‘Te apuesto a que no me das un beso’, el inicio de un viaje de amor
Imagen: Magdalena Tola Paño y archivo Aruquipa Montaño Magdalena Tola
Tres años de la primera Unión Civil
Imagen: Magdalena Tola Paño y archivo Aruquipa Montaño Magdalena Tola
Guido Montaño y David Aruquipa hicieron noticia hace tres años cuando el Estado reconoció su unión libre
El 18 de diciembre de 2020 el país despertaba con el titular “Bolivia reconoce por primera vez la unión libre entre dos personas del mismo sexo, David Aruquipa Pérez y Guido Montaño Durán son los protagonistas”. Hace tres años, esta historia dio vueltas por el mundo, y Bolivia se colocaba en el mapa de los países que reconocen este derecho, además de dar esperanza a la comunidad LGBTIQ+ que tienen relatos de amor como el nuestro. Somos David y guido y queremos compartir nuestra historia.
En 2009 nos conocimos en el entonces, Ministerio de Culturas, ambos éramos servidores públicos. El lugar de trabajo es difícil para mantener una relación amorosa por el “qué dirán”, situación que puso una distancia feroz en la oficina, aunque ambos sabíamos que teníamos mucho en común, pero no hablábamos de ello, solo de asuntos laborales. De cupido hizo nuestra amiga y colega Rocío Lucero, quien nos acercó poco a poco: una que otra vez almorzamos juntos, pero hasta ahí llegaba nuestro contacto, no se nos pasaba por la cabeza que alguna vez estaríamos juntos.
Soy David. El 10 de junio de 2009 me delegaron como Director General de Patrimonio Cultural a la reunión del Comité Coordinador Regional del Mercosur Cultural, realizada en Asunción del Paraguay. Fueron días de discusión sobre grandes proyectos que hasta hoy se desarrollan. El 12 de junio, como es la rutina diplomática, debería llegar Asuntos Jurídicos para la revisión de los acuerdos técnicos y corroborar con la normativa vigente para la posterior firma del Ministro. Para sorpresa mía, veo ingresar a Guido: teníamos que trabajar juntos por tiempo y materia, nos quedaban pocas horas para concluir el documento. En ese lapso, al conocerlo en el plano profesional y en complicidad por la representación país que estábamos asumiendo, emergió una admiración entre ambos, mucho más cuando el equipo de trabajo eligió a Bolivia para exponer los acuerdos ante el grupo de ministros. Nos tocó presentar. Mi asesor legal tenía un mandato: “cualquier cosa que me olvide me apoyas”. La presentación fue un éxito, aplaudieron el documento y se aprobó su firma.
Soy Guido. El orgullo y la felicidad por el exitoso aporte nos llevó a festejar esa noche en un bar exclusivo al que fuimos custodiados por seguridad local del Mercosur. Era un bar de ambiente conservador, donde parejas heterosexuales bailaban con notorios coqueteos machistas que no se conectaba con nuestras búsquedas. La delegación se fue y nos quedamos juntos en el mismo lugar.
David me hizo un desafío: “Te apuesto a que no me das un beso”. Y como eso para mí no era un desafío, se lo di. De inmediato se acercaron tres paraguayos a decirnos que eso no se podía hacer en ese lugar y que nos teníamos que ir. Les enfrentamos y les dijimos que nos quedamos. Un momento después llegaron los mozos y nos ofrecieron una sala especial para continuar la velada. Aceptamos, pero antes nos volvimos a dar un beso en vista de todos. Esa noche después de esa primera intervención pública de exigibilidad de derechos, imaginamos que podíamos ser una pareja perfecta, que podíamos enfrentar al mundo por nuestra vida en libertad. Toda la noche recorrimos distintos bares, entre copas, afectos y osadía: ninguno tenía miedo, la primera regla para ser libres. Fue allí donde se inició toda esta magia del amor entre los dos.
