Mi Carolina
Imagen: El Papirri
Imagen: El Papirri
CH’ENKO TOTAL
Es imposible resumir en estrofas la calidad de tu vida y de tu persona, describir tu espíritu recóndito en cuatro notas y crear una canción para ti, mi Carolina. Para qué… Si eres mi amor, mi luz, mi mujer, un ser humano que prestigia al género. ¿Cómo puede entrar tanta dignidad en tu zapatito 35? ¿Cómo es posible tanta fortaleza de alma en un calzoncito de miniatura? Tal vez me acerque a describir el poder de tu noble mirada, la seguridad suave de tu vocablo, la dulzura sexi de tu paso. Pero entonces, ¿cómo semejante mirada, palabra y dulzura se pueden abreviar en la estrofa de una canción? ¿Cómo explicar el prodigio de tu iluminación hecha carne en tus deditos de niño jugador de bolitas? ¿Cómo es posible, mi Carolina, que exista tanta grandeza en un metro 56? ¿Cómo eres posible, mi amor?
Eres un milagro, milagro de tu tierra rojiza, de tus sauces en cascada, de los ríos insurrectos del sur, de su luna rojita. Solo nombrarte me hace temblar. Eres rebelión, lucidez plena, una torre incólume con lindas tetitas erguida en medio de tanta tempestad. Si quieres escribo sobre tus labios de pulpa dulce, tu boquita de abajo que me revolvió la rutina, tu coqueta S… tu quijadita de durazno valluno partido. Si quieres platico sobre tu cintura de guitarra fina, la mejor que tocaron estas manos angustiadas. ¿Cómo es posible, Carolina, que esas generosas nalgas se desplacen firmes desafiando toda la gravedad planetaria? ¿Cómo es posible tanta preciosidad concentrada?
Milagro comprobado hecho piel sopleteada de lunares, magia tupiceña que expandió su inteligencia hasta París y Lovaina con entereza. Aquel riñón que donaste a tu hermana para salvarle la vida es un testimonio de valentía, de amor puro, que solo algunos privilegiados del género pueden ofrendarnos, voto ritual que me deja pasmado de orgullo. Esparces tanta paz, mi Carolina. Pero: ¡Way del que desafíe tus normas de vida! ¡Way del alevoso, del fascista que se enfrente a tus ideas de igualdad! ¡Way del abusador que se entrometa con tu porte de tigresa encendida!
Por eso, mi Carolina, niña triste que mira la lluvia como descubriendo la substancia de la vida, no me digas que te vas. Deslumbrado, mediocre, incompleto vivo admirando tu paso por el mundo y agradezco a los buenos espíritus el privilegio de respirar cerca de tu aire. Carolina, no te vas. Carolina mi mitad, Carolina mi alimento. Ahora resucitas y mi corazón palpita de nuevo. Tal vez nos une tanto la soledad que galopa en nuestras almas, tal vez la tristeza por tantos dolores humanos. Pero, sobre todo, creo que estamos fusionados porque nos gustamos, porque te beso y mi piel se encabrita, porque valoramos nuestros cuerpos viejos acoplados como hierro forjado. No nos unen las monedas, ni las familias, ni los rebaños/ no nos unen los papeles, los hijos que no llegaron/ no nos une el miedo a la muerte galopando/ solo nos une el amor y el placer de tenernos caminando lado a lado/ Sí nos une mi beso en tus ojos cansados /Sí nos une nuestros abrasoles de invierno y de verano/ sí nos une este presente difícil, aquel pasado pasado/ hoy solo deseo/ vivir a tu ladoooo. ¿Ves? ¡Ya llegó un bolerón!
Sirenita del Toroyo, amada mía, costado de mis costados, con tus rulos aplanados y tu boquita chictuchic, es hora de que sepas con todas las letras, las vivas y las muertas, las comas y los puntos, que te amo. Y amo tus frases célebres, como aquella que decía: el mejor invento del ser humano es la cama. Es hora de que sepa, señora mía, que su voz es algodón de chamamés, que su pasito de pato potudo ha logrado apoderarse de mis ilusiones, no se olvide que usted creó aquella célebre frase que decía: “no te bañes, vas a perder el tiempo…”
Los consejos serenos que das a la humanidad para calmarles el alma quedarán impresos en el corazón de las gentes que ayudas, como tatuaje de vida en lucha. Con estos antecedentes de observar la vida mediante tus lentes, debo decirte sencillamente, amor de mi vida, que eres imprescindible… pues cuando apareces vuelves esta triste rutina de aves de rapiña en una tarde gozosa y violeta.
Mi Carolina, has vuelto y es un milagro. Con esta incierta vida, me he reconciliado, solo deseo ahora y siempre, que respires, suaviiito y que ronronees, tigresa, a mi lado.
(*) El Papirri: personaje de la Pérez, también es Manuel Monroy Chazarreta