtans o cantos devocionales para que la enseñanza transite pacíficamente de la mente al corazón.

Namasté.

Texto: Mitsuko Shimose

Fotos: Jnana Mandiram Bolivia

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Okinawa y San Juan: colonias japonesas en Bolivia

Los museos de ambas colonias narran la historia de la inmigración nipona a estas tierras tras la Segunda Guerra Mundial

Por Mitsuko Shimose

/ 26 de mayo de 2024 / 06:58

Este año se conmemora no solo 125 años de la primera inmigración japonesa a Bolivia en 1899, sino también 110 años del establecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países. Lamentablemente, esta primera inmigración no pudo consolidarse, puesto que de los 93 japoneses que embarcaron desde el puerto del Callao, hasta San Antonio, en el departamento de La Paz, 90 optaron por regresar al Perú. Es en 1908 que se dio el asentamiento exitoso en el oriente boliviano de un grupo de inmigrantes que llegaron desde tierras peruanas hasta Riberalta debido al auge del caucho.

Tras la Segunda Guerra Mundial hubo otra gran ola de inmigración en la que los japoneses llegaron al departamento de Santa Cruz, donde fundaron las colonias Okinawa y San Juan. Esto fue posible gracias al establecimiento de relaciones diplomáticas entre Japón y Bolivia que se erigieron 40 años antes de este masivo asentamiento.

En 1908, “el presidente boliviano Ismael Montes Gamboa y su renovado Ministerio de Relaciones Exteriores motivaron los primeros acercamientos diplomáticos con Japón, el país al que veían con mejores potencialidades en Asia”, según el archivo digital de la Embajada de Japón en Bolivia.

La Asociación Boliviana Japonesa de Okinawa, el monumento dedicado a los inmigrantes japoneses y fotos de sus actividades tras su asentamiento.
La Asociación Boliviana Japonesa de Okinawa, el monumento dedicado a los inmigrantes japoneses y fotos de sus actividades tras su asentamiento.

En el mismo documento se lee que “si bien el intento del presidente Montes no obtuvo resultados ese año, sí se logró un acercamiento eficaz durante su segundo mandato (1913 a 1917), que llegó hasta la suscripción de un tratado de comercio, el 13 de abril de 1914”. Este fue el primer convenio suscrito entre Bolivia y Japón, y representa el inicio de sus relaciones diplomáticas, las cuales están basadas en una “sólida y perpetua paz y amistad”.

Okinawa, exportadora de soya

A causa de la Segunda Guerra Mundial, las islas de Okinawa en Japón quedaron en ruinas y bajo el dominio de Estados Unidos. Debido a eso, los inmigrantes ya instalados en La Paz y Riberalta plantearon la instalación de la colonia Okinawa en Bolivia, logrando en 1953 el ofrecimiento de 10.000 hectáreas de tierras fiscales dentro del departamento de Santa Cruz.

“Una vez que Estados Unidos tomó posesión de las islas de Okinawa, la opción era quedarse ahí a trabajar bajo dependencia norteamericana o salir a buscar mejores condiciones, pero lamentablemente no había un lugar óptimo para emigrar. Justamente por aquella época, en Bolivia se dio la Reforma Agraria en 1952, por lo que nuestros primeros inmigrantes optaron por venir a este país”, dice Satoshi Higa, secretario general de la Asociación Boliviana Japonesa de Okinawa hace aproximadamente 14 años, que relata la historia tras una visita al museo de la inmigración de la colonia.

Gracias a la Reforma Agraria en Bolivia, en 1954 llegó un grupo de más de 400 japoneses repartidos en dos grupos entre agosto y septiembre, pero lamentablemente, una epidemia segó la vida de 15 de ellos en seis meses.

“Desde su llegada, los inmigrantes fueron afectados por el calor, sequías, epidemias e inundaciones, obligando el 24 de junio de 1955 su traslado a Palometillas, para luego establecerse en lo que hoy es Okinawa 1. La colonia Okinawa se extendió con la fundación de Okinawa 2 (1958) y Okinawa 3 (1961) y obtuvo su autonomía administrativa en 2000”, se lee en la documentación diplomática.

Este año se cumplen, así, 70 años desde la primera inmigración japonesa a la colonia de Okinawa, específicamente a “Uruma, que está entre Cuatro Cañadas y Pailón”, asegura Higa, quien añade que, en la actualidad, menos del 10% de los habitantes de la colonia conforman la población japonesa y nikkei (descendientes). “Tenemos como 14.000 habitantes, de los cuales 245 familias conforman 850 personas entre japoneses y descendientes”, siendo entre ellos 250 japoneses de la primera generación que aún están vivos.

