Friday 2 Jun 2023 | Actualizado a 03:40 AM

DESDE LA LLAJTA

/ 17 de abril de 2022 / 17:04

CH’ENKO TOTAL

Aquí el Papirri reportando desde la Llajta. Fueron 10 días muy emocionantes los que pasaron. La tremenda dificultad de no tener recursos para tocar con mi banda paceña la tuve que revertir en fortaleza creando un cuarteto muy interesante en Cochabamba, el Papirri’s Llajta Quartet, con músicos cochalas que recién dejaron el dígito dos. Mauricio Cardona, en la batería, es un músico seguro, se graduó en el Conservatorio Manuel de Falla de Buenos Aires en la especialidad de jazz, se puede reposar sin estrés en su base percusiva. El contrabajista y bajista Inti Medina, también graduado en el Manuel de Falla, es todo un descubrimiento: estudioso, preciso; es un contrabajista profesional que toca además el bajo, estudió bien las partituras y se desenvolvió con soltura. La guitarra eléctrica de Ramón Rocha es muy interesante, se adapta inclusive a un huayño zapateado como Bien le cascaremos. Con estudios superiores en la Escuela de Música Contemporánea (EMC) de Buenos Aires, Ramón despliega su sapiencia y versatilidad en escena. Los ensayos con estos pibes fueron pocos, pero concretos. El libro 40 años de canciones es de gran ayuda en estas emergencias, tener ahí 40 canciones con sus partituras hace que logremos el milagro de dar un concierto con tres ensayos, y sin haber tocado nunca juntos.

En el medio de los ensayos se me convoca a La Paz, pues había sido uno de los ganadores del Premio Eduardo Abaroa en la categoría cantautor. Volé al acto que se realizó en el Centro Sinfónico de La Paz, con la presencia de la Ministra de Culturas y autoridades locales. Presentarme como candidato al Premio fue muy natural, mi amigo el cantautor Segalez me animó el invierno del año pasado a llenar todos los requisitos en la web del Ministerio y adjuntar la canción, la partitura y la letra de una cuequita que compuse para el mar boliviano y que estaba inédita. El acto fue delimitado, bien organizado, pues éramos más de un centenar de artistas ganadores. Me entregó el diploma y el trofeo una joven dirigente aymara del movimiento campesino, “yo lo escuchaba a usted desde niña, qué bueno que haya ganado, muy merecido”, me dijo en su abrazo emocionado. Este fondo concursable es ya una necesidad para el artista nacional, ojalá que continúe pues alivia las autoinversiones artísticas. Uno de los invitados al concierto me dijo: “Papirri, subiste la vara del Abaroa, voy a concursar”. La décima versión en categoría cantautores será todo un despliegue de “consagrados” que tendrán que hacer el ejercicio de bajar el ego.

Retorné a la Llajta el mismo día del concierto, agitado, nervioso, a probar un sonido difícil en el Mesón del Cantor, café concert de mi amigo Yuri Ortuño. Los pibes ya estaban allí, siempre listos.

Una buena noticia al llegar a la Llajta atragantado fue que ya no había entradas, ni para sillas, ni para mesas, esto también nos dio un gran impulso. En cuanto a los invitados, nos habíamos visto un lunes de mañana con Yalo Cuéllar en su casa cochabambina, hermano cantautor chaqueño con quien al final tocamos dos gatos: El Barrilito, con música de mi abuelo Andrés Chazarreta y letra mía, y el estreno de un gatito de Yalo muy simpático, Yesca con suerte, que con lindo sentido del humor relata las angustias de la cuarentena. La cantante cochabambina Fabiana Fiorilo llegó un poco tarde a la prueba de sonido por cuestiones de su trabajo, cuando entró al escenario sin letra me dio un julepe, pero no… había aprendido la letra de Ego de memoria, ejecutando una hermosa versión. En cuanto al anfitrión, Yuri Ortuño, cantamos mi cueca Ingratitud con una fuerza y afinación increíbles, me encantaría grabar esta versión. Lugar especial para Chelo Arias, el estreno de Décima vez fue fastuoso, estrenamos la canción con el cuarteto y sonó muy bien, sorprendente. Hasta dinámica hicimos, cosa no usual en la música popular.

