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Wednesday 15 Jan 2025 | Actualizado a 01:15 AM

Lanús iluminó el cielo de la Libertadores

/ 6 de noviembre de 2017 / 12:00

Lanús llenó de luces el cielo de la Libertadores, la encendió, le dio vuelo y significado a una Copa que venía lúgubre de tan poco agraciada, vacía de luminarias. Sacudió esa opacidad con una hazaña para los tiempos. Tener que remontar un 0-2 haciendo cuatro goles cuando apenas quedaba medio partido… Y frente a un River que metió miedo la noche del 8-0 al Wilstermann… Era una montaña demasiado alta para escalar. Además, estando noqueado, aturdido por el comienzo contundente del equipo millonario. Pero lo hizo, tenía el milagro adentro, oculto en el pecho de sus hombres, y lo volcó en el césped, componiendo la mayor actuación en sus 102 años de historia. En 1981 comenzaba su resurgimiento como campeón de Primera “C”, hoy es finalista inédito de la Libertadores. Ha subido peldaño a peldaño. El martes le tocó gloria, gloria grande. Está bien, se la ha ganado.

 

L os condimentos de la ya célebre noche ayudaron. El héroe de la espectacular victoria fue José Sand, de 37 años, surgido como estrella de las inferiores de River y que nunca pudo ratificar en Primera su rótulo de promesa. Había marcado un récord de 138 goles en las divisiones menores, pero en Primera, nada, por eso un relator radial que sigue la campaña riverplatense lo bautizó con el hiriente apodo de Casi gol. Era hostigado por los hinchas. Hasta que se fue del club y, desde otras veredas, comenzó a hacerle goles a su exequipo. Sobre todo en Lanús. En la final de la Supercopa de este año, Lanús le ganó a River 3-0 con tres de Sand. La relación Sand-River es tormentosa, por eso hace unos días él declaró: “Por River no siento ‘casi’ nada”.

 

Q ue se intente desmerecer la proeza granate por un penal no concedido a River es mezquino, injusto. En todos los partidos hay un gol en offside, un penal mal sancionado; no se lo festeja, desde luego, pero es parte de la imperfección de este juego. River ha sido a lo largo de la historia, muy afortunado con tales imperfecciones, demasiado, sobre todo en esta última época. En el primer tiempo también hubo un grosero agarrón en el área millonaria al zaguero de Lanús, García Guerreño que pasó de largo. Sobre la posible expulsión del lanusense Román Martínez, seguramente la merecía. River ganó una Libertadores y una Sudamericana moliendo a patadas a Boca (y a otros) con la connivencia de árbitros distraídos. Nunca le expulsaban. Ponzio y Funes Mori fueron verdugos implacables. Hay que tener memoria.

 

De ninguna manera nos pareció un escándalo arbitral. Pese a ese penal, que para nosotros fue, sin duda, River igual seguía ganando 2 a 0 el partido y 3-0 el global. Tenía una ventaja inmensa. Se le escurrió por la fe de Lanús, que hizo cuatro goles válidos. El que pierde de forma tan desventurada siempre busca aferrarse al salvavidas de la excusa. Lo hizo el PSG cuando cayó 6 a 1 ante el Barcelona. Hasta el minuto 87, el Barza estaba tres goles abajo… Sí, pudo haber alguna equivocación del juez, pero mirémoslo desde el prisma del perdedor: te tenían que hacer seis goles, tres de ellos en seis o siete minutos… Y te los hicieron, a otra cosa. Hay que hacer introspección, ver en qué se falló. Pero no caben iracundias ni gritos de “nos robaron”. Lanús había perdido 2-0 ante San Lorenzo en cuartos de final y también supo remontarlo y avanzar, algún mérito anímico tiene.

El 0-2 devenido en 4-2 trae el recuerdo, inevitable, del célebre Peñarol 4 – River 2 de 1966, cuando los de Núñez también iban 2-0 arriba y los de Spencer lo volcaron. Eso le valió el mote de Gallinas del que no se despegó más. Esto del martes también se lo van a facturar en el tiempo.

 

El fútbol argentino, siempre vilipendiado (adentro y afuera) tiene sobre todos los demás el plus de la pasión total, que contagia al futbolista y genera partidos volcánicos como este ya histórico Lanús 4 – River 2, e involucra emocionalmente incluso a hinchas de otros países. Nadie, pese a su neutralidad, puede ser indiferente a esto. Es un espacio donde se manifiesta en su máxima expresión el jugador-hincha. Puede triunfar y ser ídolo en Europa, pero es allí donde el futbolista libera su espíritu amateur y entrega todo sin medir nada. Nadie simboliza mejor esta peculiaridad que Lautaro Acosta. El Laucha es Lanús, es el escudo del club, la camiseta granate, la representación viva de su gente. Un solo Acosta en un equipo ya pesa, hace diferencia, transmite.

River, justo es decirlo, también se fue dejando un flashazo inolvidable en esta edición 2017: el fulminante 8 a 0 a Wilstermann del que habló el continente. Y algo más: con errores o aciertos, River afronta todos los torneos para ganarlos, con seriedad suprema; muy ponderable. Pasa que los contrarios también juegan, como decía el Canario Iriarte, con esa aguda simpleza de los hombres de campo.

 

También Barcelona de Ecuador se fue dejando la estela de su participación singular. Fijando un récord que tal vez dure un siglo: le ganó a cuatro equipos brasileños —Botafogo, Palmeiras, Santos y Gremio— y a tres de ellos de visita. Nunca había pasado. La dura derrota en Guayaquil caló hondo, pero esta victoria en Porto Alegre recupera la autoestima y, en parte, la sonrisa. Salvó el honor, dejó orgullosos a sus hinchas. No pasó con indolencia por la Copa, entró para dar guerra, mostró personalidad, el técnico Guillermo Almada hizo una buena lectura de partidos y rivales. Después de muchos años retomó la buena estrella en torneos internacionales, lo que adora su gente. Quedar entre los cuatro semifinalistas entre 47 equipos califica de por sí la actuación.

