Voces

Saturday 14 Dec 2024 | Actualizado a 08:25 AM

Las ruinas todavía estaban allí

/ 8 de febrero de 2023 / 02:23

Un hombre camina por una cantera de piedra. Se sienta y espera la detonación. Brota el polvo, puñados de polvo, es ese miedo que quiere mostrarte el poeta. Tiene pesadillas, sueña con la muerte, con todo eso se sueña. En la cantera, la muerte está cerca. Por eso, Juan Cuevas Báñez no se puede dar el lujo de tenerle miedo. De chango, ayudaba a cargar piedras, ahora trabaja en la cantera, “no he logrado mis deseos, solo queda laburar”. Un letrero en blanco y negro dice que estamos en cantón Orcoma, municipio Sicaya, a 65 kilómetros de Cochabamba. Sobre la veta de piedra caliza, materia prima de las fábricas de yeso, resiste el recuerdo de una chullpa milenaria.

El avance de la cantera nos deja sin memoria, trata de silenciar a los ancestros. Juan tiene nostalgia del pasado, de cuando pastaba ovejas y cabras, de cuando vendía leña en burro, de cuando jugaba en los molles. Cree que los abuelos nos cuidan desde el cielo, iluminando. Cree que polvo somos cuando somos piedra.

Un joven boliviano —Mayko Crispín Méndez— levanta un edificio en el gran Buenos Aires. Antes fue costurero, antes emigró porque “en Bolivia no se gana nada”. Este hincha de Wilstermann está triste consigo mismo pero no se lo dice a nadie. Quiere volver pero se terminará quedando. Nunca imaginó en su Llajta que iba a levantar un edificio tras otro en la Argentina. Ahora siente orgullo, orgullo obrero. ¿Te has preguntado quién hizo el edificio donde vives? Mayko cree que junto al nombre del arquitecto, debería haber una placa que ponga también los nombres de los obreros. Tiene más razón que un santo. De vez en cuando en la obra encuentran objetos, huesos, cerámicas, fósiles. Pertenecen a otro tiempo, a otras culturas. Todos callan, nadie quiere que se pare la obra. En las charlas de descanso, hablan de los fantasmas que caminan la obra para las noches.

El avance de la ciudad nos deja sin memoria, sin la vivencia del pasado. Nadie sabe que el tiempo gana siempre, que las ruinas todavía estarán allí cuando los tataranietos de estos obreros despierten.

Dos hombres (Reinaldo Roa y Santiago Chara) viven aislados de la civilización en Tigre. Sienten una energía negativa/desgastada en la ciudad. Resisten la invasión de los barrios privados levantados sobre cementerios indígenas. Recuperan objetos sagrados entre las aguas. Denuncian el “extractivismo urbano”. Ganamos “progreso”, perdemos lo que éramos/somos. En algunas casas de estos jailones los espíritus han salido a molestar por falta de respeto; están vivos. Algunos dueños han vendido y se han ido; están muertos.

Sebastián Apesteguía es ateo y ha dejado de buscar esqueletos de dinosaurio (se hallan tres al día en toda la Argentina). Ahora desentierra reptiles pequeños del Cretáceo. Ha descubierto un remanso de paz y su ofrenda es cuidar/preservar este territorio que se llama La Buitrera, que está en la Patagonia. Quiere entender el pasado. Y se pregunta: ¿qué signos estamos dejando para los paleontólogos del futuro? Una capa de concreto, de cemento, estamos dejando. Nuestra era será llamada “la Concretósfera” del Antropoceno. La evidencia de nuestro paso por la tierra —desde hace medio siglo— es el cemento. El futuro también será de conquista.

