Eliminatoria: hay río revuelto…
Saltó el transformador en la Eliminatoria. Tan fulminante fue el cortocircuito que electrocutó al Maestro Tabárez, quien parecía vulcanizado en su puesto. El noble patriarca del pizarrón se encaminaba a los dieciséis años en su segunda etapa con Uruguay. Pero cuatro derrotas consecutivas, un punto sobre 15 y un gol marcado contra 11 recibidos no hay cuerpo que lo aguante. Ni él, que ya es un prócer del fútbol oriental.
La carrera es un clavo ardiente. Hay seis novios para una plaza y media. Pocos bailarán. Brasil y Argentina están adentro; Ecuador también. Con 23 puntos y +10 de diferencia de gol (le lleva 15 a Perú, 17 a Uruguay, 11 a Colombia y Chile) ya puede ir a la sastrería a elegir el uniforme de viaje. Tiene puntos y tiene jugadores. Muchos. Es el país de Sudamérica de mayor evolución futbolística, sostenida en el tiempo. En 1989, con Dusan Draskovic, comenzó a dejar el traje de Pulgarcito, de los que recibían de a seis. Son 32 años de crecimiento a nivel de clubes y selecciones. Mejoraron el biotipo, la técnica, la profesionalidad, la infraestructura deportiva, la exigencia. Y lo más importante: la mentalidad. Se atreven, son bravos. Antes se los respetaba por la altura de Quito, ahora se los respeta porque te ganan. “Moriré sin ver a Ecuador en un Mundial”, decían los hinchas grandes. Está cerca de su cuarta Copa del Mundo. Y hubiera sido la quinta si no regalaba la Eliminatoria anterior. La regaló por discordias varias. Ecuador está en el mostrador pidiendo un boleto, aunque tiene un fixture feo (Brasil, Perú, Paraguay, Argentina). “Con el cero en nuestro arco clasificaremos”, analizó Gustavo Alfaro. Cierto, con dos empates asegura.
Las cuatro fechas finales serán un paseo en el tren fantasma: de terror. Cada partido, cada minuto, cada jugada se vivirán con una tensión irrespirable. Será un festival de “¡Uuuuuuuhhhh…! ¡Oooooooohhh…! ¡Aaaaaahhhh…! Todo pelotazo que pase cerca del arco detendrá los corazones. Colombia, Perú, Chile, Uruguay, Bolivia y Paraguay, seis pretendientes al cuarto y quinto lugares. Y siete cruces entre ellos. Ejemplo: Colombia-Perú, Paraguay- Uruguay, Bolivia-Chile… Choques que pueden perjudicar o favorecer a terceros. Es todo tan parejo en ese segmento de la tabla que no nos atrevemos al vaticinio. Un gol, un penal, una expulsión, un lesionado, cualquier detalle importará.
Habrá un factor nuevo: Brasil y Argentina están con la mente en Catar. ¿Jugarán relajados…? ¿pondrán algunos suplentes…? Messi no vendría para los últimos cuatro juegos. Ya cumplió, debe enfocarse en el PSG, en la Champions. Quizás Neymar tampoco. Otra novedad: ¿quién sustituirá a Tabárez en Uruguay…? ¿Logrará un rápido rendimiento de sus jugadores…? La Celeste se aferra a su celebérrima garra, quién sabe si le alcanza. Va séptimo y quedó muy regazado en goles: -7. Chile anunció que será local ante Argentina en el desierto de Calama, cuya altitud le permitiría adaptarse al siguiente choque con Bolivia en La Paz.
Perú tiene un Gólgota por delante: Colombia (V), Ecuador (L), Uruguay (V), Paraguay (L). Pero es el que mejor juega. Sus jugadores recitan de memoria el libreto de Gareca, poseen el histórico buen pie de los peruanos y llegan al gol. Han juntado arriba cuatro rapiditos que saben con la bola y hacen red: Cueva, Lapadula, Carrillo y Sergio Peña. Y tienen un técnico que puede dirigir una filarmónica: calmo, seguro, con alto manejo de grupo y un estilo de juego que calza justo al futbolista incaico. Le rinden todos. Con dos cajitas de fósforos armó una orquesta típica. Ya los llevó a un Mundial, es capaz de dar doblete. Acuñó una frase felicísima el Flaco: “Estamos con confianza, no confiados”.