Hoy Domingo de Resurrección estoy reviviendo de tanta emoción junta. Debo saber que soy un jubilado que aún me estremezco en escena, que el escenario no solo alimenta el espíritu sino también la olla nuestra de todos los días. Es verdad, mi salud está quebrada, pero no hay de otra, debemos seguir tocando, inventándonos discos y eventos, llamando a la gente para que vaya a apoyarnos, como nos apoyó el público paceño en el Teatro Nuna, como nos apoyó el público de la Llajta en el Mesón. Ahora nos espera Oruro, un joven rockero decidió llevarnos a su boliche Latitud con el concierto Como manda el corazón junto a David Portillo, será el 28 de abril. Hay personas que nos reclaman desde Sucre: ¿cuándo van a venir? Ojalá dependiera de nosotros, nosotros queremos ir, pero no hay teatros, no hay auspiciadores, no hay cómo financiar pasajes y hoteles hasta Sucre. Me acaba de decir una gestora de Sucre que el alquiler del Teatro Mariscal es carísimo y que la gente no paga una entrada con precio digno. ¿Será? ¿Cómo será? ¿Algún día volveremos a tocar en Potosí? ¿Y en Santa Cruz, volveremos a tocar? Lo veo difícil. A no ser que hagamos reguetón. Y le cantemos a pollos Rosita.

Mientras, saboreo un delicioso helado de canela mirando extraviado este valle estático, tratando de descifrar mi destino en las nubes grises, rogando al Corazón de Jesús resucitado que me proteja de dos vicisitudes en el ocaso de la vida: el dolor y la decadencia.

(*) El Papirri: personaje de la Pérez, también es Manuel Monroy Chazarreta

Juana Azurduy (final)

/ 7 de mayo de 2023 / 10:13

Ch’enko total

Siguiendo el libro Juana Azurduy del historiador argentino Pacho O’Donnell se podría afirmar que de 1814 a 1816 Juana se consolida como líder guerrillera contra el imperialismo español. Su valor como guerrera y estratega toma formas épicas: se la ve erguida en su potro de comandante con una niña en brazos, su quinta hija: Luisa Padilla Azurduy. Por su valentía, consecuencia e inteligencia es designada teniente coronel de los ejércitos libertarios. Esta es una verdad irrefutable cuando leemos la carta firmada por el general Manuel Belgrano a Martin Pueyrredón donde se exponen las causas de la designación, carta fechada el 26 de julio de 1816, que al inicio relata: “Paso a manos de V.E. el diseño de la bandera que la amazona doña Juana Azurduy tomó en el cerro de la Plata como once leguas al Este de Chuquisaca, en la acción a que se refiere el comandante Don Manuel Ascencio Padilla, quien no da esta gloria a la predicha su esposa por moderación, pero por otros conductos fidedignos consta que ella misma arrancó de manos del abanderado este signo de tiranía, a esfuerzo de su valor y de sus conocimientos en milicias poco comunes  a las personas de su sexo” (O’Donnell, 167). Esta acción heroica de Juana la guerrillera se lleva a cabo en los campos de El Villar. La designación de teniente coronel remite el general Belgrano en carta desde Tucumán el 23 de octubre de 1816.

El mencionado libro relata además las difíciles internas entre los ejércitos “abajeños” al mando de los sureños Pueyrredón, Rivadavia y Rondeau que con ínfulas y manipulaciones trataban de minimizar y quitar autoridad a los líderes altoperuanos “arribeños”, quienes se jugaban de verdad la vida y propiedades por la independencia y la patria, mientras los porteños buscaban intereses y poder y algunas de sus tropas saqueaban sin virtud alguna. La carta de Padilla a José Rondeau, fechada el 21 de diciembre de 1815, es un testimonio de estas internas y vale la pena leerla en la página 157 del libro. Es muy emocionante leer las palabras dignas y escuchar la voz del líder Padilla: “…nosotros los altoperuanos tenemos una disposición natural para olvidar sus ofensas: quedan olvidadas y presentes. Recibiremos a V.E. con el mismo amor que antes, pero que esta confesión fraternal, ingenua y reservada sirva, en lo sucesivo, para mudar de costumbres, adoptar una política juiciosa, traer oficiales que no conozcan el robo, el orgullo y la cobardía. Sobre estos cimientos sólidos levantaría la Patria un edificio eterno.”

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El ejército colonial designa a un eficiente y cruel coronel cruceño, Francisco Aguilera, para acabar con la vida de los Padilla Azurduy. El cruel Aguilera es quien se ocupa personalmente de matar a Manuel Padilla en una batalla cerca de Yotala: el guerrillero muere en combate el 14 de septiembre de 1816, hecho consumado por la traición de Manuel Ovando, exguerrillero vendido a las tropas coloniales, quien delata la estrategia de Padilla. Aguilera decapita a Padilla y pone la cabeza en largo palo en el centro de la plaza de La Laguna. Juana recibe la noticia guerreando en retaguardia, en un primer reflejo galopa a ayudar al esposo, sin embargo, se convence desde la altura de un cerro que la muerte y la derrota están consumadas. El amor de su vida había muerto en batalla. Con reflejo materno va en busca de su hijita Luisa, en los siguientes días planifica en llanto recuperar la cabeza de su amado y darle cristiana sepultura. Así, en tal vez su última batalla, capitanea una tropa reducida de indígenas y amazonas, logrando recuperar la cabeza de su amado y darle un entierro digno. Manuel Ascencio Padilla no puede conocer la designación de Coronel de los ejércitos libertarios firmada en la misiva de octubre por el general Manuel Belgrano.