 

Viene una nueva final argentino-brasileña, la 14ª. de la historia copera, la que más se dio. Un dato notable: en 58 ediciones, 34 veces llegaron a la máxima instancia clubes argentinos y 33, brasileños. Sin intentar quitarles mérito, pues supieron alcanzar la orilla, Lanús y Gremio dan fe de que era una copa para el que se atreviera.

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‘Montes puede asumir, nunca fue notificado’

Montes nunca fue notificado de sanción alguna, por lo que podría reasumir su cargo se supo en Achumani

Héctor Montes en su etapa anterior en la presidencia de The Strongest

Por Jorge Barraza

/ 3 de enero de 2025 / 13:01

Alguien alertó a Héctor Montes de que, pese a que el Tribunal Constitucional Plurinacional lo restituía en el cargo de presidente de The Strongest, no podría hacerlo por una suspensión de 2 años que le habría impuesto la Federación Boliviana de Fútbol, en la que, al parecer, encuentra grandes resistencias.

Por ello, Montes no acudió la mañana de este viernes al club para reasumir sus funciones en prevención de encontrar algún tipo de conato o resistencia. O para evitar un mal momento. The Strongest es un club excesivamente politizado. Por ello fueron de avanzada el vicepresidente Jorge Nolasco y el directivo Marco Villegas para examinar en detalle la situación legal.

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No obstante, apersonados en el Complejo de Achumani para recabar información, periodistas de La Razón fueron informados de buena fuente que Héctor Montes nunca fue notificado de sanción alguna, por lo que podría reasumir hoy mismo su cargo.

Una veintena de periodistas se dieron cita en el complejo de Achumani esperando encontrar a Montes, pero éste no estaba y tras una hora de espera los periodistas fueron notificados de que no habría rueda de prensa, por lo cual se retiraron.

(03/01/2025)

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Héctor Montes restituido como presidente de The Strongest

Las esperadas elecciones en The Strongest no tendrán lugar: Héctor Montes fue restituido como presidente de la entidad decana del fútbol profesional boliviano. El Tribunal Constitucional Plurinacional con asiento en Sucre dejó ayer por la tarde sin efecto la medida por la cual había separado de su cargo al dirigente atigrado.

Héctor Montes delante de un mural en el Complejo Deportivo de The Strpngest

Por Jorge Barraza

/ 3 de enero de 2025 / 10:28

La medida generó un gran entusiasmo en el stronguismo, que ya no soportaba más ver a su club bajo un interinato que en principio debía ser por 45 días y que finalmente se prolongó por un año y 50 días.

La Razón fue el primer medio periodístico que logró comunicarse con Héctor Montes, quien hoy regresaría a su despacho en el Complejo Rafael Mendoza de Achumani, aunque desde las primeras horas de la mañana ya hizo su desembarco en el club parte de su directorio, en las personas de Jorge Nolasco y Marco Villegas.

-¿Feliz, Héctor…?

-Imagínese… Feliz porque se ha hecho justicia y por la dimensión de la gente a la que me he enfrentado, gente muy poderosa.

-¿Cuándo fue informado de que volvía a su cargo…?

-Ayer como a las nueve de la noche. El abogado me comunicó.

-En un encuentro casual, usted nos había adelantado hace mes y medio que podía darse esta resolución.

-Sí, era cuestión de esperar, finalmente se resolvió para bien.

-¿Va a ir hoy a Achumani?

-Estoy analizando diversas cuestiones. Mi directorio ya está allá.

-Están circulando noticias de que Strongest tiene casi contratado como entrenador a Antonio Carlos Zago y a algunos jugadores, ¿se corta todo eso…?

-Hay que ver, lo estudiaremos, no tenemos que apresurarnos.

Héctor Montes ganó las últimas elecciones de la institución atigrada y asumió como presidente el 30 de julio de 2022; el 13 de noviembre de 2023 fue apartado del cargo por una resolución del Tribunal Constitucional Plurinacional, que ahora da marcha atrás.

-Héctor, ¿hasta cuándo entonces estará al frente del club?

-El abogado estudiará bien la sentencia y me dirá, pero entiendo que debo cumplir íntegramente mi mandato de cuatro años.

A último momento circuló una versión de que Montes no reasumiría por estar suspendido internamente por el club por dos años, lo cual está por resolverse.

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Fútbol mundial: Las claves del 2025

Por Jorge Barraza

/ 2 de enero de 2025 / 18:08

¿Cómo viene futbolísticamente el joven 2025…? ¿Qué nos depara…? No habrá torneos de fútbol de selecciones como Copa América o Eurocopa, pero sí de clubes y se abrigan grandes expectativas. 

Lo mejor del fútbol

Individualmente, un nombre apunta directo al Balón de Oro: Mohamed Salah. El egipcio ha tenido un primer semestre hollywoodense: 20 goles y 17 asistencias en sólo 26 partidos. Es una bomba. Y muy difícil que se caiga: vuela.

A nivel de clubes, parece ser el año del Liverpool, que busca engarza un collar de cuatro perlas. Es holgadísimo puntero en Champions, holgadísimo en Premier, semifinalista en Copa de Liga y con todas las posibilidades en la célebre Copa Inglesa.

Mundial de Clubes 2025: grandes premios y equipos

Entre junio y julio tendremos el primer Mundial de Clubes con 32 equipos, en Estados Unidos. Nunca un torneo entregó semejantes premios. Ejemplo, si lo ganara el Real Madrid (el gran favorito) se llevaría 100 millones de euros. Habrá 6 sudamericanos jugando: Boca, River, Flamengo, Botafogo, Palmeiras y Fluminense. ¡Y Messi con el Inter Miami…!

