Alemania cierra heridas
26 años de la caída del muro
Peter Brinkman apunta a la inmensa fotografía ubicada en una sala del Ministerio de Justicia de Alemania. “Ese soy yo en la conferencia de prensa que cambió la historia de una manera que nadie, especialmente los que estaban en el poder, pudieron predecir”. Razón no le falta, ya que el periodista germano fue uno de los causantes, accidentales, de la caída del Muro de Berlín que desembocó en la reunificación alemana.
1989 fue un año plagado de dificultades para los pobladores de la República Democrática de Alemania (RDA). Debido a la crisis interna de la mayoría de los estados satélite de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), miles de migrantes de esas naciones invadieron el territorio germano oriental buscando escapar hacia las libertades de occidente.
Debido a esto, el gobierno comunista determinó cerrar la frontera con la República Federal de Alemania (FDA), lo que generó gran tensión dentro del país comunista nacido de los fuegos de la Segunda Guerra Mundial. Para calmar los ánimos, se convocó a una conferencia de prensa a cargo del ministro del Partido Socialista Unificado de Alemania, Günter Schabowsky.
A la rueda acudieron, entre otros, Brinkman y el austríaco Ewald Köning, quien recuerda que “la mayoría de los colegas ya estábamos acostumbrados a las conferencias del gobierno y esperábamos escapar temprano, realmente no sabíamos lo que nos esperaba”.
Schabowsky comenzó a leer sus apuntes en el abarrotado salón. En medio de la monótona lectura, que provocó que más de un periodista cabeceara, se escuchó decir “y por lo tanto se determinó abrir las fronteras”, a lo que la audiencia reaccionó sorprendida. “Fue como si alguien hubiera puesto un despertador: todos saltamos y comenzamos a lanzar preguntas”, relata Brinkman.
“En ese estruendo, el ministro respondió a una sola pregunta, la mía, que escuchó por mi cercanía al estrado y porque era solo una palabra: ‘¿Cuándo?’ y la respuesta también fue una: ‘Inmediatamente’. A la hora me encontraba viendo cómo los jóvenes comenzaban a derribar el muro”.
Lo que Brinkman y Köning averiguarían tiempo después es que Schabowsky no había leído el documento que le entregaron en el gabinete y que, por lo tanto, no sabía que lo que se anunciaba era que se autorizaba la tramitación de los pasaportes, que estarían listos para que la gente visitara a sus parientes del oeste durante la temporada navideña.
Este error ocasionó que los ciudadanos de ambas Alemanias marcharan hacia la gran pared que las separaba y la tumbaran en el transcurso de los siguientes días. Y, en menos de un año, los dos países volverían a ser uno solo.
SUTURA EN PROCESO
El hecho histórico no quiere decir que todos los problemas hayan terminado. “Ya tumbamos la pared física que dividía Berlín, ahora es el momento de deshacernos de las paredes de nuestras mentes y corazones”. Desde aquella fecha han pasado 26 años, pero como bien dijo el protagonista del musical Beyond the Horizont, el proceso de reunificación continúa.
Berlín conserva aún las cicatrices del trauma que la dividió en dos, aunque, como atestiguan los continuos trabajos en sus paseos, poco a poco va por el camino de la completa rehabilitación.
Solo basta con recorrer una calle o avenida berlinesa para percatarse de que la historia y la conciencia de los problemas del pasado forman parte de la vida de los habitantes de esta ciudad: edificios de viviendas de la época imperial se levantan al lado de un bloque de departamentos construidos durante el periodo de división que, a su vez, están bajo la sombra de edificios contemporáneos. Y entre esas construcciones se ven espacios baldíos como heridas de la guerra.
Por donde alguna vez se levantó el Muro de Berlín (1961-1989) aún hay señales de su construcción, ya sea una línea de empedrado en medio del asfalto, algunas torres de vigilancia o pequeños pedazos del también llamado Muro de la Vergüenza.
A pocos pasos de la estación del metro Tränenpalast se encuentra el Palacio de las Lágrimas, museo dedicado a la historia de la división y llamado así porque era el famoso Checkpoint Charlie, punto de paso entre las dos Alemanias y donde las familias se veían obligadas a decir adiós.
En los edificios de gobierno, otro rompecabezas que muestra la ajetreada historia del estado alemán, se conservan mensajes que recuerdan a las víctimas que lucharon por la democracia, sean funcionarios de la República de Weimar que precedió al régimen nazi o políticos disidentes del periodo de división, en ambos lados del muro.
“Se hicieron muchas concesiones para lograr la reunificación, pero eso no significa que nos olvidemos de los crímenes cometidos”, sentencia Ulrike Poppe, una de las comisarios para el Estudio de las Repercusiones de la Dictadura Comunista.
Poppe recolecta información sobre los abusos que se cometieron en la RDA entre 1948 y 1990, con especial énfasis en la vigilancia extrema que el estado hacía sobre sus ciudadanos mediante la Stasi, la temida policía secreta del régimen.
Pero, este trabajo no busca la revancha, sino más bien lograr la reconciliación. “Fue la misma gente que impidió que los funcionarios de la Stasi destruyeran los documentos, ya que esos datos eran nuestros y queríamos saber quiénes eran informantes y cómo reconstruir nuestras confianzas y relaciones”, opina Poppe.
Una muestra de ello es que muchos de los antiguos internos de la prisión política ubicada en Berlín —ahora el museo Berlín-Hohenschönhausen— son guías del repositorio e interactúan con algunos de sus antiguos carceleros que viven cerca de la instalación.
Cuando se visita la Agencia de la Comisión Federal para los Archivos de la Stasi, en el antiguo cuartel general del organismo, todavía se ven personas revisando cada ficha, buscando las pistas de su pasado y el de su familia. “Es una forma de reconocer lo que nos ha sucedido y de tomar control de nuestra propia historia para que no se repita”, aseguran los guías del archivo.
“Aún tenemos mucho trabajo, pero gracias a Dios logramos capear el temporal entre noviembre de 1989 y octubre de 1990. Ahora toca a las nuevas generaciones lograr que las diferencias desaparezcan y terminemos de unirnos”, sentencia Lothar de Maizière, último primer ministro de la RDA.
Experimentando la historia
Cada año, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania y la Iniciativa de Diplomacia Pública organizan el programa Experimentando la Historia de Alemania, en el cual se invita a líderes de opinión de diferentes países para que conozcan más del pasado germano.
Este año el recorrido se centró en los 25 años de la reunificación de las dos Alemanias. 17 periodistas de Latinoamérica, Europa y Asia visitaron puntos claves del periodo de división como El Palacio de las Lágrimas, donde se despedían las familias separadas por el Muro de Berlín; el parlamento alemán Bundestag; el parlamento regional Bundesrat; el hotel Dietrich-Bonhoeffer-Haus, donde se iniciaron las reuniones para concretar la reunificación; el palacio Scholss Schönhausen, residencia veraniega de la nobleza prusiana y después residencia de los líderes de la RDA y hospedaje de dignatarios visitantes, y la iglesia Gethsemanekirche, donde se reunían los activistas de la oposición demócrata cristiana al régimen comunista.
Los periodistas pudieron conversar con colegas que cubrieron las noticias a ambos lados del muro, la caída de la barrera y el proceso de reunificación como Brinkman, Hans-Jürgen Röder, Werner Kolhoff y Köning y políticos como los últimos primer ministros de la RDA Hans Modrow y Lothar de Maizière, además de activistas como la estrella de cine y teatro Jutta Wachowiak.