El reto para Azkargorta
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Xabier Azkargorta dejó la selección nacional —con la que no le fue muy bien en la segunda vez que la dirigió, distinta a la exitosa primera etapa, que incluyó un Mundial— y es el nuevo director técnico de Bolívar. Para tomar esa decisión —según dijo— primó un proyecto a largo plazo que le presentó la dirigencia celeste y eso lo encandiló, junto con las ganas que él tiene de entrenar en el día a día con los jugadores.
Con la trayectoria que lleva a cuestas, porque el vasco es un viejo lobo de mar, debe estar más que consciente de que en el fútbol boliviano, sea en clubes grandes o chicos, lo que menos hacen los dirigentes es cumplir los proyectos —a veces llamados procesos— y por lo general más bien son resultadistas, lo que significa que es casi milagroso durar en el cargo de DT si el trabajo no está asociado de forma directa con los éxitos deportivos.
Azkargorta llega, además, a un club-empresa caracterizado por los continuos cambios de técnico (amén del estado de ánimo de sus conductores), donde lo máximo que alguno ha durado es año y medio, tiempo insuficiente para plasmar justamente un proyecto.
De paso, el vasco va a tener que lidiar con una dirigencia dividida en una sociedad donde lo empresarial —basado en el poder económico por encima de todo— supera claramente a lo institucional, por más que éste en los papeles —solo en eso— tenga el control sobre lo deportivo.
No está demás anotar que en esta ocasión se ha impuesto una minoría, aunque jerárquicamente mejor colocada dentro de la entidad, que quería ver a toda costa a Azkargorta en el banco celeste, y que los más —y el técnico sabe bien de quiénes se trata— llevan cargado el humor por dentro porque no han sido escuchados tanto en su reprobación acerca de la contratación del español como en los nombres que fueron sugeridos desde ese lado.
Bolívar es hoy una papa caliente por diversos motivos, por fisuras —y hasta fracturas— dirigenciales, malos resultados deportivos y la urgente necesidad de tomar otro rumbo, el de los éxitos, un reto que asume este experimentado entrenador, quien se ha animado como pocos a meterse de entrada en la boca del lobo, que significa la visita de este miércoles a Brasil, al poderoso Flamengo, con el riesgo que ello conlleva: salir del Maracaná bien parado o muy mal parado.