De una vez, anímense
Este encuentro en Asunción del Paraguay fue justo el 12 de junio, feriado nacional allá por el día de la Paz del Chaco, el fin de la Guerra del Chaco. Teníamos emociones encontradas y pensamos que la magia se había quedado allí… “Lo que pasa en Paraguay se queda en Paraguay”. Días después, ya de regreso en La Paz, el 21 de junio de 2009 se decretó feriado nacional por el Año Nuevo Andino Amazónico, y acordamos ir a Tiwanaku con Guido, pero él tenía las previas de un preste en honor a Tata Santiago. A modo de hacer hora, me reuní con mi hermana Paula Estenssoro, la “Fatal Galán”, a tomar unas cervezas. Ella ya había conocido a Guido y estaba encantada con él. “Tiene que ser tu pareja, es un lindo tipo”. Esa noche, en el trayecto a Tiawanacu empezamos a hablar sobre nuestras familias, sobre lo que nos gusta, lo que nos disgusta… No sentimos el pasar del tiempo. Si bien no estábamos buscando pareja, había señales que nos estaban empujando a estar juntos, voces que nos decían: “De una vez anímense, no sean tontos”. A partir de entonces, es otra historia.
El día que iniciamos una vida juntos
El 6 de agosto de 2009 David se encontraba de viaje con su hijo Alejandro en Iquique, Chile, oportunidad en la que asumí la decisión de trasladarme a su casa, dado que ya habíamos hablado del tema; yo tenía las llaves y lo hice. Así que cuando hablamos por teléfono, él en Chile y yo en su casa, se lo informé. Fue un asalto territorial movido por el amor, sabía que estaba arriesgando reacciones adversas por parte de él, pero debía correr el riesgo. Del teléfono un silencio se apoderó, me dijo que volvería a llamarme y colgó: lo había dejado en shock.
En Iquique estaba con mi hijo en la calle Baquedano en un tranquilo pub, y me enteré de lo que estaba sucediendo en la casa. Tenía que comunicarle a mi hijo que había la posibilidad de que vivamos juntos los tres. A sus 19 años, Alejandro muy maduro me dijo: “Piensa en tu felicidad papá. Guido me parece un gran compañero, además en cualquier momento emprenderé vuelo y te quedarías solo”. Esa bendición filial hizo que nuevamente llame a Guido y le diga que estaba bien, que nos veríamos en casa. Y desde ese momento no nos separamos más.
Un proyecto conjunto: una comunidad afectiva
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Desde el inicio del debate sobre el derecho a constituir familias entre personas del mismo sexo en nuestro país dimos varias entrevistas nacionales e internacionales por ser una pareja pública, incidiendo en tener “los mismos derechos con los mismos nombres”. Entonces pensamos en por qué no iniciar un proceso legal para que “se haga justicia con nuestro amor”. Esas fueron nuestras consignas y hacíamos nuestras las palabras de José Luis Rodríguez Zapatero cuando promulgó la Ley 13/2005 sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo en España: “Hoy la sociedad española da una respuesta a un grupo de personas que durante años han sido humilladas, cuyos derechos han sido ignorados, cuya dignidad ha sido ofendida, su identidad negada y su libertad reprimida. Hoy (…) se les devuelve el respeto que merecen, reconoce sus derechos, restaura su dignidad, afirma su identidad y restituye su libertad, (…) su triunfo es el triunfo de todos (…) porque es el triunfo de la libertad”. Pensábamos que el Estado Plurinacional de Bolivia debía tomar este rumbo.
Hacer del caso una causa
El 5 de octubre de 2018, junto a Mónica Baya y Guido Ibarguen, abogados auspiciantes de las organizaciones Comunidad Derechos Humanos y Derechos en Acción respectivamente, nos apersonamos ante el Oficial de Registro Civil de turno en las oficinas del Servicio de Registro Cívico de Bolivia (SERECÍ) de La Paz a fin de solicitar voluntariamente el registro de nuestra unión libre o de hecho como pareja del mismo sexo, con una relación continua, singular y permanente de casi diez años en ese entonces. Una funcionaria del SERECÍ nos interceptó y le explicamos las razones de nuestra presencia ahí y nos indicó que no era posible atender nuestra solicitud y nos pidió retirarnos.