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Bolívar y su sueño libertador en 2025

En el año de su centenario, Bolívar con su gran equipo estará jugando la Libertadores. Los bolivaristas ya se han fijado un objetivo alto: llegar a la final. Lo han dicho Guido Loayza y Flavio Robatto en La Razón: apuntan arriba de todo.

Eliminatorias al Mundial 2026: últimos partidos clave

La Eliminatoria ofrecerá sus últimas 6 funciones. Quedarán definidos los 6 clasificados al Mundial 2026. Y hay seis nombres tallados en piedra: Argentina, Uruguay, Colombia, Brasil, Ecuador y Paraguay. Por puntos y por juego, es difícil que se caigan. Bolivia mantiene el sueño intacto de llegar 7° e ir al repechaje. 

Santa Cruz y la final de la Copa Sudamericana 2025

Santa Cruz afrontará una prueba de fuego: será anfitrión de la final de la Copa Sudamericana en el Tahuichi Aguilera. Habrá que embellecerlo, remodelarlo y estar a la altura de lo que son los eventos internacionales hoy. Y si llegan a la final argentinos y brasileños puede que vengan decenas de miles de visitantes.

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Fútbol rico, fútbol pobre

Jorge Barraza, columnista de La Razón

Por Jorge Barraza

/ 29 de septiembre de 2024 / 22:46

Sin jugar bien, luciendo más hinchada que juego, haciendo lo mínimo, pero mínimo, River venció a Colo Colo 1 a 0 y pasó a las semifinales de la Libertadores. Antes habían igualado en Chile 1 a 1 y tampoco el equipo de Gallardo había mostrado nada. Esto motivó la reflexión de muchos neutrales, sin crítica, sólo como amarga reflexión: “¡Qué fácil es la Copa ahora…!” Efectivamente, antes había que ganar doce o trece batallas para alcanzar la gloria. Y tener un póker de ases. Ahora con un full alcanza. Y con dos pares también.

Hacer un gol es virtualmente el pasaporte a la fase siguiente. Un golcito en dos partidos y ya. Lo mismo que Peñarol, le marcó uno a un Flamengo blandengue, lleno de nombres y con Tite en el banco, y está en semifinales también. Flamengo es el ejemplo perfecto de fútbol rico, fútbol pobre: un grupo de millonarios que juega con una languidez pavorosa. Peñarol no es superior futbolísticamente, aunque al menos tiene hambre y sed de triunfos.

Por su seguidilla de cinco títulos conquistados últimamente, se viralizó una frase: “Los brasileños juegan a otro deporte”. Falso: juegan a este mismo, y bastante feo, por cierto. También se dijo que “les va mal en selecciones y bien en clubes”. Lo primero es cierto, lo segundo es relativo: se debe al cada vez más declinante nivel del resto. Peñarol ha demostrado que solamente con actitud se les puede competir mano a mano. En esta Copa ha derrotado a Atlético Mineiro y a Flamengo teniendo un presupuesto veinte veces inferior. Y menos plantel.

Vaya por delante que River, aún sin mostrar nada, va invicto en la Copa, con 8 victorias y 2 empates, ha marcado 17 goles y recibido apenas 5. O sea, presenta una ficha impecable. Si lapidamos a River, qué queda para aquellos que fueron eliminados hace cuatro o cinco meses, en fase de grupos o antes incluso. No obstante, uno tiene la espartana pretensión de ver algo más de brillo, ver algo. A River se le exige el doble por ser una camiseta gloriosa. No es River solo, no es la Libertadores, es el fútbol mundial: no estamos viendo nada.

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En estos cuartos de final de la Copa se marcaron 9 goles en 8 partidos, a un promedio de 1,1 gol por partido. Y no sólo no hay goles, no hay situaciones de gol, no hay jugadas que generen exclamaciones o que levanten al público de su asiento. Todos sentaditos, quietitos… Se vuelven locos en la transmisión de la TV para encontrar la figura, para dar la jugada del partido. No hay. “¡Y ahora, los mejores momentos del primer tiempo…!” Y repiten un centro que pasó de largo. Horrible lo que está pasando con el juego. Todo muy aburrido, sin ingenio, sin atrevimiento. Se cayó la estantería de golpe.

No obstante, River recaudó más de 4 millones de dólares de taquilla al vender, como siempre, los 84.567 boletos puestos a la venta. Otro paradigma de fútbol rico, fútbol pobre. Peñarol también copó su estadio. Estamos asistiendo a un fútbol de hinchadas, no de equipos. De hinchadas y de resultados. “¿Cómo salió Botafogo…? ¿Pasó por penales…?” Bien, con eso alcanza, haber visto o no el partido da igual.

¿Cuál es la causa de tanto tedio futbolero…? Posiblemente la presión. El 100% de los técnicos exige presión, presión, presión. Porque sabe que sin hostigar al rival no se puede ni entrar a la cancha. El resultado es que se anulan mutuamente con la misma fórmula. La prédica viene acompañada de “no perdamos la pelota”, lo cual genera que se hagan centenares de pases hacia atrás y poquísimos para adelante. Nadie arriesga porque quien pierde la bola lo puede pagar hasta con el puesto. También está el tópico de “defenderse con el balón”, o sea la posesión para no ser atacado. ¡Guay del que se equivoque…! Entonces vemos montañas de toques laterales. Y aparte están los memes y las redes sociales para ridiculizar a quien cometa un error. Esto deriva en un exceso de cuidado. Cuando Ricardo Bochini era técnico, comenzaba como su sustituto con la camisa número 10 Daniel Garnero. Le dijo: “De cada cinco veces que encares en el área, en cuatro te la sacan, la perdés, se te va larga… pero en la quinta pasás y es gol”. Le estaba diciendo: arriesgá. Para eso es el 10. Para defender están en los demás. Es como cuando el periodismo le exigía a Messi el estúpido liderazgo de ir a pelear los premios con los dirigentes. Para eso están los troncos, él que lidere en el campo. Para eso es el 10. ¿Habrá algún entrenador que pida que arriesguen…?