Juana Azurduy

A partir de allí, Juana deja el mando de la guerrilla y sus combates, decide irse al sur con la hija infanta. Es recibida con honores por los guerrilleros chapacos a la cabeza del Moto Méndez, luego es protegida por el líder Martin Güemes, de quien fue consejera de guerra en Salta hasta el asesinato de este héroe guerrillero, planificado por la antipatria en 1821. Juana Azurduy, a los 45 años, retorna con su hijita Luisa casi adolescente a Bolivia en condiciones paupérrimas.

Es interesante la cifra que señala Bartolomé Mitre respecto a los líderes de las guerrillas libertarias, según el escritor son 102 líderes guerrilleros que pelearon contra la colonia en los territorios del Alto Perú, quedando solo ocho vivos tras la independencia de Bolivia en 1825. Los que reciben el poder de la nueva nación no son los que lucharon y guerrearon por ella, son doctorcitos e intelectuales pro colonialistas, palaciegos que detentan el poder de la nueva nación. El Libertador Simón Bolívar, al enterarse de la situación de pobreza de Juana, instruye que se le dé una pensión; tras el asesinato de Sucre, los doctorcitos se encargan de suspender la pensión. Juana Azurduy deambula como mendiga 30 largos años de vejez, llevando una cajita en la mano con su designación de teniente coronel. Algunos vecinos se burlaban de ella. Muere a los 82 años nada menos que el 25 de mayo de 1862. Sus últimos días los pasa en una humilde casita bajo el cuidado de un niño discapacitado de nombre Indalecio Sandy, hijo natural de un pariente. Cuando muere, el niño sale corriendo a pedir ayuda, nadie lo escucha, los doctorcitos estaban en sus actos oficiales. Juana es enterrada en una fosa común de indigentes “en el panteón general de esa ciudad en fábrica de un peso”, como reza la partida de defunción.

El libro Juana Azurduy del historiador argentino Pacho O’Donnell, debería ser releído, mejorado y aumentado por los escasos —o tal vez poco difundidos— historiadores del revisionismo histórico boliviano. Creo que debería ser reimpreso por el Estado Plurinacional y entregado como lectura obligatoria a los estudiantes de secundaria y también a las autoridades, en busca de acrecentar la narrativa de la bolivianidad. En 2010 el gobierno argentino de Cristina asciende a Juana Azurduy a Generala mientras el gobierno boliviano de Evo la asciende a Mariscal de sus ejércitos. Esito sería. Hey dicho.

(*) El papirri: personaje de la Pérez, también es Manuel Monroy Chazarreta

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CHAU CHAU 2022

Llegó la final un histórico 18 de diciembre de 2022. Llegó un gran Lionel Messi, el papalionel, con el mejor regalo del año.

/ 25 de diciembre de 2022 / 22:57

ch’enko total

Desde la pandemia que no tenía agenda. Yo era un hombre de agenda, obedeciendo las instrucciones del Padre Mateo Garau, mi mentor espiritual, maestro jesuita de mi colegio, el San Calixto. Claro que en la época del Mateo y del colegio no existía la agenda electrónica, o sea, el celular. El asunto es que volví a la agenda de papel, en la que dibujas citas, ensayos, reuniones. Y todo por culpa del Mundial de Qatar. Quería ver todos los partidos posibles, darme el gusto hoy que soy un jubilado medio jubilado, digamos. Fue así que el domingo 20 de noviembre el planeta cambió, Ecuador nos dio la primera alegría al ganarle a Qatar. “El mundial será en Qatar”, me dijo un amigo hace dos años. “¿Mundial de qué?”, pregunté. “¿Mundial de carrera de camellos? ¿De golf?” “No, Papirri, de fútbol”, dijo con una mueca de burrito. Bueno, la cuestión es que en una primera etapa vi los partidos desde las 6 AM. El martes 22 de noviembre —está anotado en mi agenda— Argentina perdía con Arabia a las 6 AM. Medio dormido, puteaba suavito contra Scaloni. Por el sentido común futbolero (s.c.f.), el técnico de la selección argentina debía ser alguien con experiencia, alguien que haya dirigido grandes clubs, un Cholo Simeone, un Alfaro. El s.c.f. decía que Scaloni no funcionaba muy bien como técnico, sin embargo, en 2021 había logrado que Argentina sea campeón de América en el Maracaná (sic), con golazo del Fideo Di María, tapándonos la boca. Lo gritamos todos los del s.c.f. Hace dos meses tomé unos tragos con mi compadre que me dijo: “Quiero que salga Messi campeón del mundo”. “O sea, Argentina”, le dije… “No, Messi”, me contestó este mi compadre que siempre fue antigaucho. Hasta los antigauchos querían que Messi salga campeón. Otro asunto fuera del s.c.f.