Sobre la asociación de Okinawa, Higa apunta que se estableció legalmente en 1979 y que actualmente se dedica a promover actividades culturales y deportivas, labor que realiza de forma separada de  la Cooperativa Agropecuaria Integral Colonias Okinawa (CAICO), que es una entidad con fines de lucro que agrupa a las tres colonias desde su fundación en 1971, la misma que en 2005 recibió el premio como “Máximo exportador de soya”, otorgado por la Cámara de Industria y Comercio Boliviano-Peruana de Santa Cruz.

Algunos de los instrumentos que los inmigrantes usaban en la colonia San Juan para su labor agrícola y fotos del monte virgen.
Algunos de los instrumentos que los inmigrantes usaban en la colonia San Juan para su labor agrícola y fotos del monte virgen.

San Juan, productora de arroz y huevos “Toshimichi Nishikawa programó el envío

de inmigrantes a Bolivia en agosto de 1954. Bajo este plan, en julio de 1955, ingresó a Bolivia el grupo denominado ‘Inmigrantes Nishikawa’, conformado por 88 personas quienes hacha en mano tuvieron que realizar el levantamiento de caminos y campos de cultivos dentro de una selva virgen colmada de árboles de hasta 35 metros de altura”, se lee en el informe.

“Fue un gran impacto encontrarnos con un monte donde no había ninguna senda”, cuenta Masayuki Hibino, presidente de la Asociación Boliviano-Japonesa de San Juan hace 10 años. Pero, a pesar de eso, afirma que no les quedó de otra que establecerse allí porque ya no podían retornar a Japón, pues se habían desecho de todas sus posesiones antes del viaje. “Desde aquello, ya pasaron 69 años”, recuerda con la mirada nostálgica. A pesar de ello, Hibino asegura que no volvería a vivir en  Japón, pues forjó su hogar en San Juan, y que solo viaja al país del Sol Naciente para visitar a tres de sus seis hijos que radican allí.

En 1955, pues, comenzaron a sembrar arroz  y en 1956 se suscribió el Acuerdo de Inmigración entre Japón y Bolivia. Después de eso, ingresaron alrededor de 1.620 personas, según Hibino, siendo la mayor parte de ellos eran agricultores, por lo que decidieron irse a Brasil por la riqueza que tenía ese territorio en cuanto a tierras de cultivo. Señala además que quienes se quedaron en Bolivia, continuaron con la labranza del arroz, sumando a ella la labor avícola en granjas para la crianza de pollos y la obtención de huevos.

De ese modo, en 1957 se fundó la Cooperativa Agropecuario Integral San Juan de Yapacaní (CAISY Ltda.), reconocida por la producción de huevos y arroz a nivel nacional.

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Sobre la asociación de San Juan, Hibino señala que el trabajo que se realiza es para darle un servicio a los más de 750 socios —entre los cuales, aproximadamente 130 son de la primera generación—, como por ejemplo, “trámites de carnet de identidad japonés o relacionados con el koseki (registro familiar) de sus hijos”.

Aunque los inmigrantes japoneses de la primera ola a principios del siglo XX se fueron desprendiendo poco a poco de la agricultura e incursionaron en rubros comerciales, como la artesanía, los servicios gastronómicos, los bazares o la importación de productos, según el dosier oficial, los inmigrantes a estas colonias mantuvieron la labor agrícola como actividad principal para su modo de subsistencia.

Las historias relatadas tanto en documentación de la Embajada como por Higa y Hibino dan vida a los objetos expuestos en los museos de ambas colonias. Los viajes en barco que realizaron miles de japoneses desde el otro lado del mundo y las peripecias que pasaron en todo ese transcurso para llegar a otro continente quedan plasmados en estas reliquias que no solo encarnan la memoria, sino que también la preservan.

Los recuerdos de los inmigrantes japoneses fecundaron en Bolivia, país que les ofreció no solo tierra para ser cultivada después del dominio norteamericano tras la Segunda Guerra Mundial, sino también, y sobre todo, les brindó la libertad para criar a sus hijos según sus costumbres y valores, algo que difícilmente habrían podido hacer si se hubiesen quedado en Japón. Asimismo, fue gracias a las cualidades niponas que Bolivia se enriqueció culturalmente con este sincretismo.