Otro mal que aqueja al fútbol anida en inferiores. Los profesores se desgañitan gritando, desde afuera: “¡A un toque, a un toque, a un toque…!” El resultado es que el chico no intenta nada con la pelota, ni la para, toca de primera. Esto cercena su libre albedrío, su inspiración, su gambeta. Si el muchacho intenta eludir un rival y la pierde, bueno, bueno… a ducharse.

Pero estamos ante un escenario curioso: pobreza de espectáculo, riqueza de negocio. Un futbolista que apenas destaque es un nuevo rico. Endrick lleva 26 goles entre Palmeiras, Real Madrid y Selección. Entre contrato y patrocinios ya gana más que el presidente de cualquier banco o empresa de Brasil. Esto provoca que cada vez se necesiten más y más recursos para pagarle a protagonistas que dan menos. Partidos insulsos con entradas carísimas, como se vio en la Copa América de Estados Unidos. La Federación Peruana acaba de anunciar los valores de las boletas para su juego de local ante Uruguay por la Eliminatoria. Van de 27 dólares la más barata a 216 la más cara, en un país donde el sueldo mínimo es de 277 dólares. Precios de Globetrotters para ver al colista de la clasificatoria, que no ganó ningún partido en ocho disputados. En sus últimos 11 cotejos oficiales, entre Eliminatoria y Copa América, Perú anotó 2 goles. Esto exime de cualquier comentario adicional.

La FIFA está en un problema serio con su último invento: el Mundial de Clubes de 32 equipos, un monstruo de siete cabezas. Demandará un mes y 63 partidos en momentos en que los clubes y los futbolistas piden que ya no organicen nada más. ¡Basta de partidos…!, gritan. Pero la voracidad de Infantino es indetenible. La Gazzetta dello Sport informó el jueves que FIFA enfrenta un drama: el martes último expiró el plazo para presentar ofertas por los derechos de televisación, pero nadie apareció. Ningún potencial comprador. El costo del torneo es de 2.000 millones de dólares, por ello Infantino esperaba vender la TV en 4.000 y ganar 2.000 para la FIFA. No hay interesados en este engendro en el que ni los clubes desean participar. Apple, que hizo un negoción con el arribo de Messi a Miami multiplicando varias veces su facturación, se avino a dialogar, dicen, sobre la base de 1.000 millones como dueño único del torneo. No hubo acuerdo, no le sirve a la FIFA. Pero es el único que mostró cierto interés y apenas faltan nueve meses. Infantino llamó a las televisoras del mundo a reunirse para tratar de convencer.

Carlo Ancelotti, un hábil declarante, dijo la semana pasada: “El jugador no tiene problemas en bajar salarios si se juega menos”. Una falacia, él mismo lo sabe, fue futbolista. El jugador no resigna un centavo, cobra hasta el saludo. Y sus estrafalarios contratos no bajarán, seguirán subiendo. Por lo que habrá que continuar inventando torneos y vendiendo derechos y entradas a precios ridículos. Para ver este fútbol dietético.

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‘Los más fuertes’

No hubo sobrevivientes. Se la dio en llamar “La tragedia de Viloco”, porque así se llamaba esa zona, a unos 100 kilómetros de La Paz

Traslado de cuerpos tras el accidente de Viloco

Por Jorge Barraza

/ 26 de septiembre de 2024 / 12:45

The Strongest en inglés significa «los más fuertes». Sin embargo, en aquella tarde  del viernes 26 de septiembre de 1969 se sintieron los más débiles, los más impotentes. Los motores del avión Boeing DC 6 del Lloyd Aéreo Boliviano tosían como tuberculosos; el fuselaje temblaba y hacía temblar a sus 74 ocupantes.

Strongest volvía a casa después de disputar un cuadrangular amistoso con motivo de las festividades de Santa Cruz y halló en la sorda y muda inmensidad cordillerana la derrota más dolorosa de su larga existencia. Entre los hierros retorcidos y asientos calcinados quedó deshecho el equipo entero del Tigre paceño. Un minero que dio la pista para encontrar los restos de máquina y de hombres, relató haber visto el avión a baja altura, haciendo zig-zag para esquivar los cerros, con los motores humeando. Lo vio meterse en la garganta de un nido montañoso y desaparecer. Inmediatamente después oyó el estrépito del metal contra la roca. Según el mismo testimonio, el piloto de la nave (capitán T. Scott), habría querido dar un “panzazo” para amortiguar la caída. No lo logró. El aparato fue a dar contra una cañadera llamada La Cancha. Ironías…

Hace 55 años, en una de esas tragedias aéreas que conmueven y movilizan tal vez más que otras por estar de por medio la pasión que despierta un club de fútbol, se agigantó la leyenda del The Strongest, cuyos colores oro y negro resultaron entonces tan premonitorios: oro del brillo y la grandeza, negro del luto y de la muerte.

No hubo sobrevivientes. Se la dio en llamar “La tragedia de Viloco”, porque así se llamaba esa zona, a unos 100 kilómetros de La Paz, que fue la tumba de todo un equipo de fútbol.

Miguel Velarde Tapia, periodista de raza, era en 1969 editor de Deportes del paceño diario Hoy. Mostró reflejos, Miguel. Apenas se supo que el avión estaba en emergencia dispuso que dos enviados, periodista y fotógrafo, acudieran de inmediato al lugar del siniestro. Pero faltaba el lugar…

-Ese viernes Bolivia desayunó con un noticia impactante: hubo un golpe de Estado. El general Alfredo Ovando Candia derrocó al presidente civil Luis Alfredo Siles Salinas, quien había sustituido a René Barrientos, muerto al caer el helicóptero en que viajaba, mientras ejercía la primera magistratura. Pero la noticia del avión de The Strongest tapó todo, convirtió al golpe militar casi en una anécdota-, cuenta Velarde.