El asunto es que el Mundial me hacía anotar resultados en la agenda. Pasó noviembre con un raudal de goles y sorpresas, exagerado vi a las 6 AM Senegal-Holanda, vi cómo Japón derrotaba a Alemania un 23 de noviembre a las 09.00, me escondí en un cafecito para ver cómo Marruecos salía puntero del Grupo F, eliminando nada menos que a Bélgica. Pude ver aquel Argentina- México del 26 de noviembre a las 15.00. Y allí lo vi a Messi, otra vez renacido, vi una Argentina ordenada, medio k’aima, pero de buen toque. Descubrí azorado la sorpresa de Mac Allister, la sorpresa de Enzo Fernández en el medio campo repartiendo bola. Un arquero sólido y medio locricio, ideal para la hazaña: el Dibu. Los centrales nunca me gustaron, pero poco a poco se fueron asentando, sobre todo Romero. Pude ver azorado cómo Brasil, el candidato de mi cerebro, se derrumbaba como un gran edificio cósmico y perdía por penales y el que la jodía del todo era Marquiños, uno de mis héroes futbolísticos, no sé cómo la canarinha pudo permitirse ir a los penales, lugar de la suerte y de la mala suerte, lugar donde la técnica, el juego colectivo, la estrategia y todo lo demás se diluyen en un acertijo. O en un Dibu. Argentina le gana a Polonia y sigue avanzando, el equipo se va consolidando en pleno Mundial. Otra vez la sorpresa desafiando al s.c.f., triturando mi supuesta sabiduría futbolística, Marruecos elimina a Portugal. Alemania se elimina sola por un juego poco feliz. “Mejor no afirmes nada, ya me aburren tus predicciones”, me decía Carolina. Y yo con mi agenda anotando puntos, dibujando posibilidades. Argentina le gana a Holanda y otra vez el Dibu y su carácter corajudo atajando dos penales. Pude ver cómo Francia eliminaba a Inglaterra , la máquina francesa con cuatro delanteros se comía a su histórico rival. Pude ver un mundo nuevo al frente.

el papirri

El 3 de diciembre llegaron los octavos. El 9 de diciembre los cuartos. Entonces fue que mi emoción, mi sentimiento más profundo, el que no quiere perder, el del corazón, el del hígado, el que no aguanta el fracaso, la emoción más profunda, se apoderó de mí y se puso la celeste y blanca y me acordé de mi madre y su bandera, y me acordé de mi abuelo y su escarapela, me acordé de Diego y su vida acelerada, y aprendí que en el fútbol no cuentan los sabios, los conocedores, los sabelotodos, los que adivinan, los de la sapiencia, los sumayresta, con el fútbol llega la magia, la sorpresa, el s.c.f. se derrumba dando paso a algo indefinible. Mi mal humor se tornó emoción pura. A los besos, con mi compadre, gritamos por Argentina. Llegó la final un histórico 18 de diciembre de 2022. Llegó un gran Lionel Messi, el papalionel, con el mejor regalo del año, la mayor alegría de este 2022 doloroso, feito, y volví a ser joven otra vez, a creer en lo increíble, y volví a aprender del fútbol y a respetar al defenestrado Scaloni que puso un equipo ordenado, obsesivo, sereno, veloz, técnico. Sí, amigas; sí, hermanos: Argentina es Campeón del Mundo, le ganó al megaequipo francés en una final loca, de ataque de nervios. Argentina ganó a la realidad con un 4-3-3 que se volvía 4-5-1, un planteamiento táctico de magos, con una rotación constante de sus jugadores, con humildad, con orden, con garra, con talento competente, con huevos, con amor, mucho amor y con una hinchada que ya es patrimonio mundial del amor, con familias enteras gauchitas comiendo su asadito con tres alambres y tres ladrillos en pleno Qatar, endeudándose una década para estar presentes en el momento en que Messi levanta la copa y pasa a la eternidad con sus goles, su gambeta, su seriedad, su genialidad. Gracias por esta Navidad diferente, querida selección argentina de fútbol. Gracias por hacerme joven por unos días. Gracias por demostrarme que el amor lo puede todo. Un gran año 2023 para todos ustedes, la mayoría seres de agenda, sorprendidos como yo. Con el fútbol no se puede así nomás. Hemos aprendido. Hemos vuelto a llorar de alegría y eso ya es demasiado.

