¡Ahora sí, Always Ready!
Soy del Tigre pero confieso que el CAR me emociona. Seducido por el llamado de la historia, fui al “Siles” a ver la meteórica campaña de ascenso de Always Ready.
Tengo nostalgia de una ciudad de La Paz que no he vivido. De esas décadas del siglo pasado donde clubes como 31 de Octubre, Litoral o Municipal complicaban a The Strongest y Bolívar. Soy del Tigre pero confieso que el CAR me emociona. Seducido por el llamado de la historia, fui al “Siles” a ver la meteórica campaña de ascenso de Always Ready. En la grada vi a hinchas como el “Gringo” González y Carlos Mesa, añorando los años 50 y la mítica gira europea del 61.
Cuando Fernando y Andrés Costa, padre e hijo, decidieron llevar al equipo “millonario” de Miraflores a la ciudad de El Alto, no sabían lo que hacían. Entonces ocurrió algo insólito en el fútbol sudamericano. Un club de clase media-alta sin hinchada se vistió de pueblo. Las whipalas comenzaron a acompañar a la “banda roja”. En noviembre de 2019, los crespones negros por los caidos colocaban el luto sobre el verde y los gritos de “motines” hacían asustar a la propia policía. El “¡Ahora sí, guerra civil!” dio paso al “¡Ahora sí, Always Ready!”.
Tardo en llegar desde Sopocachi una hora en teleférico (línea Amarilla, Plateada y Azul) hasta la ex tranca de Río Seco y después camino 20 minutos por la avenida Luis Espinal hasta toparme con la cancha. Saludo a los “Chapulines” y a oyentes de mi antiguo programa radial “Contextos Salvajes” como Lorgio Campos que pedalea su bicicleta y Rolando De la Cruz, el “Khari Khari” del Lago Titicaca que se acerca desde la comunidad Cota Cota Bajo donde el CAR pronto inaugurará su Hotel/Centro de Alto Rendimiento. En la preferencia junto a una dirigencia que prefiere la grada al palco, charlo con doña Judith Blanco que sube desde su casa en la plaza Riosinho para gozar con el equipo de su vida.
El Alto se ha apropiado del Always, ama al “Oveja” por encima de todas las cosas y se reconoce así mismo en Puña y Mamani. En sus micros luce una leyenda: “soy del Alto, soy del Always”. En la cancha a 4.200 metros con la Cordillera Real de fondo, lucen polleras y vuvuzelas, wawas en las espaldas y ricos aromas que salen de los platos con cuchara. Cuando el CAR nació, también brotó –como eco de las Semanas Indianistas- su grito en aymara: “Juma nanaka, juma nanaka, jutamay / Anatire, anatire, mantamay / Always Ready walikiskiu”. El CAR ha recuperado su “ajayu”. No es una casualidad que haya salido campeón -63 años después- jugando por todo lo alto.