A partir de ese momento se inició un procedimiento administrativo ante el Servicio de Registro Civil (SERECÍ) que resultaría un viacrucis burocrático muy enmarañado para que el 11 de septiembre de 2019, se declare improcedente la solicitud de registro y certificación de la unión libre voluntaria. Esto nos habilitó a presentar una acción de amparo constitucional en contra del Director Nacional del SERECÍ. La justicia constitucional determinó el 3 de julio de 2020 que el SERECÍ vulneró el derecho al debido proceso (en sus componentes de congruencia externa y motivación). Así también estableció que se lesionó el principio de no discriminación e igualdad.
Pero el SERECÍ no cumplía la Resolución y había solicitado al Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) la suspensión de los efectos de la de la Resolución que nos favorecía mientras no sea confirmada por el TCP, conforme lo dispone el Código Procesal Constitucional; otra decisión injusta, ya que la Resolución que nos favorecía debía ser cumplida sin esperar su revisión.
Finalmente, comprendiendo su deber legal, la Dirección Nacional del SERECÍ, por Resolución N° 003/2020 de 9 de diciembre, dispuso el Registro de nuestra Unión Libre sin la confirmación del TCP. La decisión se limitaba a nosotros como pareja. Con esta decisión, la estrategia se amplió y se coordinó con el movimiento LGBTIQ+ (lesbiana, gay, bisexual, transgénero, transexual, travesti, intersexual, queer y otros colectivos no representados en las letras anteriores), para realizar pronunciamientos de organizaciones nacionales e internacionales. La Misión Técnica de la OACNUDH (Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos) en Bolivia alentó constantemente a las autoridades a dar este paso histórico mediante mensajes privados y públicos. Se realizaron campañas en redes sociales, agenda de medios, solicitando al Tribunal Constitucional Plurinacional la confirmación de la Resolución 127/2020 de 3 de julio de 2020 emitida por la Sala Constitucional Segunda del Tribunal Departamental de Justicia de La Paz.
La Resolución pasó a revisión ante el Tribunal Constitucional Plurinacional, emitiéndose la Sentencia Constitucional Plurinacional 0577/2022-S2, que confirma la Resolución 127/2020 de 3 de julio que consolida la unión libre de David y Guido y de todas las uniones posteriores que hizo el SERECÍ.
La Victoria de una causa
Mónica Baya asegura: “ha sido uno de los desafíos más importantes de litigio estratégico que he asumido como defensora de los derechos humanos por tres razones: la primera, porque implicaba lograr que se aplicase un estándar internacional en materia de derechos humanos por encima de la legislación nacional debido a su incompatibilidad y que la Constitución Política del Estado fuese interpretada a la luz de ese estándar (OC-24/2017 de la Corte IDH); la segunda, porque el sujeto obligado era una instancia de la administración pública como es el Servicio de Registro Cívico, donde no existía la práctica de ejercer el control de convencionalidad ni aplicar el bloque de constitucionalidad; y la tercera, porque se buscaba lograr el registro de la unión libre de una pareja del mismo sexo en un Estado en el que aún en sus instituciones existe discriminación y prejuicios hacia las personas LGBTIQ+.
Esta historia con final feliz fue posible gracias a la consecuencia de nuestra lucha como activistas, a una argumentación sólida basada en el enfoque de derechos humanos y a la tutela brindada por la jurisdicción constitucional del Tribunal Departamental de La Paz, que nos dio la razón y obligó al SERECÍ a cambiar su decisión inicial de rechazar la solicitud. Esta resolución luego fue confirmada por el Tribunal Constitucional Plurinacional, marcando un importante hito para el movimiento LGBTIQ+, pues no solo significó un resultado favorable para el caso concreto, sino que viabilizó el que otras parejas también lograran acceder al registro. No obstante, aún quedan medidas pendientes que el Estado debe cumplir para que las personas LGBTIQ+ sean iguales ante la ley. ¡Larga vida al amor!
Texto: Guido Montaño Durán y David Aruquipa Pérez
Fotos: Magdalena Tola Paño y archivo Aruquipa Montaño