Fernanda Aranda, una niña actriz boliviana
Imagen: Flavio Machicado Teran
Imagen: Flavio Machicado Teran
‘La Boliviana’ es un filme del director español Alberto Sciamma que se filma en el país. La joven de 8 años es la estrella
Mírame sin juzgar, porque es la primera vez que veo todo!”. La actriz es Fernanda Aranda, de ocho años, quien fue descubierta en Bolivia Clásica, institución fundada por la pianista Ana María Vera. Desde los cuatro ya demostraba destreza con el violín, que le gusta “por ser un instrumento muy preciso”. Su mirada, llena de inocencia, emite un aire de genialidad. Y no es casualidad. Cuando Fernanda tiene un momento libre saca un libro en vez de un celular. La primera vez que la vi estaba absorta con La Odisea, obra escrita hace miles de años por el otro Homero. Habiendo leído tan solo una vez el guion, Fernanda agregó una valiosa observación al recordar al director Alberto Sciamma que Santa, papel que ella interpreta en su película, ya sabía manejar una camioneta porque su padre le había enseñado a conducir su tractor. Ahora ustedes tendrán que, pacientemente, esperar al estreno para entrever por qué es importante dicha observación.
La Boliviana —producida en Reino Unido por John Dunton-Downer, Alexa Waugh y Bettina Kadoorie en asociación con Pucara Films de Bolivia— narra la historia de Santa, quien, inspirada por la grabación del sacerdote del pueblo (que ella escucha una y otra vez), hará lo imposible por llevar a su madre al cielo. Rodada en Curahuara de Caranga, represa de Hampaturi, Santiago de Collana, Uyuni y el “Camino de la Muerte”, entre otras locaciones, la película conduce a Santa por una serie de aventuras que permiten deshilvanar las crisis, sueños y humanidad de los diferentes protagonistas. Uno de ellos es el jefe de policía del pueblo donde, con la insospechada complicidad de un elenco de cholitas luchadoras, llega junto a su madre. En este recóndito pueblo del altiplano, Santa deberá rendir explicaciones ante la ley, razón por la cual establece una relación llena de sinsabores y esperanza con Gustavo, interpretado por Fernando Arze Echalar.

Durante la grabación en Santiago de Collana, en las faldas del Illimani, pude evidenciar gran entusiasmo entre el equipo de producción de Pucara Films; un ambiente en el set que confesaron que no es el típico. Y ello tampoco es casualidad. Puede decirse que la película es una historia de amor con Bolivia, un amor que abraza a todos aquellos que hacen de este proyecto una realidad. La reacción positiva de todo el personal es testimonio de lo que podemos esperar.
Entre escenas filmadas en la estación de policía, que arrancaban carcajadas entre todos, incluyendo los lugareños apostados en la plaza para ver la filmación, conversé con los protagonistas. Me impresionó la elocuencia de Fernanda, quien se desenvuelve como una veterana de la cinematografía. Ella reflexiona, por ejemplo, sobre el papel que juega la música y pintura en el cine. De su personaje le gusta el hecho de que sea misteriosa, a la vez de la paz interior con la que está dispuesta a ayudar a los demás. Se identifica con Santa “en su inteligencia” y define su aventura como “un viaje que emprende para hacer más feliz a su mamá”.
A su edad, Fernanda Aranda ya tiene una opinión del cine boliviano y advierte, con gran precisión, que “son unos pocos quienes manejan la música y el arte”. Le parece sorprendente, por ejemplo, que “se conozcan todos”. No le gusta la televisión y prefiere ver las películas antiguas. ¿Cuyál es su favorita? “Wara Wara, de José María Velasco Maidana”, dice sin dudar. Develando cierto interés por la producción del séptimo arte, dice que lo que más le gustó de esa cinta es que “aunque nadie los apoyó, el director y actores lograron sacar adelante una película que fue —para su época— una obra de amor al cine”. Dicha entrega en Wara Wara es para Fernanda muy parecida a la que ve en la dedicación y creatividad de quienes hacen posible La Boliviana.

Fernando Arze Echalar es un actor que se ha convertido en un referente del cine boliviano. Su papel como Gustavo, jefe de policía en un pequeño pueblo, es de alguien que “por entrenamiento debe ser frío y alejarse de una manera contundente de sus propios sentimientos, para ser práctico”. Lo ve como “un hombre con el alma destrozada, cuyo encuentro con Santa le brinda un espejo para poder contemplar su profunda tristeza”. El actor describe al policía como “un hombre en crisis porque ha perdido a un ser a quien amaba y no sabe cómo lidiar con su dolor”. Resalta del guion la sensibilidad con la que va profundizando la personalidad de cada personaje que, aunque son “muy bolivianos”, responden a arquetipos universales de los conflictos internos que vivimos todos.
Arze deja entrever el arco dramático que transforma a Gustavo “desde su forma de caminar, hasta su expresión facial”. El actor está fascinado con la evolución de su personaje, quien “empieza como un ser nihilista, producto de su depresión” para, después de su encuentro con Santa, “verse obligado a decidir si se sube o no al barco” (figura que hilvana para evitar dar un “spoiler”).
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El carácter “universal” de La Boliviana (por el momento) también se refleja en el hecho de que participará en los principales festivales de cine del mundo representando a Inglaterra. Fue un californiano, sin embargo, quien jugó un papel fundamental para que el telón de fondo sea nuestro país. Cuando John Dunton-Downer, productor de la película, le mostró a Alberto Sciamma lo cinemático de nuestros paisajes, la aventura cobró de inmediato su carácter andino. Según John, de estar aun vivo Sam Peckinpah, icónico director de westerns, seguramente también filmaría aquí. Pero, en vez de Clint Eastwood, esta vez la protagonista será Santa en el papel de “ángel de la vida”, cual niña sin nombre que cabalga (figurativamente) para cambiar el destino de un pueblo.

Con una brillante trayectoria de más de 30 años, la película fue escrita y es dirigida por Alberto Sciamma. Nada de lo anterior hubiera sido posible sin su inspiración, que captura magistralmente la armonía entre un mundo pagano y la sacra dimensión de lo sobrenatural; un espíritu que nos lleva a aspirar por la resurrección. En su prestigiosa carrera Alberto ha visitado México, Argentina, ha vivido en Italia e Inglaterra, pero dice nunca haber experimentado un carácter igual al del boliviano, que lo define como “más reservado, más interior, en un sentido positivo”.
Sciamma no podría estar más contento con el equipo de trabajo y de tener en Bolivia “más amigos que en cualquier otro lugar”. Pero lo que más le impacta es descubrir a Fernanda Aranda: “Jamás me hubiera imaginado encontrar una niña que acaba de cumplir ocho años, que puede actuar con tanta profundidad.” Alberto hace énfasis en la facilidad que tiene para dirigirla, “porque me entiende exactamente, como me entendería un actor mucho más maduro”. “Y no es que sepa interiorizar los sentimientos, sino que los siente de verdad”. La Boliviana promete ser la mayor obra de su ilustre carrera y trae a la pantalla una visión de Bolivia donde sobresale la ilusión por un mejor futuro; por un mañana lleno de colores resplandecientes, bañado del espíritu de redención humana y solidaridad.
Texto y Fotos: Flavio Machicado Teran