Hay (muchos) que reclaman para Reinaldo Rueda el mismo destino que el de Tabárez: que pase por tesorería a cobrar su indemnización. Sería demencial. Es demasiado tarde. Y en Colombia el problema es de jugadores, no de técnico. ¿Puede haber algún estratega que saque más jugo de este material…? Puede. Quizás unas gotitas más, no dos vasos llenos. Insistimos, Colombia tiene cuatro jugadores de alto rendimiento: Cuadrado, Barrios, Díaz y Ospina. El resto es del mismo nivel que el de otras cuarenta o cincuenta selecciones. Tampoco hay un supercrack. Hasta Egipto tiene uno: Mohamed Salah. Polonia se encomienda a Lewandowski, Noruega a Haaland, Canadá a Alfonso Davies. Falta uno de esos. O faltan más Cuadrados, Barrios y Díaz. O un 10 que ilumine el camino. Frente a Paraguay terminaron jugando Arango y Valoyes, dos debutantes cuya estatura futbolística la determinará el tiempo. La insatisfacción nace, en buena medida, de una premisa falsa: que hay un plantel de estrellas. Hay, sí, un grupo apto para pelear un lugar, y es lo que está haciendo: está cuarto. ¿Es muy defensivo Rueda…? Reinaldo llegó con la premisa de ordenar la casa, cortar la sangría en el arco propio y hacerse fuertes atrás. Con Queiroz venía de recibir 11 goles en 4 partidos (2,75 por juego), con RRR lleva 5 en 9 (0,56). Colombia venía de ser goleado en Barranquilla 3-0 por Uruguay y 6-1 por Ecuador en Quito. O elige mal los técnicos o falta talento.
Las críticas al jefe del banquillo son idénticas en casi todos los que luchan por la clasificación: Paraguay y Uruguay despidieron a Berizzo y Tabárez; en Bolivia no cesaron a Farías hace cinco fechas porque quizás no había para pagarle el finiquito; Lasarte estaba virtualmente fuera en Chile, se salvó porque no había a quién llamar y en eso ganó tres partidos al hilo; ahora sigue. ¿Qué queda para Italia y Portugal, que con actores de prestigio, en el banco y en el campo, descendieron a un repechaje que será como el desembarco en Normandía…?
Afortunadamente, tres triunfos en las últimas cuatro salidas al campo oxigenaron la chance de Bolivia y aumentaron la emoción en la competencia, está apenas a dos puntos del quinto, el sueño sigue vivo. Le quedan dos compromisos en La Paz que podrían significar seis puntos, pero está obligado a sumar afuera y el lugar más propicio es Venezuela. El futbolista boliviano tiene dos asignaturas pendientes prioritarias: lograr de visitante un rendimiento como en casa y aprender a marcar atrás, sin ventajas, al centímetro. No puede recibir el rival y tener tres o cuatro metros para controlar el balón y encarar; en ese escenario gana el delantero (el que tiene la pelota decide porque el defensor no sabe lo que está pensando el otro, por dónde arrancará). Parece elemental, pero salvo Justiniano, una fiera en el medio, y José Sagredo, excelente marcador, otros dan facilidades. Hay que encimar hasta tocar al adversario. Lo de Jairo Quinteros es diferente, él también pinta para un futuro importante, pero como último hombre no afronta tan seguido el mano a mano. Y Enoumba debe jugar siempre, es ultrapositivo. Lo mejor de Bolivia es su potencia ofensiva. Tiene gol fácil.
Exceptuando a Brasil y Argentina, es una Eliminatoria de bajo nivel general y con poquísimos goles. Con el Covid perdieron el olfato los goleadores. No es Colombia sólo. Uruguay acumula un gol en cinco partidos; Paraguay no marcó en ocho de sus catorce presentaciones (funesto). Es la Eliminatoria con menos gritos de la historia: apenas 2,43 por juego. Toda una radiografía del fútbol continental de nuestros días.
La última noticia no es alentadora: FIFA acaba de anunciar que la repesca mundialista será por sorteo y a un solo juego en campo neutral entre los últimos aspirantes de Sudamérica, Oceanía, Asia y Concacaf. Antes, el peso de Grondona en Zúrich lo arreglaba sin sorteo, con el de Oceanía, a doble partido y el segundo partido como local. Ahora dependerá de la bolillita. Y no estamos para fantasear.