‘El estilo es la nación’, una muestra sobre la obra de Cecilio Guzmán de Rojas
Imagen: Archivo de la familia Guzmán de Rojas
“(…) No hay otro camino hacia lo universal humano que el ahondar en uno mismo, en su estilo y en su tiempo”.
Imagen: Archivo de la familia Guzmán de Rojas
La Fundación Patiño presenta una exposición en homenaje al célebre pintor potosino. Se podrá ver hasta el 28 de agosto
Cecilio Guzmán de Rojas (1899-1950) es sin duda una de las figuras más sobresalientes en la historia del arte de la primera mitad del siglo XX en Bolivia. Es pionero de la corriente denominada como “indigenismo”, propuesta estética y política que continuarían otros artistas y permearía las distintas expresiones artísticas de las décadas del 40 y 50, principalmente.
Se considera a Guzmán de Rojas el pionero de esta corriente pictórica porque en 1929 “ya había realizado obras fundamentales del indigenismo, como El beso del ídolo y El triunfo de la naturaleza”, afirma José Bedoya, curador de la muestra El estilo es la nación, que se inauguró el 2 de agosto en la sala 2 de la Fundación Patiño de La Paz (av. Ecuador entre calles Rosendo Gutiérrez y Quito, Sopocachi), en homenaje al pintor potosino.
Esta muestra, que permanecerá hasta el 28 de agosto y con visitas guiadas, ha sido organizada y curada con la participación de la familia del artista; siendo parte de la organización y selección de las obras su nieta, Noreen Guzmán de Rojas, Compuesta por 51 obras del pintor (inicialmente 50, a las que se suma una donación) busca mostrar las diferentes épocas, temáticas y estilos que hacen a su amplia producción artística. Obras de la época de la Guerra del Chaco, paisajes, desnudos, retratos, autorretratos, abstractos, ritmos voluptuosos y el Cristo aymara en pueblo de Potosí, conforman esta exhibición.
La muestra, que contó con el apoyo curatorial de la investigadora Leonor Valdivia, está pensada como un homenaje y también “como un puente capaz de unir generaciones”, afirma Bedoya: “Queremos mostrar una historia más allá de las etiquetas, más allá de lo que siempre hemos escuchado de él. Guzmán de Rojas fue un ser extraordinario, de un gran carisma personal”.
El título de la muestra surge de una declaración que hiciera Guzmán de Rojas en 1943 en el periódico bonaerense El Diario, en ocasión de una muestra que se denominó Canción de piedra, sangre y luz, en la que exhibió un conjunto de obras entre las que incluyó al Cristo aymara, Llocallita del Poopó, Hijas del Sol y Ñustas; un conjunto de paisajes y obras que realizó durante su estadía en Cusco:
“El estilo es la nación y lo primero que debe hacer un pueblo, para tener conciencia de su nacionalidad, es descubrir y afianzar su estilo peculiar, intransferible e indesahuciable. Ese carácter propio y la conciencia de tenerlo es la raíz de su independencia, de su engrandecimiento en épocas de hegemonía y de continuidad luego, para defenderse de ser absorbido por cualquier hegemonía foránea, frente a todas las peligrosas atracciones del cosmopolitismo. Esto es sencillamente, lo que aspiro a reflejar en mi obra, que si encuentra una estimación y un aliento fuera de mi país es sin duda porque es muy boliviana. No hay otro camino hacia lo universal humano que el ahondar en uno mismo, en su estilo y en su tiempo”.
Con esta frase Guzmán de Rojas plasma las bases de su pensamiento, no sólo estético sino también político. Hijo de su tiempo, expresa también el sentimiento nacionalista de la época, el mismo que se gestaba asimismo en otros países de América Latina, como Perú, Ecuador, y México, donde había una genuina búsqueda de afianzar las raíces y las matrices culturales indígenas que otorgarían, a estas naciones, una identidad, dentro del marco de los procesos de construcción de los Estados-nación.
Vanguardista y comprometido
En base a los datos de su historia, reconstruidos y registrados por su hijo Iván Guzmán de Rojas, se da cuenta de su precoz talento. Teniendo como su primer maestro al pintor potosino, el retratista Avelino Nogales, Guzmán de Rojas, a los 20 años realizó su primera exposición en Potosí con su cuadro en óleo El Mendigo, obra que se encuentra en la Pinacoteca de la Casa de la Moneda; y ese mismo año, también le sería otorgado el Primer Premio en el concurso del Círculo de Bellas Arte de La Paz.