por: El Papirri

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Ch’akatao

Por El Papirri

/ 4 de diciembre de 2022 / 00:01

CH’ENKO TOTAL

Se acabao, ch’akatao. No queda ni un ejemplar de El Papirri: 40 años de canciones, un hermoso libro aniversario que se hizo realidad gracias a que ganamos el Fondo Excelencia Artística de la Cooperación Suiza en Bolivia en 2019. ¿Quiénes ganamos? El Papirri, el Manuel y el equipo técnico del libro, al frente de la diseñadora Laurita Mercado y del compositor Manuel Rocha, ambos artistas cochabambinos. El Manu transcribió 40 canciones del que suscribe al pentagrama, en melodía y cifra armónica. Con Laurita trabajamos mucho el cuidado de los textos, fotos, ilustraciones, trabajamos nueve meses en este bello libro, me siento orgulloso de ese texto que se acabao. No hay. Ch’akatao. Recuerdo aquel acto en el Ministerio de Educación en septiembre de 2019 cuando la jefa de la Cooperación Suiza en Bolivia regaló a las Normales de Música 500 libros. Esa sensación de que hay haaartos libros es hermosa, regalábamos de 50 en 50, todo un acto de generosidad que ojalá sea valorado por los estudiantes de las Escuelas Superiores de Música, exnormales. Luego la cooperación concedió permiso para que el suscrito saque una segunda edición y así ganar pues alguito, yo y el Papirri, porque el fondo aquel se fue en pagar al equipo técnico y la imprenta. Esta segunda edición se acabao. Ch’akatao. Uno dice al inicio: ¡Qué belleza, ya no hay libros! Pero pasa el tiempo y ves que los necesitas, que llegó un colega famoso, internacionalmente desconocido como yo y deseas obsequiarle un libro, o regalarle a alguna autoridad que te recibe por pena o a algún médico para que sea un poco más misericordioso, entonces compruebas que es una huevada no tener libros, te arrepientes de haber vendido tan barato y de haber regalado tantos libros a tantos giles que ni siquiera los han hojeado, por la necesidad de vender pues, señora, nosotros también vivimos al día, vivimos del día, morimos de noche y resucitamos.

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En el Laredo

Ch’akatao

Se acabao, ch’akatao. El libro Crónicas del Papirri Volumen I no hay cawallero, digo con aquel gesto de poner focos. Aquel librito que me alegró el alma, que me hizo dar un ataque de risa cuando sale bestseller de la FIL La Paz 2008, y este mi primo Enrique que decía, jodiendo: “Che, tu librito le ha ganado en ventas al mío, ¡a mí!, que soy un escritor consagrado, qué falta de respetooo…” Este librito es así, mucho humor tiene, viajes, jodas y el asombro hermoso de descubrir que podía escribir más allá de las estrofas de una canción: no había sido tan gil de abril ese Papirri, decían los ociólogos. Las Crónicas Volumen I salieron en supuestos 500 ejemplares vía editorial La Hoguera, se vendió rápido y fluido, en la época yo tocaba mucho y los vendía, de pronto en la FIL Santa Cruz de septiembre no había ni uno más, entonces empecé a joder a la editorial: “Ya pues saquen nueva edición, saquen pues jóvenes, ya puej”. Pasó un año y naranjas, pasó otro año y tampoco, yo no entiendo hasta ahora por qué. El asunto es que recién en 2010 la editorial Plural se animó a sacar una nueva edición y luego en 2013 una edición más, y en Ecuador la editorial alternativa J y G sacó una edición de imprenta digital que desapareció rapidito. El libro, no la imprenta. No hay, shempre. Ch’akatao, joven. Ni a La Hoguera, ni a Plural, ni a J y G les interesa sacar una nueva edición de Crónicas I.