Texto y fotos: Mitsuko Shimose

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‘Experiencia Ítaca’: la travesía interior multisensorial

La espera estéril se torna fértil a través de la profunda reflexión de la protagonista

La actriz Cristina Wayar y la directora general de la obra, Roswitha Grisi-Huber.

Por Mitsuko Shimose

/ 19 de mayo de 2024 / 06:41

El hecho de haber sentido, conocido o presenciado algo tiene que ver con la vivencia, una de las acepciones de la palabra “experiencia”. Esta vivencia es transmitida a través del viaje interior en Experiencia Ítaca, propuesta teatral del grupo La valija de Penélope, que obtuvo el apoyo del Fondo Concursable Municipal de las Culturas y las Artes (Focuart 2023), estrenada ese mismo año y que regresó hace poco  a las tablas del Centro Cultural de España en La Paz y la Casa Grito. Esta obra, dirigida por Roswitha Grisi-Huber, es la puesta en escena del poemario Ítaca, de Blanca Wiethüchter (1947-2004), cuya reedición fue gestionada también el año pasado por el grupo teatral después de que la edición del año 2000 se hubiese agotado.

Experiencia Ítaca busca no solo mostrar la vivencia de Penélope (Cristina Wayar) durante la angustia de su espera —una angustia de amor que, para el teórico literario y ensayista francés Roland Barthes, en su libro Fragmentos de un discurso amoroso (2014), “es el temor de un duelo que ya se ha verificado, desde el origen del amor”—, sino también hacer vivenciar al público dicha angustia —y su resolución— a través de recursos multisensoriales.

Lo primero que se ve al ingresar al teatro es, naturalmente, la escenografía. Más allá de los elementos en la escena, lo que más resalta son los diversos colores, sobre todo en los vestidos guardados en el closet de la protagonista, los mismos que viste para pintar aquella espera grisácea. Bien lo señala Barthes que existe una “escenografía de la espera”, donde se provocan “todos los efectos de un pequeño duelo”, el cual es rehuido por  ella mediante el uso de prendas en toda la paleta de colores, convirtiéndose así el (des)vestirse en un acto subversivo.

En la puesta en escena se siente, además, el aroma del humo de la vela que la actriz apaga luego de prenderla, cuya luz denota esperanza, y desesperanza cuando ella extingue la llama con su aliento. Era al encender la vela que su angustia se incrementaba, lo que no quiere decir que al apagarla el desasosiego desapareciera. “La angustia de la espera no es continuamente violenta; tiene sus momentos apagados”, apunta al respecto Barthes.

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El sentido del gusto se hace presente a través del vino que bebe Penélope (nombre griego que significa “la que teje”), algunas veces imaginando la celebración de cuando esa ausencia se disolviera, u otras, en actitud de cavilación, la cual la lleva del tejer y destejer al escribir y reescribir. “Es la Mujer quien da forma a la ausencia, quien elabora su ficción, puesto que tiene el tiempo para ello; teje y canta; las Hilanderas, los Cantos de tejedoras dicen a la vez la inmovilidad (por el ronroneo del Torno de hilar) y la ausencia (a lo lejos, ritmos de viaje, marejadas, cabalgatas)”, se lee en  los Fragmentos.

La sonoridad —cuyo diseño está a cargo de Canela Palacios— también se percibe claramente en la puesta en escena a través de llaves, sogas tensionadas, arena en un círculo de papel mantequilla, entre otros, cuyas resonancias simbolizan collares, el paso del tiempo y las olas del mar. Del mismo modo se escucha el canto de Penélope, que al igual que el de las sirenas, es el que realiza el conjuro que invoca su nombre en el acto de aguardar. Ya decía Barthes que “la espera es un encantamiento”. Según este teórico francés, “la ausencia amorosa va solamente en un sentido y no puede suponerse sino a partir de quien se queda —y no de quien parte—. Históricamente, el discurso de la ausencia lo pronuncia la Mujer: la Mujer es sedentaria, el Hombre es cazador, viajero; la Mujer es fiel (espera), el Hombre es rondador (navega, rúa)”; pero debido al conjuro, el estado de espera se subvierte.