Fiel a su costumbre, Miguel Velarde había ordenado al corresponsal que cubriera las alternativas del partido por el tercer puesto en Santa Cruz, aún cuando careciera de toda trascendencia. Y que llevara un fotógrafo. Este tomó la última foto del equipo, la cual ganó la posteridad.

-De los clubes profesionales The Strongest era el más antiguo, de 1908, y el más popular. Por eso la pérdida del equipo golpeó muy hondo, no sólo a los stronguistas, al fútbol en general y a la sociedad toda. Hay que pensar que Bolivia es un país chico, todo el mundo conocía a los jugadores y las noticias no se diluyen como sucede en la enormidad de naciones como Brasil o Argentina-, agrega Velarde.

Viloco en la memoria

Fue el quinto accidente de aviación que envolvió a una escuadra futbolística. El primero, en 1949, tuvo como víctima al célebre Torino italiano, que había ganado cuatro scudettos consecutivos y estaba a cuatro fechas de conquistar el quinto. A punto de aterrizar, el piloto calculó mal debido a las malas condiciones climáticas, bajó demasiado, embistió primero el campanario de la Basílica de Superga, y se estrelló luego contra una colina del monte homónimo. Murieron todos. Es considerado el mejor equipo italiano del siglo 20. La Nazionale Azzurra era, prácticamente, todo el conjunto granate, diez jugadores componían la selección, que para el Mundial del año siguiente en Brasil debió armar un conjunto casi de emergencia. Ante un estadio colmado, que en lugar de celebrar, lloraba, los juveniles torineses jugaron los partidos que restaban y conquistaron el quinto campeonato. Pero esa tragedia sumió al Toro en la intrascendencia. En los siguientes 67 años apenas sumó un título, el de 1976. El capitán y estrella de aquel Grande Torino era Valentino Mazzola, que dejó huérfanos dos niños pequeños, Sandro y Ferruccio, ambos fueron futbolistas más tarde. La sugestión sembrada por el accidente del Torino hizo que Italia fuera la única selección que llegó al Mundial de Brasil en barco. Viajó de Nápoles a Santos en el buque Sises.

En 1958 fue el Manchester United, hoy en la cima de su popularidad. Volvía de jugar en Belgrado y, tras una escala técnica en Munich, la aeronave no pudo levantar vuelo y se precipitó sobre una autopista. Ocho futbolistas y varios periodistas perecieron. Entre los pocos sobrevivientes se contaban el famoso entrenador Matt Busby y un juvenil ciertamente con estrella: Bobby Charlton. Bobby quedó tirado en la pista mientras la aeronave se incendiaba, pero solo estaba desmayado. “Había aguanieve sobre la pista, el avión intentó despegar tres veces y no lo consiguió. Al final dijeron que podíamos salir, pero el intento falló, la pista quedó corta, el avión siguió de largo y se estrelló”, explicó después quien llevaría a Inglaterra al título Mundial de 1966. Cincuenta y ocho años después, Charlton luce impecable.

Ocho jugadores de la Selección de Dinamarca murieron en 1960 en un accidente de avión ocurrido al despegar en el aeropuerto de Kastrup, en Copenhague.

En 1961, se desplomó un avión de LAN que transportaba nueve futbolistas del Green Cross chileno, quienes regresaban de un partido en Osorno. Entre ellos estaba el querido Eliseo Mouriño, ex gran capitán de Boca Juniors y la Selección Argentina. Eliseo, conocido como el Caballero de las Canchas, había llegado a Santiago tres días antes para incorporarse a su nuevo equipo. No estaba en forma física y por ello no integraría el equipo, pero lo convencieron de viajar igual “aunque sea para ver a sus compañeros”. Luego vendrían las catástrofes de Alianza Lima (1987) y la Selección de Zambia (1993). Las dos tuvieron igual destino: el fondo del mar. Y por último, en 2016, esta reciente fatalidad del avión que transportaba al Chapecoense de Brasil para jugar la final de la Copa Sudamericana ante Atlético Nacional. Una cadena de errores humanos provocó la desgracia: 71 muertos, 22 futbolistas, 18 miembros del cuerpo técnico, 7 dirigentes y 20 periodistas que acompañaban al modesto equipo hacia su gloria perdieron la vida, en lo que constituye la mayor siniestro sufrido por un club de fútbol en toda la historia. Dos tripulantes, cuatro jugadores y un periodista fueron rescatados con vida al pie del cerro contra el que chocó el aparato, a 17 kilómetros del aeropuerto de destino. De ellos, el arquero Danilo, héroe del Chapecoense en su ruta hasta la final, falleció apenas ingresó a un hospital. Los otros tres futbolistas quedaron muy maltrechos, con heridas y fracturas, y al guardameta suplente Follmann debieron amputarle una pierna. El avión iba con el combustible justo para llegar, le pidieron desde la torre de control que aguardara un momento porque primero aterrizaría otra nave que estaba en emergencia, se quedó sin gasolina y se vino abajo…

Destino fue el de Óscar Guzmán, un simple hincha stronguista que jamás se perdía un partido de su equipo del alma. Su fidelidad lo llevó también a aquel insípido amistoso en Santa Cruz. Guzmán, dueño de una joyería en el centro de La Paz, no tenía cupo para regresar ese viernes y le pidió, le imploró, le rogó, le suplicó al general Alberto Alarcón, presidente de la delegación aurinegra, que le diera su lugar.

-Por favor, don Alberto… no puedo faltar mañana a mi trabajo… cámbiemelo… usted viaja en otro vuelo…

Tanto insistió que le cedió su puesto. Alarcón fue un inesperado sobreviviente.