En el segundo y último pase del documental La conquista de las ruinas en la Cinemateca Boliviana estamos once personas. Parecemos un equipo de fútbol. La tierra (y sus antagonismos de construcción/destrucción) unen estas cuatro historias de manera lenta e inexorable (con un gran manejo del montaje y el ritmo cinematográfico). La película ha comenzado con una cita del poeta Thomas Stearns Eliot: “Ven a cobijarte bajo la sombra de esta piedra roja / y te enseñaré algo que no es / ni la sombra tuya que te persigue por la mañana / ni tu sombra que al atardecer sale a tu encuentro; / te mostraré el miedo en un puñado de polvo”. Es el miedo que muestra el poeta al minero.

El documental, “opera prima” del cochabambino Eduardo Gómez con producción de Ariel Soto, es el primer (gran) estreno de cine boliviano de 2023. Gómez —con nulo perfil mediático— es la mejor noticia. Su inusual/conmovedor ensayo coral lanza un mensaje para navegantes: la forma y el fondo (la causa y el efecto) pueden convivir sin hacerse sombra.

Las formas llegan con planos fijos y generales respetuosos del tiempo; con un blanco y negro que dibuja contrastes sugerentes; con una cámara colocada en el lugar exacto del gran paisaje; con unos diálogos no impostados; con una banda sonora/electrónica fascinante que crea atmósferas. Su cine potente y poético —con ajayu— no es moralista, no es “de denuncia” para la galería. El cine documental boliviano vive una extraña edad de oro. Gómez (en marzo estrenará su segunda obra en la Cinemateca, Héroes de piedra) es su secreto mejor guardado.

Ricardo Bajo es periodista y director de la edición boliviana del periódico mensual Le Monde Diplomatique. Twitter: @RicardoBajo.

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Tigre, ¿de quién es la culpa?

Ricardo Bajo

Por Ricardo Bajo

/ 25 de noviembre de 2024 / 00:23

Introducción: el Tigre visita a Aurora -el tercero- en el “Capriles” sabiendo que Bolívar ha cumplido goleando en casa. Rescalvo mete cuatro cambios con respecto al último partido, amén del regreso de Viscarra al arco. Los cuatro son: Roca, Jusino (capitán), Ursino y Chura. La dupla de ataque (que no se entiende) es Guerrero y Triverio. Falta un mes y medio para que todo termine y el técnico español sigue probando arriba.

Rescalvo es reincidente: no solo en sus constantes fugas, consentidas por un presidente interino/ilegítimo, sino en sus planteamientos/oncenos que no funcionan, con jugadores fuera de sitio/fuera de forma. La presencia de hinchas gualdinegros en la Llajta no se negocia. El equipo celeste del uruguayo/paraguayo Sergio Órteman va a leer mejor lo que pide el partido. Y se va a poner a tres puntos del Tigre en la tabla.

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Nudo: la primera parte es de ida y vuelta. Está para cualquiera, aunque el Tigre tiene más la pelota y por momentos hace presión alta. Los problemas en la zaga no han desaparecido. Y las obstinaciones de Rescalvo, tampoco: Chura por derecha es menos (¿por qué no juega por izquierda y Amoroso por derecha?); Ortega se esconde por el medio; y Guerrero no cae a la banda. El costado zurdo queda para un buen Roca (no importa: en la segunda es sustituido).

Los contragolpes no son liderados por el colombiano sino por Chura, que también se mete al medio porque está incómodo por derecha. Rescalvo es el máximo responsable de este desorden crónico/absoluto.

Desenlace: en la segunda parte el Tigre desaparece. ¿De verdad quiere pelear el campeonato o ha decidido regalar el título a su máximo rival? El gol tempranero del ecuatoriano Simisterra agarra dormidos a los stronguistas. En 45 minutos los de Rescalvo son incapaces de crear una sola chance clara de gol. La lesión de Triverio obliga a probar varias duplas de ataque: Guerrero y Miranda, Miranda y Sotomayor.

El español, terco y reincidente, coloca de nuevo a Chura en el lateral zurdo. Y cuando entran Ramallo y Arrascaita no saben ni donde jugar. Ortega opta por borrarse otra vez: y ni siquiera patea las faltas que debe patear un diez. El único recurso son los pelotazos para un nueve que no existe: la línea de cinco de Aurora saca todo porque quiere ganar. El Tigre hace mucho rato que no juega bien.