Se acabao, ch’akatao, el libro Crónicas del Papirri Volumen 2 que sacó en 2012 la editorial El Cuervo, del chapaco conquistador Fernandito Barrientos, parece ser que se animó a hacer mil libros de una y se fueron vendiendo como gotera. Aquel, el de la tapa del Papirri con la camiseta del Tigre en una tabla de salvación, aquel de la crónica La Hilariashon que le gusta mucho a mi amigo el actor Sergio Caballero, aquel el del escrito Los Coaquira que le gusta mucho a mi cuate literato Jimmy Iturri. Se acabao, se ha cavao, su tumba. Ya no hay más discos 60A, y no es que se acaben los CD, se acaban los impresos que tenían un cuadernillo de 10 hojas full color tamaño carta, raro en un disco, con su sobre de carta verde, verde como la esperanza en plena cuarentena, con el diseño de Laurita que lo hizo de taquito, aquel disco de Ch’utis, de Mamita Cantila, del caporal bilingüe Camote. Asimismo, ch’akatao el CD Cara Conocida, ya era hora, aquel del cuadernillo diseñado por mi amigo querido Rolito Costa en 2002, en la tapa la hermosa caricatura del maestro Ricardo Pérez Alcalá, aquel disco con el maestro Litto Nebbia en teclados, con el bajo de otro maestro,  César Franov (ex Spinetta Jade), aquel de Morenada nada, de Zamba para Anita, de Pa ques decir, aquel disco binacional grabado en Argentina por Litto Nebbia y su trío y en Bolivia por el Panchi de Atajo en Bobalización, con el Álvaro Montenegro en la canción Al Che, entre otros grandes cuates musicales. Se acabao, ch’akatao, el CD Helado Propicio, ya no hay casero, ni va a haber, se terminó aquel cuadernillo con el Heladero, aquel con la Diawadacapotaquitonada, aquel de Migración y Ego, aquel disco de 2009 que alguna vez existió, y que ahora está en la nube, dónde será eso, ese CD que corea que hay que tomar partido, el de la vida y el del singani. Y yo ahora escribiendo esto con saudade, porque se  acabao, caserito,  ch’akatao el formato CD con cuadernillos a full color, se acabao, ch’akatao el público aquel que compraba y leía las letras y olía el CD al sacarlo del celofán. Se acabao, ch’akatao, la manera urgida y valiente de sobrevivir vendiendo libros y discos en físico… Y en qué cosa sino pues …

—  O qué te voy a regalar en Navidad: ¿Un link?

*Ch’akatao, paceñismo, del aymara chhaqhatawa, perdido, acabado. Fuente: mi amigo el Dr. Esteban Ticona.

(*) El papirri: personaje de la Pérez, también es Manuel Monroy Chazarreta

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En el Laredo

El papirri en el Laredo

Por El Papirri

/ 20 de noviembre de 2022 / 00:01

CH’ENKO TOTAL

En el mes de julio visité el Instituto de Educación Integral y Formación Artística “Eduardo Laredo”, un gran proyecto educativo creado por el arq. Franklin Anaya Arce en 1961. Me recibió con gran amabilidad el actual director, nieto del fundador. El lic. Franklin Anaya Giorgis, el gran Kilin, me instruyó indicando que el Instituto aplica la  educación integral con una simbiosis de la enseñanza por doble vía, por un lado en las mañanas se llevan las asignaturas de humanidades y en la tarde las asignaturas de las artes, impartidas a niños seleccionados por sus aptitudes desde tercero de primaria. En las artes tienes la posibilidad de escoger las especialidades de teatro, música y danzas, es un centro educativo diferente, los estudiantes pasan cerca de 10 horas al día estudiando las asignaturas, este año el Laredo tiene 460 estudiantes en primaria y secundaria.

Cuando fui, los chicos estaban en vacación de invierno, sin embargo el gran Kilin estaba en su despacho ordenando miles de papeles. “Te voy a mostrar el teatro”, me dijo, y fuimos caminando por el patio en una tardecita cochabambina plácida. Ingresando al Teatro pude constatar un escenario bien puesto, con parrilla de luces, 270 butacas bien mantenidas, caminamos con ese placer de respirar el arte en un teatro vacío. Detrás del teatro, el Kilin me mostró el piano Steinway & Sons Model A que adquirió la institución en 2019, un majestuoso piano muy bien cuidado por alumnos y docentes. El Laredo tiene mi edad, 62 años, me hubiera encantado estudiar en esta institución que tiene un plantel de docentes de alto nivel, tanto en lo humanístico como en lo artístico. Además, egresas del colegio con un título en técnico medio y eso ayuda un montón. En 2021 el presidente del Estado Plurinacional, Luis Arce Catacora, entregó la Resolución 06/2021 del Parlamento Andino, que declara a esa entidad como Patrimonio Cultural y Educativo de la Región Andina. “Esto es muy significativo por el relacionamiento internacional del instituto”, me dijo el Kilin orgulloso.