Destino el del joven mediocampista chuquisaqueño Óscar Flores, que ese mismo viernes 26 por la mañana fue al correo y le envió un cablegrama a su padre, en Cochabamba, para recordarle que al día siguiente se casaría en La Paz con Mirtha Huarín. Decía el aviso: “Enlace matrimonial con Mirtha día 27 de septiembre. Te espero La Paz sábado en la mañana. Óscar”. La boda tendría lugar en la iglesia de La Merced el sábado en la noche. Don Pablo Flores viajó en bus por la noche. Al bajar en La Paz se enteró de que su hijo no había llegado pues el avión en que viajaba The Strongest estaba desaparecido. Una enorme congoja invadía la ciudad.

-Personas que ni se conocían caminaban por las calles llorando abrazadas. La mayoría se dirigía a las oficinas de LAB para saber alguna noticia del avión. Era una angustia generalizada. Hasta hoy la tragedia de The Strongest es la mayor conmoción que haya experimentado Bolivia como nación en toda su historia-, memora el periodista Velarde.

Óscar Flores, de 24 años, dejó viuda antes de tiempo a su novia Mirtha, de 19. El volante stronguista era un avanzado alumno de ingeniería en la Universidad Mayor de San Andrés. Su padre, haciendo vigilia en la puerta de las oficinas del Lloyd Aéreo, lloraba desconsoladamente.

-Muchas veces le pedí que abandonara el fútbol y que con sacrificio se dedicara a estudiar-, confiaba don Pablo. -No quiso. Prefirió costear sus estudios con el dinero que le daba el fútbol pues entendía que yo ya había hecho demasiado. Era un modelo de muchacho.

A su lado, la infortunada Mirtha sufría una crisis nerviosa:

-Todo parece un sueño-, balbuceaba.

Destino el de Armando Angelacio, el guardameta paraguayo. Ese mismo viernes 26 nació su hijita en La Paz. Nunca se conocieron.

Fatalidad la de Antonio Arenas, empresario futbolístico paraguayo y al mismo tiempo directivo de Cerro Porteño, organizador del cuadrangular. Había llevado a Cerro a jugar a Santa Cruz, ganaron la final (2-0 a Oriente) y fueron campeones, cosechó en lo económico… Estaba satisfecho. Mientras la delegación azulgrana se volvía a Asunción, Arenas se iba a La Paz a arreglar los contratos de otros jugadores guaraníes. También cayó en La Cancha. Sus restos fueron repatriados a Paraguay . Llegaron el 1º de octubre, aniversario de Cerro Porteño, y fueron velados en la sala de trofeos del club.

The Strongest había viajado el lunes 22 a Santa Cruz a disputar un cuadrangular que también animaron Cerro Porteño de Paraguay, Oriente Petrolero y un combinado compuesto por elementos de Blooming, Destroyers y Guabirá. El equipo andaba mal. Tanto que los diarios calificaron de “desastrosa” su actuación. Perdió los dos partidos. El segundo, ante el combinado por 4 a 0. La mala estrella en el campo se convirtió en tragedia al día siguiente, en el retorno a La Paz. Los veinte miembros de la delegación eran José Ayllón (delegado), Eustaquio Ortuño (entrenador), Felipe Aguilar (masajista) y los futbolistas Armando Angelacio, Orlando Cáceres (arqueros y paraguayos ambos), Juan Iriondo, Jorge Tapia, Ernesto Villegas, Fernando Durán, Germán Alcázar, Diógenes Torrico, Óscar Flores, Óscar Guzmán, todos bolivianos, y siete argentinos: Hernán Andretta, Miguel Ángel Porta, Héctor Marchetti, Julio Alberto Díaz, Osvaldo Franco, Raúl Oscar Farfán y Eduardo Arrigó.

El vuelo de Strongest despegó del viejo aeropuerto El Trompillo, de Santa Cruz de la Sierra, a las 14:10 de aquel infausto 26. Debía arribar a La Paz a las 16. Nunca lo hizo. A las 15:15, mientras sobrevolaba Cochabamba, mantuvo el último contacto con los controladores aéreos. A partir de allí su radio quedó muda y los operadores sospecharon que algo no estaba bien. Comenzaron a pasar las horas y ya se pensaba lo peor, pero al no tener certidumbres se lo declaró en emergencia, lo que informaron los diarios del sábado 27. Se dijo que el avión podía haber aterrizado en Arica, en las inmediaciones de Cochabamba, incluso que había sido desviado a Cuzco, mas nadie lo había visto. Con esos rumores se fue el viernes y con ellos llegaron los matutinos del 27. Ese sábado la carátula cambió: el avión estaba desaparecido. Los presentimientos eran los peores. Más de diez comisiones con casi 600 hombres salieron hacia las montañas a la búsqueda de la máquina. La Fuerza Aérea Boliviana y todas las empresas que disponían de aviones, como Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos, Transportes Aéreos Militares, Gulf Oil, el Club Adino, la Cruz Roja, la USAF estadounidense y otras se unieron en la búsqueda. Se centraron en una zona cercana a la mina “Argentina”, en las cercanías del Monte Blanco, pues el empresario minero Ramiro Sarmiento dijo haber escuchado en ese sector ruido de motores de un avión en claras dificultades.

El temido hallazgo se produjo el domingo 28. Un cuadro espeluznante. En un área de 500 a 1.000 metros estaban esparcidos, despedazados, asientos, maletas, ropas, restos humanos, hierros, hélices… Ciento cincuenta mineros de la localidad de Viloco fueron enviados en calidad de rescatistas de las víctimas. Terrible tarea… Narraban que había pequeños pedazos de los infortunados viajeros, no cuerpos. Por eso, en algunos féretros ponían piedras para aparentar que había un difunto adentro.