Unida a la percepción del oído, está la del tacto, pues todo lo que toca la protagonista tiene un sonido específico acompañado de particulares texturas, como el tejido y el telar o, se manifiesta desde el re-descubrimiento de su propio cuerpo, algo que le brinda conciencia de sí misma a través de su corporeidad. Para Barthes, es necesario sacrificar ese Imaginario del otro, para acceder al “amor verdadero”, ese que logra sacarla de su espera sin (des)esperar y que la envuelve en su propio abrazo.

De ese modo, en Experiencia Ítaca, la espera estéril se torna fértil a través de la profunda reflexión en la que la actriz se sumerge durante su viaje interior multisensorial. Esta introspección la lleva a tejer/escribir su propia historia, conduciéndola al tan anhelado encuentro, que ya no es con el otro, sino consigo misma, re-unión que se da en el mar de su isla natal de la cual se reapropia borrando la sensación de anulación que genera la espera, puerto al que llega en el buque de su propio nombre: Penélope, y que termina diluyéndose para convertirse una con el océano: Ítaca florece.

Texto y Foto: Mitsuko Shimose

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Festín de sinfonías sacras del barroco indígena chiquitano

El XIV Festival Internacional de Música Renacentista y Barroca Americana ‘Misiones de Chiquitos’ se celebró con 130 conciertos

/ 12 de mayo de 2024 / 06:59

En el siglo XVIII, la música se usó para atraer y mantener en la fe católica a los indígenas americanos. Esto fue una constante en la historia misionera, pero además, como en cualquier iglesia de la época, la música también cumplió la función de alabanza y dedicación a Dios. Este puñado de historia no solo está registrado en el Museo Misional de San Javier, en el departamento de Santa Cruz, sino también en el quehacer y la vida diaria de sus habitantes.

Esta cultura fue reflejada en la primera ópera indígena chiquitana presentada la noche del martes 23 de abril en la Iglesia de San Javier. Antes del evento, una gran cantidad de personas se encontraba en las afueras esperando poder ingresar. Algunos minutos después se escuchaba a lo lejos el sonido de instrumentos de viento y cuerdas que se aproximaba poco a poco desde la plaza principal hasta la iglesia. El público esperó dividido en dos columnas dejando el espacio central vacío para la entrada triunfal de los artistas.

Danzantes con plumas en sus cabezas y máscaras de tela, cuya faz se asemejaba a la de los pájaros precedían al Coro y Orquesta Misional de San Xavier, quienes interpretaban instrumentos nativos. Se trataba de la danza de los yarituses, un ritual de los indígenas piñocas, antiguos habitantes entre el Gran Chaco y la Amazonía, que creían que el piyo (ñandú o avestruz americano) era un ave sagrada o un ser supremo, al que le atribuían el hecho de tener buena temporada de cosecha, cacería y pesca. Este ritual era celebrado en lugares altos porque el piyo es un ave que no puede volar, pero sí correr a mucha velocidad: precisamente yarituses, el nombre de la danza, significa “los que adoran en cerros y colinas”.

Este rito fue la antesala de la Ópera San Xavier, que gira alrededor de una conversación entre San Ignacio de Loyola y San Francisco Xavier en busca de la esperanza y la fe, siendo la primera ópera en lengua nativa. “El bésiro chiquitano es un idioma que ya solo los viejitos lo hablan y que se va a perder”, señaló Eduardo Silveira, director del Coro y Orquesta Misional San Xavier. “Durante la preparación de la obra, en lo que tardamos un poco más fue en la pronunciación porque tuvimos que trabajar con las solistas y con los mensajeros también. Es harto trabajo porque no es un idioma común, ya se ha perdido un poco, pero creo que el resultado valió la pena”.

La ópera estaba escrita para violines, violonchelo y dos solistas, así que Silveira tuvo que hacer los arreglos para darle más fuerza al canto del coro, contratar a un coreógrafo e insertar instrumentos nativos que formaron parte de la puesta en escena. “Se hizo revivir esos instrumentos ancestrales que estaban en el olvido como el sananá, el pachechise, el secu secu, que son instrumentos que había cuando llegaron los jesuitas, pero la gente ya no los utiliza, van olvidando y la ópera los ha hecho revivir”. Silveira apuntó que con esta ópera se resalta lo que sucedió hace más de 300 años que es cultura viviente, algo que no es comparativo con el barroco europeo. “Es un barroco indígena, pues son obras de 1740 hechas por un indígena”.