Desenlace: el estado de descomposición de The Strongest es progresivo. ¿Tiene toda la culpa Rescalvo? No. ¿Tienen toda la culpa los jugadores que han bajado los brazos, colectiva e individualmente? No. ¿Tiene toda la culpa un presidente que lleva casi un año en el cargo cuando llegó solo para convocar elecciones? No. Es la mezcla de todo eso y algo más.

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La prehistoria de la Verde

/ 20 de noviembre de 2024 / 06:00

Estamos en abril de 1918. Hace cuatro años que se juega fútbol en La Paz bajo los auspicios de una asociación de balompié. Faltan todavía siete años para que nazca la Federación Boliviana de Fútbol y ocho para que debute de manera oficial nuestra selección nacional. Pero un equipo bajo el nombre de Bolivia va a jugar su primer “match”.

La Cruz Roja de los países aliados de la I Guerra Mundial (1914-1918) organiza junto a La Paz Foot-Ball Association un partido para recaudar fondos. Se va a enfrentar un combinado de jugadores de equipos paceños (Nimbles, The Strongest y Nacional, en su mayoría) versus los “players” extranjeros de la ciudad (españoles, ingleses, irlandeses y chilenos, en su mayoría). Es Bolivia versus Mundo.

El equipo nacional —con uniforme listado amarillo y negro— enfrenta a los foráneos que visten de blanco. Bolivia forma con Adrián Deheza en el arco; Ramón y Donato González de “backs”; Víctor Franco, Ángel Guzmán Achá y Alberto Martínez Ocampo, de medios; y en la delantera: Agustín Montes, Hugo Alípaz, Arturo Cuéllar, Julio La Mar e Isaac Saravia. El partido se juega en el “field” de la avenida 12 de Diciembre, recientemente bautizada como avenida Arce.

Anoticiado del evento, la Asociación Uruguaya de Football invita a la selección Bolivia a participar en el tercer Campeonato Sudamericano de Selecciones, a celebrarse en Río de Janeiro a mediados de año.

El presidente de La Paz Foot-Ball Association, Henry de Genst, y el secretario general, Agustín Vélez Ocampo, contactan con sus pares de las asociaciones/ligas de Oruro, Sucre, Potosí y Cochabamba.

Cuando el equipo está a punto de conformarse, el campeonato sudamericano —donde van a participar los cuatros equipos de las dos primeras ediciones: Argentina, Uruguay, Brasil y Chile— se suspende por causa mayor.

Ha estallado la pandemia de la “gripe española” que va a matar en apenas dos años a más de 50 millones de personas. En La Paz mueren al mes más de 600 personas. El fútbol y el mundo pueden esperar. Bolivia, también.

Estamos ahora en 1922 y se viene el Sexto Campeonato Sudamericano de Selecciones. La sede es Río de Janeiro, por segunda vez: Paraguay se ha unido a las cuatro selecciones de las ediciones anteriores. El directorio del club The Strongest recibe una invitación de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) para participar en el Sudamericano a celebrarse entre septiembre y octubre. La invitación queda en eso, una invitación pues no se logra el consenso para enviar un combinado nacional.

El embrión de la Federación ha nacido en julio de 1920 bajo el nombre de Federación Deportiva Nacional presidida por el coronel cochabambino Carlos Blanco Galindo (futuro presidente del país) y por el vicepresidente Víctor Bravo. No hay que olvidar que la mismísima CBF nace en 1914 bajo el nombre de Federación Brasileña de Deportes. 

Lo primero que organiza la Federación Deportiva Nacional (FDN) es un partido de “baseball” (para conmemorar el 4 de Julio estadounidense) y un “match” de fútbol entre The Strongest y el Colegio Militar. Sus siguientes labores se centran en seleccionar atletas para los VII Juegos Olímpicos de Amberes y los campeonatos departamentales de balompié, amén de amistosos y copas por doquier.