A esa altura ya se presumía el desenlace, pero la confirmación de lo peor sumió al país en una tristeza rayana en la desolación. No hubo indiferentes. Con los años, las portadas de los periódicos del lunes 29 se convirtieron en piezas de colección. “CONSTERNACIÓN UNÁNIME, NO PODÍA SER, NO DEBÍA SER”, tituló El Diario. Hoy, el único matutino a color, dio también toda su tapa al suceso: “NO HAY SOBREVIVIENTES EN EL ACCIDENTE DE AVICIÓN”, rezaba una placa, arriba. En el medio: “EL GLORIOSO PENDÓN ATIGRADO DE DUELO”. Más abajo: “LA TRAGEDIA ALCANZA A THE STRONGEST CON UN RIGOR INCREÍBLE”.

-La caída del avión en Viloco generó el mayor suceso de la historia del periodismo boliviano. Se alcanzaron tirajes nunca vistos-, afirma Miguel Velarde. -Hoy tiraba entre 15.000 y 20.000 ejemplares por día, pero con la cobertura del accidente pasó los 300.000. La gente también se mantenía pegada a las radios, pero el diario agrega la imagen. Hay que pensar que la televisión casi no existía, el diario era todo. Con el ejemplar del lunes 29, donde se confirmaba la muerte de los jugadores, la rotativa estuvo dos días imprimiendo. Salió la edición del día siguiente, pero igual se seguía imprimiendo el anterior, porque la gente lo pedía y lo pedía, sobre todo en el resto del país. En esa edición pusimos la foto de los 17 jugadores fallecidos. Además, Mario Cucho Vargas, que era el director, tuvo un acierto grande: todavía no había fotos del avión accidentado, pero publicó en portada una gran foto de archivo de una rueda con el tren de aterrizaje destrozado. Eran de un DC 6 de un accidente anterior. Eso daba la idea de la tragedia. Fue impactante. Igual, no se trató de engañar a los lectores sino de ilustrar la noticia. En el pie de foto no se puso que fuera del avión de Strongest. Cuando ya se supo él lugar del siniestro, enviamos periodistas y fotógrafos.

Los funerales fueron multitudinarios. Todas las gentes de luto, como lo atestiguan las fotos. Decenas de miles de personas escoltaron la marcha a pie, primero desde la sede de The Strongest a la Catedral Metropolitana, donde fueron velados, y luego hasta el cementerio paceño.

-Hasta ahora hay hinchas del Tigre que van al cementerio de La Paz a rezar a los pocos nichos que hay de esos jugadores que murieron, y ya pasaron 47 años. El técnico Ortuño, Torrico, Flores están en nichos a perpetuidad, y allí va la gente cada 26 de septiembre-, dice Rafael Sempértegui, redactor del diario La Razón.

Entre quienes lloraban a los Mártires de Viloco estaban tres compañeros que lograron gambetear a la muerte: Marco Antonio Velasco, un muchacho cruceño que estaba enyesado; el zaguero paraguayo Luis Gini, que tampoco viajó por un problema muscular, y el capitán y figura del equipo, Ronaldo Vargas. El Perro Vargas había pedido no ir, tenía mucho trabajo y se quedó.

-Era otra época, no vivíamos sólo del fútbol, yo siempre trabajé-, dice el caudillo hoy, a los 77 años. –Fíjese que The Strongest le compró mi pase al Bolívar en 1962 por 27 millones de bolivianos, que fue durante mucho tiempo el pase récord en Bolivia; sin embargo yo no recibí ni un centavo. Aún no existían las reglamentaciones actuales. Nosotros teníamos una empresa familiar, mi padre era despachante de aduana. Eso me daba facilidad de acomodar los tiempos para entrenar.

-¿Cómo es que siendo usted una figura, el Bolívar lo transfirió al Strongest…? Es raro, como si un crack de Boca pasara a River…

-Mi padre era muy stronguista y me había hecho socio desde chico. Una vez la dirigencia de Bolívar se había atrasado con los premios y yo, como broma, dije: “A ver si aparece la plata, que tengo que ir a pagar la cuota en Strongest”. Eso cayó mal y decidieron venderme. Pero dije por decir.

-¿Por qué pidió no ir con el equipo a Santa Cruz?

-Mi padre murió en el ’67 y yo tuve que asumir la responsabilidad de la agencia de aduana. Jamás me había perdido un partido, pero para septiembre estábamos con temporada alta en la oficina. A mí me habían expulsado el domingo anterior y como me iban a dar una o dos fechas de suspensión, le pedí al técnico no viajar, así podía probar en mi puesto a otro muchacho, que jugaría en las fechas siguientes. Aprovechando esa circunstancia, me quedé trabajando, sino me perdía toda una semana. Nunca daba permiso Strongest, esa vez me lo dieron.

-¿Cómo se enteró del accidente?

-Estaba en la oficina y sentía que sonaba el teléfono con insistencia. Atendí; era una tía mía. Le pregunté qué pasaba y me dijo que había escuchado por radio, a eso de las cinco de la tarde, que el avión que traía a The Strongest había sido declarado perdido. Sentí una gran angustia y salí de inmediato con mi esposa hacia las oficinas de LAB. Llegamos y ya había allí mucha gente desesperada. Nos dijeron que el avión no había pasado el Illimani (nevado próximo a La Paz) y se pensaba lo peor. No daban probabilidades de vida. Los familiares lloraban.

Rolando habla aplomado y sigue firme en su oficina, rodeado de cuadros y recuerdos de su paso por el fútbol. Aquel viernes negro, sin embargo, tembló.