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El papirri: 43 años de canciones

Entonces decidí preguntarle si podía dar un concierto en el teatro. “Haz tu solicitud, Papirri”; “sería para octubre”, le dije, nos abrazamos y despedimos. Salí contento de la visita, más aún considerando que el Teatro Achá estaba cerrado casi tres años y recién hace unos días abrió sus puertas. Entonces en agosto llegó sorpresivamente Mr. Herpes Zoster y puso en duda todo, sin embargo, con paciencia y salivita lo fuimos superando, siendo que el viernes 21 de octubre entraba al escenario del Teatro del Instituto Laredo. Tuve la suerte de que la productora cochabambina Toc, que dirige Raquelita Rocha, se interesara en producir el evento denominado El Papirri: 43 años de canciones. Todo sería más fácil si yo contara con el mismo staff de músicos del concierto 43 años de canciones, realizado en el Teatro Municipal de La Paz el 8 y 9 de octubre, pero no… había que montar el show todo de nuevo, con músicos de la Llajta, pues no teníamos auspicio alguno para transportar a los músicos paceños hasta Cochabamba. El problema se volvió oportunidad cuando empecé a ensayar con los músicos cochalas Mauricio Cardona en batería, Inti Medina en bajo y contrabajo, Fabiana Fiorilo en voz; Juan Ernesto Saavedra en la guitarra eléctrica, Arpad Debreszeni en violín; Sebastián Loredo en trompeta, ¡todos ellos exlaredistas!, músicos con estudios superiores en sus especialidades y sobre todo grandes hermanos del arte. A los laredistas se sumaron la voz hermosa del cantautor Chelo Arias y el piano de Karlos de la Torre, el Teatro estuvo casi lleno con la sorpresa especial del Papirri’s Kid versión cochabambina, hermosos niños que Raquelita hizo ensayar en la canción Qué Tal Metal. El sonido estuvo muy bien manejado por Manu Rocha. Mil gracias a todos estos amigos cochalas, gracias Kilin por el Teatro, gracias productora Toc por el gran esfuerzo que incluyó danza con el Ballet de Edson Ontiveros en el caporal bilingüe Camote. Un bello concierto. Los músicos de gran nivel. El público bastante exigente. Las piezas más aplaudidas fueron las obras instrumentales Achocalla y Zamba Geisha, pude verificar esto gracias al video producido con una cámara por Al Tadic, otro gran artista cochabambino que me regaló las imágenes con una generosidad muy pocas veces vista. Fue muy lindo estar en el Laredo aquel 21 de octubre en la tarde, en la prueba de sonido y ver en los patios a niños y jóvenes estudiando sus partituras, ensayando sus obras de teatro, bailando coreografías, formándose con alegría y entusiasmo. Mil gracias Instituto Laredo de Cochabamba.

(*) El papirri: personaje de la Pérez, también es Manuel Monroy Chazarreta

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Fiesta de Todos los Santos

Fiesta de Todos los Santos

Por El Papirri

/ 6 de noviembre de 2022 / 00:02

CH’ENKO TOTAL

Fiesta de Todos los Santos. Vuelvo a casa de un viaje complicado, me siento achachi galán, arribo eructando chorizos, vuelvo de Sucre.

Estuve en Potosí en un ida y vuelta comprimido. “¿Qué novedades?”, le digo a la Carito que me toca la frente, preocupada por mi presión.

Siempre tuve presión alta, me presiono pues mucho, yo solito, en vez de descansar del viaje terrible, en vez de estirar las patas arriba, me complico la vida, como siempre, alta presión, presión alta.

Hay que escribir para La Razón. ¿Y contar qué? Cosas que te impresionan pues, dice alguien que baja de la escalera.

En Bolivia se construyen escaleras de pan para ayudar a nuestros espíritus superiores a bajar del cielo hacia esta estratosfera sin el riesgo de que quieran quedarse.

La escalera también es de retorno. Lo esperamos al ausente el 1 del 11 a las 12 con su traguito preferido, con el platito de comida que más le gusta.

Ahí tienes a mi papá, baja de la escalera directo a tomar su wiskicito con tres hielos y dos dedos de agua, se sienta jadeante, fuma feliz su Big Ben.

Me gustaría invitarle una guacataya, pero mejor no, mi papá es pues, lo amo, lo respeto y lo recibo con su sajta rebosante, con sus amadas sarnitas y aquel rollo de queso que lo deja sin habla.

Mi mamá baja la escalera con los ojos brillosos, se emociona al verme, me abraza temblando y se va rápido a tomar su cafecito royal.

¡Sorpresa! Baja de la escalera mi tío Lalo tocando el bandoneón, llega con mi primo Enrique cantando a Gardel con su wiskicito eterno en la mano.