En 1921 se suman como socios de la FDN el impulsor inglés del tenis en La Paz, Emanuel J. Bolloten y el arquitecto del futuro estadio Hernando Siles, don Emilio Villanueva Peñaranda.

Por aquellos años, la Federación Deportiva Nacional ocupa el vacío dejado por La Paz Foot-Ball Association y sus campeonatos aplazados durante tres años consecutivos: 1919-1920-1921. Los problemas entre determinados clubes de la clase media paceña y los incipientes y aguerridos clubes obreros provocan la suspensión de los torneos oficiales después de violentos partidos de fútbol. La discriminación clasista de los dirigentes de la asociación posterga el balompié en la sede de gobierno.

¿Nació verdaderamente la Federación Boliviana de Fútbol en 1920, cinco años antes de su nacimiento oficial en 1925? Yo diría que sí.

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Trump, oda a un idiota (peligroso)

La “peli” dirigida por el iraní/danés Ali Abbasi es una hagiografía. Y esto tampoco es una casualidad. Es una operación de limpieza, de glamourización de un personaje patético/siniestro. El expresidente es retratado como un audaz y visionario empresario capaz de todo, incluso de salvar a su país del “infierno totalitario”.

/ 6 de noviembre de 2024 / 06:01

En la recta final de las elecciones gringas se estrenó —a nivel mundial— una película biográfica de Donald Trump. El filme The Apprentice-El Aprendiz ha pasado sin pena ni gloria por nuestra cartelera. ¿Fue esto una casualidad? En política, nada lo es. El Aprendiz narra la carrera de Trump como exitoso/tramposo empresario inmobiliario en las décadas del 70 y 80 del siglo pasado.

La “peli” dirigida por el iraní/danés Ali Abbasi es una hagiografía. Y esto tampoco es una casualidad. Es una operación de limpieza, de glamourización de un personaje patético/siniestro. El expresidente es retratado como un audaz y visionario empresario capaz de todo, incluso de salvar a su país del “infierno totalitario”. Trump cree fervientemente en los genes y el destino; cree que ha nacido para una misión.

El Aprendiz no se ruboriza en pintar al personaje como misógino, homófobo y racista; como esperpento. Eso da votos. Y si no, miren a Milei. No se averguenza en exhibir su ideario resumido en tres reglas: ataca, ataca, ataca; no admitas nada/niega todo; nunca jamás aceptes una derrota/afirma tu victoria. La verdad es lo que uno/Trump dice.

Estas “simples” creencias —dignas de novelas distópicas de Orwell y de la propaganda nazi de Goebbels— son transmitidas por el otro gran personaje del filme: el abogado anticomunista y homófobo Roy Cohn, el verdadero padre político de Trump. Nota mental: Cohn murió de sida en 1986.

Por la hagiografía también pululan secundarios como su padre Fred que cree que no es racista porque tiene un chofer negro; su hermano, abandonado por todos por ser un piloto “looser”; su esposa Melania, víctima de abusos sexuales y violencia; y un Andy Warhol convertido al “trumpismo” soltando aquello de “ganar dinero es un arte”. El filme (y su vida) es una oda a la corrupción; un canto a la avaricia/codicia.

El Aprendiz es también un brutal retrato de una sociedad y un país podrido, de un imperio que se cae a pedazos. “Somos una nación de hombres, no de leyes, no existe ni el bien ni el mal; somos una ficción, una construcción; no hay moral, solo sirve ganar, ganar, ganar”. No son palabras de Trump, son palabras de Roy Cohn, que el ¿próximo? presidente de Estados Unidos hace suyas.

Trump se ve a sí mismo como un purasangre amoral. Crea su propia realidad. Se hace amigo del empresario mediático Murdoch y de él roba (otra vez) una frase: “Hay que mantener siempre tu nombre en los medios”. Inspira/provoca miedo. Para Trump existe dos tipos de personas en el mundo: los “killers” (asesinos) y los perdedores. Para Trump, asesino es sinónimo de ganador.