-Pasan los años y lo recuerdo como si fuera ayer. Sentí una depresión tremenda. Al día siguiente aún no se sabía qué había sucedido. Le agradecí a Dios y me abracé a mi familia, a mi mujer y a mis tres hijos, que entonces eran pequeños. Ya una semana antes habíamos pasado un susto grande al retornar de Sucre. El avión tuvo problemas con el tren de aterrizaje y padecimos mucho. Tanto que un muchacho paraguayo que recién se había incorporado se asustó mucho y dijo: “Si así van a ser los viajes mejor me voy”. Abrió el bolso donde había guardado el dinero que le habían dado de adelanto y lo devolvió. Se fue.

Desde las primeras horas en que se declaró al avión en emergencia, Vargas fue de los tantos que acudían a cada momento al local de LAB para recibir noticias del vuelo trágico.

-Aquello causó una conmoción muy grande en todo el país. En el velatorio, los jugadores de otros clubes lloraban como niños frente a los cajones. Para mí fue un golpe terrible. Todos mis compañeros muertos de un día para el otro. Me afectó profundamente y tuve que recibir ayuda médica. Durante un tiempo, cuando jugábamos en Cochabamba, por ejemplo, yo iba en auto, no en avión. No me podía subir a un avión. Me llevó tiempo, pero logré salir adelante.

Rolando cuenta que, al no poder seguir compitiendo, The Strongest fue liberado de participar hasta el año siguiente, para darle tiempo a rearmarse.

-Hubo tanta solidaridad, tanta ayuda, sobre todo de Boca Juniors, que nos mandó dos grandes jugadores: Bastida y Romero, que anduvieron muy bien. También llegaron otros excelentes valores y se armó prácticamente una selección. Ganamos el campeonato de 1970 y volvimos a la Libertadores. Y enseguida sumamos el título en el ’71.

También llegaron el notable arquero paraguayo Luis Galarza, el cochabambino Mario Pariente, otro argentino que fue figura incluso en la selección verde, el Tanque Juan Américo Díaz.

Lucho Galarza no había cumplido 20 años, firmó para Strongest recomendado por su hermano Arturo, arquero del clásico rival, Bolívar. Se quedaría con el arco atigrado por 18 años. Fue el primer futbolista contratado para rearmar el equipo. Al principio vivió una extraña circunstancia.

-Llegué a La Paz el 6 de noviembre de 1969. Al día siguiente comencé a entrenar. Era muy raro, éramos tres jugadores nomás en las prácticas, Luis Gini y Rolando Vargas, que se habían salvado del accidente por no viajar, y yo, y el técnico Freddy Valda.

Aquel infausto viaje a la eternidad le proporcionó a The Strongest una aureola mítica. Su popularidad incluso aumentó por esa sensibilidad natural hacia lo trágico. El equipo, renovado, arrasó en los años siguientes. Y el club no sólo se recompuso, creció. El envión de entusiasmo alcanzó incluso para concretar el sueño de un gran complejo deportivo, que no tenía. Así nació Achumani, orgullo gualdinegro que hoy lleva el nombre de su inspirador y factótum, don Rafael Mendoza.

La fatalidad motivó entonces grandes gestos solidarios. En esos momentos de dolor y desesperanza, tomó el timón stronguista Don Rafael Mendoza, exquisita persona a quien tuvimos la fortuna de conocer. Figura cumbre del club, presidente honorario, logró reconstruir desde las cenizas la pasión oro y negro y levantó el complejo deportivo de Achumani, orgullo atigrado. Don Rafo, al que muchos describían en Bolivia como «el único millonario bueno», nos contó un par de anécdotas deliciosas. Las muestras de pesar y los ofrecimientos de ayuda eran incontables. Uno de los más conmovidos fue Alberto J. Armando, excepcional presidente de Boca Juniors durante 25 años.

-Tanto llamó Armando, tanto se ofreció que fui a verlo a Buenos Aires -recordaba Don Rafo-. Le comenté que nuestra principal preocupación era armar un equipo nuevo. Me pidió que fuera a La Candela, el centro de entrenamiento de Boca, y me dijo textualmente: “Allí hay una selección con los 20 mejores juveniles del club. De esos, elija los tres que más le gusten; de los otros, lleve todos los que quiera”. Fue un gesto extraordinario.

Mendoza se sirvió cuatro. Y eligió bien. Dos de ellos, Luis Fernando Bastida y Víctor Hugo Romero Romerito, llegaron a ser ídolos del Tigre. Endiablado puntero el primero, cerebral volante ofensivo el segundo. Bastida llegó incluso a jugar en la Selección Boliviana. Por ello, se decidió que el nuevo Strongest jugara su primer partido en La Bombonera, contra Boca. Un avión de la Fuerza Aérea Argentina los fue a buscar a La Paz y los regresó. Y la taquilla, de 11.000 dólares, fue íntegra a las arcas del club en desgracia. También Botafogo y River Plate prestaron colaboración, el primero jugando en la capital boliviana.

En momentos tan crueles y amargos, se registran ciertos actos de desprendimiento que enaltecen la condición humana, lo sabe bien la gente de Alianza Lima, otro club que experimentó el infortunio de perder un equipo entero cuando el Fokker que los regresaba de un juego se hundió en el mar. Contaba Don Rafo Mendoza:

-Debido a las terribles circunstancias, los miembros de la comisión directiva nos habíamos constituido en sesión permanente. Pasábamos casi todo el tiempo en el club; sólo nos íbamos para comer y dormir. Recibíamos llamadas de todas partes del mundo solidarizándose y ofreciendo ayuda. En esos días de tanta amargura llegó a la sede una carta desde Europa que nos conmovió tanto que nos hizo llorar de emoción a todos los directivos. La leíamos y llorábamos. Era de un ciudadano boliviano que oficiaba de cocinero en un barco griego o alemán, no recuerdo. Stronguista de corazón, acompañaba el sentimiento en esos momentos de luto y dolor, y adjuntaba un cheque por 150 dólares con una escueta misiva: “No es una suma importante- decía-, equivale a mi sueldo de un mes, pero espero que sirva como un granito de arena para recuperar al querido The Strongest”.

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