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Conciertazo

Mi primo enternado con voz de tenor cochala canta emocionado: “percanta que me amuraste, en lo mejor de mi vidaaaa…”

¡Sorpresa! Mi padre llega custodiado por un amigo, es nada menos que René Zavaleta, acaricia mis rulos y dice: “¡A ver! Tocá pues una de tu abuelo…”

Y se lo canto la Pérez Velasco, perdón, La López Pereyra que René canta tropezándose en la letra, está algo mareadito.

Habían estado antes estos bandidos en la casa del Pato Cárdenas que con su esposa, la Pata, bailan el mejor tango arrabalero.

Tocado en su mejor versión por mi tío Lalo en bandoneón, yo en la guitarra y mi primo Enrique en la voz gardeliana. Se armó la joda en la casa…

“¡Viva el movimiento, gloria a Villarroel!”, baja cantando por la escalera el Chueco Céspedes, besa la mano de mi madre, cuelga su sombrero.

Se saca el abrigo de caballero y con su terno plomo camina, bien rosquito, a cascarle rosquetes de Loreto.

¡La abuelita ya había estado aquí! Llegó desde Manogasta trayendo rosquetes, es mi abuelita Ana, que se sienta serena y no habla más.

Mi mamá dice “prestame la guitarra, papitu” y ahí nomás empieza una intro virtuosa, villalobiana, que concluye como cascada cósmica en una especie de bolero.

Mi madre acompaña de lujo a mi papá, que canta parado y con la mano en el bolsillo, estilo Nath King Kole: “wat in di naigth of di level, trei livinstan old dar yuuuu…”

Entonces mi mamá dice: “Chiquito, tocate una zamba con acordes modernos, la última que te enseñó tu tío Dardo”.

Que baja la escalera siempre atorado de risa, en camiseta y pantalón de pijama , cargando su bombo leguero.

 “No da ganas de volver”, grita el Amarito, papito, guagüita de pecho, hermoso ángel en su joven deceso.

A medianoche baja de la escalera y llega a la fiesta tarareando una cumbia colombiana, en su cabecita nomás está la música, pero contagia.

Entonces agarro la guitarra y le dedico a mi padre mi versión de Chorra, que lo deja pasmado.

“Hijo de Tigre, overo ai de ser”, dice brindando, orgulloso, y yo no le entiendo bien.

“¡Ya llegó Don Andrés!”, grita mi hermano, que está cebando mate, habla en quechua con mi otra abuelita, la Conchita.

Que había estado adentro, cocinando pichones para su hijo Germancito y para el otro, el Lalito, con la mejor ayudante de esta fiesta de muertos vivos, mi tía Carmelita.

La hermana mayor, que despluma los pichones con virtuosismo, toda ella está envuelta en plumas y sangre. 

Mi abuelo Andrés baja la escalera ceñido en su poncho de alpaca, me pide la guitarra y emprende con el vals Santiago del Estero, todos en silencio aplauden fuerte.

Entonces llega la tía Gloria bailando con su alegría incandescente, llega cargada de mistura, tíaaa.

Es día de todos los santos, no de todos los diablos, “faaalta para Carnaval”, grita mi abuelo masticando un choclo.

Cuando estamos en lo mejor de la fiesta y en tutti orquestal, llega el mediodía del día 2, y nos tenemos que ir despidiendo.

“Che, hermano, —le digo a mi hermano— yo me voy nomás con ellos, allá están todos, aquí no hay nadies, no es para ofender, pero prefiero tocar mi guitarra con esta banda de ángeles”.

El Amarito trae la escalera de retorno, ayuda a subir a todos, mis padres se van abrazados, al Chueco le cuesta subir la escalerita de pan.

El Amarito me mira con sus ojos de alpaca, “ven pues”, dice con sus cejas.

Yo cargo mi guitarra al hombro y cuando me estoy por ir, mi hermano me jalonea fuerte de la camisa.

“No seas jodido, estaremos todavía en este mundo de soledades un rato más, qué put’s, después de todo, todo hay…”

“Cómo será la estratosfera de ellos, dejá de joder, por qué no tocas esa de Víctor Jara que te nombra”.

Y yo, hipnotizado con las razones del exalcalde, decido quedarme todavía por aquí, solo que ya no hay trago.

La tropue acabó con todo, entonces poco a poco llega la siesta, me voy durmiendo, divagando en circular con las curvas de la carretera Sucre-Potosí , soñando en circular entre los vivos y los muertos.

(*) El papirri: personaje de la Pérez, también es Manuel Monroy Chazarreta

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