Tigre campeón 2023
Imagen: El papirri
Imagen: El papirri
Con tanto lío en el fútbol boliviano, chicanas, peleas, dirigentes y negociados, una federación de fútbol impresentable.
ch’enko total
Con tanto lío en el fútbol boliviano, chicanas, peleas, dirigentes y negociados, una federación de fútbol impresentable, guerra sucia, campeonatos paralizados, técnicos que vuelven y se van; sinceramente ya no pude dar seguimiento pulcro a la campaña de mi equipo, el gran The Strongest. Entonces mi nieto adoptado instruye: vamos al partido.
–Papito, tengo que volver a Cochabamba, tu abuelita está solita, no voy a poder.
–¿Cuándo vuelves?– dice el súper nene de seis años masticando algo.
–El viernes, papito, la próxima vamos a la cancha.
De pronto, llamada de mi amigo Tigre, el Weimar, hermano, vamos al partido el domingo, si empatamos o ganamos somos campeones.
–¿Quééé? ¿En seriooo? ¿De qué liga, pues?
–De la liga boliviana, Papirri, le vamos a ganar al Bolívar 2…
–¿Cuál es, pues?
–El Always, voy a comprar las entradas– dice y cuelga antes de que le hable de mi presión. Ya estaba tres días en La Paz, tenía pase a bordo para retornar a la llajta. Incertidumbre.
–A mí no me crees y a ese tipo sí. Qué pasa, pues, abue. Para qué cantas entonces “negro y amarillo, te llevo en el alma” – dice el nene precoz en un lenguaje de grandes. Entonces llamo a la esposa.
–Parece que el asunto es serio, amor. Hoy es jueves, tendría que viajar mañana, pero parece que el domingo somos campeones– le digo implorando.
–Abuela, no molestes, vamos a ir a la cancha– grita el Matías comiéndose un moco. Entonces me empiezan a salir las garras de Tigre viejo, siento que mis dientes se hinchan, sobre todo los caninos, el pecho surge grandioso con pelaje blanco, veo mis brazos ahora musculosos, aurinegros, con índole de varias batallas, me lamo la última herida debajo de la costilla izquierda, la del último campeonato cuando salimos segundos otra vez, mis piernas se vuelven troncos pulidos, mi cabellera se enciende de negro y amarillo.
Voy corriendo a BOA, el corazón se me sale y no me importa, doy zancadas de Tigre africano. “Señorita, deseo cambiar mi pasaje, mañana viajaba, pero el Tigre va a salir campeón, para el lunes a primera hora, o mejor a segunda, ¿a las 10? Ok, ok”. Salgo de BOA, me baño con la lluvia paceña, todo me vale madres, el Tigre, mi club The Strongest, va a salir campeón. Al día siguiente el Weimar dice: “estoy filando en Achumani, parece que no hay entradas, vas a tener que ver otro camino, disculpas Papirri”. Desánimo. Entonces aparece el Matías con su tabla de skate aurinegro, me pasa rozando el hocico, mi lomo le sirve de pista, vuelve y va, toma en el aire una galleta: “¡Viva el Tigre Campeón!”, grita.
–Papito no hay entradas, qué hacemos, ya cambié el pasaje…
–No lloriquees, abue, vamos a conseguir. Somos del Tigre, además vos eres el Papirri, ¿nooo?
Volamos agarrados de su skate aurinegro, vamos a dejar flores a la tumba de mis padres, devoro pasto, mucho pasto, tomo agua del Choqueyapu como antes, seguimos planeando y riendo. Llega el día del partido, mis garras tiemblan, es domingo nublado. Voy a la cancha, llego a la curva sur, son las 9.30 y ya hay cola, recorro, olfateo tigres, nada de entradas, llego desalentado hasta el inicio de la general, veo un enjambre de tigres devorando a un pitufo, salto el charco de sangre celeste, aparece un revendedor: “entradas, entradas”. “Dame una curva”, le digo en africano. “No hay –contesta en aymara– solo general a 70 bolivianos”, el precio normal es 40. “Ya, dame dos”, le digo en siberiano. Feliz con mis dos entradas devoro una salteña prohibida: ya tengo entradas, carajo.
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Entonces vuelvo a mi guarida, me pongo mi chamarra atigrada, mi camiseta amada firmada por el Pájaro. Tocan el timbre, es el Marraketa Blindada cargando el skate aurinegro con el Matías en el hombro. “Compré una entrada demás pensando en ti”, le digo en abrazo atigrado. Saca su celular, filma todo. Llegamos a la cancha, esta full tigres, todos quieren sacarse una foto conmigo, un grupo de tigres jóvenes me hace brindar un trago terrible, otro me da un beso en el ojo, una señora me abraza y suena la costilla, así… unas 50 fotos. Cuando nos íbamos a la general aparecen dos tigres de la Ultra Sur: “Dónde estás yendo Papirri, na’k ver general, vamos a la Ultra”. En aquel momento me abren cancha con una trompeta y aparezco con el Matías y el Marraketa en el corazón de la Ultra Sur, estallan los polvos amarillos, los cuetes encienden la tarde, se inflama la bandera aurinegra gigante, entra el Tigre a la cancha, cantamos “Por suerte soy atigrado”. Emoción, pura emoción, el Matías vuela con su skate aurinegro llegando al arco del Viscarra, lo abraza, vuelve volando. El Marraketa me pide las entradas, “voy a venderlas, Papirri, necesito kibo”, buscamos y buscamos en mi mochila, no hay las entradas, las habíamos dejado en la otra mochila… nos cagamos de risa. Entonces… goooollll del Tigre, nos abrazamos, nos besamos, saltamos de emoción, mis garras se exaltan, la tarde es aurinegra, me siento joven, me cago en la presión. El Bolívar 2 nos empata. Llego al final del partido, literal, al borde del infarto, cierro la tarde con el grito de guerra: “¡Stronguistas: Kaaalatakaya warikasaya!”. “¡Hurra, hurra!”, responde la Ultra Sur y hace temblar el stadium. ¡¡Que viva el poderoso Strongerrr!! ¡¡Que viva carajooo!!
Somos campeones. Luego de siete años. Somos campeones carajo.
Texto y Foto El papirri: personaje de la Pérez, también es Manuel Monroy Chazarreta