Una ideíta
Imagen: El Papirri
Imagen: El Papirri
CH’ENKO TOTAL
Hace tiempo que me persigue una ideíta, una intuición, y como soy un metiche, se las cuento. Sabemos muy poco sobre nosotros. No me refiero a los especialistas, a los historiadores, a los antropólogos y cientos de “ociólogos”; es posible que ellos sepan sobre nosotros, sobre Bolivia, tal vez discuten entre ellitos nomás, en simposios y publicaciones especializadas con traducciones al inglés. Pero… ¿y nosotros? ¿Y el que camina en minibús? ¿Y el público teleférico? ¿Y nuestros escolares? ¿Saben quién fue, por ejemplo, Juan Wallparrimachi, el poeta y guerrillero antiimperialista quechua? Tal vez sepan algún cliché, con retrato de dudosa procedencia, info congelada en los manuales de historia al estilo almanaque Bristol. Pero: ¿los niños bolivianos sienten en su corazón, en su sentipensante, a Juan Wallparrimachi Mayta?
Juan muere en combate alcanzado por un tiro de arcabuz nada menos que el 7 de agosto de 1814, guerreando contra el imperialismo español en la batalla de Las Carretas. Este joven hipersensible, intenso, poeta quechua, agarra las armas originarias y pelea en los ejércitos libertarios. ¿Libertarios de quién? Del imperialismo español pues… que nos tenía a todos los mestizos e indígenas jodidos, marginados, esclavizados, exiliados en nuestra propia tierra, al decir de la proclama paceña, subversiva, insurrecta del 16 de julio de 1809.
El poeta y guerrillero quechua murió a los 21 años de edad. Se sabe que nació el 24 de julio de 1793. ¿No sería hermoso tener una narrativa corta, pedagógica/difusora, pero con buen músculo y sostén histórico sobre este joven valiente quechua? Sería sublime invertir desde el estado en productos artísticos que hagan llegar a nuestras almas populares la vida de hombres y mujeres que forjaron la bolivianidad. Novelas, poemas, dramaturgia, películas, video redes, canciones que logren un tatuaje de bolivianidad en el alma del pueblo, una estrategia anual que construya en goteo vital el ajayu de la patria. No tenemos, intuyo, una narrativa compacta de la bolivianidad, considerándola como el concepto cualitativo, dinámico y continuo que condensa lo mejor de Bolivia, el sumun de Patria, las vanguardias y sus subversiones. Identidad tenemos… y mucha. Harto chicharrón hay. Alguna vez la identidad fue revolucionaria, el Gran Poder es “reconocido” recién como hecho cultural a partir de 1970. Sin embargo, las identidades, intuyo, se van con el tiempo vaciando en postales de imparcialidad si no se licúan en constancia hacia el sumun cualitativo que cuaje en la bolivianidad, sentimiento y pensamiento que genera una sana y dinámica autoestima popular, un orgullo verdadero y profundo de ser bolivianos, de pertenecer a la patria de Wallparrimachi.
Parece que durante todo el siglo XIX los intelectuales y artistas bolivianos que debían generar bolivianidad estaban con la cabeza en Europa, colo-nizados. Con algunas excepciones: la pirotécnica de la bolivianidad. Estas excepciones son las que deberíamos valorar y visibilizar, pues creo que todos ellos y ellas se jugaron la vida por una Bolivia con autodeterminación, siempre insurrecta, rebelde, humanista, progresista, igualitaria, que lucha contra racismos, terratenientes, imperios, vengan de donde vengan.
Juan Wallparrimachi Mayta merece ser recordado, renovado, sentido, apropiado, recitado, amado por los niños y jóvenes bolivianos. Se dice que solo quedan 12 poemas en quechua de su autoría. Hay traducciones al español. Sin embargo, hay una ausencia bibliográfica y biográfica que invisibiliza a los Wallparrimachi, a nuestros hitos de la bolivianidad. Pensando en los productos artísticos en torno al hito, parece que hay una trama, una bella historia de amor en la vida de Juan, ideal para motivar cuentos, novelas, hacer guiones, teatro, componer canciones. El joven rebelde decía en un poema: Solo en ti pienso/ a ti te busco/ si estoy despierto. Parece que Juan estaba enamorado de Vicenta, una joven mestiza entregada a la fuerza en matrimonio a un viejo andaluz. Juan y Vicenta se amaron profundamente, Juan murió en la guerrilla, Vicenta murió por amor al guerrillero en total soledad: fue expulsada de su casa, de su territorio y enviada como monja a Arequipa hasta el fin de sus días. Le decía Juan a Vicenta: ¿Cómo pudiera hacer/para peinar con peine de oro/ tu negra y encantada cabellera/ y ver cómo ella ondula alrededor de tu cuello? En quechua: ¿Imaynallatan atiyman /yana sh’illu chujchaykita/ Qori ñajcha awan ñajchaspa/ kunkaypi pujllachiyta?
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Acabo de echarme una siestita, soñé que una autoridad decía: nuestro consejo de la bolivianidad, consejo multidisciplinario, ha resuelto que el año 2023 sea declarado el Año de Juan Wallparrimachi Mayta. Soñé que se instruía a los ministerios involucrados recabar la mayor información posible y generar una sustentada narrativa sobre nuestro héroe nacido en Chayanta, para su difusión inmediata. Soñé que yo le hacía una canción a Juan para una serie que sostiene el Estado Plurinacional con el objetivo de enriquecer y difundir en todas las unidades educativas el ajayu patrio y la bolivianidad. Soñé con un niño alteño recitando los 12 poemas de Juan Wallparrimachi, joven guerrillero antiimperialista, comandante de las tropas de Manuel Ascencio Padilla, que agarraba a warak’azos a la antipatria. Soñé que ese consejo proponía que 2024 sea declarado el Año de Gualberto Villarroel, quien fuera asesinado por la antipatria, colgado de un farol por querer hacer realidad la abolición de la esclavitud indígena; soñé que se inauguraba un museo vivo en su honor, en su tierra, Punata. Soñé que 2025 fue declarado Año de Juana Azurduy, la guerrillera heroica. Soñé que la bolivianidad existía, latía diariamente en los corazones de nuestra gente. Solo es un sueño, una ideíta, por metiche nomás. Hey dicho.
(*) El Papirri: personaje de la Pérez, también es Manuel Monroy Chazarreta