El alcalde de San Javier, Dany Añez Montalván, expresó su satisfacción luego de terminada la presentación de esta ópera. “Como alcalde de mi pueblo, siento una emoción grande al poder disfrutar la ópera. Los chicos vienen trabajando ya hace más de siete meses, no han tenido vacaciones en noviembre, diciembre ni enero. Han estado netamente metidos en su trabajo y hoy vimos el fruto del trabajo, que ha sido una ópera muy buena, muy bonita, completa. Y lo que pedimos es que esto se muestre a todo Bolivia y al mundo. Queremos que esta ópera se la pueda exhibir en otros departamentos del país y, por qué no soñar con llevar la ópera a exponerla a otros países de Europa, Estados Unidos y de todo el mundo”.

Por su parte, Percy Añez Castedo, presidente de la Asociación Pro Arte y Cultura (APAC), organizadora de este festival, dijo que “Chiquitos chiquitanizó la cruceñidad” porque Santa Cruz encontró su identidad resiliente gracias a esta cultura tan rica, por lo que seguro también llegará a chiquitanizar toda Bolivia. APAC además promociona una producción audiovisual que rescata los mejores momentos del festival y de la cultura chiquitana que empezó a grabarse en esta gestión.

El Festival ‘Misiones de Chiquitos’

Esta ópera, acompañada por el Coro y Orquesta Misional de San Xavier, fue una de las principales atracciones del XIV Festival Internacional de Música Renacentista y Barroca Americana “Misiones de Chiquitos”, fiesta que se lleva a cabo cada dos años gracias al Padre Piotr Nawrot, fundador y director artístico del festival hace más de tres décadas. “El festival explora sobre todo la música de nuestro pasado musical indígena chiquitano. El mundo no sería tan bello, ni tampoco podríamos sentirnos bien si estos tesoros, que son  universales, se hubiesen quedado dormidos en los archivos. Esta cultura musical tiene que ser parte de nuestras vidas”.

Es por ello que la belleza musical encerrada en estas partituras nativas lo llevó a hacer la primera tesis doctoral en el mundo sobre el manuscrito mismo. “Tanto me ha seducido esta música y esta historia que dejé todo y vine a vivir en este país”, enfatizó el sacerdote y musicólogo polaco.

Este festín musical —propagado por toda la ruta misionera chiquitana— se ha convertido en un gran atractivo no solo para los lugareños, sino también para los turistas nacionales e internacionales amantes de la música sacra.

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Estos conciertos bianuales son materializados gracias a los músicos, que llegan desde las diversas geografías locales, así como desde distintas latitudes del planeta. Entre el viernes 19 y el domingo 28 de abril se llevaron a cabo 130 conciertos —a cargo de elencos de 15 países— que se ejecutaron en Santa Cruz de la Sierra y en ciudades y pueblos provinciales del departamento, además de Tarija.

En la capital cruceña hubo recitales en los templos Los Huérfanos, San Roque y Jesús Nazareno, en el Centro de la Cultura Plurinacional (CCP)  y la iglesia San Agustín (Plan 3000). En provincias, se realizaron conciertos en Porongo, Santa Rosa del Sara, Cotoca, San Julián, San Xavier, Ascensión de Guarayos, Concepción, San Ignacio, Santa Ana, San Miguel, San Rafael, San José, Roboré, Chochís y Santiago.

Conciertos de música antigua

Fueron 10 días de conciertos; en cinco de ellos ESCAPE estuvo presente. El  sábado 20 de abril se presentó Helvetia Baroque, de Suiza, que tocó junto con el Coro y Orquesta Misional Santiago de Chiquitos en la Capilla Los Huérfanos, de Santa Cruz de la Sierra. Una de las integrantes del grupo suizo, Nina Lecocq, quien aseguró tocar una variedad de más de 10 flautas, dijo que para preparar la coproducción con el Coro y Orquesta Misional Santiago de Chiquitos vivió durante tres meses en la comunidad. “Fue realmente suficiente tiempo para conocer a la gente de allí que ahora son amigos con quienes no solo tocamos juntos. Por medio de ellos conocí una nueva cultura totalmente diferente a la mía, por eso tocamos la música tradicional de Suiza y de Santiago de Chiquitos, para combinar estas dos culturas”.