Con el apoyo de su familia, principalmente de su madre, de quien se cuenta que vendió las joyas que encontró en un tapado de su casa, para pagar el viaje de su hijo a Europa, realizó estudios de pintura en la Academia Provincial de Barcelona, en la Escuela de Bellas Artes de París (donde conoció a Pablo Picasso y al pintor japonés Fougita), Posteriormente, en la Real Academia de “San Fernando” de Madrid, tendría de compañero a Salvador Dalí, consolidando así sus destrezas técnicas y su espíritu vanguardista. En Bolivia fue parte del movimiento intelectual y artístico Gesta Bárbara, creado el 1918 en Potosí.
A su retorno a Bolivia en 1929 y hasta 1934, año en que se incorpora a la Guerra del Chaco, desarrolla una fecunda labor como gestor y defensor del patrimonio artístico, creando la Dirección General de Bellas Artes, de la cual fue su director, impulsando la Academia Nacional de Bellas Artes “Hernando Siles”; catalogando el patrimonio artístico nacional de las épocas virreinal y precolombina; proponiendo la primera legislación para proteger el patrimonio artístico de Bolivia.
Dolor y muerte por la guerra
Su participación en la Guerra del Chaco representa para Guzmán de Rojas el mayor quiebre de su vida. Se incorpora al Ejército en 1934 y le dan la misión de “registrar las acciones del Ejército boliviano”. Durante el tiempo en que vivió esa experiencia dolorosa, logra reunir “alrededor de 300 obras, entre apuntes, dibujos, acuarelas y óleos que nos mostró hasta que concluyo la guerra”, afirma su hijo Iván Guzmán de Rojas, notable intelectual boliviano que se encargó de elaborar una cuidadosa cronología sobre la vida de su padre y sobre la cual me he basado para contar algunos pasajes del artista potosino.
Su nieta Noreen Guzmán de Rojas, para quien el hecho de participar en la organización y selección de la muestra representó un acercamiento y un redescubrimiento de su abuelo, dice que este habría sido “marcado por la guerra del Chaco, donde la diversidad de rasgos e idiomas de la nación se unificaron en una sola condición humana de la agonía, entre la vida y la muerte”. Después de ese fatídico pasaje, Guzmán de Rojas expone en Buenos Aires una propuesta “antiguerra”.
Tras la firma de la paz entre Bolivia y Paraguay se exhiben las obras del pintor, quien se declara mucho más comprometido con el cambio de la sociedad boliviana. Para Bedoya, Guzmán de Rojas “es el pintor potosino que refleja una de las crónicas, en imágenes, más descarnadas de la Guerra del Chaco”.
El legado de Guzmán de Rojas
“Recuperar la memoria asegura unos ciudadanos conscientes de sus raíces, de su entorno y su potencial”, reflexiona Noreen Guzmán de Rojas, quien actualmente es gestora cultural de la Fundación Patiño y heredera de la sensibilidad y vocación artística de su abuelo. “He acompañado al curador y su asistente, en varios momentos, observado con lupa cada obra, revisando las narrativas de mi padre sobre mi abuelo, y otras narrativas, atando cabos sueltos, lo cual me ha permitido descubrir nuevos detalles y adentrarme en el trabajo y su legado”.
“Mi abuelo fue un personaje muy especial, con una producción cuantiosa en cantidad y calidad, disciplinando, pero también temperamental y decidido. Era una persona espiritual, a su manera, sin dogmas inquieto por crecer en conocimiento y por trascender. Un gran artista y pensador que ha marcado un hito en la historia de Bolivia y Latinoamérica, no solo por su arte sino también por su acción cultural”, dice Noreen, quien todo este proceso la he llevado a creer firmemente en la necesidad de compartir esta historia con las nuevas generaciones, motivo por el cual anuncia que esta acción es sólo el inicio, que junto a su familia promoverán otras actividades en el futuro.
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“Cultura es la memoria de lo que somos, de dónde venimos, eso implica ser conscientes que somos el resultado de una historia. Si somos más conscientes de nuestro entorno y de quiénes somos, seremos más fuertes, podremos mirar el futuro con una mayor autoestima, reconocer quiénes somos, de dónde venimos y de lo que somos capaces de hacer”, afirma convencida la nieta del pintor más emblemático de la primera mitad del siglo XX en Bolivia.
La muestra permanecerá hasta el 28 de agosto. Se realizarán visitas guiadas para estudiantes y público en general a cargo del curador José Bedoya y Noreen Guzmán de Rojas. Para programar una visita guiada, contactarse al 69792562
Texto: Tania Delgadillo Rivera
Fotos: Archivo de la familia Guzmán de Rojas y Vassil Anastasov