La película dibuja también sus obsesiones personales: la apariencia física y la vejez. En eso se parece a otros millonarios, como Marcelo Claure. “Envejecer apesta” llega a decir. Las operaciones de cirugía estética y otras técnicas carísimas para parecer “eternamente joven” atraviesan el modo de vida de una elite de opulentos consumida por esa paranoia/neura. Pobrecitos.

“Todos quieren ser ricos y que se la chupen”, llega a decir, el personaje Trump “¿Te imaginas tener sexo oral en el Air Force One?”. Así es y así gusta de ser retratado el (posiblemente) próximo presidente del país que lidera el “mundo libre”.

The Apprentice no es una comedia ni una farsa. Está rodada/pensada como un documental; de ahí su peligrosidad. Como cine, es una película/producto mediocre y decepcionante; repleto de caricaturas narcisistas cuyo fin/objetivo político es algo más elevado/sutil. Es definitivamente cine menor.

Solo se salvan las dos salvajes interpretaciones actorales de Sebastian Stan y Jeremy Strong (como Trump y su “abogado del diablo” en duelo actoral). El segundo es candidato seguro para el Óscar a actor secundario. En eso (la brillante dupla interpretativa), la película se parece a Mano Propia.

The Apprentice exhibe un descaro ambivalente (juega a ser imparcial y/o crítico pero su evidente efecto banalizante del mal lo tapa todo). Es una oda a un idiota. Un idiota peligroso, como todos los idiotas.

*Ricardo Bajo hace crítica de cine y teatro

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Bolívar no tiene técnico

Ricardo Bajo

Por Ricardo Bajo

/ 23 de agosto de 2024 / 09:04

Introducción: los dos mejores años del club Bolívar en competiciones internacionales hacen un guiño. En 2004, hace dos décadas, los celestes se plantaron en la final de la Sudamericana frente a Boca Juniors (presidía el club Mauro Cuéllar Caballero y dirigía el incombustible Vladimir Soria). Nota mental: todavía me acuerdo como vi desde las cabinas de radio de la Bombonera aquel palo de Tufiño en el arco del “Pato” Abbondanzieri delante de la “Doce”. En 2014, hace diez, la “Academia” llegaba a “semis” de la Libertadores (presidía don Guido Loayza Mariaca; entrenaba el vasco Azkargorta).

El rival de hoy es Flamengo. Llega con una ventaja de dos goles. Toca rematar. Tite tiene seis bajas importantes (entre ellas “cracks” como Everton, Pedro, Arrascaeta y “Gabigol”. El Siles luce casi repleto. Reina un entusiasmo desmedido. La hinchada “académica” regala una gran previa y grita “sí se puede”. Veo chalinas conmemorativas con el escudo de ambos clubes, como si fuera una final.

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Nudo: Robatto coloca otra vez a los hermanos Sagredo en los laterales. Ni José ni Jesús van a cruzar la mitad de cancha. El fútbol boliviano carece de jugadores en esa posición clave en el fútbol moderno. Las mejores ocasiones de la primera parte son para el “Mengao”. Carlinhos falla por tres veces. El partido, a ratos, es un ida y vuelta apasionante. Tite no ha montado una línea de cinco; ha metido un 4-4-2 ambicioso. Hace presión alta y complica la línea más endeble de Bolívar, la zaga. Nicolás de la Cruz juega a otra cosa.
Los celestes lucen ansiosos, quieren meter el segundo antes que el primero. Solo Bruno está a la altura del “match”; sus desbordes por izquierda se hacen reiterativos. Se acabará abusando del centro a la olla.

