Mi primer Silvio
Imagen: El Papirri
Imagen: El Papirri
CH’ENKO TOTAL
Ahora que todo está oscuro y triste me agarro de una luz siempre viva: Silvio Rodríguez. Escucho su primer disco oficial, el hermoso Días y flores, es del año 1975, son 11 canciones, 44 minutos sagrados, disco grabado en la histórica EGREM con arreglos del pianista Frank Fernández. Es de esos discos en que cada canción es una joya, me remite al destierro mexicano tras el narcogolpe de García Meza. Sin embargo, el disco en versión casete lo conocí en 1979, era objeto prohibido, regalo de un hermano del alma, Iván Nogales; me había visto debutar como cantautor en el Paraninfo de la UMSA, Iván era un colegial, me abrazó y regaló aquel casete que transmutó mi vida musical. Hoy me interesa ponderar los inicios de este genial cantautor cubano.
Cuando estalla la Revolución Cubana, Silvio tenía 12 años, era un niño migrante interno, su padre había decidido trasladar a la familia Rodríguez Domínguez del natal San Antonio hasta La Habana y cambiar de oficio, de campesino a carpintero-tapicero. “Es diferente ser un niño pobre de la ciudad que un niño pobre del campo”, dice Silvio, en una entrevista nutritiva con el periodista argentino Fena Maggiora. Cuenta en la misma entrevista que cuando la revolución nacía, la familia escuchaba en la clandestinidad Radio Rebelde y que jugaba con sus amigos a los soldaditos, los con casco eran los gringos, los con sombrero los nuestros. “Así conocí al Che en esos soldaditos, antes de conocerlo de verdad”, recuerda. A los 14 años, Silvio se va al monte a alfabetizar, era 1961, año de la educación popular, Fidel les pide a los adolescentes y jóvenes cubanos dar un año de su escuela y alfabetizar a todo cubano vivo. Ahí lo tenías a Silvio, niño/ adolescente montado en una mulita, con su boina calada, yendo a alfabetizar como parte de los 100.000 jóvenes integrantes de las Brigadas de Alfabetización Conrado Benítez, hacia las montañas del Escambray, era la primera vez que salía de casa. Y todo un año lectivo. Esta experiencia le marcaría el alma, alfabetizar en una choza a una familia campesina muy pobre comiendo arroz y manteca… y mangos. Al final del año, con la misión cumplida, es hermosa la toma de estos niños/jóvenes cubanos marchando orgullosos por La Habana. En vez de fusil, un lápiz gigante: Cuba era declarada territorio libre de analfabetismo en dos años de revolución.
En 1962, con 15 años, mientras hace la escuela, decide paralelamente trabajar como dibujante y caricaturista en el periódico Mella, tiene como maestro al gran dibujante Virgilio Martínez. En 1964 debe incorporarse al servicio militar obligatorio, tres años de cuartel, época dura, los gringos amenazaban con invadir Cuba a cada rato. Es en el cuartel que conoce la guitarra, compone sus primeras canciones, le da duro a la lectura, conoce a Vallejo, a Hemingway, a Conrad: lee, toca, dibuja, compone mientras hace su preparación en las armas. Este encontronazo con el instrumento gesta al gran compositor que este año cumple 76 años y tocará en México el próximo junio. “Aquellas primeras canciones se me habían aparecido para entretenerme en las interminables noches de campamento y para mi sorpresa distraían también a mis compañeros”, cuenta en el libro Canciones del mar. Me encantaría escuchar esas primeras canciones de Silvio ingresando al dígito dos, sobre todo el bolero Saudade y La cascada, ambas dedicadas al primer amor.
Terminando el cuartel, en 1967-68, Silvio sorprende: es conductor de un programa de Tv-Cuba de nombre Mientras tanto, conduce y canta aquellas primeras canciones. La gran cantante Omara Portuondo es entrevistada por Silvio en ese programa y conoce La era está pariendo un corazón, que graba de inmediato en un disco. El Che había caído en Bolivia, nacía Fusil contra fusil. Pero lo sacan del programa de Tv… al respecto se maneja una leyenda que dice que fue porque expresó al aire y en vivo que le gustaban Los Beatles. Lo cierto es que fue un combo de cosas que pasaron. Silvio no quería obedecer guiones, no deseaba cortarse el pelo ni ponerse smoking para conducir, era un rebelde de verdad, los burócratas comunistas no sabían qué hacer con él. Entonces decide volver a la aventura, en septiembre de 1969 resuelve enrolarse en el motopesquero Playa Girón, tenía 22 años, era uno de los 100 jóvenes cubanos que tenían la misión de traer pescado a la isla y cambiar la costumbre alimenticia cubana, pues no se comía pescado. Fue en alta mar, en 125 días de navegación, en su camarote de pescador, que inventó 62 canciones, un promedio de ¡dos canciones por día! Gracias a su amigo Francisco León, lleva una grabadora a casete y tres cintas de 90 minutos, allí las grababa. Es una gran sorpresa para mí que la hermosa canción Ojalá haya sido compuesta en aquel barco pesquero, en el texto Canciones del mar se puede ver que fue compuesta el 23 de diciembre de 1969, es la número 43 de las 62. Debo partirme en dos, Resumen de noticias, El rey de las flores, Al final de este viaje son también compuestas en aquel barco. La bella Playa Girón, compuesta en alta mar el 30 de octubre de 1969, es la única que ingresa en el disco Días y flores, disco que sería grabado en 1974 entre los afanes formativos del Grupo de Experimentación Sonora que coordinaba el genial compositor cubano Leo Brouwer. Días y flores fue censurado por el franquismo en España y en Chile por el pinochetismo, sin embargo, se dio formas de salir, las canciones Santiago de Chile, Playa Girón y la propia Días y flores fueron censuradas y suplantadas por otras canciones. Cosas de los sellos discográficos. Hasta aquí mi primer Silvio.
(*) El papirri: personaje de la Pérez, también es Manuel Monroy Chazarreta