El mismo día, más tarde, en la Iglesia San Roque esuvo el grupo de la escuela de música Juilliard415 de Estados Unidos junto con el Coro Urubichá. Dani Zanuttini-Frank, estudiante de esta escuela que toca la guitarra barroca, contó que esta era la tercera vez que el grupo se presentaba en el festival y que para tocar junto con el coro habían practicado con ellos durante una semana. Otra estudiante de Juilliard415, la peruana Jimena Burga Lopera, resaltó el hecho de que la orquesta estaba compuesta tanto por estudiantes como por exestudiantes específicamente elegidos para los conciertos de este festival en la Chiquitanía. Por su parte, Mercedes Papu, directora del Coro Urubichá, expresó su emoción por esta maravillosa puesta en escena y por dirigir el coro en este su segundo festival consecutivo.

El domingo 21 de abril fue el turno del grupo francés Les Passions, en la Capilla Los Huérfanos de la capital cruceña. Jean-Marc Andrieu, director de la orquesta constituida hace 34 años en Toulouse, señaló que es su cuarta vez en este festival, la primera fue en 2014. “El estilo barroco me parece muy rico. Hay mucha música para descubrir y hay una libertad para interpretarla. Se puede tocarla de diferentes maneras, solo hay que elegir una propia con mucha libertad. Y esto en la música barroca me parece interesante. La segunda cosa es que es una música rítmica que combina muy bien la energía del ritmo de la danza y melodías que me parecen lindas”. Andrieu remarcó que su grupo dio más de 800 conciertos en 17 países diferentes y tiene grabados 14 discos.

Les Passions (Francia), Juilliard415 (EEUU) y el Coro Urubichá, Bach Society (Brasil), Helvetia Baroque (Suiza) y el Coro y Orquesta Misional Santiago de Chiquitos, y el violinista japonés Ryo Terakado junto con la clavecinista coreana Sungyun Cho.

El mismo día, en la Iglesia San Roque, actuaron el violinista japonés Ryo Terakado y la clavecinista coreana Sungyun Cho, quienes se presentaron junto con la Orquesta Barroca de Santa Ana. Terakado, quien nació en la colonia San Juan de Yapacaní, pero se fue a Japón al cumplir cuatro años de edad, dijo que siente un amor muy especial por la música barroca porque transmite simplicidad y emoción al mismo tiempo. Enfatizó que la primera vez que participó en este festival fue en 2004, hace ya 20 años.

El lunes 22, martes 23 y miércoles 24 de abril la música se escuchó en San Javier, municipio en la provincia Ñuflo de Chávez del departamento de Santa Cruz. Los tres días las presentaciones se realizaron en la iglesia del pueblo.

El 22 tocó la violinista alemana Nadja Zwiener con la Orquesta de Cámara Urubichá. “En total es más o menos una semana el tiempo que hemos ensayado juntos, pero la orquesta y yo practicamos por separado desde nuestro primer encuentro en febrero hasta el momento del concierto”, dijo Zwiener. “Para mí es muy importante este ritmo de música, ya que el Estado donde vivo en Alemania, Thüringen, es  donde nació Johann Sebastian Bach. Entonces tuve un contacto directo con ese tipo de música debido al bachillerato, y para mí ha sido muy importante seguir con la tradición de música barroca”.

El director de la Orquesta de Cámara Urubichá, Lisandro Anori, quien la comanda desde hace dos festivales, resaltó el hecho de que a pesar de no hablar el mismo idioma con Zwiener, llegaron a entenderse a la perfección musicalmente.

El 23 fue el turno de la mencionada Ópera San Xavier y el Coro y Orquesta Misional de San Xavier y el 24 subió al escenario el grupo brasilero Bach Society Brasil. Fernando Cordella, director y encargado del clavecín, explicó que su grupo forma parte de Bach-Stiftung, una fundación internacional que tiene sedes en varios países. “La sociedad Bach Brasil tiene alrededor de cuatro años. En la pandemia comenzamos los conciertos con músicos que se dedican a la investigación  histórica y la interpretación de la música barroca, especialmente de Bach”.

Por su parte, el Ministro Consejero, jefe del área cultural de la Embajada de Brasil en Bolivia, Paulo Azevedo, se mostró muy alegre al escuchar un concierto de “un grupo brasileño que se dedica a la difusión de la música de Bach, en el corazón de las misiones, en la Chiquitanía”.

Todos y cada uno de los intérpretes coincidió no solo en su amor por la música renacentista y barroca, sino también en su admiración por el público cruceño y boliviano que logró cumplir el objetivo de este encuentro: mantener vivo, latiendo en los corazones de la gente, el espíritu de la música antigua.

Texto y fotos: Mitsuko Shimose

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