Desenlace: Robatto no mete los cambios que todo el mundo pide en el descanso. El argentino es tozudo. Y “lenteja”. El gol de Bruno a provoca que las arengas del “sí se puede” arrecien con más fuerza. Los celestes necesitan desequilibrio pero Robatto tarda una eternidad en meter a Henry Vaca y Yomar Rocha. Solo lo hace cuando extrañamente se acerca hasta su posición José María Antezana, mano derecha de Claure y le dice algo. ¿Quién dirige a Bolívar? Cuando el cruceño comienza a gambetear, desbordar y patear, tiembla el arco de Rossi. Tarde.

Post-scriptum: la falta de gol y la ausencia de eficacia lastran el envión anímico de la recta final. Claure vendió a su hombre gol, “Chico” Da Costa, por unos pesos a un club donde no juega de titular. Bolívar no tiene técnico, tampoco un presidente a la altura de un club (casi) centenario. El 2024 no quedará en el recuerdo. Ni Robatto ni Claure escribirán la historia.

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El rugby cruceño domina la Liga Mayor

En La Paz RC brilló y sorprendió (por su velocidad) el debutante “wing” italiano Giulio Carraro

El partido entre La Paz Rugby Club y Santa Cruz Rugby Club ante La Paz Rugby en alto Irpavi

Por Ricardo Bajo

/ 23 de junio de 2024 / 09:13

La flamante Liga Mayor Nacional de Rugby XV cerró su primera fecha este sábado en Alto Irpavi con la victoria de Santa Cruz Rugby Club ante La Paz Rugby Club por 17 a 71 (dos «tries» contra once).

De esta manera vencieron los tres equipos representativos del rugby cruceño: Jenecherú ante Halcones por 25 a 0 y Tigres ante Universitario de Cochabamba por 25 a 17. El cuarto representativo de la capital oriental -Aranjuez- descansó.

El quince de La Paz RC -liderado por su entrenador-jugador Francisco “Paqui” Leñero y el ex Universitario (y capitán) Diego Sabat- volvió después de seis años de ausencia a los torneos nacionales. El equipo (en formación) acusó su inexperiencia pero demostró con sus tres “tries” el potencial de su joven plantel. Sueña con volver -en unos años- a ser campeón nacional como en 2009.

La abultada victoria de Santa Cruz RC se asentó en el contundente dominio de las formaciones fijas: “line” y “scrum” donde los delanteros cruceños impusieron su ley (y su mayor peso) sin contemplaciones. En esa tarea destacó sobre manera Carmelo Salazar, autor de cinco “tries” de los once de su equipo. Los otros seis fueron obra de Mario Bazán (2), Willy Vaca, Nilo Severiche, Guillermo Zambrana y Marco Antonio Chávez. El ex capitán de Supay, Pablo Orías, fue el “referee” del partido.

Santa Cruz RC es uno de los dos serios candidatos al título (el otro es el vigente campeón Jenecherú) en este nuevo torneo nacional denominado Liga Mayor debido al buen pie de su inagotable “medio-scrum” Marco Antonio Chávez, uno de los veteranos del equipo junto al capitán Nilo Severiche.

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En La Paz RC brilló y sorprendió (por su velocidad) el debutante “wing” italiano Giulio Carraro, autor de dos “tries”. El otro “try” de los locales fue obra de Héctor Otálora Sanz. El “forward” local Rolly Armando Espejo sufrió -en el primer “scrum” del partido- una dislocación de su rodilla siendo atendido por el personal médico de la ambulancia presente en la cancha.

El partido entre paceños y cruceños terminó -como es tradicional en este deporte- con el tercer tiempo donde ambos equipos compartieron en camaradería empanadas, sándwiches, helados y una parrillada con chorizos.

La Liga Mayor Nacional de Rugby XV -en modalidad de todos contra todos- está formada este año por los citados cuatro equipos cruceños, dos de Cochabamba (Universitario y Halcones) y uno de La Paz. Esta temporada no se cuenta con la participación de tres clubes animadores de torneos pasados como Brangus, Tarija y Supay.

(23/06/2024)

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